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6.6
19,266
7
24 de junio de 2014
24 de junio de 2014
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Todo el mundo debería tener un amor verdadero y debería durar mínimo toda la vida”, escribió John Green en uno de sus best sellers y fenómeno del género joven adulto que no tardó en llegar al cine, esta vez de la mano de Josh Boone (Stuck in love). Y sobre eso es lo que se trata este libro y esta película, que ante todo peca de ser muy fiel a su material original, sobre el amor y sobre la vida.
En esta historia, Hazel Grace es una adolescente que vive su vida de manera diferente al de las adolescentes normales. Tiene un cáncer de pulmón que hace que no pueda estar nunca sin sus tubos de oxígenos a cuesta. Y como sólo sale de su casa para contentar a su madre yendo a un grupo de apoyo, conoce a August Waters, que también tiene cáncer, pero el suyo parecería por el momento estar bien tratado.
Sí, Bajo la misma estrella apunta a la reacción sensible, a las lágrimas. Lo hace desde el primer momento. Pero si algo tiene de único esta historia, y fue lo que probablemente convirtió a John Green en el éxito de ventas que es, es que sus protagonistas no andan por la vida dando pena y lamentándose de su destino trágico. Todo lo contrario. Con frescura intentan vivir este “pequeño infinito” con todas las ganas y la pasión que a veces uno no termina de volcar en las cosas.
Shailene Woodley es una Hazel preocupada más por sus padres que por sí misma (porque sabe que lo único más difícil en la vida que tener cáncer a los dieciséis años es tener un hijo con cáncer), y obsesionada con el final de los personajes de su libro favorito, el cual termina de manera abrupta, en el medio de una oración, “te mueres en medio de la vida, en mitad de una frase”.
Ansel Elgort, quien ya había trabajado con Shailene en Divergent donde interpretaba a su hermano, es el encargado de dar vida al encantador August Water, Gus. Quizás hasta el último tercio de la película, quien se destaca más en el film es ella, por su frescura, a diferencia suya que en general su expresión seductora no varía demasiado durante más de la mitad de la película. Pero lo cierto es que ambos terminan siendo una muy linda pareja para el cine, esa pareja que se da su primer beso pasada media película (“me enamoré del modo en que te duermes, de manera lenta y luego todo de repente”) y en el altillo de la casa de Anne Frank.
Los padres de la protagonista están interpretados por Laura Dern, siempre magnífica, y Sam Tramell (el Sam de True Blood). Y otro secundario muy interesante es el de Willem Dafoe, un personaje al que ambos admiran hasta que viajan hasta Amsterdam para conocerlo y descubrir que no es más que un escritor alcohólico encerrado en su propia cabeza y capaz de herir con sus palabras.
Bajo esa misma estrella está filmada de una manera casi indie, con algunos planos poco comunes, y música de artistas apenas conocidos. Y es cierto que por momentos no puede evitar sentirse demasiado edulcorada, pero tampoco puede desapegarse del material original. Todo tiene la excusa perfecta, está en el libro. Aunque ciertos momentos en la película no generen la intensidad que logra leerlos en las palabras de Hazel Grace en el libro, hay otras con las que sucede al revés, y se ven éstas intensificadas.
Quizás dos horas sea un poco largo para esta película que a la larga ya sabemos cómo va a terminar, o al menos en qué estado nos va a dejar sumergidos, pero no sobran escenas. Y es sobre todo una película que va a dejar muy contento a quien haya leído y disfrutado del libro. Quien no lo haya hecho también podrá hacerlo, siempre y cuando decida dejarse llevar por una historia que ya sabemos que nos va a hacer llorar, y aceptarlo.
visiondelcine.com.ar
En esta historia, Hazel Grace es una adolescente que vive su vida de manera diferente al de las adolescentes normales. Tiene un cáncer de pulmón que hace que no pueda estar nunca sin sus tubos de oxígenos a cuesta. Y como sólo sale de su casa para contentar a su madre yendo a un grupo de apoyo, conoce a August Waters, que también tiene cáncer, pero el suyo parecería por el momento estar bien tratado.
