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Críticas ordenadas por utilidad
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5.6
5,940
7
5 de septiembre de 2010
5 de septiembre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien decida ir a ver LOPE no lo lamentará, es una película que se deja ver, con un nivel por encima de la media nacional. Pero que tampoco se haga muchas ilusiones.
Lo más conseguido de "Lope" es la ambientación, el vestuario, y la puesta en escena. El resultado es un viaje muy agradable por el Madrid del Siglo de Oro, en el que se cuidan todos los detalles. La música, de Jorge Drexler, también ayuda.
Otra cosa es la escenografía, que desentona un poco. Un filme de 'gran' presupuesto con formato de 'pequeña' pantalla. El reparto, aunque muy bueno, tampoco es lo que más destaca. Alberto Ammann está bien, pero no acaba de convencer (Lope le viene grande). Pilar López de Ayala un poco mejor, y Leonor Watling un poco peor. Luis Tosar y Juan Diego cubren con nota sus papeles más discretos. El resto, discretitos.
Mi impresión es que se trata de una película bien hecha y que se deja ver, pero que pudo haber sido mucho más tratándose de una personalidad tan rica y apasionante como la de Lope de Vega. Y es que a medida que transcurre la película más que sobrar alforjas ... falta viaje. No en vano LOPE de Vega era y es, sinónimo de calidad y excelencia. "Es de Lope" decía el público de aquellos tiempos para advertir que los versos o la obra tenían denominación de origen ... viendo la película se le echa un poco de menos, a Lope ... Quien lo probó lo sabe!!
Lo más conseguido de "Lope" es la ambientación, el vestuario, y la puesta en escena. El resultado es un viaje muy agradable por el Madrid del Siglo de Oro, en el que se cuidan todos los detalles. La música, de Jorge Drexler, también ayuda.
Otra cosa es la escenografía, que desentona un poco. Un filme de 'gran' presupuesto con formato de 'pequeña' pantalla. El reparto, aunque muy bueno, tampoco es lo que más destaca. Alberto Ammann está bien, pero no acaba de convencer (Lope le viene grande). Pilar López de Ayala un poco mejor, y Leonor Watling un poco peor. Luis Tosar y Juan Diego cubren con nota sus papeles más discretos. El resto, discretitos.
Mi impresión es que se trata de una película bien hecha y que se deja ver, pero que pudo haber sido mucho más tratándose de una personalidad tan rica y apasionante como la de Lope de Vega. Y es que a medida que transcurre la película más que sobrar alforjas ... falta viaje. No en vano LOPE de Vega era y es, sinónimo de calidad y excelencia. "Es de Lope" decía el público de aquellos tiempos para advertir que los versos o la obra tenían denominación de origen ... viendo la película se le echa un poco de menos, a Lope ... Quien lo probó lo sabe!!

5.7
5,816
4
26 de marzo de 2010
26 de marzo de 2010
14 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El mal ajeno", la ópera prima de Óskar Santos, me temo que no pasará a la historia del cine por méritos propios, sino más bien por el elenco de personalidades con pedigrí cinematográfico que han tratado de arroparla: desde Alejandro Amenábar (coproductor y amigo de facultad de Óskar), hasta Belén Rueda (que se ofreció a trabajar en la primera película de Óskar cuando se conocieron en Mar Adentro), pasando por Daniel Sánchez Arévalo (el guionista de 'Gordos', que esta vez ha dejado el guión 'en los huesos'). Demasiado cirujano para un paciente que finalmente perece en quirófano víctima de su propia enfermedad: el MAL AJENO.
Y es que aunque realmente no hay muchas cosas dignas de mención especial, sería injusto olvidarse de algunas de ellas: la brillante pero efímera aparición de Belén Rueda (que día a día se confirma como una de nuestras grandes actrices), la también destacada intervención de Clara Lago (tiene una química especial en la pantalla), la fotografía de Josu Inchaustegui (de lo mejorcito) y la música de Fernando Velázquez, de la que se abusa para sacudir al espectador cual 'desfibrilador acústico' (encubriendo los silencios y patinazos emocionales de la trama).
