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6.1
4,255
7
28 de febrero de 2012
28 de febrero de 2012
66 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
41/23(25/02/12) Muy grata sorpresa este sugestivo y hermoso film australiano que mezcla la aventura con el drama en el exótico escenario de la isla de Tasmania. Un cazador profesional, David Martin (gran Willem Dafoe) es contratado por una empresa de biotecnología para que de caza al supuesto último ejemplar de Tigre de Tasmania que queda vivo (especie que se cree extinguida), allí se hospeda en casa de una mujer, Lucy (buena Francis O´Connor), y sus hijos pequeños, el padre era un activista ecológico hace meses desapareció y ella sufre un depresión, en la región subsiste un conflicto entre los madereros y lo activistas que no quieren se talen más árboles. Martin poco a poco establece unos fuertes lazos con esta familia, entretanto se va desplazando a los bosques tasmanos para buscar el rastro del ansiado animal. Con estos mimbres se desarrolla un irregular pero en muchos tramos fascinante relato, el hecho de la búsqueda de un legendario animal, el último oficialmente extinguido, desprende un aire cuasi-místico, Martin es un hierático ‘lobo solitario’ que busca a otro solitario lobo, del que sabemos nada de su pasado, una especie de ronin de los que gustaba Jean Pierre Melville de mostrar, mientras busca su objetivo encuentra algo que lo saca de su estajonovista existencia, una familia rota donde el haya su sitio, se encuentra a gusto siendo ‘el nueva padre’ que los niños necesitan, saca del bajón a la madre y entre los dos surge el amor. La historia evoluciona con un ritmo sereno y con pocos diálogos, sobre todo debido a los segmentos donde Martin está en la selva tasmana intentando dar con el mítico cuadrúpedo, esto reflejado con una enorme belleza, unos salvajes paisajes rebosantes de vigor y misterio, irradian un enorme cariño por parte del realizador, es un gran homenaje a este territorio cuasi-desconocido, su fauna y flora es como si de otro planeta se tratara, combina lo verde con lo árido, el calor diurno, con el frío y nieve nocturna, sobresaliendo el gusto por los preciosos amaneceres y atardeceres grises, siendo el coprotagonista el paraje de Tasmania. Uno de los grandes pilares de esta obra es un Willem Dafoe magnífico, un asceta vulnerable, que tras su máscara de tipo frío y calculador esconde un ser que busca su lugar, solo sabemos de él que aparte de su trabajo le gusta la música clásica, imprime un estremecedor carisma a su rol, un trabajo muy físico que emite realismo, consigue una gran química con Frances O´Connor, y con los niños, maravilloso. Las taras están en un guión confuso por momentos, o quizás el montaje se ha comido algo de compresión, como el personaje al que da vida Sam Neill, no se entienden sus motivaciones, como otro hecho que se les va de las manos (spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No se entiende el comportamiento de Jack Mindy (Sam Neill), ayuda a Martin, luego esta con los madereros, luego hace una llamada para que manden a otro cazador, es como si el montaje se hubiera comido parte de su personaje, lo otro no entendible es la apocalíptica llegada del otro cazador, se supone que para tapar el rastro del tigre quema una casa y asesina a una inofensiva mujer y a su hija, muy desproporcionado, es matar moscas a cañonazos, quizás es que hay algo más detrás que vuelvo a decir, el montaje se ha tragado. El realizador deja para el recuerdo dos escenas excelentes, una es la de una noche en la casa familiar en que Martin vuelve a poner en marcha el generador después de mucho tiempo parado, la enérgica música de Bruce Springsteen suena por los altavoces, los niños alborozados bailan y se abrazan a él, Lucy que está acostada bajo los efectos de pastillas se levanta casi sonámbula y se abraza a Martin hasta que se da cuenta quién es, es de gran lirismo, la otra es su poético final (spoiler). El final es de una gran belleza poética, como Martin espera en la cueva al Tigre, allí duerme y al despertarse lo ve en la entrada al contraluz, los dos se observan, el Tigre se retira despacio, Martin sale de la caverna con su arma, unos metros más adelante está el animal que se ha parado en medio de la nieve, los dos se vuelven a mirar en una simbiosis que se transmite, Martin le apunta, pero no le dispara, baja el arma y el animal desprende enorme tristeza, vuelve Martin a apuntarle y en un doloroso disparo lo abate, se acerca a él y lo llora, lo recoge en brazos de modo delicado y lo lleva a un lugar en las alturas, donde lo quema hasta dejarlo en cenizas, cenizas que esparce al aire del parque tasmano. Después va y recoge al niño huérfano reflejando que ya ha encontrado sentido a su vida. Lo del disparo despierta complejidad, yo lo entiendo como un acto de amor a modo de sacrificio, ya que sabe que si no es él mandaran a otro y a otro hasta que dieran con el Tigre y prefiere que nadie lo aproveche comercialmente. ‘The Hunter’ es una Oda deliciosa al Paraíso de Tasmania. Recomendable a los que gusten de buenos thrillers naturistas. Fuerza y honor!!!
Miniserie

7.3
12,345
9
26 de julio de 2020
26 de julio de 2020
60 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
230/34(25/07/20) Brillante soplo de aire fresco esta serie antológica francesa creada para Canal+ por el colectivo Les Parasites, compuesto por Guillaume Desjardins, Jeremy Bernard y Bastien Ughetto, que escriben y dirigen todos los 8 épicos episodios. Producción inspirada en las teorías de la colapsología, nueva escuela de pensamiento nacida en Francia que considera los riesgos de un colapso de la civilización industrial y lo que podría suceder a la sociedad actual. Adentrándonos en cada capítulo en un escenario distinto con personajes distintos (aunque algunos se cruzan cual cameos en otros capítulos)y tramas diferentes enmarcadas en una especie de post-apocalipsis donde falta de todo, desde abastecimiento en supermercados, petróleo, o alimentos. Una visionaria en muchos sentidos en el contexto de nuestra sociedad actual marcada por la crisis del Covid-19, donde ya hemos visto el desabastecimiento de las tiendas o los problemas para cuidar a los mayores en las residencias de la tercera edad. Nunca nos dicen el motivo concreto de la situación límite, esto no es importante, tampoco terminan ningún capítulo, lo nuclear aquí es hacernos reflexionar sobre qué haríamos nosotros en la situación de los protagonistas, nos hace sentir el dilema moral, saliendo a relucir lo mejor y lo peor de la Condición Humana, nuestro instinto de supervivencia darwinista frente a nuestra solidaridad, habiendo robos, asesinatos, sacrificios, egoísmo, altruismo, gritos de alerta en el desierto, dejando por el camino un metraje de tensión asfixiante gracias entre otros recursos al virtuosismo en el manejo del plano secuencia para todo el minutaje, que hace nos sintamos inmersos en este purgatorio donde no hay buenos o malos, solo hay gente común intentando vivir un día más, en un escenario y desarrollo de un realismo que duele. Un metraje corto que va de los 18 a los 28 de algunos episodios, pero que se hacen extenuantes y angustiosos por la cantidad intensidad con la que nos empapan, ayudados también por la estremecedora y melancólica música de Edouard Joguet a piano, sublime. Como defecto pondría que su último episodio intentando cerrar el círculo poniendo unas causas al Colapso se queda un poco a medias.
Cada episodio nos pone en una situación crítica que nos embarca en una especie de contrarreloj empujados por que todo sucede en tiempo real azuzados por la espectacular cámara de Clémence Plaquet (tan asombrosa que es capaz de sin cortes subir a un aeroplano y despegar con el piloto, o nadar junto a una mujer para subirse a un barco y volver a tirarse al mar), no hay exploración de los personajes, se muestran en toda su crudeza para lo bueno y malo. Todo filmado con estilo frenético, con guiones hábiles que abren giros sensibles que terminan por tocarte emocionalmente, sintiéndonos presos de este caos, haciéndonos revolvernos en el asiento: Serie que en su honestidad no busca juzgar, simplemente nos pone contra el paredón de nuestras debilidades, nuestro cainismo ancestral.