Sí, Bajo la misma estrella apunta a la reacción sensible, a las lágrimas. Lo hace desde el primer momento. Pero si algo tiene de único esta historia, y fue lo que probablemente convirtió a John Green en el éxito de ventas que es, es que sus protagonistas no andan por la vida dando pena y lamentándose de su destino trágico. Todo lo contrario. Con frescura intentan vivir este “pequeño infinito” con todas las ganas y la pasión que a veces uno no termina de volcar en las cosas.
Shailene Woodley es una Hazel preocupada más por sus padres que por sí misma (porque sabe que lo único más difícil en la vida que tener cáncer a los dieciséis años es tener un hijo con cáncer), y obsesionada con el final de los personajes de su libro favorito, el cual termina de manera abrupta, en el medio de una oración, “te mueres en medio de la vida, en mitad de una frase”.
Ansel Elgort, quien ya había trabajado con Shailene en Divergent donde interpretaba a su hermano, es el encargado de dar vida al encantador August Water, Gus. Quizás hasta el último tercio de la película, quien se destaca más en el film es ella, por su frescura, a diferencia suya que en general su expresión seductora no varía demasiado durante más de la mitad de la película. Pero lo cierto es que ambos terminan siendo una muy linda pareja para el cine, esa pareja que se da su primer beso pasada media película (“me enamoré del modo en que te duermes, de manera lenta y luego todo de repente”) y en el altillo de la casa de Anne Frank.
Los padres de la protagonista están interpretados por Laura Dern, siempre magnífica, y Sam Tramell (el Sam de True Blood). Y otro secundario muy interesante es el de Willem Dafoe, un personaje al que ambos admiran hasta que viajan hasta Amsterdam para conocerlo y descubrir que no es más que un escritor alcohólico encerrado en su propia cabeza y capaz de herir con sus palabras.
Bajo esa misma estrella está filmada de una manera casi indie, con algunos planos poco comunes, y música de artistas apenas conocidos. Y es cierto que por momentos no puede evitar sentirse demasiado edulcorada, pero tampoco puede desapegarse del material original. Todo tiene la excusa perfecta, está en el libro. Aunque ciertos momentos en la película no generen la intensidad que logra leerlos en las palabras de Hazel Grace en el libro, hay otras con las que sucede al revés, y se ven éstas intensificadas.
Quizás dos horas sea un poco largo para esta película que a la larga ya sabemos cómo va a terminar, o al menos en qué estado nos va a dejar sumergidos, pero no sobran escenas. Y es sobre todo una película que va a dejar muy contento a quien haya leído y disfrutado del libro. Quien no lo haya hecho también podrá hacerlo, siempre y cuando decida dejarse llevar por una historia que ya sabemos que nos va a hacer llorar, y aceptarlo.
visiondelcine.com.ar

6.7
4,733
8
10 de octubre de 2011
10 de octubre de 2011
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Buenos Aires crece descontrolada e imperfecta, una ciudad en la que se yerguen miles y miles de edificios sin ningún criterio. Al lado de uno muy alto hay uno muy bajo, al lado de uno racionalista, uno irracional. Probablemente estas irregularidades estéticas y éticas nos reflejen perfectamente. Estos edificios que se suceden sin ninguna lógica demuestran una falta total de planificación. Exactamente igual es nuestra vida, la vamos haciendo sin tener la más mínima idea de cómo queremos que nos quede".
Hay dos personas que están destinadas a estar juntas. Hay dos personas que llevan cada uno sus mambos, sus fobias, sus problemas y sus desilusiones como pueden. Hay dos personas que están cerca pero no se ven. Hay dos personas que cantan la misma canción al mismo tiempo. Dos personas que chatean sin saber con quién. Que viven en su caja de zapatos. Que miran y lloran con Woody Allen.
