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República Checa República Checa · Praha
Críticas de Johan Liebhart
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Críticas 62
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
L'heure des anges (Nightangel) (C)
CortometrajeAnimación
Canadá1986
--
Animación
6
2 de enero de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
'L'heure des anges' ('Nightangel', o 'La hora de los ángeles') es el resultado de la unión de dos mecas de la animación. El National Film Board of Canada y el Estudio Jiří Trnka. O más precisamente, la unión de dos insignes animadores. Jacques Drouin y Bretislav Pojar. Maestros de dos estilos muy distintos. La animación en pantalla de pinchos (pin-screen animation) y el stop-motion. Dos técnicas que se combinan por vez primera en este cortometraje de 1986, donde un hombre es acechado por las visiones fantasmagóricas de una figura angelical que transformará su vida por completo.

Si bien hay una predominancia evidente del stop-motion para mayor gloria de Pojar, que articula con precisión y elegancia los movimientos de los personajes, en las escenas más fantasiosas la pin-screen animation brilla por su capacidad innata de mutar en diferentes formas elevando la carga surreal en los detalles del decorado y en las evocaciones oníricas.

Se trata de una obra que recuerda a los cuentos románticos de Bécquer por lo irracional del enamoramiento a partir de una mera visión nocturna e idealizada que acaba por trastornar al protagonista. Aunque, a diferencia de los cuentos, aquí se echa en falta mayor intensidad y desarrollo, pues dada su duración, prometía más y su ritmo pausado no le permite despuntar del todo.

Aún así, es recomendable su visionado, sobre todo para los amantes de la animación de cualquiera de los dos estilos. Pues contiene escenas muy logradas como la del "laberinto doméstico" tras la ceguera; ensalzadas, además, por las excelsas composiciones de la orquesta filarmónica checa.
Johan Liebhart
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Prologue (C)
CortometrajeAnimación
Reino Unido2015
6.5
185
Animación
8
1 de enero de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Richard Williams fue, qué duda cabe, uno de los mejores animadores de la historia. Aquí está la última prueba.

En el año 2008, tras más de cincuenta años trabajando y renovando el mundo de la animación, con multitud de técnicas distintas, tres premios Óscar (A Christmas Carol, Roger Rabbit, Lifetime Award) y ese magnum opus ('The Thief and the Cobbler') lamentablemente inacabado en su haber; Richard volvió al origen, al papel y al lápiz.

Guarecido por el estudio Aardman (Wallace y Gromit), se instaló en una de sus oficinas y desplegó su arte en un escritorio clásico de Disney de 1938. Infatigable hasta el final de sus días, logró realizar con 82 años el cortometraje que nos ocupa. Supuestamente una suerte de prólogo para un futuro largometraje, otra quimera animada que adaptaría la "Lysistrata" de Aristófanes, pero que acabó resultando en un magistral epílogo vital.

"He vuelto a la hoja de papel y al lápiz, como si estuviéramos en 1900. Sin ayudantes, como si fuera un estudiante. Lo que no podía expresar con un simple dibujo sobre la hoja de papel no entraba en este proyecto que se basa en la vitalidad del trazo. Las limitaciones han forzado mi capacidad de invención. Cada segundo de película equivale a 24 dibujos hechos a mano, algunos de los cuales me llevaron dos horas de ejecución. [...] Siento que es el único trabajo que realmente me ha complacido de toda mi carrera"

Así se expresó Williams al presentar la obra como clausura del festival de Sitges 2015. Su dedicación no cae en saco roto a pesar de ser un cortometraje parcial que debía inserirse en una obra de mayor duración que nunca llegó a realizarse. El dibujo excelso y depurado, la coloración precisa, el juego con las perspectivas como una imposible coreografía de cámara, la refinada dinámica de los gestos y movimientos y el trabajado acoplamiento del sonido hacen de Prologue un magistral colofón para la impagable carrera de un animador legendario.
Johan Liebhart
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7
31 de diciembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie sospecharía que una de las mejores películas sobre el espíritu del pueblo gitano surgiría durante la fría, friísima época de la URSS. Difícil de creer que el aséptico estudio Mosfilm financiara un romance apasionado con pasajes de canciones risueñas, de hermosos y coloridos bailes grupales que anticipan y presienten al mejor Kusturica. Una historia de amor entre dos gitanos cuyo libertinaje, cuya sublime anarquía fatalista disloca cualquier tendencia ideológica o propagandística típica de la época. Siendo así la película más popular de su año en Rusia y laureada en España con la Concha de Oro en el mismísimo festival de San Sebastián de 1976. ¿Cómo es posible?

La singularidad apunta a dos responsables.

El primero: Maksim Gorki, célebre literato ruso que, como Lorca, dedicó sus primeros escritos al pueblo gitano. En el caso del camarada del este, como pueblo simbólico para configurar una poética de la libertad dentro de un régimen en descomposición.

