Si tuviera que definir esta película, no me costaría demasiado: es sencilla, predecible, romántica y dulzona. Y a pesar de todo eso, consigue enganchar al espectador con esa historia tan simple y que todos conocemos de la Cenicienta desdeñada por su madrastra y sus hermanastras.
Aquí, el cuento se traslada a la Francia del siglo XVI, en pleno Renacimiento, así que no podía faltar Leonardo da Vinci (por qué siempre que se hace algo sobre el Renacimiento tiene que aparecer él? Joé, ni que no hubiera más personajes famosos en su época), que aquí tiene el papel de hado padrino de la pobrecilla Danielle, que está enamorada sin remedio de su príncipe encantador.
Me gusta que la protagonista haga gala de tener conocimientos y un poquito de cerebro, que ya es hora de que las princesas de cuento estudien un poco y dejen de preocuparse por su belleza a la hora de cazar un marido.
Si hay que criticar algo, son los típicos fallitos históricos. La Gioconda estaba pintada sobre tabla, no sobre papel maché (parece el último póster de la revista Interviú, joé!), y en esa época no se comía el chocolate en onzas. Pero bueno, se perdona.
En general, está bien. Tiene las pretensiones justas y el guión se adapta muy bien. El vestuario es precioso y se adapta bien a la época en cuestión. Recomendable.

Acabo de registrarme en FA y no he podido resistirme a dejar aquí el primer testimonio de mi paso por este sagrado espacio. Poco más tengo que añadir a lo que ya se ha dicho aquí sobre esta magnífica serie, que es una de las más malas que he visto nunca. A veces me gusta decir que puedo adivinar el tiempo de vida que le queda a una serie nada más ver un capítulo. Desgraciadamente, con esta me equivoqué.
Os propongo un reto: A todos los que piensen que esta serie es mala de cojones, con un argumento que se adentra en lo chabacano y vomitivo, con actores que dan ganas de llenarles el cuerpo de plomo... tratad de responder a esta sencilla pregunta: ¿Por qué sigue en antena una serie tan mierda? ¿En qué es realista? ¿Qué temas sociales toca con un mínimo de respeto?
Estoy harta de que se vendan productos como este haciéndonos creer que son series comprometidas con la juventud, que quieren acercarse a una adolescencia conflictiva y llena de problemas que ningún adulto puede comprender. Yo soy adulta, pero hubo un tiempo en que tuve dieciséis años, y ni por asomo había en los institutos tantos problemas como en el Zurbarán. Ni andábamos drogados todo el día, ni nos íbamos al baño a follar, ni nos liábamos con profesores, ni hablábamos así, como si tuviéramos un trapo en la boca. ¿Y esa es la juventud de hoy en día? Un poco de respeto, por favor. Los adolescentes son jovencitos y están pasando por una edad difícil, pero no son idiotas. Me he encontrado con chicos/as con los que daba gusto hablar, y no andaban tan obsesionados con el sexo y las drogas, no como esos idiotas de la serie.
Adolescentes del mundo, prestadme atención por un segundo: Si queréis ser personas de bien, NUNCA imitéis un comportamiento que salga en Física o Química. Todo el mundo os lo agradecerá.

Cuando se anunció la producción de una nueva serie de corte histórico dedicada al rey Carlos I y V de Alemania, fue inevitable que nuestros pensamientos se posasen en "Isabel", serie dedicada a Isabel la Católica, que retrató con indudable riqueza y exactitud la vida de la magna reina de Castilla. "Isabel" tuvo una acogida tan brutal entre el público que los creadores de la serie quisieron repetir el éxito continuando la saga familiar dedicándole una serie a su nieto Carlos, el primero de su nombre.

Hay un dicho que dice "Segundas partes nunca fueron buenas", y esto se cumple en "Carlos, Rey Emperador", pero sólo a medias.

En el apartado estético, la serie no tiene ni un solo punto flaco. Ambientación muy lograda, vestuario impecable, música que acompaña la trama y la enriquece... Podría achacarse un exceso de iluminación que los puretas históricos (entre los que me cuento) echamos de menos en ciertas producciones televisivas o cinematográficas. Pero tampoco se trata de un fallo imperdonable. Además, el reparto de actores es más que aceptable. Tenía serias dudas sobre Álvaro Cervantes después de verle en bodrios como "Calenda" y "El corazón del océano", pero ha sido capaz de adaptarse a la interpretación que se esperaba de un rey tan grande como Carlos I.

En conjunto, "Carlos, Rey Emperador" es la muestra del enorme esfuerzo de producción que hay detrás. Los guiones están muy trabajados, no se dejan cabos sueltos. Y sobra decir que el asesoramiento histórico es muy riguroso; hay ciertos gazapos, desde luego, como la rapidísima hispanización de Carlos o la quema del testamento de Cisneros, pero se pueden considerar meras licencias que no influyen para nada en el transcurso de la trama.

Pero la serie también tiene sus lacras que, si bien no la suspenden, han conseguido que baje su nota en mi puntuación personal. La serie se hace lenta, muy lenta en ocasiones. El exceso de cosas que contar satura los capítulos, haciendo que el espectador se pierda entre tantas traiciones, conspiraciones, casamientos por conveniencia, embarazos, partos, abortos, cartas al Papa, cartas a otros reyes, la conquista de América...