8 episodios. El título de cada episodio se refiere a una ubicación específica, así como al tiempo transcurrido desde el día D correspondiente al primer día del colapso. Cada episodio que representa un avance cronológico en comparación con el anterior, hasta el día 170 para el episodio 7, solo el episodio final (episodio 8), retrocede 5 días en comparación con el día D.
Episodio 1: El Supermercado. 2 días tras el Colapso. En un momento en que se agotan los recursos, Omar (Bellamine Abdelmalek), un cajero en un supermercado, tiene que enfrentar las demandas singulares de los clientes preocupados por los problemas de suministro. Su novia aparece sin previo aviso con algunos amigos para abastecerse de comida y huir esa misma noche de la ciudad. Omar duda en sí quedarse en la ciudad o ayudar a sus amigos a robar los suministros; Excelente presentación donde ya nos muestran una situación tan cercana como que incluso ya la hemos vivido. De como el nerviosismo, el miedo chocan con nuestro sentido cívico del deber.
Episodio 2: La Estación de Servicio. 5 días tras el Colapso. En un mundo apocalíptico, las necesidades básicas son escasas. El trueque se ha generalizado. Christophe (Philippe Rebbot), propietario de una estación de servicio, raciona el poco combustible que queda a cambio de comida. Sin embargo, los clientes cada vez son más violentos y la cosa se complica; Arrollador metraje que muestra a una sociedad dependiente del oro negro, masas de gente que termina comportándose como zombis.
Episodio 3: El Aeródromo. 6días tras el Colapso. Laurent Desmarest (Thibault de Montalembert), hombre de negocios, recibe la llamada telefónica del departamento gubernamental responsable de evacuar a personas influyentes para ponerlas en lugar seguro. Solo tiene 15 minutos para llegar al aeropuerto más cercano, donde espera el último avión que evacuará gente. Hará todo lo posible por conseguirlo, sin importarle la gente que deja atrás; Extraordinaria crítica al capitalismo salvaje, a su hedonismo, a su avaricia llevándose cuadros en medio del caos, reflejada en este hipócrita protagonista, un millonario egoísta que se cree que todo se puede comprar con dinero, impresionante cuando se sube al aeroplano y comienza a volar en plano-secuencia. También reflejo como en las crisis hay clases.
Episodio 4: La Aldea.: 25 días tras el Colapso. Las ciudades se han vuelto peligrosas debido al caos y la escasez de alimentos. Así que Stéphane, Carine, Mathieu y un grupo de alrededor de treinta personas, llegan a una aldea donde unos veinte hombres y mujeres se organizan en una pequeña sociedad autosuficiente. Los habitantes se reúnen para decidir si aceptan o no a todos los recién llegados. El miedo a ser rechazados les llevará a tomar decisiones sin vuelta atrás; Formidable episodio donde la paranoia y el instinto de supervivencia se apoderan de las personas hasta realizar el peor de los actos, y continuar en una huida hacia adelante, sensacional.
Cada episodio nos pone en una situación crítica que nos embarca en una especie de contrarreloj empujados por que todo sucede en tiempo real azuzados por la espectacular cámara de Clémence Plaquet (tan asombrosa que es capaz de sin cortes subir a un aeroplano y despegar con el piloto, o nadar junto a una mujer para subirse a un barco y volver a tirarse al mar), no hay exploración de los personajes, se muestran en toda su crudeza para lo bueno y malo. Todo filmado con estilo frenético, con guiones hábiles que abren giros sensibles que terminan por tocarte emocionalmente, sintiéndonos presos de este caos, haciéndonos revolvernos en el asiento: Serie que en su honestidad no busca juzgar, simplemente nos pone contra el paredón de nuestras debilidades, nuestro cainismo ancestral.
8 episodios. El título de cada episodio se refiere a una ubicación específica, así como al tiempo transcurrido desde el día D correspondiente al primer día del colapso. Cada episodio que representa un avance cronológico en comparación con el anterior, hasta el día 170 para el episodio 7, solo el episodio final (episodio 8), retrocede 5 días en comparación con el día D.
Episodio 1: El Supermercado. 2 días tras el Colapso. En un momento en que se agotan los recursos, Omar (Bellamine Abdelmalek), un cajero en un supermercado, tiene que enfrentar las demandas singulares de los clientes preocupados por los problemas de suministro. Su novia aparece sin previo aviso con algunos amigos para abastecerse de comida y huir esa misma noche de la ciudad. Omar duda en sí quedarse en la ciudad o ayudar a sus amigos a robar los suministros; Excelente presentación donde ya nos muestran una situación tan cercana como que incluso ya la hemos vivido. De como el nerviosismo, el miedo chocan con nuestro sentido cívico del deber.
Episodio 2: La Estación de Servicio. 5 días tras el Colapso. En un mundo apocalíptico, las necesidades básicas son escasas. El trueque se ha generalizado. Christophe (Philippe Rebbot), propietario de una estación de servicio, raciona el poco combustible que queda a cambio de comida. Sin embargo, los clientes cada vez son más violentos y la cosa se complica; Arrollador metraje que muestra a una sociedad dependiente del oro negro, masas de gente que termina comportándose como zombis.
Episodio 3: El Aeródromo. 6días tras el Colapso. Laurent Desmarest (Thibault de Montalembert), hombre de negocios, recibe la llamada telefónica del departamento gubernamental responsable de evacuar a personas influyentes para ponerlas en lugar seguro. Solo tiene 15 minutos para llegar al aeropuerto más cercano, donde espera el último avión que evacuará gente. Hará todo lo posible por conseguirlo, sin importarle la gente que deja atrás; Extraordinaria crítica al capitalismo salvaje, a su hedonismo, a su avaricia llevándose cuadros en medio del caos, reflejada en este hipócrita protagonista, un millonario egoísta que se cree que todo se puede comprar con dinero, impresionante cuando se sube al aeroplano y comienza a volar en plano-secuencia. También reflejo como en las crisis hay clases.
Episodio 4: La Aldea.: 25 días tras el Colapso. Las ciudades se han vuelto peligrosas debido al caos y la escasez de alimentos. Así que Stéphane, Carine, Mathieu y un grupo de alrededor de treinta personas, llegan a una aldea donde unos veinte hombres y mujeres se organizan en una pequeña sociedad autosuficiente. Los habitantes se reúnen para decidir si aceptan o no a todos los recién llegados. El miedo a ser rechazados les llevará a tomar decisiones sin vuelta atrás; Formidable episodio donde la paranoia y el instinto de supervivencia se apoderan de las personas hasta realizar el peor de los actos, y continuar en una huida hacia adelante, sensacional.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Episodio 5: La Central. 45 días tras el Colapso. Un ingeniero nuclear intenta, con la ayuda de voluntarios, enfrían el combustible de una central nuclear a base de cubos de agua. En realidad, están haciendo tiempo a la espera de que un grupo de técnicos repare la presa. La central se está calentando cada vez más y amenaza con estallar y expedir toda su radioactividad sobre los pueblos cercanos; Este capítulo tiene la tara de ser de noche y muchas situaciones cuesta verlas. Aunque la tensión se masca en un crescendo hastiante.
Episodio 6: La Residencia. 55 días tras el Colapso. A pesar del colapso de la sociedad, un enfermero, Marco (Bastien Ughetto), continúa metódicamente su trabajo con los ancianos internados en una residencia. Es el único trabajador que no ha abandonado el edificio; Sin duda es el episodio más desgarrador, el que se te hunde más en el corazón, de los que te conmueve tanto que te deja un halo en el subconsciente de amargura pesarosa. Con una interpretación sensacional del protagonista Ughetto y de la anciana Catherine Salviat, es de los metrajes que resuena en tu memoria por mucho tiempo, ello en su reflexión sobre como tratamos a nuestros mayores, al altruismo puro, al sacrificio como acto de amor.