¿Cómo hacer para encontrar a aquella persona en medio de la vorágine, del caos que es nuestra querida Buenos Aires? ¿Cómo encontrar a Wally entre la multitud?
Medianeras nos muestra a dos personajes que están cerca y lejos a la vez. Paralelamente, cada uno vive su vida como puede. Hay algunos vanos intentos de acercarse a alguien del sexo opuesto pero nunca logran demasiado. Disfrutan más su soledad entre tanta era tecnológica, esperando.
Martín trabaja en su casa y es diseñador web. Vive más que nada en el mundo virtual, como él dice: habla por internet, escucha música por internet, tiene sexo por internet, etc. Es fóbico, no viaja más que a pie, y lleva siempre a cuestas su equipo, que consiste en medicamentos, una cámara de fotos, un ipod, preservativos y una guía por si alguien lo encontrara para saber cómo actuar, entre otras cosas. Vive con una perrita que le dejó su novia cuando se fue a vivir a EEUU y los abandonó a ambos.
Mariana es arquitecta pero no trabaja de eso, sino que decora vidrieras. Se separó de su novio de cuatro años cuando se dio cuenta que no lo conocía. Su edificio preferido es el Planetario, donde confirma lo insignificante que es para este mundo. Y todavía sigue intentando resolver una página de su libro 'Dónde está Wally?'.
La historia de ¿amor? entre ellos dos no es sin embargo quizás lo más interesante de la película. Personalmente, me quedo con la parte más documental, donde vemos imagen de los edificios porteños, con datos y reflexiones al respecto, algunos con su propia historia.
(continúa en spoiler, sin spoilers)
Hay dos personas que están destinadas a estar juntas. Hay dos personas que llevan cada uno sus mambos, sus fobias, sus problemas y sus desilusiones como pueden. Hay dos personas que están cerca pero no se ven. Hay dos personas que cantan la misma canción al mismo tiempo. Dos personas que chatean sin saber con quién. Que viven en su caja de zapatos. Que miran y lloran con Woody Allen.
¿Cómo hacer para encontrar a aquella persona en medio de la vorágine, del caos que es nuestra querida Buenos Aires? ¿Cómo encontrar a Wally entre la multitud?
Medianeras nos muestra a dos personajes que están cerca y lejos a la vez. Paralelamente, cada uno vive su vida como puede. Hay algunos vanos intentos de acercarse a alguien del sexo opuesto pero nunca logran demasiado. Disfrutan más su soledad entre tanta era tecnológica, esperando.
Martín trabaja en su casa y es diseñador web. Vive más que nada en el mundo virtual, como él dice: habla por internet, escucha música por internet, tiene sexo por internet, etc. Es fóbico, no viaja más que a pie, y lleva siempre a cuestas su equipo, que consiste en medicamentos, una cámara de fotos, un ipod, preservativos y una guía por si alguien lo encontrara para saber cómo actuar, entre otras cosas. Vive con una perrita que le dejó su novia cuando se fue a vivir a EEUU y los abandonó a ambos.
Mariana es arquitecta pero no trabaja de eso, sino que decora vidrieras. Se separó de su novio de cuatro años cuando se dio cuenta que no lo conocía. Su edificio preferido es el Planetario, donde confirma lo insignificante que es para este mundo. Y todavía sigue intentando resolver una página de su libro 'Dónde está Wally?'.
La historia de ¿amor? entre ellos dos no es sin embargo quizás lo más interesante de la película. Personalmente, me quedo con la parte más documental, donde vemos imagen de los edificios porteños, con datos y reflexiones al respecto, algunos con su propia historia.
(continúa en spoiler, sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es una película entretenida y hermosa, que no importa tanto lo que cuenta, sino el modo en que lo hace. Reflejándonos en la ciudad, en sus edificios, en la multitud. En esta ciudad donde hay tantos habitantes pero son todos desconocidos. Donde más solos nos sentimos.
Si bien es cierto que por momentos la sentí un poco estirada, y con algún personaje secundario que no termina de cumplir su función, es una muy buena, interesante y linda propuesta para ir a ver.
