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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3,333
Críticas ordenadas por utilidad
10
13 de diciembre de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
He leído diversos artículos acerca del legendario Rodrigo Díaz de Vivar (1048(?)-1099), mejor conocido como El Cid Campeador, el cual es sin duda una de las figuras más representativas de la historia española. Los cronistas y poetas antiguos veneran al personaje, lo exaltan y lo reivindican como el héroe por antonomasia, pero hay recientes investigaciones que se debaten sobre definir a Don Rodrigo más como un mercenario que como un excelso libertador, por la doble relación que sostuvo con moros y cristianos.

Encuentro ambigüedades, supuestos e imprecisiones en algunas de las cosas que se dicen, y sobre todo, creo que se apunta más a juzgar hechos sin tratar de asir razones, y es por esto que –aunque probablemente sea lo menos cierto- sigo prefiriendo a esa suerte de héroe inmaculado que se recrea en El Cantar del mio Cid y a esa suerte de Espartaco que deja bien plantado el guión cinematográfico escrito por Philip Yordan y Fredrich M. Frank. Y tiendo a esto, por la misma razón que me encanta el rey Arturo del que habla la leyenda inglesa: Porque ante la imposibilidad real de saber como vivieron, pensaron y sintieron cercanamente los grandes héroes de la historia antigua, prefiero que se preserven esas imágenes de hombres de toda probidad, pues nos sirven de perfecto ejemplo sobre cómo deberían ser los hombres del presente. Y si acaso, tan siquiera un solo hombre, consigue orientar su vida con base en estos modelos, la leyenda bien que habrá logrado su cometido.

Emociona, estimula y despierta poderosos sentimientos de respeto y valoración, ese soldado fiel a la verdad, ajustado en rigor a la justicia, y empeñado en la hermandad de aquellos hombres a los que, tan torpemente, separa una religión. Todo esto le significará perder a la mujer que ama, ser amenazado de muerte y desterrado, pero al tiempo que acepta con sabia entereza todo cuanto sucede, dando profundas muestras de benignidad, el Cid seguirá luchando para proteger a su tierra, mantener enhiestas las instituciones, y garantizar la supervivencia digna de sus coterráneos.

Anthony Mann logra un filme impecablemente realizado, combinando con precisión la lucha política de El Cid Campeador, con su trágica y eterna historia de amor junto a Jimena, la mujer de época sometida a los designios de la autoridad (padre, rey…) que siente doblegados y atragantados sus sentimientos más íntimos.

Charlton Heston nos brinda otro poderoso y edificante carácter, dejando para la historia cinematográfica a uno de esos héroes de ficción que jamás consiguen olvidarse. El resto, es un sólido reparto que complementa muy satisfactoriamente, una historia que deja un grato gusto a magnífico cine épico.

-Siempre ha habido guerras entre nosotros. –Dice Jimena a Rodrigo.
-Sí, lo sé –responde él- ¿pero no crees que podríamos pensar ya en vivir en paz?
Luis Guillermo Cardona
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7
23 de junio de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Claro que la soltería tiene sus encantos!, ¡Y vivir solo sí que es delicioso! Llegas a la hora que quieras, cuando quieras y con quien quieras. No tienes que ocultarte para hacer ciertas cosas, ni temer que te pongan problema por guardar la foto tal, el vídeo aquel o la carta aquella. Puedes mantener a tus amigas sin preocuparte cuando las llamas, donde les citas o como contestar al teléfono. Vives sin preocupaciones por las claves de tu correo o de la red social, pudiendo incluir en ellos a las personas que desees sin tener que limitarte… Y lo mejor de todo, es que puedes dormir a pierna suelta sin que nadie te empuje, ronque a tu lado o te esté pidiendo complacencias, cuando tú lo único que quieres es dormir.

Como podrás notar, esto vale tanto para hombres como para mujeres. Ambos deseamos lo mismo, porque una cosa es cierta y resoluta: en el matrimonio se pierde libertad… Pero ofrece Grandes compensaciones: se tiene siempre (que le trates bien) a quien besar, acariciar y hacerle el amor. Tienes con quien hablar, a quien comprender, alguien para establecer un proyecto de vida en común. Gozas de una pareja para compartir alegrías y tristezas, para crecer como ser humano y para ver aquellas cosas que debes aprender, corregir o mejorar en ti mismo… Y lo mejor de todo, es que con ese ser puedes tener unos hijos que serán la razón de tu existencia, pues si ambos son sensatos e inteligentes en la formación que les imparten, esos chicos traerán alegrías y satisfacciones por montones.

