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5.3
35,583
3
24 de julio de 2013
24 de julio de 2013
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Mutantes por el mundo”. Hoy, Japón.
Desde que Christopher Nolan reventara las salas de cine con “El caballero oscuro”, las adaptaciones de superhéroes se han convertido en el caballo de batalla de las productoras estadounidenses de cara a recaudar pasta gansa. Mientras el espectador, ante la saturación de ver a hombres fornidos en trajes ajustados sin ser una porno gay, pide algo más que unos meros efectos especiales y escenas de acción sin ton ni son. Exige que haya una trama más elaborada que el simple “tipo con superpoderes lucha contra malo maloso mientras que explotan miles de cosas”. Gran culpa de ello la tiene, de nuevo, Nolan con su trilogía del hombre murciélago. No obstante, Brian Singer ya empezó a sentar las bases de lo que sería la actual gallina de los huevos de oro con su estimable adaptación de los X-Men, filme que ya contenía un guion con cierto peso y que sirvió para lanzar al estrellato al australiano Hugh Jackman.
Tal fue su éxito que no tardó demasiado en aparecer las esperadas secuelas, precuelas, y Spin offs de esta visión de la franquicia de Marvel. Hugh Jackman encarnando a Lobezno es tan carismático como valor seguro de cara a triunfar de nuevo en taquilla; el problema es a la hora de construir una historia que no sea tan ridícula como la de X Men orígenes –ese Masacre...- para así salvarse de esa etiqueta del “una más de superhéores” que tanto se dice últimamente.
Parece que los productores han tomado nota de que el guion requería de más enjundia para las nuevas aventuras de Logan, y eso es de agradecer. Lo malo es que con las intenciones no basta, y la película tras el tramo inicial se acaba construyendo en un drama “pseudo filosófico- oriental” de bazar del “Todo a 100” con erótico resultado. Hacer un guion para un filme de superhéroes no es sólo poner filosofía barata mientras que los villanos, la pareja con la que dar mamaporros a los malos y el motivo de todo lo ocurre en la pantalla se asemeje más a la infame “Daredevil” que a las entregas de Brian Singer. Lo que al principio parecía una película oriental de artes marciales al más puro estilo Bruce Lee, se va para abajo a partir de la llegada de Lobezno a la casita de Nagasaki y no da vuelta a atrás. Diálogos que poco o nada dicen nuevo de lo que ya se había señalado en la primera hora, villano de hojalata digno de los Power Rangers, giro más predecible que una barra libre en una fiesta erasmus y romance genérico para rellenar metraje. De hecho, lo único que saca del hartazgo fue la escena que aparece durante los créditos, la cual invita a pensar en que quizás para la próxima película de los X Men veremos algo parecido a lo visto en “Primera Generación”. O quién sabe, a lo mejor será otra castaña como “X Men 3: La decisión final”.
Mucho Japón, mucho honor, mucha angustia, pero esta peliculita no va a gozar de lo que pregona su título: la inmortalidad. Altamente olvidable.
http://mandapelotas.es/index.php/99-tiempo-muerto/656-lobezno-inmortal
Desde que Christopher Nolan reventara las salas de cine con “El caballero oscuro”, las adaptaciones de superhéroes se han convertido en el caballo de batalla de las productoras estadounidenses de cara a recaudar pasta gansa. Mientras el espectador, ante la saturación de ver a hombres fornidos en trajes ajustados sin ser una porno gay, pide algo más que unos meros efectos especiales y escenas de acción sin ton ni son. Exige que haya una trama más elaborada que el simple “tipo con superpoderes lucha contra malo maloso mientras que explotan miles de cosas”. Gran culpa de ello la tiene, de nuevo, Nolan con su trilogía del hombre murciélago. No obstante, Brian Singer ya empezó a sentar las bases de lo que sería la actual gallina de los huevos de oro con su estimable adaptación de los X-Men, filme que ya contenía un guion con cierto peso y que sirvió para lanzar al estrellato al australiano Hugh Jackman.
Tal fue su éxito que no tardó demasiado en aparecer las esperadas secuelas, precuelas, y Spin offs de esta visión de la franquicia de Marvel. Hugh Jackman encarnando a Lobezno es tan carismático como valor seguro de cara a triunfar de nuevo en taquilla; el problema es a la hora de construir una historia que no sea tan ridícula como la de X Men orígenes –ese Masacre...- para así salvarse de esa etiqueta del “una más de superhéores” que tanto se dice últimamente.