Todo lo que me había gustado del cortometraje está ahí. Y lo que no, también. Pero esto último es bastante menos que lo primero. Recomiendo.
Si bien es cierto que por momentos la sentí un poco estirada, y con algún personaje secundario que no termina de cumplir su función, es una muy buena, interesante y linda propuesta para ir a ver.
Todo lo que me había gustado del cortometraje está ahí. Y lo que no, también. Pero esto último es bastante menos que lo primero. Recomiendo.

6.2
8,741
10
26 de marzo de 2011
26 de marzo de 2011
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primer entrega es sobre un grupo de adolescentes que sin querer terminan cayendo en la casa de una familia donde son todos psicópatas y los terminarán torturando hasta la muerte. Poco original parece. Pero los personajes, los villanos, son lo más rico que tiene. Rob se toma de actores tan interesantes como su mujer, la hermosa Sheri Moon, Bill Moseley (a quién veo particularmente sexy en estas películas), Karen Black (que en la segunda entrega sería reemplazada por Leslie Easterbook por problemas de cachet) y Sid Haig. Rob Zombie juega mucho con el cine, se permite muchas citas, crea imágenes muy atractivas y juega.
La segunda entrega, que nos llega dos años después, va un poco más allá. La historia comienza cuando esta familia es descubierta por la policía y allanan su casa, pero en el medio del tiroteo terminan escapando todos excepto su madre que termina presa. El policía es ni más ni menos que el hermano de una de las víctimas de la película anterior, que está inmerso en una gran sed de venganza. Y mientras la primera parte seguimos observando cómo esta familia se aprovecha de inocentes personas no sólo para ayudar a escapar sino también para seguir torturándolos gratuitamente hasta la muerte, poco después, traición por medio, son atrapados por este policía y el rol se invierte. Y lo que Rob Zombie logra es genial. Porque los transforma en víctimas. Pero lo hace de una manera tan estupenda que nosotros no nos sentimos satisfechos porque por fin están tomando un poco de su propia medicina, si no que nos da pena. Y queremos que escapen. Queremos que sigan adelante, queremos ver más de sus desventuras. No quiero spoilerear pero al final aparece ese personaje que estaba perdido y le agrega mucha emoción a lo que estamos viendo.
Pero la frutillita del postre es la escena final, que no voy a describir ni contar sólo por no arruinárselos. Sólo decirles que además de ser muy atractiva visualmente, suena 'Free Bird' de Lynyrd Skynyrd logrando una escena realmente memorable y conmovedora. Un final muy digno para sus personajes.
La segunda entrega, que nos llega dos años después, va un poco más allá. La historia comienza cuando esta familia es descubierta por la policía y allanan su casa, pero en el medio del tiroteo terminan escapando todos excepto su madre que termina presa. El policía es ni más ni menos que el hermano de una de las víctimas de la película anterior, que está inmerso en una gran sed de venganza. Y mientras la primera parte seguimos observando cómo esta familia se aprovecha de inocentes personas no sólo para ayudar a escapar sino también para seguir torturándolos gratuitamente hasta la muerte, poco después, traición por medio, son atrapados por este policía y el rol se invierte. Y lo que Rob Zombie logra es genial. Porque los transforma en víctimas. Pero lo hace de una manera tan estupenda que nosotros no nos sentimos satisfechos porque por fin están tomando un poco de su propia medicina, si no que nos da pena. Y queremos que escapen. Queremos que sigan adelante, queremos ver más de sus desventuras. No quiero spoilerear pero al final aparece ese personaje que estaba perdido y le agrega mucha emoción a lo que estamos viendo.
Pero la frutillita del postre es la escena final, que no voy a describir ni contar sólo por no arruinárselos. Sólo decirles que además de ser muy atractiva visualmente, suena 'Free Bird' de Lynyrd Skynyrd logrando una escena realmente memorable y conmovedora. Un final muy digno para sus personajes.