En realidad, se nota mucho que "Carlos..." ha nacido para estar a la sombra de "Isabel". Es inevitable comparar ambas series, y en la mayoría de los aspectos la reina de Castilla se come con patatas al Emperador del Sacro Imperio. Insisto en que es una serie muy trabajada y cuidada, muy exacta en todo y que supera con éxito el difícil reto de meterle al español medio algo de Historia en las mientes de una manera comprensible. Pero, con todo, no puede superar a su antecesora.

Y es que "Isabel" es sinónimo de excelencia en la realidad y en la ficción.

Empecé a ver Galavant por insinuación de una amiga que había oído hablar de esta serie. Después de ver el trailer, en el que se nos presenta a los personajes con una... canción, me quedé bastante sorprendida pero me eché unas risas. Y ese sencillo gesto me atrapó y me hizo darle una oportunidad a esta serie. A ver qué pasaba.

La historia empieza con un triángulo amoroso bastante irregular. Galavant es un caballero de leyenda que está enamorado de Madalena. Cuando ésta es secuestrada por el rey Richard, Galavant trata de rescatarla allanando su castillo. Pero Madalena rechaza a Galavant, ya que prefiere el poder y la fortuna que le ofrece la posición de reina. Tras darse de bruces con la realidad, Galavant dejará su espada en un rincón y se dedicará a beber como un cosaco.

Pero en el castillo del rey tampoco hay paz y armonía. Madalena, una caprichosa incorregible, se dedica a ningunear a su marido y a compararle en todo con Galavant. El rey Richard, pese a todo, está dispuesto a hacer cualquier cosa por complacer a su esposa y a sí mismo. Y cuando digo cualquier cosa, quiero decir precisamente eso: El rey Richard es tan arbitrario y está tan pirado que de él nos podemos esperar cualquier locura. En este caso, la única solución que ve para su problema es atraer a Galavant a su castillo y matarle delante de Madalena para que ella se olvide de él de una vez. Pero atraer a Galavant no va a ser una tarea sencilla, así que el rey Richard recurre a lo que mejor sabe hacer: el chantaje. Tras conquistar el reino de Valencia y secuestrar a sus soberanos, amenaza a la princesa Isabella con matar a sus padres a menos que regrese acompañada de Galavant. Así comienza esta maravillosa aventura.

A algunos les parecerá que esta trama es bastante infantil, y no les voy a quitar la razón. Pero aquí hay un elemento novedoso, y son las canciones. Sí, en "Galavant" se canta todo: sentimientos, llegada a una nueva ciudad, presentación de personajes, las batallas. Absolutamente todo. ¿Y eso es bueno o es malo? Pues... es distinto. ¿Qué gracia tiene ver la misma historia del rey malo, la princesa secuestrada y el bravo caballero? Pero son las canciones las que le dan un toque distinto y muy atractivo. Es una sátira, una burla al género fantástico más rancio y trillado, con una buena dosis de autocrítica y mucho, muchísimo humor.

Esperaba caballeros y dragones, y me encontré con rimas y bufones. Lo tenía todo para no gustarme, pero se ha convertido en una de mis series favoritas. Entre bailes y canciones, los capítulos pasaron uno tras otro. Cuando me di cuenta, me había ventilado toda la primera temporada. Ahora toca esperar impacientes a la segunda, que augura ser de lo más emocionante.

Estamos ante una de las series más injustamente tratadas del panorama televisivo español, de la que soy una frecuente detractora por la poca calidad que destila de los productos que ofrece la tierra patria. Y es que "Isabel" es la prueba de que no se pueden hacer series históricas en este país por dos motivos muy concretos: Si es mala, porque la cagan en todos los aspectos; y si es buena, porque no durará mucho. Desgraciadamente, "Isabel" pertenece a esta segunda acepción.

Y es que el visionado de todos los capítulos es para mí un placer cada semana, sólo comparable a robar bombones rellenos de menta de la caja que sólo se saca cuando hay visitas en casa. La ambientación (complicada la representación de mediados del siglo XV en cuanto a decorados y vestuario) destaca por su pulcritud; una vez más, se achaca un cierto exceso de luz que no podía haber en la época a menos que tuvieran un millar de velas por habitación. El rigor histórico está bastante bien conseguido, salvando ciertos elementos, y en eso se distingue de otros bodrios como "Torpedo, Cruce de Desatinos", lo que ya es de agradecer.

También me gusta que se toque el género histórico para adaptarlo al gran público, ya que triste es decir que son muy pocos los que conocen a los personajes célebres que dio España y, si los conocen, es de oídas o por menciones anecdóticas.

He leído comentarios sobre la mala vocalización de los actores. Y yo pregunto: ¿De cuáles, exactamente? Me encantan los que hacen de Carrillo y Chacón. Me encanta ese Juan II de Aragón. Me encanta ese taimado Pacheco. Los que no me convencen mucho son Isabel (no acabo de ver a Michelle Jenner como reina de Castilla, pero tampoco lo hace tan mal) y el rey Enrique (es que ver al mismo que hacía de medio traidor en Hispania ya es demasiado). Pero, como ya digo, creo que no le resta atractivo a la serie.

Finalmente, dejo aquí un pequeño testimonio de mi pesar al saber que esta serie no va a continuar. Lástima, pues bien llevada podría haber dado para mucho y ofrecer por fin una serie española digna de ser llevada al extranjero y ponerla cerca de grandes obras como Los Tudor. Para mí ha sido una gran sorpresa descubrirla y un inmenso placer verla. No la olvidaré con facilidad.