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7.6
10,805
10
22 de noviembre de 2006
22 de noviembre de 2006
39 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un feligrés confiesa a un sacerdote el haber cometido un terrible pecado, homicidio. Pronto el sacerdote se verá envuelto en la correspondiente investigación, y el mismo acabará siendo acusado de perpetrar el asesinato.
Monumental drama-thriller de trazo moralista, en el que la impecable dirección de Sir Alfred Hitchcock vuelve a materializarse, consumando una de sus obras mas brillantes a nivel técnico, apoyado en la briosa fotografía de su fiel colaborador Robert Burks, en la siempre excelente partitura de Dimitri Tiomkin, y como no, en un magnifico guión, basado en la novela de Paul Anthelme, y adaptado por George Tabori y William Archibald, consiguiendo diálogos de esos que jamás escucharemos en el cine contemporáneo.
El falso culpable, como tema recurrente en la filmografía del director Británico, aparece aquí de nuevo, encarnado esta vez en un sacerdote con una rotunda y muy clara idea de lo que significa un voto de confidencialidad.
Fenomenal triada de interpretes, conformada por Montgomery Clift, Anne Baxter y Karl Malden; con especial mención al primero, quien ejecuta a la perfección una actuación ensimismada, reservada y taciturna, digna de los honores y elogios más grandes de un film excelente por donde se le mire.
Una cinta magnifica, tristemente infravalorada e incluso olvidada, cosa que tal vez se deba a la enorme cantidad de gemas que dejaría dispersas el maestro del suspense al margen de sus obras más populares, maravillas cinematográficas que deben ser rescatar por los cinéfilos más fieles.
Pierluigi Puccini
Monumental drama-thriller de trazo moralista, en el que la impecable dirección de Sir Alfred Hitchcock vuelve a materializarse, consumando una de sus obras mas brillantes a nivel técnico, apoyado en la briosa fotografía de su fiel colaborador Robert Burks, en la siempre excelente partitura de Dimitri Tiomkin, y como no, en un magnifico guión, basado en la novela de Paul Anthelme, y adaptado por George Tabori y William Archibald, consiguiendo diálogos de esos que jamás escucharemos en el cine contemporáneo.
El falso culpable, como tema recurrente en la filmografía del director Británico, aparece aquí de nuevo, encarnado esta vez en un sacerdote con una rotunda y muy clara idea de lo que significa un voto de confidencialidad.
Fenomenal triada de interpretes, conformada por Montgomery Clift, Anne Baxter y Karl Malden; con especial mención al primero, quien ejecuta a la perfección una actuación ensimismada, reservada y taciturna, digna de los honores y elogios más grandes de un film excelente por donde se le mire.
Una cinta magnifica, tristemente infravalorada e incluso olvidada, cosa que tal vez se deba a la enorme cantidad de gemas que dejaría dispersas el maestro del suspense al margen de sus obras más populares, maravillas cinematográficas que deben ser rescatar por los cinéfilos más fieles.
Pierluigi Puccini

6.6
12,297
10
16 de junio de 2006
16 de junio de 2006
39 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luego de una fructífera misión y de escapar con vida de la isla del Dr. No, James Bond es enviado a Estambul para asistir al escape de una misteriosa rusa con deseos de desertar y establecerse en Inglaterra, llevando consigo la maquina codificadora Lektor. Esta será la carnada para que la organización terrorista SPECTRE atrape al mejor agente Británico y le propine una dolorosa y deshonrosa muerte.
Magnifica segunda cinta del 007, esta vez re tomando las bases que funcionaron perfectamente en el primer film y añadiendo una tonalidad mas oscura y a la vez el sensualismo de la novela homónima de Ian Fleming, adaptada por Richard Maibaum y Johanna Harwood y dirigida magistralmente por Terence Young, explotando aún mas el suspense, que esta vez viene de la mano de una sombría y terrorífica encarnación de Robert Shaw como el asesino Red Grant y que culmina en una de las mejores y más antológicas escenas de toda la saga, la sangrienta batalla cuerpo a cuerpo a bordo del Orient Express.