El segundo: Emil Loteanu, un director de cine moldavo, de origen rumano y sangre gitana, realizador de la película que nos ocupa. Loteanu se abrió camino en el férreo sistema de producción soviético combinando historias de granjas colectivas con historias de romances apasionados y fatídicos, temática central en toda su filmografía. Tras ganarse la confianza de Mosfilm con tres o cuatro films auspiciados por el estudio, se acercaba el cuarenta aniversario del fallecimiento de Gorki y a Loteanu no le costó conseguir la aprobación de uno de sus guiones tempranos que entrelazaban hábilmente dos relatos del literato al que había leído con fruición.

Así, acompañado de multitud de actores jóvenes de diferentes geografías: rusos, armenios, georgianos, moldavos, rumanos y muchos extras gitanos. Loteanu se embarcaría en el proyecto más importante de su carrera.

De tal modo, se gestaría "Los gitanos se van al cielo" (en otras latitudes "La reina de los gitanos") como una grata excepción dentro de un sistema que privilegiaba todo tipo de producciones patrióticas "por y para el pueblo" y ponía infinitas trabas burocráticas a cualquier disonancia autoral (véase Tarkovsky).

«Los gitanos se van al cielo» logra elevarse por encima de su época a pesar de los dejes setenteros gracias a sus actuaciones, su excelente fotografía y sus imponentes escenarios naturales. Para el recuerdo las bellísimas panorámicas sobre la estepa póntica, las escenas del baile de los velos, la niña risueña en el campamento y el trote a caballo de Zobar, el más carismático de los cuatreros. Pero sobre todo la actuación de Svetlana Toma como Rada, hipnótica y mística evolución de la gitana Carmen, que hechiza a todo el que osa mirarla con descaro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Johan Liebhart
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The Ornament of a Loving Heart (C)
CortometrajeAnimación
Alemania1919
--
Animación
6
22 de noviembre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lotte Reiniger, legendaria animadora de siluetas de papel, daba inicio a su dilatada carrera con la proyección de este curioso corto en un cine de Berlín el 12 de diciembre de 1919. Tenía solo veinte años. Aunque ya llevaba trabajando en el concepto de la animación desde hacía tiempo. Cinco años antes, motivada por una conferencia del director Paul Wegener sobre el potencial de la animación, convenció a sus padres para enrolarse en el teatro de Max Reindhart -al que Wegener pertenecía- para dar salida a sus inquietudes creativas a la par que ganaba experiencia decorando escenarios teatrales con siluetas de papel. Su empeño y su talento le valieron una beca en el Instituto de Investigación Cultural, una institución centrada en la experimentación de técnicas cinematográficas donde germinaría, en poco tiempo, la corriente del expresionismo alemán. Allí, conoció a otros estudiantes de su misma quinta, interesados en la vanguardia artística, gente de la talla de Bertold Brecht o Berthold Bartosch.

Al cabo de un tiempo, animada por el mismo Paul Wegener -a quien había ayudado animando los intertítulos para varias de sus películas-, se atrevió a registrar y exponer su primer cortometraje animado ante un público.
Con una historia mínima de dos amantes envueltos en un corazón mayúsculo de cuantiosas aristas, en apenas cuatro minutos, da buena cuenta de su peculiar estilo de animación. Aunque todavía estaba por depurar y los movimientos resultaron algo ortopédicos, por su carácter sin precedentes, la proyección fue todo un éxito.

Algo de lo que no gozó mucho tiempo porque con la llegada de Disney y otros estilos de animación visualmente más "estimulantes" dejaron entre el crepúsculo y el olvido a este mítica pionera. Con todo y más allá del culmen que supuso "Las aventuras del príncipe Achmed" (1926), un fantástico largometraje íntegramente animado, Lotte Reiniger siguió trabajando infatigable, siempre fiel a su estilo originario, realizando más de cincuenta obras hasta su muerte. Entregándose al máximo, en su afán perfeccionista y detallista, en cada una de ellas.
Johan Liebhart
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The Fox & The Pigeon (C)
CortometrajeAnimación
Canadá2019
6.9
76
Animación
7
22 de noviembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sometidos a destinos crueles por sádicos narradores, caprichosos cuentacuentos en busca de moralejas y divertimentos que no justifican el tormento vivido; miles de animales de fábula han sufrido incontables complicaciones a su ya difícil existencia imaginaria. Zorro y Paloma dicen basta.

Miguel de Unamuno concebía en «Niebla» un personaje que, al borde del suicidio, se encontraba con su creador, el propio Unamuno. Éste le revela que su realidad física y mental se limita a los confines de una novela urdida y premeditada por él mismo en cada detalle. Ante tal epifanía, el personaje le da diversas réplicas metafísicas desconcertantes y cuestiona existencialmente a su creador. Zorro y Paloma deciden que no es solo patrimonio de los hombres semejante osadía y van más allá. Se rebelan ante el creador y toman sus herramientas para reescribir un camino de letras libres e inescrutables.

¡Que se joda el narrador! — proclaman— el último eslabón de su jerarquía de autómatas late con pulsión creadora, despertando alma y conciencia por un cremosísimo Dios helado de dos bolas.
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Fascinante que el "Dios detrás de Dios que la trama empieza" sean 11 jóvenes animadores canadienses recién graduados. Chapeau.
Johan Liebhart
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