El mundo de las secuelas es duro. Es difícil ver una por el simple hecho de serlo. Y más aún si estamos hablando de una película comercial hecha para adolescentes. Y llega esta película y rompe esos esquemas mejorando su película predecesora. Bien, no estamos hablando de una excelente película a la que hay que superar, pero no le puedo quitar el mérito.
Jennifer Lawrence reaparece para reinar. No hay nadie más en la pantalla. Solo ella y unos cuantos más que parecen de adorno. Espectáculo comercial, sí, pero con ganas de más.

La mejor película del 2015 carece de alma, como el título hace presuponer. La interpretación es impecable, y los aspectos visuales también lo son, pero esta película es fría, casi te deja en estado de sopor.
El desarrollo de la trama tiene despuntes que te dejan en nada, porque la trama es lineal, demasiado lineal. El film se hace largo, ya que no notas crecimiento, simplemente el planteamiento de un tema periodístico, un nudo, y un desenlace, como si de un examen de selectividad se tratara. Tediosa, rígida, y aunque interesante, aburrida.
En mi humilde opinión, podría calificarse como un documental de los hechos, y no como una película en sí. Sobrevalorada hasta el extremo de ganar el óscar a la mejor película, pero ya se sabe, sobre el gusto no hay nada escrito.

Salí de esta película gratamente sorprendido. Nos hemos acostumbrados a que el terror sea tremendamente genérico, donde en un océano de cotidianidad nos lleguen en ocasiones obras que merecen un estudio especial. Lo que no te esperas es que llegue en una precuela, y de una película tan especial como The Omen.

Este filme tiene dos peculiaridades que la hacen sobresalir por encima de la media. El primer punto, la belleza que hay en cada escena. Desde la primera, con esa vidriera que cae a cámara lenta, hasta la última, la estética de la fotografía está tan sumamente cuidada que nos recuerda a la fotografía del llamado 'terror elevado'.

Esta película demuestra que no necesita deshacerse de las bondades del cine comercial para hacer un buen cine, que es lo que el terror elevado nos está haciendo creer (sacrificando la narrativa digerible para enfocarse en la belleza de las imágenes). Por supuesto, el buen ritmo del largometraje y lo bien medido que está todo al ser contado, con precisión, hace que se disfrute de cada detalle estético y el mensaje no se pierda entre la belleza, como pasa en otras películas de este llamado terror elevado.

El otro punto es la maravillosa actuación de Nell Tiger Free, que hace que sepas lo que está sintiendo en todo momento, desde la inocencia del principio hasta la desesperación del final, es sorprendente como esta joven actriz de la que hemos visto poquitas cosas tiene tan buen registro, le auguro una maravillosa carrera, sobre todo en el género de terror.

Película para entretener a un público hipnotizado y sin que tengan que pensar mucho. No digo que esta película sea para gente sin inteligencia, sino hecha sin inteligencia. No hay criterio, no puedes seguirla con atención porque básicamente no tiene sentido. Puro espectáculo sin alma.
Los personajes parecen robots que reciben órdenes y carecen de personalidad. Las actuaciones, mediocres y hacen que seas incapaz de empatizar con ellos. Y el final es pura risa. Otro producto de Hollywood para ganar dinero.

Los sentimientos que te provoca la cinta hacen preguntarte hasta tu existencia. Hasta tu moral, o hasta tu valor.
El suave recorrido que hace su visionado, la belleza con la que se trata un tema de estas características, la singularidad de los tan bien interpretados personajes hacen de éste un film único. Te muestra el amor, el de verdad, el de una madre hacia un hijo y viceversa, y te muestra la capacidad de decisión de un ser humano en una condición extrema al tener que dividirte en dos, por ti y por tu ser más querido. Muy bien llevada y calibrada. El equilibrio perfecto entre drama y amor.