Todo un cúmulo de genialidad, desde la cinematografía de Ted Moore, hasta el magnifico montaje de Peter Hunt, además de los exquisitos decorados de Syd Cain, esta vez remplazando a Ken Adam.
En esta ocasión, el más importante aporte tal vez recayó sobre John Barry y su espectacular arreglo musical, en perfecta sincronía con el film, e iniciando así su larga colaboración con la serie, definiendo los cánones de la bien llamada “música Bond”.
Una película genial de principio a fin, contando con una nueva aparición de Sean Connery en el famoso rol, esta vez con una interpretación más relajada y taciturna, acorde con la fantástica historia repleta de traiciones, desengaños, camaradería (un insuperable Pedro Armendáriz en su última gran aparición en el cine) y el romanticismo fatal de Tatiana Romanova, retratada acertadamente por la bella Miss Italia Daniela Bianchi.
En esta película también incursiono por primera vez el conocido Némesis o archienemigo del espía Británico, el Numero 1 de Spectre, Ernst Stavro Blofeld, quien retornaría con más planes diabólicos en otras cinco aventuras, con una maléfica pero placentera presencia, secundado esta vez por el inolvidable y macabro rostro de Lotte Lenya como la Coronel Klebb, envuelta en tareas de asesinato para su enigmático jefe.
Como hecho curioso, se dice que esta fue la cinta escogida para seguir a Dr. No luego de que el ex presidente de EE.UU John Fitzgerald Kennedy afirmara que era uno de sus libros favoritos, también se dice que esta fue el último filme que presenció justo antes de su infame asesinato.
En conclusión, mi cinta favorita del agente 007, una historia rica en caracterizaciones memorables, giros dramáticos, violencia, y el placer de ver de nuevo en acción a uno de los personajes más memorables del séptimo arte.
Pierluigi Puccini
James Bond Fan
Magnifica segunda cinta del 007, esta vez re tomando las bases que funcionaron perfectamente en el primer film y añadiendo una tonalidad mas oscura y a la vez el sensualismo de la novela homónima de Ian Fleming, adaptada por Richard Maibaum y Johanna Harwood y dirigida magistralmente por Terence Young, explotando aún mas el suspense, que esta vez viene de la mano de una sombría y terrorífica encarnación de Robert Shaw como el asesino Red Grant y que culmina en una de las mejores y más antológicas escenas de toda la saga, la sangrienta batalla cuerpo a cuerpo a bordo del Orient Express.
Todo un cúmulo de genialidad, desde la cinematografía de Ted Moore, hasta el magnifico montaje de Peter Hunt, además de los exquisitos decorados de Syd Cain, esta vez remplazando a Ken Adam.
En esta ocasión, el más importante aporte tal vez recayó sobre John Barry y su espectacular arreglo musical, en perfecta sincronía con el film, e iniciando así su larga colaboración con la serie, definiendo los cánones de la bien llamada “música Bond”.
Una película genial de principio a fin, contando con una nueva aparición de Sean Connery en el famoso rol, esta vez con una interpretación más relajada y taciturna, acorde con la fantástica historia repleta de traiciones, desengaños, camaradería (un insuperable Pedro Armendáriz en su última gran aparición en el cine) y el romanticismo fatal de Tatiana Romanova, retratada acertadamente por la bella Miss Italia Daniela Bianchi.
En esta película también incursiono por primera vez el conocido Némesis o archienemigo del espía Británico, el Numero 1 de Spectre, Ernst Stavro Blofeld, quien retornaría con más planes diabólicos en otras cinco aventuras, con una maléfica pero placentera presencia, secundado esta vez por el inolvidable y macabro rostro de Lotte Lenya como la Coronel Klebb, envuelta en tareas de asesinato para su enigmático jefe.
Como hecho curioso, se dice que esta fue la cinta escogida para seguir a Dr. No luego de que el ex presidente de EE.UU John Fitzgerald Kennedy afirmara que era uno de sus libros favoritos, también se dice que esta fue el último filme que presenció justo antes de su infame asesinato.
