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Críticas 71
Críticas ordenadas por utilidad
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Fresh Guacamole (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2012
6.3
3,292
Animación
7
1 de agosto de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tenía ganas de hacerle una crítica al uso, peeeeero ya que tiene página de FilmAffinity y que no tengo mucho tiempo libre, quizá no es mala idea escribir una reseñita…
“Fresh Guacamole” es un corto de PES, un animador estadounidense llamado Adam Pesapane. El tipo está especializado en una técnica conocida como stop-motion, que consiste en simular el movimiento de objetos inanimados mediante un conjunto de imágenes sucesivas. Básicamente como lo hace el cine, pero más tosco…
PES ha sabido destacar dentro de este campo, e incluso en su primer cortometraje (“Dog’s of war”, de 1998) podemos ya podemos distinguir elementos recurrentes en toda su obra, además de un humor socarrón y ligeramente negro. El que nos ocupa, “Fresh Guacamole”, forma parte de una trilogía centrada en la cocina, acompañado de “Submarine Sandwich” y “Western Spaghetti”; pero se puede considerar especial por haber sido nominado en los Premios Oscar como Mejor Cortometraje de Animación, y vencido nada más y nada menos que por “Paperman”.
Si miramos toda su filmografía, veremos que “Fresh Guacamole” NO es su cortometraje más redondo. Como concepto, el desvergonzado “Roof Sex” me resultó más satisfactorio, el ejercicio de animación realizado en “Game Over” es digno de aplauso –fijaos en como capta las animaciones de cada videojuego…-, el diseño de producción de “Submarine Sandwich” está más trabajado, el trabajo de sonido de “The Deep” nos trasporta instantáneamente a las profundidades del océano y la elegancia y la potencia visual de “Black Gold” JAMÁS podrá ser superada.
Sin embargo, de vez en cuando, cada tres meses o así, le doy una vuelta a los dos minutos de “Fresh Guacamole”. Desde el segundo en el que parte aquella granada con el machete, y parte de su jugo se queda en el filo, ese cortometraje me hipnotiza y me cautiva durante el resto de su duración. No es un visionado muy exigente –DOS MINUTOS-… pero es indudable que hay ALGO en su forma que quitar el hueso del aguacate, en su manera de partir la cebolla o en como retira un jalapeño de la planta. Hay un ejercicio brutal de sonido, eso para empezar, cercano al ASMR; que aporta un necesario realismo al extravagante tentempié. Existe, también, un grato ejercicio de poesía visual que puede recordarnos –vagamente- al maravilloso Chema Madoz, rebosante de imaginación y buen gusto.
Y sobre todo, hay un ejercicio de animación brutal, en el que se recrean mediante objetos inanimados otro tipo de elementos inanimados. La genialidad es muy notoria en los finales los movimientos que realiza. Porque si nos pidieran hacer esta obra, seguro que todos seríamos capaces de recrear las acciones, sí; pero ¿y el movimiento del machete después de ser afilado? ¿O el que hace antes de clavarse en el hueso? ¿Y la forma de retirar la cebolla picada de la tabla, dejando algunos daditos blancos en la superficie? ¿O el ligero rebote de las hojas de la planta, o el corte limpio de la bombilla? Esas GILIPOLLECES hacen que “Fresh Guacamole” resulte adictivo, hipnótico, paradójicamente apetitoso y, de alguna manera, más real que la propia realidad.
16 de julio de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que David Fincher alterna una peli buena con una mala. Esto es verdad a medias, pprque no he visto nada de este hombre que se pueda catalogar como “malo”; pero sí es cierto que tras una burrada suele plantarnos una obra que puede NO convencernos con tanta intensidad. Lo último que hizo fue “Perdida” y, aunque no la he comentado por aquí, me parece una burrada loquísima y voy muy a tope con ella. Después participó en la serie que nos ocupa, “Mindhunter”, y pese a no figurar como creador absoluto de ella, podemos afirmar una cosa: su extraña leyenda urbana se ha roto.
“Mindhunter” es una original de Netflix, creada por Joe Penhall. A priori, puede parecer la clásica historia de asesinatos y detectives, protagonizada por una pareja de agentes del FBI; pero rápidamente comprobaremos que no es ese el rollo, y que la propuesta es infinitamente más sesuda y rebuscada de lo que puede parecer a simple vista. No voy a fingir que la he entendido completamente, porque no es el caso, pero la serie parece querer preguntarse “¿dónde nace el mal?”, y dedica sus primeros capítulos a cuestionarlo. Poco a poco va diluyendo sus fronteras, y sus respuestas van generando más cuestiones y afectando a sus personajes. Es un acercamiento teórico y psicológico al crimen, que rehuye del clásico rifi-rafe entre la policía y el asesino: muchas veces se sabe explícitamente quién es, y el conflicto está en lograr incriminarle.
