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7.3
81,848
7
19 de mayo de 2011
19 de mayo de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Encanto, encanto, encanto. Un Woody firmando una obra menor pero encantadora, o una obra que habría aprovechado mejor el Woody de La Rosa púrpura del Cairo, Balas sobre Broadway etc. qué tiempos, qué tiempos aquellos."
Eso pone más o menos en los periódicos, que la verdad, tampoco es que sea la sección más importante, y de hecho es la más frívola después del horóscopo, pero oye, a algunos nos interesa un poco. En fin, que Woody, Wood, el Sr. Allen, Woody Allen, el señor que es padre y a la vez es abuelo del mismo niño, el señor que tiene miedo de la sombra que proyecta su sombra y esas cosas maniáticas, el de las citas célebres, el icono popular/cultural, el señor que vive en un lujoso ático de Nueva York, y he aquí la clave:
Pongamos que el cine representa, siquiera meramente de forma transversal, algo que en un lejano principio, era real. Real de real, no de surreal ni de ficticio ni cosas de ésas, real de real, de joder qué frío hace en la calle.
Pongamos que pasa eso no sé cómo, porque la verdad es que es bastante lioso, aunque una cámara puede ser el mismo tipo de herramienta que un martillo y un cincel, quizá.
Woody Allen viene -hablamos del tiempo reciente: el tiempo presente, no nostálgico- de hacer no recuerdo cuántas películas no sólo olvidables, sino, a la par que encantadora-visualmente levemente entretenidas, sumamente desquiciantes. De hecho, son al desquicio lo que Marion Cotillard es al paro cardíaco del espectador.
¿Por qué? Venga, que lo digo, pues porque para empezar los americanos ricos de cartón piedra ya han sido explotados por Soffia Coppola, aunque es verdad que no en su vertiente escritoral-creativa, y esto no importa nada ahora que lo pienso: Vicky Cristina Barcelona es la cumbre de la risa y de lo falso de “no hay ningún lado por dónde coger esto”, pero lo malo es que en parte es verdad, o es una aspiración. Pero esto ya es social.
Quiero decir que las películas pueden no ser intensas, o estar centradas en personajes veraces -¿veraces cinematográficamente, metafísicamente?-, y no pasa nada, pero lo que no pueden ser es nada.
Woody Allen ha hecho nada ya muchas veces. Nada de que aquí no hay nada. Nada de que estás tratando de, pongamos, inventar a Falstaff partiendo de Chiquito, no porque sean los dos grandes humoristas, sino porque uno es del siglo XVI o por ahí y el otro del XXI. ¿Cómor?
He aquí, brillantemente enlazada por mí, la tesis: el problema de la nostalgia.
Bueno, del tiempo, eso. Allá va. Voy a comentar la película, pues no tengo nada que hacer aparte de ser tronchantemente irónico criticando:
Matemáticamente, es distinto decir que París en 1890 era más era dorada comparándolo con 1920 que si comparas 1920 con 2010.
Quiero decir, he aquí la tesis: globalmente cualquier época pasada fue mejor antes de que se inventara la televisión y el Internet, que yo empleo mucho.
[Tranquilos, tranquilos, que sigo abajo]
Eso pone más o menos en los periódicos, que la verdad, tampoco es que sea la sección más importante, y de hecho es la más frívola después del horóscopo, pero oye, a algunos nos interesa un poco. En fin, que Woody, Wood, el Sr. Allen, Woody Allen, el señor que es padre y a la vez es abuelo del mismo niño, el señor que tiene miedo de la sombra que proyecta su sombra y esas cosas maniáticas, el de las citas célebres, el icono popular/cultural, el señor que vive en un lujoso ático de Nueva York, y he aquí la clave:
Pongamos que el cine representa, siquiera meramente de forma transversal, algo que en un lejano principio, era real. Real de real, no de surreal ni de ficticio ni cosas de ésas, real de real, de joder qué frío hace en la calle.