En conclusión, mi cinta favorita del agente 007, una historia rica en caracterizaciones memorables, giros dramáticos, violencia, y el placer de ver de nuevo en acción a uno de los personajes más memorables del séptimo arte.
Pierluigi Puccini
James Bond Fan

6.6
7,623
10
2 de diciembre de 2006
2 de diciembre de 2006
37 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spider, un joven de mente frágil e inestable, confinado a una institución de ayuda psiquiatrita en Inglaterra, inicia un viaje mental en el que visualiza la idílica relación que mantenía con su ya fallecida madre, al igual que el conflictivo trato con su padre, de quien nunca recibió, ni al que tampoco brindó jamás alguna clase de afecto.
Intrincado drama psicológico, plasmado minuciosamente y con exquisita sutileza por el famoso “rey del terror venéreo o quirúrgico”, el controvertido e interesante cineasta canadiense David Cronenberg.
Como es costumbre en el proceder cinematográfico de Cronenberg, la cinta se enfoca en un personaje central obsesionado por el encuentro con su propia identidad, conflictiva, aun desconocida, e incluso incierta.
Narrada desde la vertiginosa percepción de un enfermo mental, interpretado magistralmente por Ralph Fiennes, quien nos sumerge en las constantes visiones de una persona trastornada, inestable, y rica en paradojas; a quien su culpa existencial lo lleva a recoger los fragmentos de su resquebrajada mente, viajando a una problemática infancia, en la que vivió en carne propia sucesos como el complejo de Edipo, la indiferencia de su padre, o la desgarradora y trágica muerte y eventual “sustitución” de su progenitora.
Una de las mejores obras de su realizador, en la que cuenta con el apoyo de un gran guión de Patrick McGrath, autor de la novela, la plácida fotografía de Peter Suschitzky, y una elaborada y melancólica partitura de Howard Shore.
Pierluigi Puccini
Intrincado drama psicológico, plasmado minuciosamente y con exquisita sutileza por el famoso “rey del terror venéreo o quirúrgico”, el controvertido e interesante cineasta canadiense David Cronenberg.
Como es costumbre en el proceder cinematográfico de Cronenberg, la cinta se enfoca en un personaje central obsesionado por el encuentro con su propia identidad, conflictiva, aun desconocida, e incluso incierta.
Narrada desde la vertiginosa percepción de un enfermo mental, interpretado magistralmente por Ralph Fiennes, quien nos sumerge en las constantes visiones de una persona trastornada, inestable, y rica en paradojas; a quien su culpa existencial lo lleva a recoger los fragmentos de su resquebrajada mente, viajando a una problemática infancia, en la que vivió en carne propia sucesos como el complejo de Edipo, la indiferencia de su padre, o la desgarradora y trágica muerte y eventual “sustitución” de su progenitora.
Una de las mejores obras de su realizador, en la que cuenta con el apoyo de un gran guión de Patrick McGrath, autor de la novela, la plácida fotografía de Peter Suschitzky, y una elaborada y melancólica partitura de Howard Shore.
Pierluigi Puccini

6.3
88,871
9
9 de marzo de 2006
9 de marzo de 2006
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Penny Marshall lleva a la pantalla una hermosa fábula contemporánea, en la que un niño de 12 años llamado Josh Baskin, considerándose un desvalido social, al no poder llamar la atención de una niña de su edad, pide un deseo una noche en que la feria llega cerca de su hogar en los suburbios, sin imaginar que el genio Zoltar convertirá su mas grande fantasía en realidad, ser adulto, situación que le deparará momentos tanto alegres como dolorosos, en una mágica travesía por el mundo real.
Una bellísima historia llena de sentimientos, el contraste del mundo adulto frente al de los infantes se explora de forma inteligente, asequible para grandes o chicos, un viaje en busca de una identidad casi perdida y el encuentro con una realidad alterna, no solo llena de pesadumbre existencial (la monotonía, el materialismo, la hipocresía y la envidia) sino también con sentimientos que no desaparecen jamás (el amor, el respeto, la amistad y la inocencia). Una cinta que aunque no ahonda en estos temas con profundidad, los explora y los obsequia al espectador como momentos que nos harán recordar lo maravillosa que es la vida.
