Animado por el bizarrismo descontrolado de Guardians me dispuse a ver Attraction, que además lucía un impactante trailer con el aterrizaje forzoso de una nave alien en medio de Moscú.

Y en efecto, el arranque es magnífico, con esa nave averiada arrasando media ciudad en su llegada y con el caos y el lío que se monta inicialmente. Todo ello supervitaminizado por la particular idiosincrasia de la juventud rusa, que mezcla su red social, VK (el Facebook del frío), con cierta tendencia al macarrismo violento y las conductas antisociales...

Pero entonces aparece la típica y tópica historia de amor imposible entre dos seres de mundos distintos y todo se hace más convencional, aburrido y previsible. Para ver pasteladas prefiero Hollywood, que tiene más experiencia en el tema.

Y es una lástima, porque la historia tenía mimbres para resultar más entretenida...

Siendo la comedia romántica una de los géneros más explotados por el cine desde su principio, la única vía de afrontar con una mínima dignidad otra película del género es darle a tope al dial del humor, apagar el de la ñoñería y la cursilada y apostar porque el espectador tenga un par de neuronas activas.

Y si además está hecha en Gran Bretaña, con su peculiar sentido del humor y esa envidiable capacidad para reírse de si mismos, mejor que mejor. Man up ("Amor sin cita previa", vaya traducción...) apuesta por todo eso y lo logra. Dos personajes inteligentes, sensibles y sufrientes, interpretados de forma magnífica por Lake Bell y Simon Pegg. Treintañeros/Cuarentones que ya están de vuelta de la vida, que saben que los príncipes azules y las princesas rosas se han extinguido hace siglos y que intentan, a base de humor, inteligencia y cinismo hacer más llevadera esa etapa en que los sueños se marchitan.

Y con estos sencillos mimbres se construye una historia simple, divertida e inteligente. Es imposible no empatizar con Nancy y Jack, no verse reflejado en sus dudas, sus traumas y sus corazones maltrechos. En sus citas de Wall Street ("La de Leonardo Di Crapio, ¿no?" dice la veinteañera) o El silencio de los corderos.

Somos muchos los que navegamos en esos mares de resaca existencial, de sueños que volaron y anhelos que desaparecen lentamente, de sentirse desubicados. Pero aunque no sea así es una película que merece la pena ser vista.

-¡Te buscaré en Facebook !
- ¡ No tengo Facebook !
- ¿¿¿Noooo???

Y es que amigos, hay gente que no tiene Facebook. Y está viva. Y ama y ríe, aunque no os lo creáis...

Por lo visto los chinos han decidido que en lugar de comprar estudios de cine yanquis les sale más a cuenta empezar a producir y exportar sus propios productos. La historia oficial dice que esta película estaba destinada exclusivamente al mercado doméstico, pero se hace bastante difícil de creer que la exportación no fuese uno de sus objetivos, entre otras cosas porque copia el estilo Hollywood con una alegría y desparpajo evidentes.

La peli en si es, cómo decirlo, un producto un poco extraño. Parte de una base totalmente absurda (ponerle motores a la Tierra y largarnos por el espacio buscando otro sistema solar) y deriva a un espectáculo típicamente chino: desmesurado, excesivo y colosal. Planetas errantes, estaciones espaciales, catástrofes a cascoporro... Los protagonistas van de un lado para otro por razones que sólo el guionista puede entender, escapando de un terremoto para caer en otra catástrofe mientras intentan, oh, que sorpresa, salvar a la Tierra en el último segundo.

Si ya de por si el planteamiento es de aquella manera, encima le meten todos los tópicos de Hollywood. Las relaciones familiares como el motor del Universo, el sentimentalismo más cargante, las heroicidades suicidas, las explicaciones pedestres para que el espectador se meta en el ajo, las soluciones milagrosas que se le ocurren a un personaje y en las que no había caído el resto de la humanidad, el mecanismo que se estropea en el último minuto y hay que accionarlo a mano, ese instante mágico en el que alguien habla por un micrófono y lo escucha ¡toda! la humanidad, locución que la prota aprovecha para dar un discurso empalagoso y vergonzante que obviamente motiva a todo el mundo...

No todo es malo, por supuesto. Si se pasa por alto lo absurdo de la propuesta y los giros infantiles del guión, tenemos un espectáculo impresionante, de una escala desmesurada y con un nivel de CGI y efectos espaciales perfectamente homologables al más caro blockbuster americano. Entretenido por lo que cuenta y por los matices que su origen le aporta. Bastante ameno y que ojalá nos abra la puerta a más producciones de ci-fi chinas, aunque solo sea por cambiar un poco el menú de siempre...

Después de tantos años viendo como el nivel de los guiones del cine de entretenimiento caía en picado la situación ha llegado a un punto de no retorno. Las películas de acción actuales han renunciado por completo a narrar algo coherente, mínimamente lógico.

A ver, yo entiendo que es cine de evasión, que nadie se pone a ver Infinite esperando una obra maestra. Aquí venimos a ver acción, tiroteos, peleas y persecuciones en coche. Eso es cierto, como también es cierto que las pelis de acción de hace veinte o treinta años también iban de ese palo pero tenían un guion, con sus errores y sus fallos, pero mínimamente elaborados. Hoy en día todo es absurdo, irracional, incoherente. Nada de lo que pasa tiene sentido, ni los personajes ni sus actos tienen lógica y saltamos de una tontería a otra de forma absurda.

Infinite es un ejemplo de esa deriva. Hay acción, tiroteos, peleas y persecuciones en coche, pero nada tiene sentido. De hecho, si quitas todos los diálogos y todos los torpes intentos de explicar lo que pasa, te lo puedes pasar bien un rato. El resto da una sensación entre pena, rabia y aburrimiento.

Momentum es un thriller de acción protagonizado por el típico tipo duro con secretos en su pasado y una excelente preparación militar que se enfrenta a los malos de turno al meterse en un fregado que implica a las altas instancias de la política. Además es bastante confusa y el guión tiene algunas incoherencias y giros extravagantes. Y por si faltaba algo, en ocasiones la violencia es bastante gore. Tampoco se aprovecha el hecho de que la acción se sitúe en Sudáfrica.

Pero en esta ocasión el expeditivo protagonista no es el mazas de turno, si no la espectacular Olga Kurylenko. Y acostumbrado a verla en papeles de bella e indefensa damisela en apuros a la que el galán de turno debe rescatar/proteger, es una hermosa novedad disfrutarla convertida en una heroína de acción muy convincente, repartiendo patadas y tiros con tal soltura que parece Statham o Craig. No es tarde para que la franco-ucraniana se anime a ser una action-woman.

Sólo por eso se salva la película. Y por Purefoy sobreactuando como un malo pasado de vueltas. Se le nota que disfrutó con el papel.

Y poco más se puede rescatar de la película. Rutinaria pero con Kurylenko. Que de por si, mejora cualquier película en la que trabaje...