Es curioso cómo cambia la percepción de una película cuando se ve una segunda vez, o incluso una tercera, como es el caso que nos ocupa. No sé exactamente que extrañas y escondidas virtudes vería en su momento, pero éstas nunca volvieron a aparecer.

Los primeros 45 minutos son frenéticos, pero en el sentido malo. Se suceden las escenas de modo implacable, sin ningún tipo de pausa, haciendo que el expectador pierda el interés por la trama. Es como si Vitali (V para los amigos), el hermano farlopero, estuviera a los mandos. Después la cosas se calman y la película comienza a asentarse, lo que permite a aquellos que hayan aguantado engancharse a la historia y disfrutarla.

Imagino que cuando alguien se especializa en productos de pésima calidad, dirigidos a retardados mentales, es complicado cambiar el registro y adaptarse a las necesidades de una película, que aunque mediocre, requiere del protagonista algo más que los típicos caretos del actor que no se sabe si está estreñido o padece una diarrea descomunal. Nicolas Cage es una calamidad, en su línea habitual.

'El Señor de la Guerra' con un director inteligente y un actor medianamente solvente podría haber dado mucho más de sí. A falta de ambos, se ha quedado en un mediocridad del montón. Una pena.

Hay que reconocer que nuestro amigo Oliver tiene buen tino a la hora de escoger temas de interés, e incluso también destaca cuando se trata de idear historias más o menos atractivas en torno a dichos temas (suponiendo que él sea el responsable de tales menesteres, que lo desconozco). Pero para de contar, el personaje no da más de sí.

Esta película sigue el patrón habitual que el afamado director repite con asiduidad: el guión es estúpido, incapaz de desarrollar de manera sólida la idea que se desea transmitir, con frecuentes giros inverosímiles; el desarrollo de los personajes es superficial y poco trabajado; y los actores son horrorosos, en especial la pareja protagonista.

Una basura sin paliativos, digna de la época a la que pertenece.

La historia me resulta profundamente repulsiva. Los efectos que genera en su familia y la sociedad la muerte de una pija adúltera no me interesan en absoluto, pero la buena consideración que tenía del director por sus obras previas me animaron a ver la película, y he de reconocer que no es tan insoportable como me esperaba, y de hecho hasta se deja ver.

Destaca por encima de todo la interpretación de la señora Miller, y el entorno que rodea a la familia real está muy bien logrado. Es detestable a más no poder el papel de Michael Sheen como Primer Ministro; algo nada sorprendente, pues la 'detestabilidad' es algo inherente, profundamente arraigado, en este actor.

En definitiva, una obra prescindible que se deja ver, sin más.

Un blanco paranoico, con graves problemas sicológicos, vive en una comunidad de propietarios habitada por un puñado de subnormales profundos, también blancos, que hacen unas cosas muy raras cuando salen a ejercitar sus rechonchos cuerpos. Aparentemente, la única gente normal del vecindario son un transexual, una pareja de afroamericanos (antaño conocidos como negros) y una familia de centromericanos, en la que el varón es un idiota y la hembra una especie de heroína, responsable de rescatar al blanquito del hoyo en el que se encuentra.

En definitiva un producto de pésima calidad cargado de clichés y salpicado con unos toques de humor patético, destinado a amaestrar a la plebe en los nuevos valores que los amos quieren inculcar. Basura sin paliativos donde no se salva ni el bueno de Tom Hanks, cuya actuación está por debajo de la excelencia a la que nos tiene acostumbrados.

Que Marc Foster sea el responsable máximo de este engendro no es de extrañar, pero que Hanks se preste a este tipo de mierdas demuestra que hay gente que no sabe cuándo retirarse con dignidad, y se dedica a arrastrar su otrora buen nombre por el fango más infecto. Esperemos que no llegue a caer tan bajo como De Niro.

Desde el primer momento la película transmite malas sensaciones. Una historia estúpida y un guion infantiloide y mal desarrollado no dan ninguna opción a un Eastwood decepcionante, tanto dirigiendo como actuando.

No entiendo cómo este fiasco puede salir adelante. No entiendo que no haya nadie que le diga al director/productor que esto no reúne un mínimo de calidad para comercializarse.

En fin, imagino que al final cada uno hace con su dinero lo que le sale de las narices, y aquí la pasta para hacer películas, a diferencia de lo que ocurre en España, no la pone el contribuyente.