Pongamos que pasa eso no sé cómo, porque la verdad es que es bastante lioso, aunque una cámara puede ser el mismo tipo de herramienta que un martillo y un cincel, quizá.
Woody Allen viene -hablamos del tiempo reciente: el tiempo presente, no nostálgico- de hacer no recuerdo cuántas películas no sólo olvidables, sino, a la par que encantadora-visualmente levemente entretenidas, sumamente desquiciantes. De hecho, son al desquicio lo que Marion Cotillard es al paro cardíaco del espectador.
¿Por qué? Venga, que lo digo, pues porque para empezar los americanos ricos de cartón piedra ya han sido explotados por Soffia Coppola, aunque es verdad que no en su vertiente escritoral-creativa, y esto no importa nada ahora que lo pienso: Vicky Cristina Barcelona es la cumbre de la risa y de lo falso de “no hay ningún lado por dónde coger esto”, pero lo malo es que en parte es verdad, o es una aspiración. Pero esto ya es social.
Quiero decir que las películas pueden no ser intensas, o estar centradas en personajes veraces -¿veraces cinematográficamente, metafísicamente?-, y no pasa nada, pero lo que no pueden ser es nada.
Woody Allen ha hecho nada ya muchas veces. Nada de que aquí no hay nada. Nada de que estás tratando de, pongamos, inventar a Falstaff partiendo de Chiquito, no porque sean los dos grandes humoristas, sino porque uno es del siglo XVI o por ahí y el otro del XXI. ¿Cómor?
He aquí, brillantemente enlazada por mí, la tesis: el problema de la nostalgia.
Bueno, del tiempo, eso. Allá va. Voy a comentar la película, pues no tengo nada que hacer aparte de ser tronchantemente irónico criticando:
Matemáticamente, es distinto decir que París en 1890 era más era dorada comparándolo con 1920 que si comparas 1920 con 2010.
Quiero decir, he aquí la tesis: globalmente cualquier época pasada fue mejor antes de que se inventara la televisión y el Internet, que yo empleo mucho.
[Tranquilos, tranquilos, que sigo abajo]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y a Allen no le va a salir ninguna película como antes sencillamente porque sus personajes, si actuales, ya no pueden tener la complejidad retrospectiva que tenían los que le hicieron encantadoramente célebre, y ninguna película suya va a tener trascendencia rodada con esa cámara tan digital. Quizá pueda asistirse todavía de alguna manera a un estreno en una sala del que salir diciendo: esto es un clásico, o alguna cosa de ésas. Pero con Woody no puede ocurrir porque lo digo yo y porque su cualidad/tono autoral, tan definido, está directamente enemistado con la actualidad. Y la actualidad empezó con Internet, y tú ya no tienes sitio entre los vivos, Woody, no hay nada que puedas descifrar.
Qué ocurre pues: Pues que he vuelto de la université pública, y luego me he bajado hoy de internet el último capítulo de una serie, y después he ido a ver esta película que por lo visto trato de criticar, y allí, morena, ojazos, guapísima, estaba Adriana, paseando con el rubio ése por un París real (París, la ciudad real, es falsa, y no al revés), y cada vez que habla Adriana en VOS es aterrorizantemente bello y nostálgico, y me pregunto, entre clichés y personajes muertos, personajes culturales que de verdad importan y que aquí están "encantadoramente" (no, en serio; el tono lo permite) retratados, gente que de veras importó y no como la gente de hoy, me pregunto dos cosas. Primero que si habrá, por curiosidad, algún director que sepa hacerle una película a Adriana/M. Cotillard que viva al margen de todas las cosas, pero beba -irremediablemente- de su tiempo presente: hoy, y que por fuerza de su espíritu sincero, inteligente, observador, hermoso, honesto (encantador o no; quizá un poco cruel) perdure más allá de la nostalgia y participe con su propia filtrada nostalgia de ese río tan cruel de la nostalgia y en su cerrada (durará lo que dure) finitud sea como un ininterrumpido puñetazo en el estómago.