30 de enero de 2013
30 de enero de 2013
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay alguien que supo lo que es ser una celebrity, esa persona fue Wallis Simpson. Wallis se casó dos veces y fue después de estos matrimonios que conoció al amor de su vida, Eduardo, quien luego se convertiría en Rey de Inglaterra. Y ese amor fue correspondido. Y cuando no aceptaron este amor, éste decidió dejar el trono por ella. Esta es la historia a grandes rasgos del "romance más grande la historia".
La película que dirigió Madonna, y aquí se estrenó largos meses más tarde, más exactamente el mismo día que dio su primer show en Buenos Aires, está en su mayor parte basada en esta historia. Aunque la línea principal del relato es la de otra Wallis, una Wallis moderna que vive tras la sombre de esta mujer que tanto admiró, una mujer que vive un matrimonio problemático, como el que la duquesa también tuvo que vivir.
Debo confesar que decidí ver esta película sin prejuicios, pero a la vez sin expectativas. Y la verdad, es que la disfruté mucho. Sé que en general no tuvo buenas críticas, pero a mí no sólo me atrapó la historia de una mujer que siempre me pareció fascinante, sino la estructura, cómo estas dos mujeres que viven en diferentes épocas se cruzan y se dan consejos, y el amor, claro. Porque ante todo, es una película romántica, dramática y romántica.
Andrea Riseborough es quien tiene la mayor responsabilidad, en ella recae el papel de la Duquesa de Windsor, hermosa y rebelde. Abbie Cornish es la Wallis más moderna, que no deja de visitar la exposición sobre la Duquesa día a día, lo que la va a llevar, sin esperárselo, a encontrar el amor.
Con mucho estilo videoclipero, Madonna filma una película hermosa, caprichosa por momentos, y refleja en ella lo que es ser una celebridad, el tenerlo todo pero no poder ser libre. ¿Quién arriesgó más con este romance? ¿Quien se ve obligado a renunciar a su reino para estar con la mujer que ama? ¿O la mujer que está confinada a estar hasta el día de su muerte alejada de su país?
La escena del baile me pareció preciosa, y me recordó un poco (salvando las distancias) a lo que hace Sofia Coppola en su Marie Antoinette, al agregarle un poco de rock al relato y así haciéndolo más fresco.
Durante la película no suena ningún tema de Madonna, al menos no hasta que los créditos empiezan a llover. Es entonces cuando empieza a sonar el que es probablemente el mejor de su último álbum, "Masterpiece". Es por eso que uno no quiere irse de la sala hasta que la pantalla se apague.
Si fueras la Mona Lisa, estarías colgado en el Louvre. Todos vendrían a verte, serías imposible de mover. Parece que para mí es eso lo que tú eres, una rara e invaluable obra de arte...
http://enjoylandia.blogspot.com.ar
La película que dirigió Madonna, y aquí se estrenó largos meses más tarde, más exactamente el mismo día que dio su primer show en Buenos Aires, está en su mayor parte basada en esta historia. Aunque la línea principal del relato es la de otra Wallis, una Wallis moderna que vive tras la sombre de esta mujer que tanto admiró, una mujer que vive un matrimonio problemático, como el que la duquesa también tuvo que vivir.
Debo confesar que decidí ver esta película sin prejuicios, pero a la vez sin expectativas. Y la verdad, es que la disfruté mucho. Sé que en general no tuvo buenas críticas, pero a mí no sólo me atrapó la historia de una mujer que siempre me pareció fascinante, sino la estructura, cómo estas dos mujeres que viven en diferentes épocas se cruzan y se dan consejos, y el amor, claro. Porque ante todo, es una película romántica, dramática y romántica.
Andrea Riseborough es quien tiene la mayor responsabilidad, en ella recae el papel de la Duquesa de Windsor, hermosa y rebelde. Abbie Cornish es la Wallis más moderna, que no deja de visitar la exposición sobre la Duquesa día a día, lo que la va a llevar, sin esperárselo, a encontrar el amor.
