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España España · Pamplona
Críticas de Ano García
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
5
23 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Banana Joe" es "La ciudad no es para mí" con tortazos a go-go, incluyendo una descarada copia del lío con el semáforo. Su trama es la de "el intruso benefactor": un individuo que llega con propósitos honrados a un lugar del que no conoce sus usos, generando equívocos y situaciones cómicas. Así, el bienintencionado pero salvaje Banana Joe, que vive apaciblemente con sus 20 hijos en la selva, intenta abrirse paso en la civilización para enfrentarse al despiadado buromundo, pero no tiene mucha paciencia y recurre a los puños cuando se le acaban las palabras (o los formularios).

La pelicula tiene situaciones inconexas, partes bochornosas (la del ejército), diálogos antinaturales y un final que viene de la nada. El único efecto especial que tiene es un coche que sale volando, contratiempo que han resuelto pintándolo a mano en el celuloide. Pero también cuenta con una excelente banda sonora y escenas divertidas, como la del sastre "rarito" o la del ministro tocando el pito. Y podríamos hacer una lectura de la vida en la civilización frente a la vida salvaje dándonoslas de intelectuales, pero para eso ya están Rousseau o Thoreau .

En fin: ideal para verla si tienes entre 8 y 12 años o si la alternativa es poner el telediario o "La lista de Schindler".
Ano García
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7
8 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los argumentos recurrentes en la ciencia ficción es "en el interior del laberinto": una persona enfrentada a una sociedad opaca, despiadada e inmóvil. No es un argumento exclusivo del género, pero encuentra en él un pasto especialmente fértil por la comodidad de usar el futuro para llevar al extremo las contradicciones del presente.

Detallo con más profundidad este tipo de argumento en mi crítica a "The Running Man" (Paul Michael Glaser, 1987), película arquetípica del género y genial sátira de su presente (https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/379165/943752.html), pero en pocas palabras son historias que comparten:

(1) Cuatro personajes principales: el protagonista es un antiguo “integrado” en el sistema que ha "tomado la pastilla roja". Está secundado por un grupo revolucionario que le ayuda en su pugna, en el cual destacan una protagonista femenina y un líder. Su némesis es el o los guardianes de la sociedad a la que se enfrentan.
(2) Tres obstáculos: medios de comunicación, buromundo y fuerza.
(3) Tres objetivos: liberar al Pueblo, derrocar al tirano y obtener libertad individual.

Lo interesante de "Sleeper" es que es una sátira de la sátira. Toma estos mismos elementos y les da un nuevo giro irónico, satirizando tanto su presente como las propuestas que pretenden salvarnos de él, además de las historias del género. Basta con mirar a sus personajes principales, parodias del arquetipo:

PROTAGONISTA
Miles Monroe (Woody Allen), fue criogenizado en 1973. 200 años después lo despierta la guerrilla: necesitan a alguien no registrado por el estado para ayudarles a descubrir qué es el “proyecto Aries”. Miles, por supuesto, no tiene ningún interés en hacerlo, pero los acontecimientos le fuerzan a ello. Es la historia de Neo en “Matrix” o Richards en "The Running Man", pero con sorna: la única acción política de Miles en su vida anterior había sido no comer uvas durante 24 horas.

Su elección involuntaria como el “elegido” da pie a muchas situaciones cómicas, algunas más logradas que otras según la afinidad del espectador con el humor de Allen. Entre ellas, el director satiriza sobre unos cuantos personajes y situaciones de su actualidad. Lo saludable en el año 2173 es fumar y comer mucha carne, y llegan a la conclusión de que ver la televisión era que el castigo que recibían en el s. XX los condenados por un crimen contra el estado.

PROTAGONISTA FEMENINA
La protagonista femenina en este tipo de argumentos o bien se vuelve subversiva por afecto hacia el protagonista (como Amber en "The Running Man"), o bien ya lo es e instiga a serlo al protagonista (como Trinity en "Matrix"). En "Sleeper" ella es Luna (Diane Keaton) y, como no podía ser menos, toma ambos papeles: en la primera parte de la película se vuelve subversiva por afecto a Miles, mientras que en la segunda le instiga.