Y dos: si eso que acabo de decir es algo más que una película y más que lo real de lo que por fuerza ha debido nutrirse; y que el Hemingway de Allen, bastante gracioso, y los otros clichés, en tanto que discursos emocionales relevantes y modernos mediante los que explicar el mundo, creadores de ficción real, o realistas de lo bello, o locos surreales, más falsos, menos sentimentales; en tanto que reales -porque existieron...
Bueno, en fin, toda esta mierda para qué, ya lo siento si te has leído todo, la pregunta es simple y es ésta, y es si Adriana existió; existe o existirá. Y que qué desaprovechado y aún con todo encantador el viaje a medianoche, en coche, paseando, en París. Qué grande el pasado, jopé. Qué dura la nostalgia y cómo aterroriza cada gesto y centímetro de M. Cotillard temiendo que igual ella sólo es posible en París, o en un cuadro de aquéllos, o sobre todo en una novela de ésas de Fitzgerald, de Ernest -es amigo mío- que son como un adiós.
Cómo brilla Adriana, en cualquier época, rubia o morena, cómo brilla, joder.
Qué ocurre pues: Pues que he vuelto de la université pública, y luego me he bajado hoy de internet el último capítulo de una serie, y después he ido a ver esta película que por lo visto trato de criticar, y allí, morena, ojazos, guapísima, estaba Adriana, paseando con el rubio ése por un París real (París, la ciudad real, es falsa, y no al revés), y cada vez que habla Adriana en VOS es aterrorizantemente bello y nostálgico, y me pregunto, entre clichés y personajes muertos, personajes culturales que de verdad importan y que aquí están "encantadoramente" (no, en serio; el tono lo permite) retratados, gente que de veras importó y no como la gente de hoy, me pregunto dos cosas. Primero que si habrá, por curiosidad, algún director que sepa hacerle una película a Adriana/M. Cotillard que viva al margen de todas las cosas, pero beba -irremediablemente- de su tiempo presente: hoy, y que por fuerza de su espíritu sincero, inteligente, observador, hermoso, honesto (encantador o no; quizá un poco cruel) perdure más allá de la nostalgia y participe con su propia filtrada nostalgia de ese río tan cruel de la nostalgia y en su cerrada (durará lo que dure) finitud sea como un ininterrumpido puñetazo en el estómago.
Y dos: si eso que acabo de decir es algo más que una película y más que lo real de lo que por fuerza ha debido nutrirse; y que el Hemingway de Allen, bastante gracioso, y los otros clichés, en tanto que discursos emocionales relevantes y modernos mediante los que explicar el mundo, creadores de ficción real, o realistas de lo bello, o locos surreales, más falsos, menos sentimentales; en tanto que reales -porque existieron...
Bueno, en fin, toda esta mierda para qué, ya lo siento si te has leído todo, la pregunta es simple y es ésta, y es si Adriana existió; existe o existirá. Y que qué desaprovechado y aún con todo encantador el viaje a medianoche, en coche, paseando, en París. Qué grande el pasado, jopé. Qué dura la nostalgia y cómo aterroriza cada gesto y centímetro de M. Cotillard temiendo que igual ella sólo es posible en París, o en un cuadro de aquéllos, o sobre todo en una novela de ésas de Fitzgerald, de Ernest -es amigo mío- que son como un adiós.
Cómo brilla Adriana, en cualquier época, rubia o morena, cómo brilla, joder.

8.1
13,334
9
28 de junio de 2010
28 de junio de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué tenemos.
Podríamos abordar desde los personajes: ¿Si los hombres se acercaran a los personajes de John Ford, el mundo colapsaría?
Podemos abordar desde los hombres: ¿Los personajes de John Ford son el mundo o el Edén?
Hay que reconfigurar la palabra Edén: Sí, obvio; el Edén es un pueblo minero.
