Lo que más me gusta de esta película es su realismo. Escoge dos historias al azar de personas normales y corrientes y las cuenta desde la puerta o la ventana, como si fuésemos inquilinos y nada pudiese perturbar la realidad. Rosales utiliza magistralmente nuevas formas estéticas, con el predominio del fuera de campo, las conversaciones ahogadas por el gentío y la pantalla partida.
Es interesante ver cómo alguien sentado en un banco está solo, pero en otra parte de la ciudad hay otra persona igual. Es decir,en un plano medio estamos solos, pero si hacemos una vista panorámica comprenderemos que no somos los únicos. Eso es lo que muestra Rosales y lo que quiere sacar como conclusión con esos grandes planos finales en los vemos trozos de una ciudad. Es como asomarte al balcón e intuir las historias de cualquier piso o casa, y acabar comprendiendo que todos vivimos como podemos pero sometidos a la suerte. Todos somos iguales y vulnerables. La realidad es simple y dura a la vez.

Ver 'The artist' es como tomar un dulce francés. El envoltorio es precioso y la historia es muy dulce. Reconozco que cuando empecé a verla me dió un poco de aprensión la impoluta puesta en escena. Parecía algo fabricado para ser vendido, algo muy bien medido, trabajado, no sé, me parecía demasiado bonito y sensible todo. Pero luego descubrí un espiritu francés con esas figuras estéticas muy significativas y cargadas de contenido dramático. El plano del escaparate, el de debajo de la mesa con el charco... la parte formal deja entrar aire fresco.
El argumento y los personajes... tampoco tengo ninguna pega, me parece que es una situación y unos personajes lo suficientemente dramáticos como para sacar una bella historia, aunque me quedo un poco con el sabor de "cuento de hadas" por aquello del happy ending.
En definitiva, ¿volvería a verla?, tal vez si, ¿la recomendaría? si, ¿la recordaré dentro de un tiempo? no lo creo...