Algunas de sus líneas son esclarecedoras, y constituyen en sí excelentes sátiras. En la primera parte: "No quiero escuchar nada de eso. Este mundo está lleno de cosas maravillosas. ¿Qué hace a la gente enloquecer y odiar todo? ¿Por qué tiene que haber una red clandestina? Tenemos la esfera, la telepantalla, el orgasmatrón. ¿Qué más quieren?"

Tras su "iluminación", espeta: "Mientras tu eras un peón en la sociedad capitalista, Erno me ha estado enseñando la belleza de Karl Marx. En unos meses va a liderar la revolución y fundar un régimen marxista".

GUERRILLA
Erno es el líder de la guerrilla revolucionaria, equivalente a Morfeo en “Matrix” o Mic en “The Running Man”. Interpretado por John Beck, Erno es un guapísimo ario de ojos azules y melena rubia, lo cual no quita que no sea sabio como Morfeo o Mic. Enseña a su grupo de rebeldes los pormenores de la revolución en una pizarra portable, en la que pueden leerse las claves de la sublevación:

Tema: Revolución
Sorpresa!!!
Eliminar al líder
Controlar computadoras clave

(Sigo con algún spoiler pero no son muy determinantes. Se puede seguir leyendo, lo único que desvelo algún gag.)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ano García
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2
27 de diciembre de 2021
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dices "Mira, voy a ver esta peli española a la que han dado un Óscar", esperando encontrarte algo interesante, y no. Más bien al contrario, se trata de una peli del montón tirando para abajo, muy inferior a otras producciones patrias que han pasado sin pena ni gloria.

La película es una autocomplaciente y ultraprevisible sucesión de repugnantes actos de amor carnal en una España que, por muy protorepublicana (la película está ambientada en los meses previos a la II República), no dejaba de ser ultracatólica en esencia. Es un insulto audiovisual que exige un altísimo esfuerzo de suspensión de la incredulidad, con todos mis respetos a Fernando Trueba (director) y Rafael Azcona (guionista). Y digo esto sin tener nada en contra del sexo en el cine, al igual que la violencia o lo que sea, siempre y cuando estén bien traidos. Vean "Canino" (Yorgos Lanthimos, 2009) para una sucesión de irrefutables escenas sexuales; o “El Pico 2” (Eloy de la Iglesia, 1984) para un sexo crudo pero natural y consustancial a la acción, por poner un par de ejemplos. En cambio, en “Belle Epoque” el sexo es pueril y forzado.

Hago hincapié en el sexo porque la película gira en torno a él. La importancia de que la lujuria dejase de ser una cuestión de estado pocos años antes de la escritura de su guion es, creo, el único detonante de esta producción, que intenta superar centurias de culpabilidad católica (y toda la vida en el caso de Azcona, que nació en 1926 y cuya adolescencia coincidió con los años más duros del franquismo). Tal era la insistencia del régimen con la lujuria que, como sugiere Fernando Díaz Plaja, para el español de la época no existe otro pecado. "Poca gente deja de confesarse de él; muchos, en cambio, olvidan decirle al cura que han comido excesivamente (Gula) o que se quedan en la cama después de haber dormido lo necesario (Pereza)” (en “El español y los siete pecados capitales”, 1966).

Luis Buñuel incide en sus memorias (“Mi último suspiro”, 1982) que la insistencia en este pecado "contribuía a robustecer extraordinariamente el deseo. Cuando, a despecho de todas las prohibiciones, este deseo podía ser satisfecho, el placer físico era incomparable, pues siempre se asociaba a él ese goce secreto del pecado. Sin asomo de duda, un español experimentaba en la cópula un placer muy superior al de un chino o un esquimal (…) ¿Por qué hay en la religión católica ese horror al sexo? (…) En una sociedad organizada y jerarquizada, el sexo, que no respeta barreras ni leyes, en cualquier momento puede convertirse en factor de desorden y en un verdadero peligro".