¿Y los musulmanes y los hindúes y los japoneses? Y sobre todo, ¿también los de Sri Lanka?
(Sí hombre, sí, mételos a ellos también.)
(El hombre tranquilo ya, eso es otra cosa.)
Pero esto, este valle que no es un espejo, este valle que es una Isla del Tesoro al revés pero igualita, que es...
Lo difícil, obvio, está antes. Para que eso sea todo esto es necesario un guión, también una dirección... Parezco tonto.
(¿Qué hacían los hombres antes de, más o menos, 1941? ¿No veían películas en sus ordenadores?)
Tuerto. Puto tuerto de mierda. Yo no merecía llorar.
Podríamos abordar desde los personajes: ¿Si los hombres se acercaran a los personajes de John Ford, el mundo colapsaría?
Podemos abordar desde los hombres: ¿Los personajes de John Ford son el mundo o el Edén?
Hay que reconfigurar la palabra Edén: Sí, obvio; el Edén es un pueblo minero.
¿Y los musulmanes y los hindúes y los japoneses? Y sobre todo, ¿también los de Sri Lanka?
(Sí hombre, sí, mételos a ellos también.)
(El hombre tranquilo ya, eso es otra cosa.)
Pero esto, este valle que no es un espejo, este valle que es una Isla del Tesoro al revés pero igualita, que es...
Lo difícil, obvio, está antes. Para que eso sea todo esto es necesario un guión, también una dirección... Parezco tonto.
(¿Qué hacían los hombres antes de, más o menos, 1941? ¿No veían películas en sus ordenadores?)
Tuerto. Puto tuerto de mierda. Yo no merecía llorar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
John Ford, John Ford y John Ford.
Faltaba más.
Esto es tan redundante como estéril...
Pero un día yo también escalaré ese valle y ya no habrá nadie.
Faltaba más.
Esto es tan redundante como estéril...
Pero un día yo también escalaré ese valle y ya no habrá nadie.

6.6
3,857
7
19 de marzo de 2009
19 de marzo de 2009
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encontrándome solo,
creí que la sombra o la noche era el camino,
y el día no me lo refutaba.
Con todo el dolor del mundo,
la tomé de la cintura,
sofoqué su perversidad,
la maldad si es que existiera,
y le dije:
Vámonos de la casa Usher. Vámonos.
Una casa es una casa.
Acto seguido emprendimos
un viaje hacia no se sabe dónde,
pero no por completo.
Algo dejábamos atrás -es cierto-.
Algo muy real de nosotros que era sepultado
por aquellos pasadizos,
mazmorras y techos,
que se cernían ahora
y hundíanse en su peso.
Algo muy real de nosotros.
Algo de nos hundiendo.
(No sabiendo cómo,
y en oscuro persistiendo,
seguimos y encontramos
a orillas del mar un reino.)
Un reino del mar a orillas.
A orillas del mar un reino.
creí que la sombra o la noche era el camino,
y el día no me lo refutaba.
Con todo el dolor del mundo,
la tomé de la cintura,
sofoqué su perversidad,
la maldad si es que existiera,
y le dije:
Vámonos de la casa Usher. Vámonos.
Una casa es una casa.
Acto seguido emprendimos
un viaje hacia no se sabe dónde,
pero no por completo.
Algo dejábamos atrás -es cierto-.
Algo muy real de nosotros que era sepultado
por aquellos pasadizos,
mazmorras y techos,
que se cernían ahora
y hundíanse en su peso.
Algo muy real de nosotros.
Algo de nos hundiendo.
(No sabiendo cómo,
y en oscuro persistiendo,
seguimos y encontramos
a orillas del mar un reino.)
Un reino del mar a orillas.
A orillas del mar un reino.
10 de febrero de 2009
10 de febrero de 2009
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si yo pudiera contaros la mejor historia, os la contaría.
Si pudiera hacerse tal cosa, pero…
Por otro lado, admiro los hombres que permanecen cuando todo ha terminado. Saben que la butaca es ya algo ajeno, y sin embargo resisten, unos segundos más.