Episodio 7: La Isla. 170 días tras el Colapso. A bordo de un velero, una mujer, Sofia Desmarest (Lubna Azabal), la esposa de Laurent, el del episodio 3, aparece en una playa de la nada, busca una isla con una infraestructura preparada para acoger a supervivientes que hayan obtenido un permiso especial. La lucha contra los elementos y contra otras personas que quieren hacerse con su barco, le llevarán a una aventura de supervivencia; Colosal tour de forcé de Azabal, arrolladora en su expresividad y fisicidad, solo compitiendo con la apabullante labor de la cámara que sube y baja al mar apegándose a la protagonista, embarcándonos en una aventura de supervivencia darwinista sensacional, donde el carácter distópico se acrecienta con la presencia de unos drones guardianes.
Episodio 8: La Emisión. 5 días antes del Colapso. Mientras la sociedad moderna está al borde del caos, un científico, Jacques (Yannick Choirat) y activistas ambientales están a punto de irrumpir en un plató de televisión donde está debatiendo la Ministra de Ecología, Sofia (Lubna Azabal) con unos tertulianos desenfadados que quitan hierro a la situación. Quieren avisar de lo que se avecina, pero no les toman en serio; Es curioso como aquí introducen a Sofia, la misma que en el episodio 7 de “La isla” se comporta como una depredadora, aquí ridiculiza las teorías colapsistas desd su atalaya de ministra, manteniendo un chispeante duelo de argumentos con Choirat en su rol de alarmista-cercano a la realidad.
El concepto Colapsología parte de la idea de que el hombre altera permanentemente su entorno y propaga el concepto de emergencia ecológica, vinculado en particular al calentamiento global y al colapso de la biodiversidad. Los colapsólogos creen, sin embargo, que el colapso de la civilización industrial podría provenir de la conjunción de diferentes crisis: crisis ambiental, pero también crisis energética, económica, geopolítica, democrática, etc. La colapsología se presenta como un ejercicio transdisciplinario que involucra ecología, economía , antropología, sociología, psicología, biofísica, biogeografía, agricultura, demografía, política, geopolítica, bioarqueología, la historia, la futurología, la salud, la ley y el arte.
Me queda una de las series más impactantes que recuerdo haber visto últimamente, de las que te cala en su poder realista. Fuerza y honor!!!
Episodio 6: La Residencia. 55 días tras el Colapso. A pesar del colapso de la sociedad, un enfermero, Marco (Bastien Ughetto), continúa metódicamente su trabajo con los ancianos internados en una residencia. Es el único trabajador que no ha abandonado el edificio; Sin duda es el episodio más desgarrador, el que se te hunde más en el corazón, de los que te conmueve tanto que te deja un halo en el subconsciente de amargura pesarosa. Con una interpretación sensacional del protagonista Ughetto y de la anciana Catherine Salviat, es de los metrajes que resuena en tu memoria por mucho tiempo, ello en su reflexión sobre como tratamos a nuestros mayores, al altruismo puro, al sacrificio como acto de amor.
Episodio 7: La Isla. 170 días tras el Colapso. A bordo de un velero, una mujer, Sofia Desmarest (Lubna Azabal), la esposa de Laurent, el del episodio 3, aparece en una playa de la nada, busca una isla con una infraestructura preparada para acoger a supervivientes que hayan obtenido un permiso especial. La lucha contra los elementos y contra otras personas que quieren hacerse con su barco, le llevarán a una aventura de supervivencia; Colosal tour de forcé de Azabal, arrolladora en su expresividad y fisicidad, solo compitiendo con la apabullante labor de la cámara que sube y baja al mar apegándose a la protagonista, embarcándonos en una aventura de supervivencia darwinista sensacional, donde el carácter distópico se acrecienta con la presencia de unos drones guardianes.
Episodio 8: La Emisión. 5 días antes del Colapso. Mientras la sociedad moderna está al borde del caos, un científico, Jacques (Yannick Choirat) y activistas ambientales están a punto de irrumpir en un plató de televisión donde está debatiendo la Ministra de Ecología, Sofia (Lubna Azabal) con unos tertulianos desenfadados que quitan hierro a la situación. Quieren avisar de lo que se avecina, pero no les toman en serio; Es curioso como aquí introducen a Sofia, la misma que en el episodio 7 de “La isla” se comporta como una depredadora, aquí ridiculiza las teorías colapsistas desd su atalaya de ministra, manteniendo un chispeante duelo de argumentos con Choirat en su rol de alarmista-cercano a la realidad.
El concepto Colapsología parte de la idea de que el hombre altera permanentemente su entorno y propaga el concepto de emergencia ecológica, vinculado en particular al calentamiento global y al colapso de la biodiversidad. Los colapsólogos creen, sin embargo, que el colapso de la civilización industrial podría provenir de la conjunción de diferentes crisis: crisis ambiental, pero también crisis energética, económica, geopolítica, democrática, etc. La colapsología se presenta como un ejercicio transdisciplinario que involucra ecología, economía , antropología, sociología, psicología, biofísica, biogeografía, agricultura, demografía, política, geopolítica, bioarqueología, la historia, la futurología, la salud, la ley y el arte.
Me queda una de las series más impactantes que recuerdo haber visto últimamente, de las que te cala en su poder realista. Fuerza y honor!!!
9
14 de enero de 2025
14 de enero de 2025
64 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
13/13(13/01/25) Todo un impacto este film de animación estonio, que he visto impulsado por su reciente Premio Globo de Oro en categoría de Animación, también ha sido seleccionada como la entrada letona a Mejor Largometraje Internacional en los Oscar (a fecha de hoy aún no han salido las nominaciones). Maravillosa película de aventuras desarrollada sin palabras (el director afirmó se inspiró en Jacques Tati), protagonizada única y exclusivamente por animales, sin ser antropomorfizados, tienen su aspecto natural y se comportan como estos, con sus instintos primarios propios, emiten sus sonidos originales y no hacen gestos faciales humanos. Sucediendo la historia en un mundo sin humanos, pero si con sus huellas (nunca se da una teoría sobre que ha pasado para que no se vena humanos, o para esta inundación) , pues vemos construcciones, estatuas, fabricaciones suyas, pero no a ellos, y en esto hay una inundación cuasi apocalíptica donde varios animales buscan su salvación en medio del caos imperante, mediante esta nimia historia se exaltará la amistad con el diferente, la solidaridad, el compañerismo, o el trabajo en equipo por un bien mayor. Dirigido por Gints Zilbalodis y escrita por Zilbalodis y Matīss Kaža, para una historia que puede maravillar a los pequeños, con una bella lección humanista (aun siendo protagonistas animales), aleccionado sobre valores ya mencionados, a la par que puede seducir a los mayores (entre los que me cuento), con un relato de supervivencia trepidante, en el que te identificaras con estos protagonistas. Ello enmarcado en entorno de una enorme belleza en su estética visual cautivadora, con fondos cargados de poesía, la figura de un gato mayestático, selváticos, forestales, montañas místicas, y en sus paisajes y delineación de animalillos que consiguen conmovernos, gracias en gran medida al director de animación Léo Silly-Pélissier que proyecta con lirismo el hechizo de un libro ilustrado, con cromatismos vitalistas, arrebatadas puestas de sol. Creada con el software de gráficos de Blender, evoluciona rápidamente.
Todo ello regando la trama de un poso cuasi espiritual cargado de realismo mágico en varios elementos, como es esa ballena ‘lovecraftiana’, esos bosques que acaban en las ruinas de una antigua civilización con epicentro en un enorme anfiteatro comido por la vegetación por el que surcan intrigados los animales, allí uina colonia de lémures parecen haber encontrado su reino. Esto implosiona en la cima de la montaña (cual monte Sinai) en una hermosa escena celestial. Combinando con equilibrio el drama, el humor y la aventura por vivir un poco más en un mundo apocalíptico, donde un grupo de animales heterogéneo, liderado por un enternecedor gatito negro de grandes ojos, deben ir superando las dificultades y peligros que les van sobreviniendo, deberán de saber cooperar para salvar los aprietos. Creando en el espectador (ósea, yo) una experiencia hipnóticamente inmersiva, apoyada en fascinantes planos-secuencia que te hacen vivir junto a este gato su zozobra.