Yo sé que sabría vivir sin mi pareja, pero se me hace muy, pero muy difícil, pensar tan siquiera en no tenerla conmigo. Por eso, cuando vi los alardes machistas de este filme, me he reído bastante al ver al encumbrado dibujante de cómics, Stanley Ford, sintiéndose pleno por tener a un tipo feo poniéndole la chaqueta, haciéndole la comida o preparándole el baño, y creyéndose importante perteneciendo a un club de tipos calvos y barrigones, donde la presencia de mujer alguna es un pecado que se castiga con la expulsión definitiva.

Lástima que el director, Richard Quine, haya hecho del personaje de Virna Lisi, una mujer demasiado melosa y derretida, cuyo único atractivo es esa figura hermosa e inobjetable que sin duda posee. Con esto, se empantana la lezione vitale, porque la idea que queda sentada resulta fofa: el sexo es lo único que amarra el hombre a sus parejas. ¡A sus aventuras Quine, pero no a sus esposas!

Estupenda la escena del juicio, donde se hace rotundo el posicionamiento de Eddie Mayehoff (el abogado Harold Lampson) y de Claire Trevor (su esposa Edna) irradiando un histrionismo a la vez necio y desternillante, y donde la avidez de soltería de Lampson, Ford y los demás catetos que ocupan el recinto judicial, es perfectamente explicable, y bien que les sienta aquel club que funciona hace más de un siglo, pues con tipos así, cualquier mujer ha de vivir al borde de la histeria.

Título para Latinoamérica: “COMO ASESINAR A SU ESPOSA”
Luis Guillermo Cardona
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7
2 de enero de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jane Hudson, es ya una mujer madura cuando ha logrado reunir el dinero suficiente para realizar su soñado viaje a la romántica Venecia. Sigue soltera, y ha decidido hacer sola este viaje, porque le gusta conservar su independencia. Se hospeda en el hotel Fiorini, donde se hará amiga de la propietaria, y pronto sale a recorrer aquella singular y poética ciudad en la que abundan los enamorados que pasean en góndola por los canales. Tras hacer amistad con los simpáticos esposos McIlhenny, y con Mauro, un recursivo chaval vendedor de baratijas, miss Hudson conocerá al vendedor de antigüedades Renato di Rossi… y comenzará así un despertar de sentimientos y emociones que la harán ver los colores del cielo que aún no había visto, y le permitirán maravillarse con aquella magia que, entonces, transforma a la cálida Venecia.

David Lean vuelve a jugársela con un tema que ya había forjado una de sus más encantadoras y románticas películas: “Breve encuentro”. Y otra vez se ocupa del amor entre seres ya maduros que aún conservan en sus corazones el hálito del enamoramiento. Éste, como aquél, es un filme para mayores, quiero decir, para aquellos que tienen grandes aspiraciones respecto del amor y, contra toda debilidad, saben volver al cauce del equilibrio y el auto-respeto. Porque, el mayor alcance de la libertad es elegir la dirección correcta aunque ésta vaya en contra de mis propias ansiedades.

Katharine Hepburn recrea a un mujer colmada de ilusiones y esperanzas, pero dispuesta a ser ella misma en su más plena esencia. Y Rossano Brazzi es el hombre que vuelve a creer en el amor, sin comprender que ha dado inicio a un nuevo proceso sin haber concluido el que ya tiene iniciado.

La película está basada en la obra de Arthur Laurents que Shirley Booth representara en los escenarios, pero Lean y Bates han hecho un guión bastante personal, limando debilidades y fortaleciendo el encanto de esa mujer que vino a Venecia con la esperanza de alcanzar el cielo y, con su gracia, consigue acariciar a una estrella.

Es este un filme que recomiendo a todas aquellas mujeres que –ilusamente- ven, en su relación con un hombre casado, una seria posibilidad de encontrar su propia felicidad.

Título para Latinoamérica: “LOCURA DE VERANO”
Luis Guillermo Cardona
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9
23 de noviembre de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre las cosas que pertenecían a la First National, cuando la Warner la compró, en 1929, había un guion basado en la novela de, Rafael Sabatini, “El Halcón del Mar”. Después de reescribirlo al menos un par de veces, y cuando de la novela de, Sabatini, no quedaba más que el nombre, dicho guion le fue entregado a, Howard Koch, para que lo retocara, y éste, al estar escribiendo, en 1939 -pleno inicio de la II Guerra Mundial-, consiguió, creo yo, algo más original que permite ver la historia desde dos perspectivas: La primera, como un acercamiento semi-ficticio a los ataques que, por allá por 1580, realizara el corsario inglés, Francis Drake (en el filme llamado, Geoffrey Thorpe), contra las colonias españolas en América y contra los exacerbados intereses del rey Felipe II, quien, como su padre Carlos I, ansiaba con locura el dominio de todo el planeta tierra. Con todo, el resultado pretendido por Koch, de dejar un pronunciamiento anti-fascista y anticolonialista… que toca, inevitablemente, a la triunfante Inglaterra de la película, se cumple a cabalidad… aunque sea en boca de la misma, Elizabeth I, que se haya puesto el discurso.