Parece que los productores han tomado nota de que el guion requería de más enjundia para las nuevas aventuras de Logan, y eso es de agradecer. Lo malo es que con las intenciones no basta, y la película tras el tramo inicial se acaba construyendo en un drama “pseudo filosófico- oriental” de bazar del “Todo a 100” con erótico resultado. Hacer un guion para un filme de superhéroes no es sólo poner filosofía barata mientras que los villanos, la pareja con la que dar mamaporros a los malos y el motivo de todo lo ocurre en la pantalla se asemeje más a la infame “Daredevil” que a las entregas de Brian Singer. Lo que al principio parecía una película oriental de artes marciales al más puro estilo Bruce Lee, se va para abajo a partir de la llegada de Lobezno a la casita de Nagasaki y no da vuelta a atrás. Diálogos que poco o nada dicen nuevo de lo que ya se había señalado en la primera hora, villano de hojalata digno de los Power Rangers, giro más predecible que una barra libre en una fiesta erasmus y romance genérico para rellenar metraje. De hecho, lo único que saca del hartazgo fue la escena que aparece durante los créditos, la cual invita a pensar en que quizás para la próxima película de los X Men veremos algo parecido a lo visto en “Primera Generación”. O quién sabe, a lo mejor será otra castaña como “X Men 3: La decisión final”.
Mucho Japón, mucho honor, mucha angustia, pero esta peliculita no va a gozar de lo que pregona su título: la inmortalidad. Altamente olvidable.
http://mandapelotas.es/index.php/99-tiempo-muerto/656-lobezno-inmortal

5.9
17,658
8
2 de octubre de 2016
2 de octubre de 2016
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que hacerle justicia a una película que no sé por qué, será porque no van con leotardos, capa y por eso ya no se debe hacer -y sí, me encantan los superhéroes, sobre todo Spiderman que lo colecciono, pero lo siento es así-, porque es cine palomitero de cinco estrellas, del que en una época más dorada del cine era el western la mejor evasión posible.
Personajes carismáticos, encarnados en un reparto de caras conocidas donde ninguno desentona, especialmente entrañable el interpretado por Vincent D’Onofrio, el arquetipo de carcamal reventado y algo sonado del western que hace reír al respetable. Malos que otorgan mala leche y presencia, buenos tiroteos, a caballo entre el western clásico y las cintas de acción de su mentor John Woo, que en ocasiones recuerdan a las vistas en su anterior cinta “Asesinos de reemplazo”, buenos decorados, algo propio del cine que se ambienta en esta época, y una banda sonora que, sin llegar al nivel de su predecesora, cumple con creces –y con sorpresa incluída-.
Con estos ingredientes, ¿qué más se necesita para pasar un rato agradable con una película de acción ambientada en el Salvaje Oeste?
En serio, a todo aquel que disfrute del western más enfocado a la acción, como puede ser “Silverado”, “Tombstone”, “Le llamaban Trinidad” o las de Lee Van Cleef, la tiene que ver, no saldrá decepcionado. Se hacen películas de acción mucho más chusteras que ésta a raudales, y se les da el visto bueno fácilmente.
Dales Antoine Fuqua, dales a todo el catecismo gafapastil.
Viva Tabernas.
Personajes carismáticos, encarnados en un reparto de caras conocidas donde ninguno desentona, especialmente entrañable el interpretado por Vincent D’Onofrio, el arquetipo de carcamal reventado y algo sonado del western que hace reír al respetable. Malos que otorgan mala leche y presencia, buenos tiroteos, a caballo entre el western clásico y las cintas de acción de su mentor John Woo, que en ocasiones recuerdan a las vistas en su anterior cinta “Asesinos de reemplazo”, buenos decorados, algo propio del cine que se ambienta en esta época, y una banda sonora que, sin llegar al nivel de su predecesora, cumple con creces –y con sorpresa incluída-.
Con estos ingredientes, ¿qué más se necesita para pasar un rato agradable con una película de acción ambientada en el Salvaje Oeste?
En serio, a todo aquel que disfrute del western más enfocado a la acción, como puede ser “Silverado”, “Tombstone”, “Le llamaban Trinidad” o las de Lee Van Cleef, la tiene que ver, no saldrá decepcionado. Se hacen películas de acción mucho más chusteras que ésta a raudales, y se les da el visto bueno fácilmente.
Dales Antoine Fuqua, dales a todo el catecismo gafapastil.
Viva Tabernas.
Serie

5.9
1,223
6
22 de enero de 2015
22 de enero de 2015
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
España tiene su propio via crucis en materia de series, sólo hay que ver la comedia involuntaria que ha supuesto la serie "Alastriste" para darse cuenta de ello. Cada vez que a las televisiones les sacan de sus realities, las productoras están más perdidas que el barco del arroz y no consiguen conectar a un espectador que exige algo más que ver circos.
El caso es que "Víctor Ros" propone un argumento y época interesantes como para atraerlos. Y a decir verdad es que dejando a un lado el episodio piloto, muy regulero y donde sólo se puede salvar de la quema a los secundarios con Tito Valverde a la cabeza, la serie mejora muy sustancialmente en el segundo episodio, gracias sobre todo a que el personaje principal consigue mostrar su personalidad. En el primer capítulo no destaca en nada, es un nombre, no transmite nada, en el siguiente ya se le vislumbra un carácter duro, de dejar a un lado los acertijos a lo Sherlock Holmes y actuar como un policía al uso -detalle que a mi parecer hace que se diferencie al personaje inglés- cuando la ocasión lo requiera. Le da más distinción, hay más enjundia a la serie, y eso se nota.