Un gato negro deambula por un bosque cuando una jauría de perros llega al río para pescar. Cuando dos de los perros se pelean por un pez, el gato toma el pez y es perseguido inmediatamente por los perros. El gato pierde a los perros, pero nota una estampida de ciervos (con claros efluvios a la espantada de ñus en El rey León) antes de ser atrapado por un tsunami. El gato y los perros sobreviven a la inundación llegando a un terreno más alto. Un Labrador Retriever amarillo sigue al gato hasta una cabaña abandonada decorada con esculturas de madera de gatos antes de que ambos noten que el nivel del agua sube rápidamente y el Labrador se une a los otros perros en un bote. Con la cabaña consumida por la inundación, el gato trepa sobre una estatua gigante de gato hasta que las aguas alcanzan la parte superior de la cabeza de la estatua. Cuando el agua que sube sumerge completamente la estatua, el gato salta a un velero que se acerca con un capibara a bordo.
El minino protagonista es un felino gris y flacucho de género indeterminado, con unos ojos expresivos, generando sensaciones por sus pupilas, marcando emociones con su escuálido cuerpo, con sus orejitas, su postura, el movimiento de su cola. Asustadizo al principio, con la curiosidad de un gato, inteligente, inquieto, un ser diminuto en medio de un mundo que colapsa ante su insignificancia, intenta sobrevivir ante todos los obstáculos que se le ponen en frente, bien sea la hostilidad de otros animales o el apocalipsis tsunámico que le sobreviene. Con constantes carreras, persecuciones, huidas, saltos, caídas, teniendo una ‘isla salvadora’ en un particular Arca de Noe de velero donde durante este ‘diluvio bíblico’ se encuentran varios animales (un manso capibara, un lémur que acapara objetos brillantes en un cesto, un perro labrador, y un pájaro secretario que de primeras parece un peligro, pero acaba siendo el líder timonel del barco, majestuosa su figura erguida como cuasi-capitán) para surcar estas aguas hacia un destino incierto marcado simbólicamente por unos ‘fálicos’ montes en el horizonte. Durante esta experiencia los animales irán gradualmente creciendo en su relación, forjando una amistad que resulta natural, sin ser inverosímil, como el gato que, tras tener miedo al agua, termina por saber no solo nadar, si no bucear para pesar peces (ello en unas secuencias de una beldad subyugante), como lo es la aparición de ese ballenato de resonancias religiosas), que los ofrece a la tripulación del velero, un canto al entendimiento a la vez que a saber adaptarse. Teniendo en el bote momentos tan sublimes como esa tormenta que hace temer pro que vuelquen en medio de las violentas olas. Toda la aventura culminando de modo poético (otra vez el palabro), con un clímax vertiginoso, para luego una trémula mirada a la finitud hasta de los más grandes, y acabando con una mirada (habiendo una escena entre los títulos de crédito).
Todo ello regando la trama de un poso cuasi espiritual cargado de realismo mágico en varios elementos, como es esa ballena ‘lovecraftiana’, esos bosques que acaban en las ruinas de una antigua civilización con epicentro en un enorme anfiteatro comido por la vegetación por el que surcan intrigados los animales, allí uina colonia de lémures parecen haber encontrado su reino. Esto implosiona en la cima de la montaña (cual monte Sinai) en una hermosa escena celestial. Combinando con equilibrio el drama, el humor y la aventura por vivir un poco más en un mundo apocalíptico, donde un grupo de animales heterogéneo, liderado por un enternecedor gatito negro de grandes ojos, deben ir superando las dificultades y peligros que les van sobreviniendo, deberán de saber cooperar para salvar los aprietos. Creando en el espectador (ósea, yo) una experiencia hipnóticamente inmersiva, apoyada en fascinantes planos-secuencia que te hacen vivir junto a este gato su zozobra.
Un gato negro deambula por un bosque cuando una jauría de perros llega al río para pescar. Cuando dos de los perros se pelean por un pez, el gato toma el pez y es perseguido inmediatamente por los perros. El gato pierde a los perros, pero nota una estampida de ciervos (con claros efluvios a la espantada de ñus en El rey León) antes de ser atrapado por un tsunami. El gato y los perros sobreviven a la inundación llegando a un terreno más alto. Un Labrador Retriever amarillo sigue al gato hasta una cabaña abandonada decorada con esculturas de madera de gatos antes de que ambos noten que el nivel del agua sube rápidamente y el Labrador se une a los otros perros en un bote. Con la cabaña consumida por la inundación, el gato trepa sobre una estatua gigante de gato hasta que las aguas alcanzan la parte superior de la cabeza de la estatua. Cuando el agua que sube sumerge completamente la estatua, el gato salta a un velero que se acerca con un capibara a bordo.
El minino protagonista es un felino gris y flacucho de género indeterminado, con unos ojos expresivos, generando sensaciones por sus pupilas, marcando emociones con su escuálido cuerpo, con sus orejitas, su postura, el movimiento de su cola. Asustadizo al principio, con la curiosidad de un gato, inteligente, inquieto, un ser diminuto en medio de un mundo que colapsa ante su insignificancia, intenta sobrevivir ante todos los obstáculos que se le ponen en frente, bien sea la hostilidad de otros animales o el apocalipsis tsunámico que le sobreviene. Con constantes carreras, persecuciones, huidas, saltos, caídas, teniendo una ‘isla salvadora’ en un particular Arca de Noe de velero donde durante este ‘diluvio bíblico’ se encuentran varios animales (un manso capibara, un lémur que acapara objetos brillantes en un cesto, un perro labrador, y un pájaro secretario que de primeras parece un peligro, pero acaba siendo el líder timonel del barco, majestuosa su figura erguida como cuasi-capitán) para surcar estas aguas hacia un destino incierto marcado simbólicamente por unos ‘fálicos’ montes en el horizonte. Durante esta experiencia los animales irán gradualmente creciendo en su relación, forjando una amistad que resulta natural, sin ser inverosímil, como el gato que, tras tener miedo al agua, termina por saber no solo nadar, si no bucear para pesar peces (ello en unas secuencias de una beldad subyugante), como lo es la aparición de ese ballenato de resonancias religiosas), que los ofrece a la tripulación del velero, un canto al entendimiento a la vez que a saber adaptarse. Teniendo en el bote momentos tan sublimes como esa tormenta que hace temer pro que vuelquen en medio de las violentas olas. Toda la aventura culminando de modo poético (otra vez el palabro), con un clímax vertiginoso, para luego una trémula mirada a la finitud hasta de los más grandes, y acabando con una mirada (habiendo una escena entre los títulos de crédito).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Siete horas de música fueron compuestas por Zilbalodis y Rihards Zal, 50 minutos de ella fueron utilizados en la película, con melodías de percusión y cuerda que se engarzan de modo sugestivo a la trama mística; El diseñador de sonido Gurwal Coïc-Gallas utilizó sonidos de animales reales para cada personaje representado en la película; la única excepción fue el capibara. Como los sonidos reales del capibara eran demasiado agudos y desagradables, Coïc-Gallas utilizó en su lugar los sonidos de un camello bebé.
Spoiler:
Momentos recordables (aparte de los ya mencionados): El gato sube a la cima de uno de esos ‘montes’ en forma de pilares, allí se encuentra el secretario, y de pronto ambos son envueltos en una espiral de luz brillante que los eleva al cielo, en una imagen de un realismo mágico de tocarte la fibra sensible en su poder evocador, hasta que al final el gato es vuelto a dejar sobre la cima, y el ave si desaparece hacia una luz intensa y desaparece; Ese clímax on el velero enganchado en un árbol suspendido sobre un abismo y como animales trabajan en equipo para intentar salvar a los que en el esquife aún quedan (labrador, lémur y capibara), perros que tiran de la cuerda que acerca el bote a tierra deciden abandonar al ver cerca a unos conejos, pero un perro acaba quedándose y con su ayuda se salvan todos antes de caer al tajo el barquito; Aparece otra estampida de ciervos. El gato sigue la estampida antes de ver a la ballena varada en el bosque. El gato consuela a la ballena antes de que el capibara, el labrador y el lémur se reencuentren con el gato y miren su reflejo en un charco de agua. Una alegoría que cada cual buscará sentido, sobre todo por como el lémur se miraba en el espejo, la búsqueda de su propia identidad encontrada tras la aventura. En una secuencia post créditos, se ve a una ballena emergiendo del océano.