Para sustentar una historia así, hacen falta unos personajazos que flipas, y “Mindhunter” los tiene. Solo los protagonistas están construidos con un buen gusto inimitable, y son llevados por terrenos muy complejos a través de unos diálogos sutiles, pero satisfactorios, y un plantel de secundarios que aporta la chispa de carisma que pueden faltarle a los personajes principales. Y todo esto, los creadores lo consiguen sin momentos efectistas, sin derroches interpretativos ni tensiones artificiales. Estos personajes no discuten acaloradamente, no lloran, no van por la vida soltando frases lapidarias ni hacen gala de un comportamiento histriónico: todas sus emociones son reales y consecuentes, tienen sentido y garantizan un nivel de verosimilitud que no he visto en mucho tiempo.
Por otro lado, aunque la historia de un estudio sobre mentes criminales pueda parecerme interesante, no puedo decir que sea CINEMATOGRÁFICA. “Mindhunter” tenía todas las papeletas para ser un truñaco de campeonato, la máxima expresión de lo anestésico. Sin embargo, ocurre todo lo contrario y nos entrega una de las series más amenas que he visto, y creedme: podemos darle las gracias al señor Fincher. Su puesta en escena sobria y perfeccionista hasta el extremo resulta un deleite visual que servirá de broche de oro a un maravilloso guion. Todo aparenta estar pensado al milímetro, desde la posición de los actores hasta el más mínimo movimiento de cámara, y nos evoca a aquel Fincher de “Zodiac” y “Perdida”. Sí, lo sé, no es el único director de la temporada; pero no me cabe duda de que es el que establece sus bases, y de que su opinión y su estilo ha sido fundamental para el conjunto. “Mindhunter” nos recuerda que es una buena dirección, y nos deleita con secuencias como aquel montaje videoclipero del segundo capítulo, aquella que se desarrolla a oscuras o su espléndido y anticlimático desenlace.
Intrigante, inteligente, elegante, reflexiva, original, cautivadora… son muchos -y muy buenos- los adjetivos que pueden definir “Mindhunter”, una obra obligatoria para todo aquel que quiera alejarse del mundanal ruido de la ficción policial. Pero si tuviera que quedarme con una única palabra, esa sería MADURA. Porque tiene claro lo que busca, lo que quiere y lo que es; y no siente reparo en sacrificar público a costa de su arriesgado punto de vista. Sirva de advertencia: esta serie NO es para todo el mundo… pero si te interesa lo que lees, lánzate. Tengo seguro que la disfrutarás.
11 de julio de 2018 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Canino” es la opera prima de Yorgos Lanthimos, un director griego que se puede considerar uno de los mejores exponentes del surrealismo actual. Únicamente le había disfrutado en “El sacrificio de un ciervo sagrado”, una obra que me pareció sobresaliente en su día -tenéis mi reseña por ahí-. Toca regresar a sus comienzos, a lo primario, y descubrir cuáles son las bases de este autor inconfundible.
La historia nos sitúa, una vez más, en el seno de una acomodada familia burguesa, compuesta por papá, mamá y tres hermanos. Éstos viven totalmente aislados del mundo, en una paz eterna en la que sus padres controlan cada aspecto de sus vidas, pese a su avanzada edad. Pero como en todas las obras de este particular género, una amenaza externa les trunca la vida y la lía parda.
La cosa comienza siendo una especie de ensayo sobre la influencia doméstica en la educación, continúa explorando la sexualidad en el proceso de madurez del individuo y termina con una búsqueda -bastante obvia y previsible- de la libertad y de la independencia. Debo señalar que la separación entre los discursos no es tan obvia, pues cada uno de éstos influyen y se retroalimentan, mostrándose como un TODO unitario que funciona sobradamente.
Pero para no liar demasiado, voy a empezar con lo que FUNCIONA: lo mejor, por ejemplo, es la magnífica gestión que hace Lanthimos del ritmo y la narrativa, logrando aunar su particular estilo -sobre todo en la dirección de actores- con los estandares de lo visible. Por otro lado, el autor muestra un buen dominio de la imagen, exprimiendo al máximo un espacio muy concreto que no destaca por su belleza. También resulta de interés, y uno de los focos de la obra, la gestión de las relaciones familiares; que aunque no alcanzan la complejidad de “El sacrificio…”, si que bastan para sostener la obra.
