A ver, llego un punto que es tan Álex de la Iglesia, con efectos cutres, personajes freaks, tomas que parecen hechas mal adrede, que aturde. Como cuando en el Día de la Bestia aparece un macho cabrío súper cutre y todo empieza a dar vergüenza ajena pero en el fondo te mola? Pues así desde el tercer capítulo que es cuando se le empieza a ir de las manos.
En resumen, si te gusta el estilo de Álex de la Iglesia la serie necesariamente te gustará, no te aportará gran cosa, pero te gustará. Si lo que te gusta son las series, pues bueno, puedes salir un poco escaldado.

La verdad es que ver las críticas furibundas y otras en su defensa hacen pensar que la película toca la fibra correcta, provoca reflexiones que al menos generan cierta controversia, creo que tan sólo por eso merece la pena verla.

Quitando el acierto de los asuntos que aborda, viene el cómo los aborda. Si nos centramos en lo primero la película es buena, si analizamos esto como la película que es, puessssss....
Primero nos encontramos a Johnny Depp (honestamente un tema que me animó a ver la peli en Netflix era la amenaza de que estaban retirando sus pelis en la plataforma de EEUU tras las sentencias por Amber Heard) que ahora que debe tener unos trescientos años curiosamente recupera la misma expresividad que mostraba en Eduardo Manostijeras. Por un momento temí que se quedara en una especie de Mariano Ozores haciendo siempre los mismos gestos del Capitán Sparrow sin importar el guion. No, en su lugar se ha quedado con la cara de Eduardo. Bueno. Podría haber sido peor.
Después tenemos muchos detalles que te hacen pensar que con la idea ya se emocionaron tanto que para qué iban a reparar en los detalles. Muchos detalles.

Vi la primera parte con cerca de veinte años. Su energía, Iggy Pop, Underworld, el discurso de elige la vida, todo aquello fluyó por mis venas. Veinte años más tarde, como Renton me asomo a todo aquello y como él no reconozco las calles de Edimburgo, y no soy más que un remedo del personaje. Boyle logra no sé si premeditadamente, que todo resulte una copia desvaída de la primera parte, pero en eso consiste precisamente el viaje que hace Renton, el viaje de todo aquel que desoye lo de nunca vuelvas a un lugar donde fuiste feliz.

Si te gustó Trainspotting, esta segunda parte es imprescindible, pero no por la película en sí, por el viaje que vas a hacer.

Es de esas series que tras dos capis, deseas terminar porque sin resolver se quedan en tu cabeza y necesitas que te dejen de molestar, pero una vez lo consigues, una vez acabas, desearías no haberlo hecho. Sólo se me ocurren caminantes blancos como guinda del pastel pero eso hubiera sido supongo un detalle ingenioso. Yo veía los personajes actuando, tomándose en serio aquello y no podía darle crédito. Hay un momento en que la nave está con el modo dramático on y se ve a un tipo con un extintor que no sería capaz de apagar una tarta de cumpleaños, y el tipo está ahí, convencido, que con su extintor diminuto puede contribuir a que esa nave espacial capaz de hacer mil birguerías sola, incluyendo la velocidad estúpida de Mel Brooks, va a ser salvada y que todo depende de su miniextintor. En ese momento te preguntas qué necesidad había de un extra con extintor haciendo eso, qué necesidad había de los actores secundarios con personalidades que mutan en cada capítulo aleatoriamente, qué necesidad hay de esos ¿protagonistas?, qué necesidad había, en realidad de ver esta serie.

Para poder criticarla a gusto. Porque te deja sensación de haberte traicionado. Muy bien, una música que acompaña deliciosamente el desarrollo de la trama. Pero de repente empiezas a encontrar cosas que chirrían. Lilly, brillante desde pequeña, jugando al go desde que tenía pañales, encriptando y desencriptando mientras toma cereales, de repente se atora para procesar aspectos que son más que evidentes. Vale que se tenga que explicar algo, pero no emplees a la lista para poner en su boca las tontás que pueda tener el espectador medio.