En conjunto, me queda una cautivadora obra, que rezuma una frescura y vitalismo cutáneo. Gloria Ucrania!!!
Spoiler:
Momentos recordables (aparte de los ya mencionados): El gato sube a la cima de uno de esos ‘montes’ en forma de pilares, allí se encuentra el secretario, y de pronto ambos son envueltos en una espiral de luz brillante que los eleva al cielo, en una imagen de un realismo mágico de tocarte la fibra sensible en su poder evocador, hasta que al final el gato es vuelto a dejar sobre la cima, y el ave si desaparece hacia una luz intensa y desaparece; Ese clímax on el velero enganchado en un árbol suspendido sobre un abismo y como animales trabajan en equipo para intentar salvar a los que en el esquife aún quedan (labrador, lémur y capibara), perros que tiran de la cuerda que acerca el bote a tierra deciden abandonar al ver cerca a unos conejos, pero un perro acaba quedándose y con su ayuda se salvan todos antes de caer al tajo el barquito; Aparece otra estampida de ciervos. El gato sigue la estampida antes de ver a la ballena varada en el bosque. El gato consuela a la ballena antes de que el capibara, el labrador y el lémur se reencuentren con el gato y miren su reflejo en un charco de agua. Una alegoría que cada cual buscará sentido, sobre todo por como el lémur se miraba en el espejo, la búsqueda de su propia identidad encontrada tras la aventura. En una secuencia post créditos, se ve a una ballena emergiendo del océano.
En conjunto, me queda una cautivadora obra, que rezuma una frescura y vitalismo cutáneo. Gloria Ucrania!!!
7
5 de enero de 2020
5 de enero de 2020
73 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
241/25(28/12/19) Obra inclasificable, difícil de recomendar, film de terror psicológico dirigido y producido por Robert Eggers en lo que es su segundo largometraje tras “The witch” (2015), coescribió el guión con su hermano Max Eggers, siendo protagonizada en un formidable tour de forcé por Dafoe y Pattinson como dos fareros que comienzan a perder la cordura cuando una tormenta los deja en la remota isla donde están estacionados. Según Eggers, aunque la historia final se parece poco al fragmento "The Light-House" de Edgar Allan Poe (en el cual un hombre se encarga de cuidar un faro en un mar tranquilo de Noruega), la película comenzó como un intento de su hermano Max Eggers de hacer una versión contemporánea de esta historia que fue el último relato (e inacabado) del novelista bostoniano. Cuando el proyecto se estancó, Robert trabajó con Max y se convirtió en un thriller de época con los elementos de Poe eliminados, trasladando la acción al siglo XIX, a las costas de Nueva Inglaterra. La literatura de la escritora basada en Maine Sarah Orne Jewett sirvió como punto de referencia significativo para los dialectos utilizados en The Lighthouse. Elementos marítimos y surrealistas de las obras de Samuel Taylor Coleridge, Herman Melville y Robert Louis Stevenson también son influencia para el guión. Según Eggers, un incidente del año 1801 en el Smalls Lighthouse en Gales que involucró a dos fareros (ambos llamados Thomas, como en la película) fue una fuente adicional de inspiración, que se contó con más fidelidad en la película de Chris Crow de 2016, también llamada The Lighthouse. También se atisba que el film bebe de otras películas como la kubrickiana “El resplandor”, o la scorsesiana “Shutter Island”, y en su surrelismo y en el final claramente embebido del espíritu juguetón de David Lynch.
No es película para todos los paladares, pero quien entre en su historia tendrá picos de calidad artística, sin ser redonda si podrás encontrar elementos satisfactorios. La historia se fundamente en una batalla por el poder y la dominación, contienda tensa entre los dos únicos protagonistas, la veteranía vs la juventud, lucha malsana donde se mezclan ira violenta y tensión homoerótica, donde se dan peleas, borracheras, canciones marineras, paranoias, supersticiones. Esto en un contexto que arranca indagando en la soledad, el aislamiento, el temor a lo desconocido, o las represiones sexuales. Todo esto con un marcado tono de cuento alucinatorio, donde se dan cita lo existencial, el surrealismo, potenciado por un punto de vista del protagonista poco fiable, donde hay una fina y difusa línea entre lo real y la fantasía pesadillesca. Esto es atomizado por la fascinante estética de la cinta en glorioso b/n y filmada en relación de aspecto de 1.19: 1, que imprime una atmósfera que maximiza la sensación de claustrofobia, reinando un estilo expresionista gótico, conformando cuadros de una belleza sibarita, incidiendo en un clima melancólico asfixiante, con un reguero de secuencias que nos hacen sentir la humedad, el frio, el viento, ello destilando poesía en fotogramas.
Es una cinta que ahonda en un retrato de personalidades heridas, dos seres autodestructivos, dos caras de la misma moneda, dos seres acuciados por fantasmas del pasado que les hacen lastimeros poseedores de sentimientos de culpa que cada uno sobrelleva a su manera. Un duelo entre el veterano de vuelta de todo y el joven atormentado, una lucha de poder, donde la violencia latente parece inevitable, el premio cuasi-místico es la Luz (del faro), luminaria que es poseída cual tesoro por el veterano, no dejando al ‘advenedizo’ acercarse a ella, que claramente una alegoría con muchas sub lecturas, des prometeicas, hasta platónicas (El Mito de la Caverna). Pero este entente tendrá vaivenes inesperados regados por las tradiciones y mitologías marinas, las gaviotas (leyenda dice es mala suerte matar ave marina, llevan almas de marineros muertos), las sirenas, los Kraken, las borracheras (que entroncan con las del capitán Ahab de “Moby Dick”), las canciones marinas, las tormentas, y por supuesto la omnipresente Luz del faro con resonancias estéticas. Esto Eggers lo expone edificando un absorbente clima, donde la soledad de los personajes nos llega, como les afecta, una isla desierta, donde como cual deidad se eleva el Faro que gira cual Sol alrededor del terrucho en medio de la nada que es la ínsula abrazada por el infinito océano, imprimiendo esto una gran sensación de claustrofobia.
Todo este ambiente agrio se puede leer como un estudio sobre la represión sexual, de manifiesto cuando vemos masturbarse excitándose con una talla de madera, sirena que luego verá por la isla, en puede reflejo de su sexualidad cohibida. También incidiendo en esto se podría entender como un estudio de la aletargada homosexualidad, donde la tensión sexual entre los protagonistas es permanente en cada encuentro, donde las borracheras y bailes parecen un cortejo en que en cualquier momento sonará la música de “Brokeback Mountain”, donde incluso ese afán por la dominación uno de otro puede ser visto como una batalla buscar la sumisión sexual uno del otro.
