Reconozco que no soy muy amante del género comedio-romántico-dulzón. Por norma general acostumbro a divorciarme de estos títulos pasados los primeros treinta minutos... siendo generoso.

Pero esta comedia francesa me pareció resultona y deliciosa. Probablemente gracias a una pareja protagonista que cuesta un mundo fusionar.
Una Diane Kruger que es la mujer que todos los hombres desearíamos llevar a nuestro lado en un avión (y en un bar, en una delegación de hacienda, en una convención de estomatólogos... o dentro de una olla de caníbales) y un Dany Boon molesto, puntilloso y antiestético, pero tan tierno y entrañable como Bob Esponja.

El argumento no es para tirar cohetes, pero se presta a extraordinarias secuencias a ritmo de gag. Sin ir más lejos, el infartante cambio de vestidos es digno de cualquier trending-topic.

Y si somos aficionados a leer entre líneas, reconoceremos la advertencia que dirige a todos aquellos que intentan comenzar la aventura de la seducción. No parece sencillo exprimir una media naranja sin que la otra media se quede sin zumo.

Las comedias de escolares floreros encuentran siempre un público fiel. Sus argumentos suelen ser recurrentes... primeros besos de adolescencia, incomprendidos rebeldes coleccionistas de idilios y reproches, amores no correspondidos, batiburrillo de chistes hormonados...

Sin embargo, a pesar de apoyarse en los mismos clichés, -Diez razones para odiarte- seduce más allá de lo habitual. En gran parte debido a la gratificante elección de los protagonistas por esa sensación que dejan de no haber jugado un papel, sino haberlo vivido realmente. ¿Quién no ha sido adolescente alguna vez?

Apuntaban buenas maneras todos ellos... pero, por desgracia, el tiempo ha terminado guiándoles por destinos muy diferentes. Así es la vida.

Es bastante recomendable de ver... aunque conviene no hacerse demasiadas ilusiones y ser tolerante con sus defectos. Al fin y al cabo no son excesivas las pretensiones de este tipo de cine, más allá del simple entretenimiento.

Tras ver esta película, me sorprende encontrar algunas críticas tan feroces. Supongo que cada persona es un mundo y cada capacidad de percepción un enigma.
Una casa encantada es... una casa encantada. ¿Qué esperaban? ¿El ataque de un tiburón?
Cuadros que se caen, armarios que se abren, portazos repentinos, posesiones in crescendo... pues sí... ¿Estos son clichés?... pues bienvenida su reiteración, porque justamente esperaba eso. Con la diferencia de que ese surtido adquiere un clímax extenuante, claustrofóbico, tan intenso como el buen café.

En honor a la verdad el resultado ha superado con creces todas mis expectativas. The conjuring es un peliculón que nos recuerda que aún podemos ser víctimas del desasosiego... y que algunos de nosotros todavía no hemos madurado lo suficiente como para olvidar el miedo enfermizo a la oscuridad.

No seré tan vanidoso de compararlo con otros títulos míticos, pero sí me parece suficientemente acreedora a compartir con ellos el olimpo terrorífico del séptimo arte.

En cine hay una máxima que se repite insistentemente... remakear un clásico es asumir sin complejos una derrota en tu carrera.
En gran medida porque todo el mundo conoce trama y desenlace... y las aportaciones extras acostumbran a no mejorar el producto. Especialmente si el original proviene de un tal Brian de Palma, un alumno aventajado en esto del psico-thriller.

Bajo esta premisa, asumiendo que no se pueden pedir peras al olmo (recordemos la nefasta revisión de Psicosis) esta nueva Carrie, más guapa y más ajustada a la era del smartphone, no genera un especial rechazo.
Probablemente porque la pizpireta Chloë no merece recibir collejas por algo de lo que no es culpable (un físico más que agradable) y consigue salir del embolao a golpe de actuación sobria y convincente, mostrando un registro desconocido y dejando ileso su futuro. Me aventuro en decir que esta Hit Girl tiene mucho rodaje por delante.

Más sosa al principio y con más cafeína al final, donde se arropa de mejores secuencias técnicas (virtudes e inconvenientes del paso de los años) esta telequinética no pasará a la historia... pero bien merece perder dos horas de vida en saborear cualquier nueva adaptación de una novela tan angustiosa como brillante... y, al mismo tiempo, poder comprobar que Julianne Moore sigue garantizando vida en cualquier registro.

Aunque cueste un mal rato, merece la pena dejarse llevar por esta tragedia cotidiana. Sin tapujos, sin medias tintas... el mundo de las drogas envuelve, seduce y transporta... hasta empujar al precipicio.
Una sucesión de imágenes que se insertan en el cerebro bajo los acordes de una banda sonora magnética.

Quizá no sea la más comercial del mundo, quizá (o seguro) que no disfrutarás con ella... pero cuando todo haya acabado, reflexiona y empatiza con sus protagonistas... porque lo que te han contado a ritmo de vértigo no es más que la película diaria de mucha gente anónima que te rodea.

Obligatoria... mal que os pese.