La segunda perspectiva, nos lleva a una visión soterrada de lo que ocurría en la historia actual: el también megalómano, Adolf Hitler, estaba ansiando, como Felipe II, apoderarse del mundo. Ese excelente plano al inicio del filme, con la silueta del rey sobre el mapamundi clamando su afán de poder, es bien significativo. Después, Inglaterra (entre otros países) se opondría a sus intereses… y el resto ya es historia.

Con un, amén, a todo esto, sin duda lo más relevante de este gran clásico de, Michael Curtiz, es la aventura, en la que la acción es rodada con grandes medios técnicos y con la habitual creatividad del gran maestro húngaro. La fotografía de, Sol Polito, es esplendorosa y de enorme calidad pictórica, y la composición de planos en las escenas de combate resulta ejemplarizante. A esto, añádase la majestuosa partitura de, Erich Wolfgang Korngold y la atinada presencia de todo el reparto -en donde sólo se extraña la siempre grata presencia de Olivia de Havilland-, y se tiene al alcance un filme de alta calidad y de placenteras aventuras.

Errol Flynn, se reafirma en el solio de los grandes héroes del cine de aventuras, y pese a sus continuas peleas con el director que prácticamente lo había hecho estrella, logra dar a su personaje suficiente entrega y notable encanto. Flora Robson, a quien se llamó, en vista de que se tuvo que descartar a, Bette Davis, porque su rol no era protagónico, consigue una Isabel I llena de gracia y picardía que complementa cálidamente las hazañas de su querido corsario Thorpe. Faltó, quizás, un contrincante un poco más aguerrido, pero, el filme tiene encanto a borbotones y uno se la pasa, muy gratamente, viendo como los reyes se pelean por lo que JAMÁS podrán poseer.

Título para Latinoamérica: <<EL HALCÓN DE LOS MARES>>
Luis Guillermo Cardona
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7
22 de septiembre de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A menos que uno sea un verdadero “catrasca” o uno de aquellos apesadumbrados individuos que piensan de sí mismos que son unos imbéciles o unos buenos para nada, no debe resultar muy placentero despertarse un día sin saber el propio nombre, donde se vive, que edad se tiene, y ni siquiera quien te quiere… o quien te odia. A esto se le llama Amnesia, pérdida de la memoria que se sufre a consecuencia de un trastorno psíquico o de una lesión cerebral, y es lo que padece George Taylor, el hombre que, en 1942, durante la 2a Guerra Mundial, se encuentra en el hospital naval y tendrá que ser licenciado cuando consigue que se le dé de alta.

Lo que se aviene entonces, es la búsqueda de sí mismo, y la única pista que Taylor tiene para iniciar este proceso es una nota de un hombre llamado Larry Cravat donde dice que ha depositado en un banco, a nombre suyo, la suma de cinco mil dólares. Esto lo llevará a conocer a Christy Smith, una chica que le abrirá las puertas de su casa y luego las de su corazón. A Mel Phillips, el amigo de Christy, bien interesado en participar de la búsqueda de un botín de dos millones de dólares que tiene más pretendientes que la linda Anne Hathaway. Y, entre otros, al inspector Kendall, un sabueso al que no se le escapa una y dispuesto a la verdad absoluta antes de meter en la cárcel al primer “georgepechoso” que se ponga en su camino.

El filme es una atinada incursión del polifácetico director Joseph L. Mankiewicz en el Cine Negro y nos introduce en un laberinto, certeramente trazado, donde un puñado de personajes entra y sale de escena dejando, cada vez, una nueva intriga y un nuevo embrollo que agita nuestro raciocinio permanentemente. Los diálogos son fluidos, elegantes y se entrelazan con la aventura abogando para que, como espectadores, hagamos nuestro propio esfuerzo para desenmarañar el conflicto.

Aunque se toma un tiempecito para involucrarse en su rol como es debido, John Hodiak cumple como el amnésico sabueso quien no se rinde ante los peligros que lo acechan. Y Nancy Guild, Richard Conte y Lloyd Nolan, le hacen una buena segunda en este filme que consolida la presencia en el séptimo arte de un director que se haría acreedor a merecidísimos laureles y por el cual siento una honda estima.

Y no olviden el consejo de los celebérrimos Mankiewicz-Confucio: “Si algo huele mal, límpiate bien la nariz, o mejor, hazte a nuevos amigos".
Luis Guillermo Cardona
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