Me desconcierta sobremanera la forma que tienen ciertos críticos, que admiro, eso sí, en alabar esta película. Sé lo que representan los hermanos Marx en el mundo del cine y en la historia de este, sin embargo, esta película es (conjuntamente con muchas otras, debo reconocerlo) una de las que menos me complacen ver. La razón fundamental es que está envuelta en un infantilismo innecesario.

Las apariciones de Groucho, que en las películas de los hermanos siempre son frescas, enérgicas, en esta se quedan en mera caricatura. El trasfondo político de la película queda enturbiado per las siempre eternas cancioncillas que no hacen otra cosa que ralentizar la película hasta convertirla en jirones de celuloide.

El guión resulta pobre, exceptuando contados diálogos, Chico y Harpo llegan a cansar son sus repetitivas gags...

La película, en mi humilde opinión, está muy lejos de la magnífica “Una Noche en la ópera” de Sam Wood.

Tenía mis reticencias delante de esta película, pero todas ellas se desvanecieron al ver el primer cuarto de hora.
Ágil, amena, inteligente, cruel. Tiene todos los ingredientes para conseguir mantener al espectador pegado a la butaca.
Consigue (tanto la película pero sobretodo el método), sacar lo mejor y lo peor de los personajes, les lleva al límite, les pone a prueba, les hace demostrar hasta donde están dispuestos a llegar.
Gran sorpresa, excelente sorpresa.

He de reconocer que no me siento un gran seguidor del neorrealismo italiano de los años 50 y 60, sin embargo no, dejo de tener curiosidad por ver de vez en cuando alguna perlita como la que nos ocupa. Esta película la vi hace bastantes años, aún así, mantengo el regusto amargo de su influencia. Una cosa que no me convence del genero antes mencionado es su eterna tristeza (las causas sociales y culturales impedían que fuese de otra manera), quizá gracias a mi idiosincrasia positivista me es difícil aceptar tales películas, aún así, es una gran película, aunque como he dicho la melancolía y la tristeza me acechan siempre que la recuerdo.

Maravillosa película, reflejo de una sociedad ansiosa de tomarse la justicia por su mano.
Un vivo retrato, de la venganza cuidadosamente preparada. Una película con similitudes a El vampiro de Dusseldorf, quizá no tan profunda pero igual de cautivadora.
Lang otra vez consigue hacer sentir al espectador parte del sufrimiento del actor, cosa dificilísima.
Incluso el final previsible es emocionante y consigue que creas que la justicia puede existir.

Otra vez más, Lang escruta al ser humano, y lo dota de pasión, de venganza y de crueldad. El amor consigue unir y separar personas, pocas películas han conseguido reflejar esto como Deseos Humanos.
Glen Ford jamás ha actuado tan bien como lo ha hacho siempre que le ha dirigido Lang, tenían una complicidad especial.