Eggers juega con el espectador, con su percepción, en modo David Lynch suelta de vez en cuando secuencias oníricas (o no!), nuestra visión es la de Wislow, pero esta parece estar poseída por notorios problemas mentales que distorsionan la realidad (o no!), con lo que hay una fina entre lo real y lo fantasioso (ejemplificado esto en la visión de una sirena [Valeriia Karaman], sintiéndonos con él en un descenso pesadillesco donde la cordura pierde sentido a pasos agigantados, una odisea existencial donde los secretos son una pesada carga que al salir abren grietas que redoblan el hastío. Pero el director cual (repito) creador de “Mullholland Drive” no da respuestas, deja el espectador saque sus propias conclusiones, deja abierta todas las elucubraciones, y eso se convierte en un arma de doble filo… (sigo en spoiler)
No es película para todos los paladares, pero quien entre en su historia tendrá picos de calidad artística, sin ser redonda si podrás encontrar elementos satisfactorios. La historia se fundamente en una batalla por el poder y la dominación, contienda tensa entre los dos únicos protagonistas, la veteranía vs la juventud, lucha malsana donde se mezclan ira violenta y tensión homoerótica, donde se dan peleas, borracheras, canciones marineras, paranoias, supersticiones. Esto en un contexto que arranca indagando en la soledad, el aislamiento, el temor a lo desconocido, o las represiones sexuales. Todo esto con un marcado tono de cuento alucinatorio, donde se dan cita lo existencial, el surrealismo, potenciado por un punto de vista del protagonista poco fiable, donde hay una fina y difusa línea entre lo real y la fantasía pesadillesca. Esto es atomizado por la fascinante estética de la cinta en glorioso b/n y filmada en relación de aspecto de 1.19: 1, que imprime una atmósfera que maximiza la sensación de claustrofobia, reinando un estilo expresionista gótico, conformando cuadros de una belleza sibarita, incidiendo en un clima melancólico asfixiante, con un reguero de secuencias que nos hacen sentir la humedad, el frio, el viento, ello destilando poesía en fotogramas.
Es una cinta que ahonda en un retrato de personalidades heridas, dos seres autodestructivos, dos caras de la misma moneda, dos seres acuciados por fantasmas del pasado que les hacen lastimeros poseedores de sentimientos de culpa que cada uno sobrelleva a su manera. Un duelo entre el veterano de vuelta de todo y el joven atormentado, una lucha de poder, donde la violencia latente parece inevitable, el premio cuasi-místico es la Luz (del faro), luminaria que es poseída cual tesoro por el veterano, no dejando al ‘advenedizo’ acercarse a ella, que claramente una alegoría con muchas sub lecturas, des prometeicas, hasta platónicas (El Mito de la Caverna). Pero este entente tendrá vaivenes inesperados regados por las tradiciones y mitologías marinas, las gaviotas (leyenda dice es mala suerte matar ave marina, llevan almas de marineros muertos), las sirenas, los Kraken, las borracheras (que entroncan con las del capitán Ahab de “Moby Dick”), las canciones marinas, las tormentas, y por supuesto la omnipresente Luz del faro con resonancias estéticas. Esto Eggers lo expone edificando un absorbente clima, donde la soledad de los personajes nos llega, como les afecta, una isla desierta, donde como cual deidad se eleva el Faro que gira cual Sol alrededor del terrucho en medio de la nada que es la ínsula abrazada por el infinito océano, imprimiendo esto una gran sensación de claustrofobia.
Todo este ambiente agrio se puede leer como un estudio sobre la represión sexual, de manifiesto cuando vemos masturbarse excitándose con una talla de madera, sirena que luego verá por la isla, en puede reflejo de su sexualidad cohibida. También incidiendo en esto se podría entender como un estudio de la aletargada homosexualidad, donde la tensión sexual entre los protagonistas es permanente en cada encuentro, donde las borracheras y bailes parecen un cortejo en que en cualquier momento sonará la música de “Brokeback Mountain”, donde incluso ese afán por la dominación uno de otro puede ser visto como una batalla buscar la sumisión sexual uno del otro.
Eggers juega con el espectador, con su percepción, en modo David Lynch suelta de vez en cuando secuencias oníricas (o no!), nuestra visión es la de Wislow, pero esta parece estar poseída por notorios problemas mentales que distorsionan la realidad (o no!), con lo que hay una fina entre lo real y lo fantasioso (ejemplificado esto en la visión de una sirena [Valeriia Karaman], sintiéndonos con él en un descenso pesadillesco donde la cordura pierde sentido a pasos agigantados, una odisea existencial donde los secretos son una pesada carga que al salir abren grietas que redoblan el hastío. Pero el director cual (repito) creador de “Mullholland Drive” no da respuestas, deja el espectador saque sus propias conclusiones, deja abierta todas las elucubraciones, y eso se convierte en un arma de doble filo… (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… Y es que en su tramo final, cual traca la narración se desboca de modo imperial hacia lo místico pasándose de vueltas en su surrealismo, se desboca cual potro sin control y hace los asideros que pudiéramos tener implosionen, y con ello no sea el film satisfactorio que podría haber sido, como si el aluvión de ideas formará parte de un rompecabezas que al no saber cómo acabarlo pretenden descolocar al espectador, intentando que lo abstracto visual generé suficiente desorientación y con ello se nos hurte de algo a que agarrarnos, quedándome la magia de unas imágenes de poderoso influjo, la inmersión tremenda en esta isla, y las buenísimas actuaciones del binomio.
La cinta tiene su gran pilar en el magnífico duelo actoral. Willem Dafoe está sensacional como esta peculiar mezcla entre los literarios capitanes marinos Ahab de “Moby Dick” y el Haddock de “Tintin”, con un carisma que desborda la pantalla arrolla con sus punzantes monólogos saca dos de Herman Melville, no actúa, lo ves transmutado en ese lenguaraz ventoso (turbador como se tira pedos, aunque no fue el realmente, se pusieron las ventosidades en post-producción), con momentos divertidos en su verborrea burlona (ese modo de brindar tan marino de "Dios, que oye las oleadas, se dignó salvar un alma suplicante"), maneja los estados de ánimo de modo maravilloso, capaz de pasar de lo rudo a lo jocoso con naturalidad. Manteniendo una química brutal con su partenaire; Robert Pattison vuelve a demostrar en este rol que desea quitarse la grimante etiqueta de la pestilente saga “Crepúsculo”, lo hace manteniendo con dignidad dando réplica al gran Dafoe, apoyándose en gran expresividad, mirada intensa, gestualidad notable, interpretación valiente (ejemplo el tramo onanista). Él se mantiene en pantalla la mayor parte del tiempo, es nuestra inquieta visión en esta extraña isla, destila todo un arco de emociones radiantes, desde la ira (perdurará en el tiempo la forma en que acaba con una gaviota), la frustración, la soledad, la fragilidad. Ello con papel lacónico, dejando entrever grietas en su alma, sus debilidades sexuales con las fantasías con la sirena o con la tensión homoerótica con Thomas Wake. Vibrante la camaradería que fluye entre los dos en la noche de borrachera.
La puesta en escena es co-protagonista esencial para imantar al espectador, ello fusionándose de modo fenomenal cdon el estado de ánimo malsano del relato. Empezando por el gran diseño de producción de Craig Lathrop (“The witch”), filmando en Nueva Escocia (Canadá), en espacios naturales en Leif Erikson Park en Cape Forchu, donde se construyó un faro de 20 metros para la película, que según Eggers podría brillar durante 16 millas (25 kilómetros), y para interiores en un hangar en el Aeropuerto Internacional de Yarmouth en Halifax, destaca en este aspecto la hipnótica escalera en espiral del faro; Todo atomizado por la magna cinematografía en glorioso b/n de de Jarin Blasche (“The witch”), componiendo cuadros de una belleza sibarita, jugando con la penumbras, los claroscuros, las sombras, con encuadres hermosos, con tomas generales de la isla evocadoras, con planos cenitales lisérgicos (como el de la escalera en espiral del faro), con imágenes de claro carácter onírico, todo incidiendo de modo fascinante en sentirnos en la mente de Winslow; Se añade el magistral diseño de sonido de Damian Volpe (“Drive”), crean con los sonidos de fondo un aura envolvente que te sumerge en el lugar, con esa disonancia del cuerno de niebla, esas tormentas, ese romper de olas; Esto sesteado por la música de Mark Korven (“The witch”), melodías atonales, con mucho de cuerda y percusión, ello en miscelánea con la febril atmósfera.