Pero “Canino” no es perfecta, y para comentarla no nos podemos olvidar de lo que NO FUNCIONA: para empezar, no temo decir que lo más acusado es una historia que, pese a estar bien gestionada, puede verse venir desde bastante lejos. Además, sus personajes no cuentan con el toque de carisma que necesitan –incluso contando con su estilo-, por lo que el metraje se hace algo más denso de lo debido. Y, aunque no me gusta meterme en esto, debo decir que la obra habría agradecido una calidad de imagen ligeramente mayor, pues aunque sus planos son bellos e inspirados, no terminan de impresionar por su falta de contraste y nitidez.
Entonces, ¿”Canino” sí o no? La película se deja ver con facilidad, sin duda. No es inaccesible a cualquier espectador que tolere las propuestas relativamente más pausadas. Por desgracia, tampoco cuenta con los elementos suficientes como para resultar recomendable por sí misma, ya que no temería afirmar que Lanthimos ha dado varias vueltas con su última obra. Existe una brecha profunda que “Canino” no ha superado: es muy aconsejable verla si se tienen conocimientos de psicopedagogía o similares. Para el resto de seres humanos, incapaces de encontrar y sacar jugo a su delicada construcción, deberemos conformarnos con una obra que cumple sin alardes, y que en un futuro ha sido perfeccionada.
11 de septiembre de 2018
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Annihilation” es un caso complicado. No voy a caer en el topicazo simplista de “o la amas o la odias”, pero es cierto que LA GENTE, en general, es bastante radical con la nueva obra de Alex Garland. Las opiniones navegan entre “una de las mejores películas de ciencia ficción del siglo XXI” y “bodrio pretencioso”, pero la existencia está llena de grises, y creo que son fundamentales en esta obra para entenderla. Por ello, vamos a alejarnos del amor o del odio absoluto dejando claro previamente que la cosa no esta mal del todo, pero que no me supone la revolución loquísima en el género que muchas personas contemplan.
Al mundo le ha crecido algo muy extraño, y Natalie Portman debe aventurarse a descubrir que es. Junto a su equipo, nos adentraremos en un mundo desconocido que nos obligará a reordenar las reglas del mundo que conocemos para adaptarnos a otras, que funcionan de otro modo. Además, se añaden a la fórmula elementos muy de thriller de terror -que nos pueden recordar a las mismísimas “Alien” o “Distrito 9”-, otros puntitos de thriller psicológico y un trasfondo filosófico para conformar una experiencia intensa y repleta de sorpresas que, por otro lado, no es capaz de deshacerse de la estructura formal del género, dejando la sensación de estar viendo la misma aventura de siempre con nuevo contenido.
Por suerte, el visionado es muy grato y Garland parece haber aprendido a gestionar el ritmo de su narración. “Ex machina” se me hizo un poco bola en su día en este aspecto, pero “Annihilation” sí que logra mantenerme pegado al asiento gracias a unas secuencias de suspense muy bien medidas y a una gestión de la narrativa correcta, que no coloca todo el peso en el diálogo expositivo. Ayuda mucho la amplitud del reparto, contando con unos personajes femeninos interesantes y bien construidos que Garland va destrozando en directo sin compasión alguna. Tengo que destacar a Tessa Thompson, que nos deja un personaje que logra hacernos olvidar su rol en “Westworld”. Y creedme: odio a su personaje de “Westworld”.
Otro pilar fuerte de “Annihilation” es su apartado visual, en el que mezcla un diseño de producción muy sólido con una dirección de fotografía cumplidora. Sus responsables, Mark Digbi y Rob Hardy respectivamente, dan forma a un universo repleto de color y formas imposibles lo suficientemente peculiar como para ser uno de los principales distintivos de la obra e, incluso, parte de su narrativa. Me gusta mucho la gama de colores escogida y nos deja estampas preciosas, que incluso toquetean la poesía visual, peeero debo criticar que en ocasiones se puede volver excesivo. La imagen a ratos parece barroca y sucia, muy alejada de la elegancia de la que hacía gala el anterior trabajo del director y que, no nos engañemos, era uno de sus aspectos fundamentales.