Escrita por Gary Ross (Pleasentville, Seabiscuit) y Anne Spielberg (hermana de Steven, quien en cierto momento quizo dirigirla), cuenta con una mas que genial interpretación de Tom Hanks como un tímido y juguetón niño en plena edad de búsqueda de si mismo; una preciosa Elizabeth Perkins, la cual descubre su ternura casi perdida ya en el caos de la mayoría de edad, un odioso e hilarante John Heard y un muy generoso jefe encarnado por Robert Logia.
Una cinta para recordar, se reservó un lugar muy especial en mi corazón cuando la vi por primera vez, probablemente a los 11 años, sin imaginarme siquiera que hoy, cuando tengo 20 años me haría escapar lagrimas de nostalgia, añoranza y felicidad al recordar lo que fue mi infancia, sin duda la mejor época en la vida de toda persona, y para eso está esta película maravillosa, encargada de que lo reconozcamos.
Una bellísima historia llena de sentimientos, el contraste del mundo adulto frente al de los infantes se explora de forma inteligente, asequible para grandes o chicos, un viaje en busca de una identidad casi perdida y el encuentro con una realidad alterna, no solo llena de pesadumbre existencial (la monotonía, el materialismo, la hipocresía y la envidia) sino también con sentimientos que no desaparecen jamás (el amor, el respeto, la amistad y la inocencia). Una cinta que aunque no ahonda en estos temas con profundidad, los explora y los obsequia al espectador como momentos que nos harán recordar lo maravillosa que es la vida.
Escrita por Gary Ross (Pleasentville, Seabiscuit) y Anne Spielberg (hermana de Steven, quien en cierto momento quizo dirigirla), cuenta con una mas que genial interpretación de Tom Hanks como un tímido y juguetón niño en plena edad de búsqueda de si mismo; una preciosa Elizabeth Perkins, la cual descubre su ternura casi perdida ya en el caos de la mayoría de edad, un odioso e hilarante John Heard y un muy generoso jefe encarnado por Robert Logia.
Una cinta para recordar, se reservó un lugar muy especial en mi corazón cuando la vi por primera vez, probablemente a los 11 años, sin imaginarme siquiera que hoy, cuando tengo 20 años me haría escapar lagrimas de nostalgia, añoranza y felicidad al recordar lo que fue mi infancia, sin duda la mejor época en la vida de toda persona, y para eso está esta película maravillosa, encargada de que lo reconozcamos.
8
4 de junio de 2011
4 de junio de 2011
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La consagración absoluta de Tom Courtenay como el “leading man” preferido (honor que comparte con Albert Finney) de este neorrealismo a la inglesa que fue el free cinema, llegaría cuando Tony Richardson le dio su primer rol en la gran pantalla, como Colin Smith en la maravillosa e inigualable “La soledad del corredor de fondo” (1962).
Algo sucedió en Italia con el citado movimiento, los fundadores de este no iban siempre a contar las mismas lóbregas historias de necesidades y sufrimientos económicos o espirituales, siendo Vittorio De Sica el artífice de “milagro en Milán” la primera película neorrealista con elementos de fantasía, una historia sobre los mismos protagonistas, las clases bajas, pero sin un destino final tan cruel como, por ejemplo, el de los mensajeros en bicicleta, ancianos sin pensión, infantes lustrabotas, o los miembros de la resistencia contra el nazismo. Un realismo que jugueteaba con la irrealidad y ponía por vez primera una risa como remedio purificador para tantas lágrimas.
Casi una década más tarde, regresamos a Inglaterra, donde John Schlesinger toma al ya consagrado Courtenay, lo despoja del fulgurante odio y rebeldía (con justa causa) de su anterior encarnación, para hacer ahora de él un joven provinciano de clase media con menos problemas, pero no por eso menos embarazosos, como: vivir aun con sus padres y sus constantes quejas, un trabajo sin futuro en una funeraria, y el ocasional asalto de las crédulas lugareñas a las que les prometió el cielo y la tierra por haber osado meterse en sus camas por una noche. El director entonces otorga dosis de fantasía y comedia que no habían sido abarcadas a tal grado en el free cinema, dada la seriedad de los temas que se narraban hasta ese entonces. Ya luego vendrían a tomar partida de esa socarronería el propio Tony Richardson con “Tom Jones” y Lewis Gilbert con “Alfie”.