Yo, cuando la música se ahoga mientras desciendo las escaleras, me detengo un momento y respiro; sigo: echo de menos hasta las lágrimas el mundo que se aleja poco a poco y me abandona.
Y sin embargo sigo aquí, no me he marchado.
No sé si he vuelto, o si estoy a punto de irme, pero sigo aquí.
Ese deberá ser todo mi patrimonio, y todo lo que puedo ofrecerte.
Este extraño ámbito de lejanía y bruma.
Todo lo demás es tristeza y tiempo nunca recobrado.
Si pudiera hacerse tal cosa, pero…
Por otro lado, admiro los hombres que permanecen cuando todo ha terminado. Saben que la butaca es ya algo ajeno, y sin embargo resisten, unos segundos más.
Yo, cuando la música se ahoga mientras desciendo las escaleras, me detengo un momento y respiro; sigo: echo de menos hasta las lágrimas el mundo que se aleja poco a poco y me abandona.
Y sin embargo sigo aquí, no me he marchado.
No sé si he vuelto, o si estoy a punto de irme, pero sigo aquí.
Ese deberá ser todo mi patrimonio, y todo lo que puedo ofrecerte.
Este extraño ámbito de lejanía y bruma.
Todo lo demás es tristeza y tiempo nunca recobrado.
9
13 de julio de 2009
13 de julio de 2009
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El dios de la ira salido del bosque, es una masa envenenada cuyo mismo odio emponzoña
su corazón y su carne, y los consume.
Tal es el espíritu de la ira hecho pútrida carne, que asola con su hedor el corazón de esta remota aldea entre montañas.
Donde el príncipe cabalga,
y todo son naturales presagios.
.................
Y el bosque, ¿el bosque de qué está lleno?
Cuando en mitad de la noche joven joven abandones tu aldea,
y la ley no permite que vuelvas la cabeza. Entonces,
de qué está poblado el bosque,
por qué no albergas el miedo si tu destino bien conoces, si el oráculo está claro y petrificadas las palabras de la anciana comisura del dios sabio, dios. ¿Adónde vas?
¿Dónde te diriges?
Cuando cruces la puerta, la línea, y la primera oscuridad te reciba,
¿qué sentirás cuando hayas dejado atrás todo lo que amaste
y recordarás al amanecer, todos tus miedos, miedos, imposibilidad cerrada?
Tu firmeza es franca y nítida como el filo de la espada
que portas,
y tal vez como la luz del nuevo día en que ya lejos cabalgas.
¿Qué sentirás en el primer valle?
¿Qué de la zozobra que aguijonee la llanura que no termina,
y que es el final y el inicio de tu viaje?
-Un viaje nunca termina ni comienza.
Sosteniendo bien tu arco.
¿Qué te espera?
.................
Infectado por el dios maligno;
tu herida aumenta.
También tu determinación.
También tu fuerza.
.................
(-Seguí su rastro hasta la montaña, y lo perdí.
-¿Qué estás maldito dices?
El mundo está maldito)
En el Oeste la morada del espíritu y las bestias gigantes de los tiempos
remotos.
Tiempo.
Y que el espíritu del bosque reverdece y marchita.
Ese es su privilegio.
Y alojadas en sus protectores bestias una bala de humano plomo oxidado.
(El espíritu del bosque puede ser oscuro –sin cabeza-,
y camina sobre las aguas,
o bajo ellas.
Extrañamente tiene rostro humano.)
Pero no contabas con esto
(o sí). O no.
Pero no contabas con esto:
.................
Una buena tarde y señalada y premonición y tierra -cielo-:
La princesa Mononoke tiene labios de fresa.
Pero no le digáis tal cosa porque,
además de cursi,
le ofendería gravemente debido
a que Ella es una chica lobo.
.................
La princesa Mononoke tiene a veces frío y tiembla.