La historia prometía, ya que trata sobre las diferentes caras del dolor vistas desde el lado de las víctimas y desde el lado de los que las rodean. Intuyo que pretendía mostrar los principios de acción y reacción del dolor (‘el mal ajeno’) sobre una materia tan (in)sensible y tan (im)permeable como la humana (digo 'intuyo' porque nunca estuve seguro). El hilo conductor es un médico especialista en el tratamiento del dolor (Eduardo Noriega), que pasa de observador cualificado a víctima.
Pero como en la vida misma, de la teoría a la realidad hay tal abismo que la historia acaba cayendo por su propio peso, enredándose de mala manera en una historia fantástica de poderes sobrenaturales que desvirtúan por completo algo tan pretendidamente serio, conmovedor y verosímil como el dolor. En realidad es una huida hacia adelante, es la incapacidad de afrontar el tema con profundidad y maestría interpretativa. Desde la barrera todavía me pregunto cómo han puesto a Eduardo Noriega frente a un toro de estas proporciones. Eduardo no es un buen actor, no transmite mucho más que un anuncio de colonia o cuchillas de afeitar (aunque hay que reconocer que la barba le favorece), infra-actúa y no se mete en el papel porque se gusta demasiado (pero por fuera, no como el doctor House).
Hacer una crítica de cine a veces sirve para justificar la existencia de algunas películas, sobre todo cuando no se entienden. Yo en realidad salí del cine sin saber qué quería decir ‘El mal ajeno’… pero la verdad es que ya lo voy entendiendo.
Y es que aunque realmente no hay muchas cosas dignas de mención especial, sería injusto olvidarse de algunas de ellas: la brillante pero efímera aparición de Belén Rueda (que día a día se confirma como una de nuestras grandes actrices), la también destacada intervención de Clara Lago (tiene una química especial en la pantalla), la fotografía de Josu Inchaustegui (de lo mejorcito) y la música de Fernando Velázquez, de la que se abusa para sacudir al espectador cual 'desfibrilador acústico' (encubriendo los silencios y patinazos emocionales de la trama).
La historia prometía, ya que trata sobre las diferentes caras del dolor vistas desde el lado de las víctimas y desde el lado de los que las rodean. Intuyo que pretendía mostrar los principios de acción y reacción del dolor (‘el mal ajeno’) sobre una materia tan (in)sensible y tan (im)permeable como la humana (digo 'intuyo' porque nunca estuve seguro). El hilo conductor es un médico especialista en el tratamiento del dolor (Eduardo Noriega), que pasa de observador cualificado a víctima.
Pero como en la vida misma, de la teoría a la realidad hay tal abismo que la historia acaba cayendo por su propio peso, enredándose de mala manera en una historia fantástica de poderes sobrenaturales que desvirtúan por completo algo tan pretendidamente serio, conmovedor y verosímil como el dolor. En realidad es una huida hacia adelante, es la incapacidad de afrontar el tema con profundidad y maestría interpretativa. Desde la barrera todavía me pregunto cómo han puesto a Eduardo Noriega frente a un toro de estas proporciones. Eduardo no es un buen actor, no transmite mucho más que un anuncio de colonia o cuchillas de afeitar (aunque hay que reconocer que la barba le favorece), infra-actúa y no se mete en el papel porque se gusta demasiado (pero por fuera, no como el doctor House).
Hacer una crítica de cine a veces sirve para justificar la existencia de algunas películas, sobre todo cuando no se entienden. Yo en realidad salí del cine sin saber qué quería decir ‘El mal ajeno’… pero la verdad es que ya lo voy entendiendo.