En conjunto me queda una película que sin ser redonda, con sus taras en un final de huida hacia la nada, pero en el camino hay gran poder de sugestión en ese enfrentamiento marino. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/01/el-faro.html
La cinta tiene su gran pilar en el magnífico duelo actoral. Willem Dafoe está sensacional como esta peculiar mezcla entre los literarios capitanes marinos Ahab de “Moby Dick” y el Haddock de “Tintin”, con un carisma que desborda la pantalla arrolla con sus punzantes monólogos saca dos de Herman Melville, no actúa, lo ves transmutado en ese lenguaraz ventoso (turbador como se tira pedos, aunque no fue el realmente, se pusieron las ventosidades en post-producción), con momentos divertidos en su verborrea burlona (ese modo de brindar tan marino de "Dios, que oye las oleadas, se dignó salvar un alma suplicante"), maneja los estados de ánimo de modo maravilloso, capaz de pasar de lo rudo a lo jocoso con naturalidad. Manteniendo una química brutal con su partenaire; Robert Pattison vuelve a demostrar en este rol que desea quitarse la grimante etiqueta de la pestilente saga “Crepúsculo”, lo hace manteniendo con dignidad dando réplica al gran Dafoe, apoyándose en gran expresividad, mirada intensa, gestualidad notable, interpretación valiente (ejemplo el tramo onanista). Él se mantiene en pantalla la mayor parte del tiempo, es nuestra inquieta visión en esta extraña isla, destila todo un arco de emociones radiantes, desde la ira (perdurará en el tiempo la forma en que acaba con una gaviota), la frustración, la soledad, la fragilidad. Ello con papel lacónico, dejando entrever grietas en su alma, sus debilidades sexuales con las fantasías con la sirena o con la tensión homoerótica con Thomas Wake. Vibrante la camaradería que fluye entre los dos en la noche de borrachera.
La puesta en escena es co-protagonista esencial para imantar al espectador, ello fusionándose de modo fenomenal cdon el estado de ánimo malsano del relato. Empezando por el gran diseño de producción de Craig Lathrop (“The witch”), filmando en Nueva Escocia (Canadá), en espacios naturales en Leif Erikson Park en Cape Forchu, donde se construyó un faro de 20 metros para la película, que según Eggers podría brillar durante 16 millas (25 kilómetros), y para interiores en un hangar en el Aeropuerto Internacional de Yarmouth en Halifax, destaca en este aspecto la hipnótica escalera en espiral del faro; Todo atomizado por la magna cinematografía en glorioso b/n de de Jarin Blasche (“The witch”), componiendo cuadros de una belleza sibarita, jugando con la penumbras, los claroscuros, las sombras, con encuadres hermosos, con tomas generales de la isla evocadoras, con planos cenitales lisérgicos (como el de la escalera en espiral del faro), con imágenes de claro carácter onírico, todo incidiendo de modo fascinante en sentirnos en la mente de Winslow; Se añade el magistral diseño de sonido de Damian Volpe (“Drive”), crean con los sonidos de fondo un aura envolvente que te sumerge en el lugar, con esa disonancia del cuerno de niebla, esas tormentas, ese romper de olas; Esto sesteado por la música de Mark Korven (“The witch”), melodías atonales, con mucho de cuerda y percusión, ello en miscelánea con la febril atmósfera.
En conjunto me queda una película que sin ser redonda, con sus taras en un final de huida hacia la nada, pero en el camino hay gran poder de sugestión en ese enfrentamiento marino. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/01/el-faro.html

6.3
18,896
8
16 de septiembre de 2014
16 de septiembre de 2014
62 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
122/14(24/08/14) Valiente y notable ejercicio de estilo del inglés Steven Knight, en su segundo largo el guionista de “Promesas del Este” y creador de la serie “Peaky Blinders”. Un arriesgado experimento del que sale airoso, durante sus poco más de 80 minutos expuestos en tiempo real solo veremos a un tipo metido en un todoterreno BMW mantener conversaciones por un manos libres y con el fantasma de su padre, no hay persecuciones, no tiroteos, ni secuestrados, ni atracos, ni giros sorpresa, solo un tipo decente intentando poner orden en su vida, intentando a cada problema darle una solución conforme surgen, hacer lo correcto aunque por el camino lo pierda todo, donde el gran pilar es la Colosal interpretación del único actor que veremos, un Tom Hardy titánico.
Ivan Locke (gran Tom Hardy) es un importante capataz de obra, casado felizmente desde hace 15 años con Katrina(Ruth Wilson, su voz) y con dos hijos Eddie (voz de Tom Holland) y Sean (voz de Bill Milner) , una noche tras finalizar su jornada de trabajo en Birmingham se monta en su BMW X5 y recibe una llamada de una mujer, Bethan (la voz de Olivia Colman), que pondrá contra las cuerdas su frágil felicidad, yendo en su auto hacia Londres pero con destino incierto intentando redimirse de sus errores, mientras debe lidiar con su jefe pues a la mañana siguiente tiene una importantísima descarga de hormigón para un gran edificio, su vida familiar y su trabajo peligran y Locke intentará hacer lo correcto aunque ello le cueste perderlo todo, a base de llamadas por el manos libres del teléfono e intentando descargar su ira contra si imaginario padre fallecido discurrirá su odisea vital nocturna que pondrá su status quo en quiebra. En la historia tienen importancia Gareth (la voz de Ben Daniels), su jefe, y su subordinado, Donald (voz de Andrew de Scott).
Es una producción de muy bajo presupuesto, ensayada y rodada en menos de dos semanas, aprovechando un hueco en la apretada agenda de Tom Hardy, filmada en orden cronológico, casi en tiempo real, solo se tomaban tiempos muertos para cambiar las tarjetas de memoria de las cámaras, el BMW estaba montado sobre un camión la mayor parte del tiempo, mientras se circulaba por la autopista. Los actores que interactúan por teléfono con Hardy estaban en un hotel escuchando la vos de este.
Resulta un film difícil de clasificar, puede encuadrarse en la familia de obras como “Buried” o “Última Llamada”, pero mientras estos son thrillers de suspense y tensión, aquí lo que predomina es el drama, la introspección, la reflexión moral, la densidad existencial. Es una arriesgada obra donde el director y guionista lo porfía todo a la fuerza e intensidad de su historia, y al poderío carismático de su protagonista, insuflando al relato un conmovedor halo melancólico, un tono elegiaco en una road-movie que es en realidad un viaje iniciático en el que un hombre anhela recomponer las piezas de una buena vida manchada por una infidelidad, un error que Ivan desea subsanar con dignidad y nobleza. Las dos tramas se cruzan se alimentan una de otra, la del hormigón para el rascacielos es una metáfora sobre la otra, esta nos cuenta que para forjar una vida estable hay que hacer unos cimientos sólidos, si un elemento no es bueno el edificio/estabilidad se resquebraja y puede derruirse. Es una historia que nos habla de los errores fatales, del amor, del sentido del deber, del orgullo de un trabajo bien hecho, de la frustración, de la infidelidad, el sentido de culpa, de las relaciones paterno-filiales, el fuerte sentido de la responsabilidad, de la angustia vital, ello relatado con calado emocional, enmarcado en una puesta en escena ágil, y con gran sentido estético a pesar de su propuesta minimalista, esto sin parafernalia visual, todo centrado en transmitirnos la odisea psicológica de Locke. El angosto entorno en que se mueve el protagonista es utilizado como alegoría de su estado claustrofóbico con respecto a cómo se encuentra atrapado en una situación de complicada salida airosa, con siguiendo que el espectador se haga participe de su angustia psicológica. Los diálogos resultan muy fluidos, de gran intensidad, sin estridencias ni maniqueos histrionismos, en pos de un sutil increscendo dramático que hace nos atrape en su densa red hasta su dulce e inquietante final.
Posee un inicio atrayente, vemos montarse a un tipo un BMW, circula en una noche cerrada, la cámara se adentra en el auto y vemos a un hombre con rostro serio de preocupación, se para en un semáforo en rojo, se nota pensativo, el semáforo se pone verde y el conductor sigue inmóvil, un camión de detrás le pita varias veces, el conductor del BMW parece que ha decidido lo que hace, da un giro brusco, se mete en la autopista y se produce la primera llamada telefónica de las muchas que habrá, la madeja del lío comenzará a deshilarse de modo doliente atrapándote en medio.