Pero si “Annihilation” tiene un punto flaco, no es otro que su propio mensaje, o sus múltiples lecturas, y cuidado porque en este párrafo rozamos el SPOILER. Garland es un rayado, y se nota reflexivo a la hora de abordar las cuestiones que plantea. Sin embargo, no creo que sepa enfocar estas reflexiones, pues luchan constantemente unas con otras. Una primera lectura muy muy cargadita de movidas por sí misma, una alegoría de fondo demasiado explícita y que no tiene mucho que ver, reflexiones feministas de por medio y un universo que, de simplemente funcionar, nos plantea serias dudas. Los elementos son agradables por separado, pero juntos conforman un pastiche que se muestra desordenado y algo aleatorio. Creo que Garland merece un estudio exhaustivo sobre cómo maneja sus mensajes -PORQUE “EX MACHINA” SE LAS TRAÍA, TAMBIÉN-, y no dudo que lo acabe haciendo en un futuro próximo: ahora mismo, no sabría si meterlo en lo fantástico o en lo pretencioso.
Ante la duda, prefiero dejarlo en ese océano inmenso de las películas notables que cuentan con un visionado grato. No me considero un intelectual de mierda, pero creo haber desentrañado sus secretos con relativa facilidad tras un primer visionado, por lo que no me siento llamado al segundo. Ahora bien, eso no quita que la obra sea perfectamente disfrutable y controvertida: no todas las propuestas que jueguen a desafiarnos como espectadores deben acabar magistralmente su jugada. A veces basta con, simple y llanamente, entregarnos algo con la suficiente profundidad como para no permitirnos desconectar un segundo. Y sin estar a la altura de obras tan gigantescas para mi como “La Llegada” debo decir que lo ha conseguido.
7 de enero de 2018
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Charlie Brooker se le acaban las ideas. La sensación al ver este capítulo es la de haberlo visto anteriormente, la de recorrer caminos conocidos o caminos que nos evocan a caminos que ya hemos visitado. Es cierto que se atreve con una temática que hasta el momento no había explorado, la sobreprotección paternal, pero la historia se encuentra bajo las mismas estructuras que nos cautivaron en capítulos como "Tu historia completa" o "Blanca navidad". Bajo su obsesión de impactar mediante el catastrofismo del que suelen hacer gala sus desenlaces, Brooker olvida su planteamiento y su coherencia; hablándonos otra vez de la falta de privacidad, de la desconfianza, de la vigilancia excesiva... Todo suena redundante, e incluso tópico, y su tema central se acaba diluyendo al ser tratado -sin demasiada profundidad- durante el comienzo de la obra.

Uno de los motivos, a mi parecer, es la comodidad que te supone que Jodie Foster sea la directora. "Arkangel" atrajo con rapidez el interés del público, y de no haber sido por ella posiblemente estaríamos hablando de un capítulo muchísimo menos atractivo. Pero con mis palabras no quiero desmerecer su trabajo: este episodio cuenta con una dirección bastante sólida a la que no se le pueden poner demasiadas pegas. Quizá destacaría -para mal- el tono "académico" con el que cuenta, que tras los alardes que se pueden ver en otras series británicas me parece bajar bastante el listón. En los momentos tensos, la camara se mueve con rapidez y busca mostrar frenetismo, en los momentos pausados se encuentra siempre bien ubicada en planos que no cuentan mucho más de lo que se puede ver en un primer vistazo. No hay grandes momentos, se trata de una dirección invisible centrada en el trabajo de las actrices, posiblemente algo contenida por el temor a la experimentación y a nuevos puntos de vista, pero lo suficientemente inteligente como para no resultar chirriante.

Posiblemente otro de los fallos de "Arkangel" sea su falta de estética. Dicho de otro modo, es un episodio muy feo. No me gusta pasarme de superficial, pero a nivel visual tenemos una imagen monótona y aburrida, con tonalidades logeramente apagadas, entornos de interés nulo y una dirección artística que parece casi ausente. Al igual que otros departamentos, el conjunto es cumplidor pero se queda muy lejos de resultar notable. No ocurre lo mismo con el vestuario, que sí parece querer contar algo de los personajes a costa de cumplir con los ferreos cánones con los que contamos hoy día en ese apartado.

En resumidas cuentas, la mediocre ambientación, la mediocre dirección y la mediocre y poco inspirada historia dan lugar a un capítulo mediocre, en el que si tan solo uno de los mencionados elementos hubiesen querido destacar podrían haberlo hecho más interesante. Ahora bien: su visionado no es un suplicio y sabe mantener el ritmo y dedicarle el tiempo adecuado a cada una de las situaciones que plantea, por lo que quizá no es mala idea cambiar el término "mediocre" por "cumplidor".
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