Grabada en su totalidad en Aína, pueblo humilde de la provincia de Albacete y situada la acción en un pueblo vecino a la misma Aína, nos cuenta la historia de los personajes del pueblo y de los impulsos que les mueve a cada uno. Todos ellos están en relación bien por parentesco, bien por amistad o simplemente por conocimiento “de vista”, como se suele decir en estos casos. Esta obra no tiene protagonista en sí, el protagonista es el pueblo, es su ambiente, es su propia alma. Cada uno de los personajes es único y tiene alguna característica notoria, sea real o no tan real. La idea de que un hombre negro herede, además del color de la piel, el nombre y el acento o la simple idea de aplaudir multitudinariamente en la misa diaria (repito, diaria), son aspectos que llaman la atención en el arranque de la película.

Con influencias de “Sopa de Ganso” de los hermanos Marx, “Vive como quieras”, de Capra, “La fiera de mi niña”, Howard Hawks o “Ser o no ser”, de Lubitsch, Cuerda da cuerpo a personajes de todo tipo. Desde Jimmy (Luís Ciges), un hombre mayor que ha matado a su esposa por, según dice, “ser muy mala” y que ha regalado a su hijo (Resines) una moto con sidecar para “ver mundo, que es mucho mejor que una madre”, hasta el profesor don Roberto (Francisco Hernández), que enseña mediante canciones y que cuando el pueblo es ocupado por el pueblo de al lado examina a sus alumnos sobre la temática de las ingles, pasando por el borracho del pueblo (Miguel Rellán) que se desdobla con un trucaje de montaje y puede estar en dos sitios a la vez: su parte ebria bebiendo el vino de la eucaristía, y la parte sobria haciendo de recadero del alcalde al cura y a la guardia civil.

Con un ritmo trepidante durante los primeros cuarenta y cinco minutos en que se presentan a todos los personajes y con un final apoteósico en el que a Resines le da la risa porque hay luna llena, a modo de conclusión nos da que la autoridad (la guardia civil, en este caso) siempre pretende tener razón y si no, recurre a la fuerza. El cabo dice que el sol sale entre dos montañas y que el amaneces es precioso. Luego aparece el sol por el cielo, el cabo “se caga en el misterio” y vacía su cargador de pistola contra le sol mismo. ¿Absurdo o surrealismo? Ambas cosas entremezcladas, pues no olvidemos que Cuerda perteneció al PCE, por lo que los guardias civiles no le agradan mucho. Ni ellos en sí, ni su manera de ver las cosas, por lo que decide reírse de ellos y dedicarles la función de orientar a los adolescentes a la hora de tener relaciones sexuales, en lugar de reprimirlas, como ocurriría en la realidad si esas relaciones tienen lugar en la calle, a la vista de todo el mundo.