Es por ello que, a la vista del descafeinado resultado del primer episodio y de las críticas leídas aquí, rompo una lanza a favor de esta serie para el que busque un entretenimiento agradable durante los lunes en nuestra televisión, y deseando que la cosa mejore en el futuro como así ha sucedido del primer al segundo episodio.
El caso es que "Víctor Ros" propone un argumento y época interesantes como para atraerlos. Y a decir verdad es que dejando a un lado el episodio piloto, muy regulero y donde sólo se puede salvar de la quema a los secundarios con Tito Valverde a la cabeza, la serie mejora muy sustancialmente en el segundo episodio, gracias sobre todo a que el personaje principal consigue mostrar su personalidad. En el primer capítulo no destaca en nada, es un nombre, no transmite nada, en el siguiente ya se le vislumbra un carácter duro, de dejar a un lado los acertijos a lo Sherlock Holmes y actuar como un policía al uso -detalle que a mi parecer hace que se diferencie al personaje inglés- cuando la ocasión lo requiera. Le da más distinción, hay más enjundia a la serie, y eso se nota.
Es por ello que, a la vista del descafeinado resultado del primer episodio y de las críticas leídas aquí, rompo una lanza a favor de esta serie para el que busque un entretenimiento agradable durante los lunes en nuestra televisión, y deseando que la cosa mejore en el futuro como así ha sucedido del primer al segundo episodio.
1
18 de julio de 2012
18 de julio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habrá series y programas que reponer en nuestra Televisión Pública como para tener los santos bemoles de repetir el mondongo este perpetrado por nuestra bióloga Anita Obregón. Ya hay que tenerlos cuadrados. Los niños de teta, el Chechu, el mayordomo tartaja, Anita demostrando su dotes de interpretación aprendidas tras sus numerosos posados veraniegos... Una absoluta aberración.
Con medidas así, nos merecemos el rescate.
Con medidas así, nos merecemos el rescate.
Serie

6.4
8,502
7
27 de diciembre de 2024
27 de diciembre de 2024
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me esperaba otra edición más de este sangriento "Humor amarillo" que, si bien fue un entretenimiento superior a la media de lo que nos ofrece Netflix, no era nada nuevo que no se haya visto antes dentro del cine asiático.
Sin embargo, parafraseando a otro reconocido programa de televisión de los 90: "Sorpresa, Sorpresa". Hwang Dong-hyuk, en vez de recoger una vez más las bases de obras como la japonesa "Battle Royale 1", aquí ha tirado más bien por los derroteros del cine de acción surcoreaneado como "El hombre sin pasado", un toquecito de "Battle Royale 2" para que parezca que es una secuela, y contra todo pronóstico acabar respirando un aroma más fresco del que cabría esperar.
Tiene más mala uva que la primera temporada, deja sus momentos para desarrollar a un elenco de personajes que, aun siendo los arquetipos de cualquier anime de turno, tienen su aquel (el rifirafe del rapero y el cryptobro es tan risible como perdurable en la memoria) y han rodado escenas de acción que bien podrían haber salido en cualquiera de John Woo.
¿Es original? No. ¿Le pesa el ser una secuela de un fenómeno de masas? Sí, pero no por su calidad precisamente. Esta segunda temporada es un divertimento que si Netflix diese más a menudo, merecería más la pena pagar su suscripción mensual. Una que cada cierto sube de precio sin que ello se traduzca en mayor calidad de su parrilla de títulos originales.
Me ha dejado con ganas de saber más de este director en cuanto termine de hacer juegos infantiles. Pero mientras los practica, nos divertimos, que para eso estamos.
Sin embargo, parafraseando a otro reconocido programa de televisión de los 90: "Sorpresa, Sorpresa". Hwang Dong-hyuk, en vez de recoger una vez más las bases de obras como la japonesa "Battle Royale 1", aquí ha tirado más bien por los derroteros del cine de acción surcoreaneado como "El hombre sin pasado", un toquecito de "Battle Royale 2" para que parezca que es una secuela, y contra todo pronóstico acabar respirando un aroma más fresco del que cabría esperar.
Tiene más mala uva que la primera temporada, deja sus momentos para desarrollar a un elenco de personajes que, aun siendo los arquetipos de cualquier anime de turno, tienen su aquel (el rifirafe del rapero y el cryptobro es tan risible como perdurable en la memoria) y han rodado escenas de acción que bien podrían haber salido en cualquiera de John Woo.
¿Es original? No. ¿Le pesa el ser una secuela de un fenómeno de masas? Sí, pero no por su calidad precisamente. Esta segunda temporada es un divertimento que si Netflix diese más a menudo, merecería más la pena pagar su suscripción mensual. Una que cada cierto sube de precio sin que ello se traduzca en mayor calidad de su parrilla de títulos originales.
Me ha dejado con ganas de saber más de este director en cuanto termine de hacer juegos infantiles. Pero mientras los practica, nos divertimos, que para eso estamos.
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