Algo sucedió en Italia con el citado movimiento, los fundadores de este no iban siempre a contar las mismas lóbregas historias de necesidades y sufrimientos económicos o espirituales, siendo Vittorio De Sica el artífice de “milagro en Milán” la primera película neorrealista con elementos de fantasía, una historia sobre los mismos protagonistas, las clases bajas, pero sin un destino final tan cruel como, por ejemplo, el de los mensajeros en bicicleta, ancianos sin pensión, infantes lustrabotas, o los miembros de la resistencia contra el nazismo. Un realismo que jugueteaba con la irrealidad y ponía por vez primera una risa como remedio purificador para tantas lágrimas.
Casi una década más tarde, regresamos a Inglaterra, donde John Schlesinger toma al ya consagrado Courtenay, lo despoja del fulgurante odio y rebeldía (con justa causa) de su anterior encarnación, para hacer ahora de él un joven provinciano de clase media con menos problemas, pero no por eso menos embarazosos, como: vivir aun con sus padres y sus constantes quejas, un trabajo sin futuro en una funeraria, y el ocasional asalto de las crédulas lugareñas a las que les prometió el cielo y la tierra por haber osado meterse en sus camas por una noche. El director entonces otorga dosis de fantasía y comedia que no habían sido abarcadas a tal grado en el free cinema, dada la seriedad de los temas que se narraban hasta ese entonces. Ya luego vendrían a tomar partida de esa socarronería el propio Tony Richardson con “Tom Jones” y Lewis Gilbert con “Alfie”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No está de más decir que el único propósito de este individuo, que responde al nombre de William Fisher, será el de hacerse un reputado guionista en la capital británica. Pero como espectadores de un día de su vida, de los propósitos y despropósitos de Billy, si no fuese por la afabilidad y encanto particular que esconde la interpretación de Tom Courtenay, sería visto por lo que en verdad es: un holgazán, mentiroso patológico y triste conformista.
La verdad detrás de las decisiones del mitómano protagonista puede ser vista de dos formas por este servidor, la primera: para encontrar la felicidad uno no debe necesariamente dejar todo atrás, porque después de todo, la felicidad es solo un estado mental que sirve de excusa en la sociedad para quebrar nuestra individualidad en pedazos, para ser un borrego más. La segunda: Billy, siendo el soñador irresponsable de siempre, es sobre todo un cobarde y conformista que no se privará a si mismo del placer y la importancia que le producen ser el protagonista de un mundo de ensueño, sin importarle nada más que fantasear para escapar de su aburrimiento y mediocridad.
Así que como el lector -si lo hay- pudiere darse cuenta, se trata de una cinta que toca temas muy personales, un cuento lúgubre pero con mucha comicidad, tan triste pero tan divertido como descender y chocar violentamente contra el pavimento luego de un apacible vuelo de los sentidos.
La verdad detrás de las decisiones del mitómano protagonista puede ser vista de dos formas por este servidor, la primera: para encontrar la felicidad uno no debe necesariamente dejar todo atrás, porque después de todo, la felicidad es solo un estado mental que sirve de excusa en la sociedad para quebrar nuestra individualidad en pedazos, para ser un borrego más. La segunda: Billy, siendo el soñador irresponsable de siempre, es sobre todo un cobarde y conformista que no se privará a si mismo del placer y la importancia que le producen ser el protagonista de un mundo de ensueño, sin importarle nada más que fantasear para escapar de su aburrimiento y mediocridad.
Así que como el lector -si lo hay- pudiere darse cuenta, se trata de una cinta que toca temas muy personales, un cuento lúgubre pero con mucha comicidad, tan triste pero tan divertido como descender y chocar violentamente contra el pavimento luego de un apacible vuelo de los sentidos.
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