De ahí, obviamente, las particularidades del cine español de los 80, libre por fin de ataduras legales. Y de ahí también un Azcona ya mayor y con prestigio, que se lanza al ruedo del sexo con un goce monumental, pero lo hace atrapado en el tiempo: como un preadolescente de 13 años que hace gestos obscenos de forma grosera pero esperando que pronto los pueda llevar a la práctica. Y esta es la vida truncada de dos o tres generaciones de españoles nacidos en el s. XX, como Azcona, y la única lectura interesante de la película. Exclusivamente por ello le doy un 3, que bajo a 2 para compensar el prestigio del Óscar. Y tras este tironcillo de orejas a Azcona subrayo que, fuera de esto, lo tengo en la más alta estima.

(Ya que he nombrado las memorias de Buñuel, insto a que las lean si no lo han hecho ya. Los mejores 10 euros que van a invertir este año, sin duda.)
Ano García
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9
21 de enero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es darle al play y comenzar un goce visual y auditivo de primer orden. Colores vibrantes, sintetizadores, escenarios decadentes y pintas que no quieres para el novio de tu hija pero sí para ti. Si los 80 fueron el cénit estético de la humanidad, una película con la libertad de imaginar el futuro desde esa década multiplica sus posibilidades por infinito (aunque el futuro no ha estado a la altura).

El clima es anteapocalíptico, es decir, una sociedad en plena decadencia, rodando cuesta abajo hacia el colapso. Eso suma muchos puntos: detritos urbanos, coches en llamas, peña haciendo el mal absurdo como cortar semáforos con una radial, punkis camorristas con armas medievales, etc.

Me detengo en dos de estos elementos para hacerme el-que-sabe. Uno: grafitis por todas partes. La cámara se para sobre dos vallas publicitarias grafiteadas (que en realidad es la misma en distinto lugar: ¡fallo de raccord!), lo cual es relevante porque la película es australiana y de 1986: el grupo B.U.G.A. U.P. (acrónimo de "Grafiteros que Usan las Vallas Publicitarias Contra las Promociones Dañinas para la Salud") alcanzó notoriedad por entonces por alterar con grafiti los mensajes de la publicidad de tabaco, alcohol y Coca-Cola, lo que condujo a que Australia fuera el primer país en prohibir de forma total la publicidad de tabaco, en 1992. Y ojo, porque el grupo que hace eso mismo en España ahora, pero con la publicidad de los coches, se llama Z.A.P. (Zero Automobile Publicity) y en la peli ¡hay un coche que tiene todo el capó pintado con un Z.A.P. gigante! (Minuto 53:54). De todo estoy hay más buscando en internet, yo señalo el camino y si a alguien le interesa que lo siga. /Fin del culturejammerxplaining./

Dos: periodistas yendo "al filo de la noticia". Es decir, accidentes y sucesos. Este tema lo desarrolla de manera muy interesante "Nightcrawler" (Dan Gilroy, 2014). Las noticias, claro, no son más que hechos intrascendentes y aislados con los que abarrotar el telediario, cosa que los convierte en relevantes y pautados e insufla en la sociedad el miedo suficiente para la adopción de políticas ultrarrestrictivas, como la que fundamenta el argumento de esta película: hacer de un cine al aire libre una macrocárcel.

¡Y qué macrocárcel! Esto parece el festival de los Monegros pero con gente bien vestida y música buena. Todo el mundo tiene veintipocos años, habla de guarrerías y bebe batidos. Purpurina, hogueras, cardados, sombreros y gorras con todo tipo de artilugios por encima (antenas, desatascadores, cosas de coches), colgantes con esvásticas, "loros", mullets, patines. Es impresionante la entrada de los protagonistas al bar a las 12 del mediodía: neones, grafitis, power pop, breakdance. La gente no tiene otra cosa que hacer más que maquearse. Y hay hasta un monete. ¡Para rato pido la suspensión de mi condena a prisión si es ahí donde me llevan! Claro que de todo se acaba cansando uno. Y lo malo es que a veces te cae un mamporro y hay que andarse con ojo.

La cinta va siguiendo la perplejidad del protagonista, Crabs, según este se da cuenta de la situación y cómo se comporta la gente frente a ella. La trasmite de manera muy efectiva al espectador, para lo que cuenta con el soberbio personaje del taquillero, cínico ambiguo, muro buromundano impermeable a las inquisiciones de Crabs. También con el arco dramático de su novia, Carmen, que se va mimetizando con la sociedad carcelaria ante la impotencia de Crabs. No en vano es una película con argumento tipo "en el interior del laberinto": un individuo solo ante un mundo absurdo, inmóvil y opaco, que se enfrenta a tres niveles de control: (1) desinformación mediática, (2) buromundo y (3) fuerza. (Desarrollo esto en mi crítica a "The Running Man" para quien le interese).

