La verdad es que viendo su predecesora no fui con mucha ilusión a disfrutar de esta película, pero es que desgraciadamente tampoco había otro título atrayente en la cartelera. No deja de ser una pena la falta de originalidad y creatividad en la que está inmersa el cine actual.

Lo de siempre, siguiendo el mismo patrón establecido por la industria cinematográfica del woke, tiene su cota inclusiva y puritana. La película en sí parece realizada por un niño de 9 años, aunque claro es que está hecha para todos los públicos y en especial para niños. Por ello hay muchas escenas de violencia pero privando que halla sangre y cuerpos mutilados con vísceras al aire (todo muy limpio con olor a colonia), hasta los animes malotes tienen su atractivo con su fealdad, herederos del Rey León de Walt Disney y sus secuaces. Una cosa que reparé y me hiso mucha gracia es que ningún monstruo, ni Godzilla ni los Gorilas, tengan atributos sexuales, fabricados asexualmente como recuerdo en mi niñez cuando despertó en mi la curiosidad de mirar debajo de las falditas de las muñecas, comprobando que al igual que las Barbie y Kevin, los habían hecho completamente planos.

Entretenida y pura dinamita en acción. Pero no nos encontramos ante ninguna quintaesencia del arte por excelencia, como parte la premisa que muchos críticos la definen. De hecho para mi gusto hay demasiada acción atropellada y engorrosa. La habitual en el cine moderno de cámaras en diferentes ángulos pero imperando los primeros planos superpuestos y de mucho movimiento de cámara que llega a resultar mareante y cargante.
¿Y qué decir del guión que se nos narra? Pues redundar en que parece que no existe. Da la sensación de que se parte de una serie de ideas justitas para hacer que la acción se desarrolle, y que además la historia es parecida y ya vista en otras películas. Una historia y decorados tan planos y cansinos de horizontes de desierto que parece que estamos ante una obra casi de teatro, sino fuera por los soberbios efectos especiales y los estupendos maquillajes camaleónicos de los personajes. Aunque en el tema de la caracterización de los personajes malos parecen símiles de vampiros vistos en otras películas ( a lo mejor es que sobraron bastantes disfraces), y el del jefe principal es un clon de la película "Depredador".
Sin embargo las actuaciones son formidables con una Charlize Theron y Tom Hardy impecables, así como el demás conjunto de actores. Gracias a ellos le doy una puntuación más alta que la que creo merece.

Tercera entrega que es un calco de la segunda, aunque en esta ocasión la única variante es que el chico descerebrado es un corredor de carreras con un modesto equipo, y lo habitual con sus respectivas novias que cogen una ruta alternativa para ahorrar tiempo desestimando todos los consejos para que no vayan por ahí... Repetitivo hasta la saciedad, con policías imbéciles incluido, irreal a más no poder y con los clichés y tópicos recurrentes de este tipo de género. Una especie de mezcla similar a la saga de "Viernes 13". Sólo para amantes del cine gore.

Esta película que pretende ser la predecesora del mundo de "Alicia en el País de las Maravillas" ameniza con un buen arranque, con la impresión de prometer. Pero paso a paso todo se va desvaneciendo como suele ocurrir en líneas generales con las películas de Sam Raimi.
Promete con originalidad fugaz para quedar a medida que avanza la historia en mediocridad, -todo muy previsible-, aunque con intermitentes golpes de efectos digitales y bien logradas escenas de acción. Y gracias a la magnífica belleza visual del mundo colorido de 'Oz', consiguen al menos que no nos durmiéramos del todo en la butaca del cine.
De disfrute para los niños por su simpleza, y algunos guiños de humor hacen que no sea tan mala de soportar para el mundo de los adultos.

Como dejo en el título, debería haber un apartado diferente al género de la comedia en el cine y debería ser, por excelencia, el de la imbecilidad, puesto que esta película no va de imbecilidad simple, sino, en mi opinión, se halla elevada al cubo o, más bien, forma una raíz cuadrada de dos. Aunque sorprendentemente tiene sus momentos que parece que va a coger el timón del humor, pero nada, vuelve al bandazo de la imbecilidad y ahí se encalla.
Y mira que al principio parecía prometer, pero poco a poco el surrealismo se hace el dueño absoluto de la situación tomando el control.
Por otro lado no sé yo si esta película sentará bien a los portugueses a los que no se deja bien retratados, presentándolo como un país bananero y retrasado.