Pero quiero que me alimentes y que me des de comer, y él…
Y Ella.
(La piel indómita del lobo acaricia sus suaves piernas.
La daga es preciosa, como…
La lleva junto al corazón.)
No te vayas. Por favor.
.................
Cómo se prodigan tus brazos, chico,
bajo la piel infecta y serpeante del demonio,
para salvarla a Ella. Para salvarla.
.................
Una buena tarde –ha mucho tiempo-, el espíritu del bosque fue asesino del mal tiempo,
y concede prórrogas, y no vive, y no muere.
Deja una marca.
La princesa se ha ido. ¿Es un lobo?
No, es una princesa.
¿Nos volveremos a ver?
Quién sabe.
(Por favor, no te vayas, por favor).
.................
Eres preciosa
su corazón y su carne, y los consume.
Tal es el espíritu de la ira hecho pútrida carne, que asola con su hedor el corazón de esta remota aldea entre montañas.
Donde el príncipe cabalga,
y todo son naturales presagios.
.................
Y el bosque, ¿el bosque de qué está lleno?
Cuando en mitad de la noche joven joven abandones tu aldea,
y la ley no permite que vuelvas la cabeza. Entonces,
de qué está poblado el bosque,
por qué no albergas el miedo si tu destino bien conoces, si el oráculo está claro y petrificadas las palabras de la anciana comisura del dios sabio, dios. ¿Adónde vas?
¿Dónde te diriges?
Cuando cruces la puerta, la línea, y la primera oscuridad te reciba,
¿qué sentirás cuando hayas dejado atrás todo lo que amaste
y recordarás al amanecer, todos tus miedos, miedos, imposibilidad cerrada?
Tu firmeza es franca y nítida como el filo de la espada
que portas,
y tal vez como la luz del nuevo día en que ya lejos cabalgas.
¿Qué sentirás en el primer valle?
¿Qué de la zozobra que aguijonee la llanura que no termina,
y que es el final y el inicio de tu viaje?
-Un viaje nunca termina ni comienza.
Sosteniendo bien tu arco.
¿Qué te espera?
.................
Infectado por el dios maligno;
tu herida aumenta.
También tu determinación.
También tu fuerza.
.................
(-Seguí su rastro hasta la montaña, y lo perdí.
-¿Qué estás maldito dices?
El mundo está maldito)
En el Oeste la morada del espíritu y las bestias gigantes de los tiempos
remotos.
Tiempo.
Y que el espíritu del bosque reverdece y marchita.
Ese es su privilegio.
Y alojadas en sus protectores bestias una bala de humano plomo oxidado.
(El espíritu del bosque puede ser oscuro –sin cabeza-,
y camina sobre las aguas,
o bajo ellas.
Extrañamente tiene rostro humano.)
Pero no contabas con esto
(o sí). O no.
Pero no contabas con esto:
.................
Una buena tarde y señalada y premonición y tierra -cielo-:
La princesa Mononoke tiene labios de fresa.
Pero no le digáis tal cosa porque,
además de cursi,
le ofendería gravemente debido
a que Ella es una chica lobo.
.................
La princesa Mononoke tiene a veces frío y tiembla.
Pero quiero que me alimentes y que me des de comer, y él…
Y Ella.
(La piel indómita del lobo acaricia sus suaves piernas.
La daga es preciosa, como…
La lleva junto al corazón.)
No te vayas. Por favor.
.................
Cómo se prodigan tus brazos, chico,
bajo la piel infecta y serpeante del demonio,
para salvarla a Ella. Para salvarla.
.................
Una buena tarde –ha mucho tiempo-, el espíritu del bosque fue asesino del mal tiempo,
y concede prórrogas, y no vive, y no muere.
Deja una marca.
La princesa se ha ido. ¿Es un lobo?
No, es una princesa.
¿Nos volveremos a ver?
Quién sabe.
(Por favor, no te vayas, por favor).
.................
Eres preciosa
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