9
3 de marzo de 2012
3 de marzo de 2012
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Declaración de guerra" es también una declaración de principios. Principios que van más allá de lo puramente cinematográfico, para adentrarse en el terreno de lo "muy personal". La historia que Valérie Donzelli y Jérémie Elkaïm llevan a la pantalla (un bebé que padece cáncer) no es una historia cualquiera y, sin embargo, por momentos lo llega a parecer. No me estoy refiriendo a que se frivolice o se deshumanice la historia, sino todo lo contrario.
Son tantos, tan bien traídos y tan bien enfocados los pliegues de esta historia tan brutal que podría decirse que la mayor parte de la historia transcurre implícitamente en nuestras cabezas.
Valérie y Jérémie rehuyen del manierismo emocional en cada fotograma, y reducen las secuencias lacrimógenas a la mínima expresión. Con gusto y con dolor, con alegría y con sufrimiento contenidos. El saber mantener esa distancia de seguridad entre la historia, los protagonistas y el espectador, hace que nos mantengamos aferrados a la butaca y sobre todo, bastante enteros, hasta el final. Un final que en realidad es el principio de otra historia que ya vuela libre en nuestras cabezas, libre de ese lastre que empieza a soltarse a mitad de la película cuando él le pregunta a ella: - ¿Porque a nosotros? ... Y ella le responde con una sentencia magistral - Porque nosotros podemos superarlo !!
Ni qué decir tiene que ellos están francamente bien, totalmente al servicio de una auténtica "Declaración de Principios"
Son tantos, tan bien traídos y tan bien enfocados los pliegues de esta historia tan brutal que podría decirse que la mayor parte de la historia transcurre implícitamente en nuestras cabezas.
Valérie y Jérémie rehuyen del manierismo emocional en cada fotograma, y reducen las secuencias lacrimógenas a la mínima expresión. Con gusto y con dolor, con alegría y con sufrimiento contenidos. El saber mantener esa distancia de seguridad entre la historia, los protagonistas y el espectador, hace que nos mantengamos aferrados a la butaca y sobre todo, bastante enteros, hasta el final. Un final que en realidad es el principio de otra historia que ya vuela libre en nuestras cabezas, libre de ese lastre que empieza a soltarse a mitad de la película cuando él le pregunta a ella: - ¿Porque a nosotros? ... Y ella le responde con una sentencia magistral - Porque nosotros podemos superarlo !!
Ni qué decir tiene que ellos están francamente bien, totalmente al servicio de una auténtica "Declaración de Principios"

6.6
55,839
7
7 de febrero de 2010
7 de febrero de 2010
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película, sin más. Y tratándose de la adaptación de una obra literaria (de Cormac McCarthy, a quien no he tenido el placer de leer), incluso podríamos calificarla más generosamente.
La fotografía excelente, y la interpretación de Viggo también. Destacar también la ambientación y la puesta en escena, que es realmente lo que tensa la película de principio a fin. Y poco más, lo que podrían ser el "medio" perfecto de un filme intenso y desgarrador, acaba siendo el "fín" en sí mismo, y claro está ... acaba disolviéndose lentamente en su propio peso. Le falta intensidad emocional y acaba siendo presa de su propias pretensiones: le falta esa "luz interior" que el padre evoca en varias ocasiones a su hijo. En cualquier caso, es una buena película.
La fotografía excelente, y la interpretación de Viggo también. Destacar también la ambientación y la puesta en escena, que es realmente lo que tensa la película de principio a fin. Y poco más, lo que podrían ser el "medio" perfecto de un filme intenso y desgarrador, acaba siendo el "fín" en sí mismo, y claro está ... acaba disolviéndose lentamente en su propio peso. Le falta intensidad emocional y acaba siendo presa de su propias pretensiones: le falta esa "luz interior" que el padre evoca en varias ocasiones a su hijo. En cualquier caso, es una buena película.
10
3 de octubre de 2010
3 de octubre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Man on Wire es un canto a la belleza, a la vida, al genio, al ingenio, al esfuerzo, a la fuerza arrolladora de los sueños. Es una lección magistral de cómo interpretar la vida.
