Sr. Prieto: no sé de dónde ha sacado usted el dinero, pero está claro que o le ha tocado el Euromillón y no le ha importado tirar a la basura unos cuantos miles de dólares o ha engañado a las productoras. Esto que usted ha parido, de principio a fin, se puede calificar como un soberano y descomunal bodrio. El guión, el montaje, la interpretación y, por supuesto, su ¿dirección? son pésimos. Aunque la mayoría de espectadores no seamos expertos en cine, tampoco somos imbéciles y como nos agrada pasar un rato entretenido viendo una historia de acción, no nos gusta quedarnos con la sensación de que nos han tomado el pelo. Se ha equivocado usted pensando que por hacer la película en los EEUU y meter a actores con apellido extranjero va a disimular sus limitaciones como cineasta. Y si tal decisión no ha sido suya, los que se han equivocado han sido los que le han contratado a usted. Está claro que nos ha tratado como subnormales, porque si no, no se explica que la protagonista tenga que estar toda la película hablando consigo misma para que conozcamos sus pensamientos e intenciones. Recurra usted a las imágenes y a los recursos cinematográficos para que seamos los espectadores los que vayamos montado la historia en nuestra imaginación. Mantenga el interés por la trama. La historia que se cuenta tiene que ser coherente, con lógica, con sincronismo, con sentido y creíble; las reacciones de los personajes tienen que tener su explicación. El principio de causa y efecto se lo pasa usted por el arco del triunfo. Parece que el guión se ha ido escribiendo a la vez que se estaban rodando las escenas. Tengo en la cabeza una lista enorme de gazapos, descuidos imperdonables y fallos inexplicables que un día, cuando esté jubilado y no me importe perder 20 minutos más de los 90 que ya he malgastado, pondré en el spoiler. Lo menos que le podemos pedir es que revise usted la cinta una vez montada, antes de distribuirla. Si lo ha hecho y aún así no le avergüenza que su nombre encabece los créditos, mejor déjelo.

Se salva la fotografía de las tomas desde el helicóptero. Por eso le pongo un 2; y por otra razón: imagínesela.

¿Cine de autor? ¡Venga, ya!
Esto es una fantochada de un colega con ínfulas de genio o pretensiones de mesías de los frikis de siempre.
No se puede negar que la forma de rodar es original. Pero a mí no me la cuelas. La próxima la ruedas con la cámara boca abajo y ya verás cómo tus fans llegan al éxtasis.

Película muy bien contada, aunque en realidad cuente pocas cosas explícitamente.

Es más lo que deja a la imaginación que lo que muestra, y esa es quizá su virtud, porque a pesar de ello no se hace pesada.

A los de la generación Z no creo que les entretenga mucho, pero a los que en 1992 ya empezábamos a ver alguna cana en el espejo, nos traerá evocaciones de nuestra adolescencia, a veces tiernas, a veces dolorosas. Los sentimientos del viaje a la madurez se reflejan de manera magistral en los inocentes ojos de esta pequeña INMENSA actriz llamada Andrea Fandós.

A estas alturas los directores y productores ya deberían saber que para que una película sea medianamente tragable tiene que tener un guión, a ser posible medianamente original, y que la secuencia de la historia tenga cierta lógica. Deben explicarse los porqués de las cosas que suceden. Mezclar una serie de tomas inconexas y recurrir al sonido atronador después de un silencio y a la aparición de una cara fea con los dientes afilados en una estancia oscura denota escasez de recursos. La gente ya ni se asusta por ello.

En la sala, los espectadores ya cansados de tanto susto artificial, terminaban riéndose.

Así que sí: El mal (cine) sigue entre nosotros.

Puede decepcionar si eres de los que tienen prisa en que los acontecimientos se desvelen cuanto antes.

Para los que nos gusta adentrarnos en la psicología de cada personaje, establecer analogías con los aspectos antropológicos humanos, disfrutar de un originalísimo y trabajado guion, de una puesta en escena brillante, y de una deslumbrante vuelta de tuerca al concepto de la vida eterna a través de la inmortalidad del vampiro, pondremos este título en la estantería de los clásicos.