Con mucho estilo videoclipero, Madonna filma una película hermosa, caprichosa por momentos, y refleja en ella lo que es ser una celebridad, el tenerlo todo pero no poder ser libre. ¿Quién arriesgó más con este romance? ¿Quien se ve obligado a renunciar a su reino para estar con la mujer que ama? ¿O la mujer que está confinada a estar hasta el día de su muerte alejada de su país?
La escena del baile me pareció preciosa, y me recordó un poco (salvando las distancias) a lo que hace Sofia Coppola en su Marie Antoinette, al agregarle un poco de rock al relato y así haciéndolo más fresco.
Durante la película no suena ningún tema de Madonna, al menos no hasta que los créditos empiezan a llover. Es entonces cuando empieza a sonar el que es probablemente el mejor de su último álbum, "Masterpiece". Es por eso que uno no quiere irse de la sala hasta que la pantalla se apague.
Si fueras la Mona Lisa, estarías colgado en el Louvre. Todos vendrían a verte, serías imposible de mover. Parece que para mí es eso lo que tú eres, una rara e invaluable obra de arte...
http://enjoylandia.blogspot.com.ar

5.4
2,728
6
14 de diciembre de 2016
14 de diciembre de 2016
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Free Fire lo que comienza como un trato de armas por dinero entre unos grupos de delincuentes termina rápidamente en un interminable tiroteo entre todos donde de a poco todos comienzan a caer. Brie Larson es la única mujer del elenco, y la acompañan Sharlto Copley,Arnie Hammer, Cillian Murphy, Sam Riley y Noah Taylor entre otros. Entre ellos construyen un relato más bien anecdótico, apoyado en la comedia y la violencia.
“Olvidé de qué lado estoy”, dice uno de los personajes en algún momento y eso mismo pasa un poco también con el espectador. Por un lado, es difícil tomar partido, por el otro, entre tanto tiro, algunas trompadas y hasta un poco de fuego es difícil seguirle el ritmo a cada uno de los bandos.
La ironía y el humor funcionan pero por momentos parecen agotarse. Todo es excesivo y lejos de lo verosímil en esta película, y al mismo tiempo alejado de la complejidad y profundidad de la anterior del director, High-Rise.
La influencia de un cineasta como Tarantino es evidente desde que comienza el film, apoyado principalmente en los diálogos, hasta que explota el tiroteo y no se achica a la hora de mostrar la sangre que se derrama.
Free Fire es una película entretenida a la cual la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata (donde tuve oportunidad de verla) le queda grande. Sirve para pasar el rato pero es más bien olvidable y carece de contenido. Cuenta con buenas interpretaciones, destacándose un siempre excéntrico Sharlto Copley y un sorprendente Sam Riley, alejadísimo de los papeles a los que nos tiene acostumbrados.
Publicada en visiondelcine.com
“Olvidé de qué lado estoy”, dice uno de los personajes en algún momento y eso mismo pasa un poco también con el espectador. Por un lado, es difícil tomar partido, por el otro, entre tanto tiro, algunas trompadas y hasta un poco de fuego es difícil seguirle el ritmo a cada uno de los bandos.
La ironía y el humor funcionan pero por momentos parecen agotarse. Todo es excesivo y lejos de lo verosímil en esta película, y al mismo tiempo alejado de la complejidad y profundidad de la anterior del director, High-Rise.
La influencia de un cineasta como Tarantino es evidente desde que comienza el film, apoyado principalmente en los diálogos, hasta que explota el tiroteo y no se achica a la hora de mostrar la sangre que se derrama.
Free Fire es una película entretenida a la cual la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata (donde tuve oportunidad de verla) le queda grande. Sirve para pasar el rato pero es más bien olvidable y carece de contenido. Cuenta con buenas interpretaciones, destacándose un siempre excéntrico Sharlto Copley y un sorprendente Sam Riley, alejadísimo de los papeles a los que nos tiene acostumbrados.
Publicada en visiondelcine.com
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