Tom Hardy demuestra ser un actor de raza, gran personalidad, tremendo carisma, sin acudir a la sobreactuación, con contención, con flema, sin artificiosos ataques de ira, emitiendo sufrimiento a través de unos sofocantes primeros planos, solo deja salir su hastío con las discusiones oníricas con el fantasma de su padre. Es un buen tipo al borde del abismo e intenta sortearlo a base de decencia moral, de serenidad, de mesura, un personaje tridimensional, con aristas, con muchos matices, con conmovedora humanidad. El resto de voces sirven de gran apoyo, sobre todo las dos mujeres representando dos contrapuestas, la que se ve en una noche abocada al precipicio de una relación matrimonial que se parte, y demuestra entereza y fuerte carácter, como la que parece débil de carácter pero rascando se muestra manipuladora y sibilina, intentando sacar por mor de su estado las palabras mágicas de a Ivan de que este le ama. (continua en spoiler sin)
Ivan Locke (gran Tom Hardy) es un importante capataz de obra, casado felizmente desde hace 15 años con Katrina(Ruth Wilson, su voz) y con dos hijos Eddie (voz de Tom Holland) y Sean (voz de Bill Milner) , una noche tras finalizar su jornada de trabajo en Birmingham se monta en su BMW X5 y recibe una llamada de una mujer, Bethan (la voz de Olivia Colman), que pondrá contra las cuerdas su frágil felicidad, yendo en su auto hacia Londres pero con destino incierto intentando redimirse de sus errores, mientras debe lidiar con su jefe pues a la mañana siguiente tiene una importantísima descarga de hormigón para un gran edificio, su vida familiar y su trabajo peligran y Locke intentará hacer lo correcto aunque ello le cueste perderlo todo, a base de llamadas por el manos libres del teléfono e intentando descargar su ira contra si imaginario padre fallecido discurrirá su odisea vital nocturna que pondrá su status quo en quiebra. En la historia tienen importancia Gareth (la voz de Ben Daniels), su jefe, y su subordinado, Donald (voz de Andrew de Scott).
Es una producción de muy bajo presupuesto, ensayada y rodada en menos de dos semanas, aprovechando un hueco en la apretada agenda de Tom Hardy, filmada en orden cronológico, casi en tiempo real, solo se tomaban tiempos muertos para cambiar las tarjetas de memoria de las cámaras, el BMW estaba montado sobre un camión la mayor parte del tiempo, mientras se circulaba por la autopista. Los actores que interactúan por teléfono con Hardy estaban en un hotel escuchando la vos de este.
Resulta un film difícil de clasificar, puede encuadrarse en la familia de obras como “Buried” o “Última Llamada”, pero mientras estos son thrillers de suspense y tensión, aquí lo que predomina es el drama, la introspección, la reflexión moral, la densidad existencial. Es una arriesgada obra donde el director y guionista lo porfía todo a la fuerza e intensidad de su historia, y al poderío carismático de su protagonista, insuflando al relato un conmovedor halo melancólico, un tono elegiaco en una road-movie que es en realidad un viaje iniciático en el que un hombre anhela recomponer las piezas de una buena vida manchada por una infidelidad, un error que Ivan desea subsanar con dignidad y nobleza. Las dos tramas se cruzan se alimentan una de otra, la del hormigón para el rascacielos es una metáfora sobre la otra, esta nos cuenta que para forjar una vida estable hay que hacer unos cimientos sólidos, si un elemento no es bueno el edificio/estabilidad se resquebraja y puede derruirse. Es una historia que nos habla de los errores fatales, del amor, del sentido del deber, del orgullo de un trabajo bien hecho, de la frustración, de la infidelidad, el sentido de culpa, de las relaciones paterno-filiales, el fuerte sentido de la responsabilidad, de la angustia vital, ello relatado con calado emocional, enmarcado en una puesta en escena ágil, y con gran sentido estético a pesar de su propuesta minimalista, esto sin parafernalia visual, todo centrado en transmitirnos la odisea psicológica de Locke. El angosto entorno en que se mueve el protagonista es utilizado como alegoría de su estado claustrofóbico con respecto a cómo se encuentra atrapado en una situación de complicada salida airosa, con siguiendo que el espectador se haga participe de su angustia psicológica. Los diálogos resultan muy fluidos, de gran intensidad, sin estridencias ni maniqueos histrionismos, en pos de un sutil increscendo dramático que hace nos atrape en su densa red hasta su dulce e inquietante final.
Posee un inicio atrayente, vemos montarse a un tipo un BMW, circula en una noche cerrada, la cámara se adentra en el auto y vemos a un hombre con rostro serio de preocupación, se para en un semáforo en rojo, se nota pensativo, el semáforo se pone verde y el conductor sigue inmóvil, un camión de detrás le pita varias veces, el conductor del BMW parece que ha decidido lo que hace, da un giro brusco, se mete en la autopista y se produce la primera llamada telefónica de las muchas que habrá, la madeja del lío comenzará a deshilarse de modo doliente atrapándote en medio.
Tom Hardy demuestra ser un actor de raza, gran personalidad, tremendo carisma, sin acudir a la sobreactuación, con contención, con flema, sin artificiosos ataques de ira, emitiendo sufrimiento a través de unos sofocantes primeros planos, solo deja salir su hastío con las discusiones oníricas con el fantasma de su padre. Es un buen tipo al borde del abismo e intenta sortearlo a base de decencia moral, de serenidad, de mesura, un personaje tridimensional, con aristas, con muchos matices, con conmovedora humanidad. El resto de voces sirven de gran apoyo, sobre todo las dos mujeres representando dos contrapuestas, la que se ve en una noche abocada al precipicio de una relación matrimonial que se parte, y demuestra entereza y fuerte carácter, como la que parece débil de carácter pero rascando se muestra manipuladora y sibilina, intentando sacar por mor de su estado las palabras mágicas de a Ivan de que este le ama. (continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La fotografía de Haris Zumbarloukos (“Thor”) resulta fascinante, jugando con magistralidad con los reflejos, las luces nocturnas de farolas y coches, cimentando un microcosmos nocturno sensorial cuasi-apocalíptico, rodad con 3 cámaras Red Epic en formato digital otorga a las imágenes profundidad, con hipnóticas exposiciones sobre los cristales, alrededor un paisaje cuasi-avernal donde el mundo está poblado de máquinas impersonales (autos de los que no vemos los conductores), a los que se añaden trémulos primeros planos en momentos álgidos de tensión, espléndida. Esto envuelto en la notable música de Dickon Hinchliffe (“Winter´s Bone”), meciendo con delicadeza la dura historia, a lo que se suma un montaje de Justine Wright (“El Último Rey De Escocia”) que aporta gran dinamismo, haciendo raudo el desarrollo del film.
Le falta para ser redonda, quizás haber incorporado algún elemento que no hiciera en varios momentos que cundiera la sensación de reiteración, aún así en conjunto me queda un notable thriller psicológico, haciendo que sus autoimpuestos hándicaps sean virtudes que hacen elevar el sentido de un hombre solo haciendo lo que debe. Fuerza y honor!!!
<La diferencia entre una y ninguna oportunidad puede ser el mundo entero. Esa diferencia es la diferencia entre el bien y el mal> (Ivan Locke).
Le falta para ser redonda, quizás haber incorporado algún elemento que no hiciera en varios momentos que cundiera la sensación de reiteración, aún así en conjunto me queda un notable thriller psicológico, haciendo que sus autoimpuestos hándicaps sean virtudes que hacen elevar el sentido de un hombre solo haciendo lo que debe. Fuerza y honor!!!
<La diferencia entre una y ninguna oportunidad puede ser el mundo entero. Esa diferencia es la diferencia entre el bien y el mal> (Ivan Locke).
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