El taquillero es el único carcelero de un espacio enorme y muy pobremente vallado. Pero la peña está cómoda en él: una sociedad homogénea (lo dicho: veinteañeros blancos que visten bien) que tiene cubiertas sus necesidades básicas (hamburguesas, power pop y batidos). El mundo dentro es más placentero que fuera, de modo que nadie quiere escapar. "Llevaba sin trabajar cuatro años", dice uno. "Me quitaron el paro. No tenía dónde ir. Una comida al día si tenía suerte". Hasta que llegan los inmigrantes: un camión lleno de peña del sudeste asiático que el gobierno les encasqueta ahí, y que ya no visten tan bien. Y con ellos llegan los problemas:

- ¿Qué les pasa a los asiáticos? - pregunta Crabs a Carmen.
- Podrían violarme o algo.
- ¡Ja!
- Sí que podrían.
- No son el enemigo, son prisioneros, como nosotros.
- Bueno, pues hay que hacer algo.
- ¿Sí? ¿Como qué?
- Pues no sé. Que limiten cuántos pueden venir.
- ¡Ja! Te han engañado bien, por lo que veo. Que limiten el número y todo irá bien, ¿no? ¡Hostia, mira alrededor! Si esto es una pocilga.

Así que se monta un movimiento anti inmigrantes: “Antes esto era guay, no digo que fuera perfecto pero, disculpad mi francés, era mucho mejor que estar con unos putos tragaarroces de cualquier barriada del Vietnam", espeta el líder a la multitud mientras los reflejos de una bola de espejos recorren su cara. Es una perfecta sátira de la táctica de los grupos identitarios: señalar érroneamente a otro grupo de población "que no viste como yo" como la causa de los problemas, ya sea la mujer burguesa contra el obrero barriobajero "que la va a violar", o el obrero barriobajero contra el inmigrante económico "que le va a robar el trabajo". Asunto universal este en la historia humana.

En resumen, junto a Crabs nos vamos dando cuenta de la complacencia del Pueblo con su propia servidumbre, sin más guardián que las cuatro bagatelas (exquisitas, eso sí) y el hombre de paja contra el que protestar que les da el sistema. Ello en medio de la orgía audiovisual de la que he ido dando cuenta con pobres palabras, y que concluye magistralmente con un salto hacia la libertad bajo un soberbio tema de pop wagneriano, "Playing with fire". Poco más se le puede pedir a un filme.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ano García
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9
14 de abril de 2022
6 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué fácil es enfrentarse a los fantasmas ajenos. En "El pico 2" (Eloy de la Iglesia, 1984) desde el sofá le gritamos a José Luis Manzano que aguante, que no se chute ese pico de heroína, que se va a volver a enganchar. Pero en realidad es José Luis Manzano el que nos está gritando a nosotras desde la pantalla que no nos chutemos ese pico de alcohol, de azúcar, de Primark, de TV, de ansia sexual, de Coca-Cola, de nicotina, de autocomplacencia, de gula, de egoísmo, de (rellene a su disgusto).

Si el cine quinqui abordaba el plano social de los desclasados, la neoquinqui "Contando ovejas", aborda el psicológico. El resultado es una cinta claustofóbica en la que Darren Aronofsky meets Alex de la Iglesia. Su único escenario es unx cabeza/edificio cochambrosx, con lo más bajo de la escala social luchando entre sí. Conforme avanzan los minutos la angustia crece y en cada golpe de sonido (pitidos, cuchilladas) la contingencia se nos clava en las entrañas.

Desde la butaca le gritamos a Ernesto que no aguante, que se pire de ahí, que se vaya a otro sitio donde le traten bien. Pero qué fácil es enfrentarse a los fantasmas ajenos. ¿De cuántas situaciones tendríamos que salir nosotras ahora mismo y somos absolutamente incapaces?

Pero basta de coelhadas por hoy. ¡A disfrutar!
Ano García
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