Man on Wire traspasa la delgada línea de la locura y de la magia, con la casi insoportable levedad de un ser caprichosamente genial. Philiippe Petit traspasa la delgada línea del alambre con la cabeza alta, y parece tocar el cielo de puntillas mientras el resto de los mortales nos asomamos perplejos al filo de lo que para nosotros es imposible. Verle flotar a esa altura es una provocación milagrosa.
Hacía muchísimo tiempo que no me estremecía con tanta intensidad. Este es un claro ejemplo de cómo la realidad puede superar con creces a la ficción. Nada más simple que un alambre y nada más maravilloso que un prestidigitador del aire y de las emociones para transportarnos durante más de 90 minutos por un sueño hecho realidad. Philippe Petit cruzó la torres gemelas sobre un alambre llevando como único equipaje su talento y el esfuerzo. El esfuerzo de un genio que durante 6 años gestó un maravilloso atraco a la vida misma junto a un pequeño equipo de amigos. El trabajo en equipo y la preparación es el único momento en el que Philippe y sus colegas pisan con los pies la tierra. La temeridad, aunque parezca increíble, no tiene cabida cuando los sueños se viven de esta manera.
El documental que dirige James Marsh nos cautivará desde el primer al último segundo. La mezcla de fashback (entrevistando a los protagonistas que gestaron la proeza), retales de vídeos originales y la propia implicación del protagonista (Philippe Petit) nos dejarán perplejos como en el mismísimo circo de la vida. Philippe es un artista en el sentido amplio de la palabra, con "una altura de miras" difícil de igualar.
La música de Mikel Nyman es la única red que nos protegerá durante la película. Sus inconfundibles temas nos harán flotar, si cabe, un poco más.
Tras la tragedia de las torres gemelas, Philippe "el Grande" llegó a decir que las Torres se habían llegado a construir con el único objetivo de que él las cruzará sobre el alambre. Yo me lo creo.
esta película-documental es de visión ineludible, absolutamente !!
Man on Wire traspasa la delgada línea de la locura y de la magia, con la casi insoportable levedad de un ser caprichosamente genial. Philiippe Petit traspasa la delgada línea del alambre con la cabeza alta, y parece tocar el cielo de puntillas mientras el resto de los mortales nos asomamos perplejos al filo de lo que para nosotros es imposible. Verle flotar a esa altura es una provocación milagrosa.
Hacía muchísimo tiempo que no me estremecía con tanta intensidad. Este es un claro ejemplo de cómo la realidad puede superar con creces a la ficción. Nada más simple que un alambre y nada más maravilloso que un prestidigitador del aire y de las emociones para transportarnos durante más de 90 minutos por un sueño hecho realidad. Philippe Petit cruzó la torres gemelas sobre un alambre llevando como único equipaje su talento y el esfuerzo. El esfuerzo de un genio que durante 6 años gestó un maravilloso atraco a la vida misma junto a un pequeño equipo de amigos. El trabajo en equipo y la preparación es el único momento en el que Philippe y sus colegas pisan con los pies la tierra. La temeridad, aunque parezca increíble, no tiene cabida cuando los sueños se viven de esta manera.
El documental que dirige James Marsh nos cautivará desde el primer al último segundo. La mezcla de fashback (entrevistando a los protagonistas que gestaron la proeza), retales de vídeos originales y la propia implicación del protagonista (Philippe Petit) nos dejarán perplejos como en el mismísimo circo de la vida. Philippe es un artista en el sentido amplio de la palabra, con "una altura de miras" difícil de igualar.
La música de Mikel Nyman es la única red que nos protegerá durante la película. Sus inconfundibles temas nos harán flotar, si cabe, un poco más.
Tras la tragedia de las torres gemelas, Philippe "el Grande" llegó a decir que las Torres se habían llegado a construir con el único objetivo de que él las cruzará sobre el alambre. Yo me lo creo.
esta película-documental es de visión ineludible, absolutamente !!
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