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Críticas ordenadas por utilidad
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5.8
786
6
6 de abril de 2009
6 de abril de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película que el maestro vienés Otto Preminger rodó, fue esta adaptación de una novela de contraespionaje escrita por el insigne Graham Greene, novela por aquel entonces recién publicada. Humor negro, ironía inglesa y una puesta en escena algo teatral pero muy cuidada nos dan la justa medida de casi todo lo bueno que nos podemos encontrar en El factor humano, un filme con numerosos tiempos muertos que no sabe captar adecuadamente el pulso dramático de su fuente original y que está muy por debajo del nivel cualitativo de Cara de ángel, Anatomía de un asesinato y otras de las grandes obras por las que Preminger es recordado.

6.1
1,475
6
21 de enero de 2009
21 de enero de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la novela homónima de Steve Szilagyi, Fotografiando hadas es una película contextualizada en la Inglaterra victoriana que, tras un argumento moderadamente fantasioso y un nostálgico homenaje a los inicios de la fotografía, esconde una sentida reflexión acerca de la credulidad y la Fe, virtud teologal que, tal y como dice el personaje interpretado por Ben Kingsley en uno de sus sermones, "exige mucho pero no garantiza nada". Pese algunas leves derivas sentimentales, la ópera prima de Nick Willing aguanta el tipo con algo más que dignidad.
7
10 de enero de 2009
10 de enero de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A. Munk murió prematuramente en 1961 a causa de un accidente de tráfico; tenía tan sólo 40 años, algo que no le impidió situarse entre los cineastas polacos más destacables e influyentes de su país. Su fallecimiento se produjo durante la fase final de la película La pasajera, excelente obra póstuma que no por inacabada deja de ser inteligible y recomendable. En ella Munk, mediante un encuentro casual que se produce años después de “la barbarie” entre una antigua carcelera en Auschwitz y una prisionera política de ese mismo campo de concentración, reflexiona a través de varios flashbacks sobre el nazismo y las desiguales (y por ende insanas) relaciones que se establecen entre oprimido y opresor, entre la víctima y el verdugo.
2 de enero de 2009
2 de enero de 2009
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
50 años atrás, y dado el sentido alegórico que la SF puede adquirir en muchas ocasiones, City of Ember bien podría haber pasado por una crítica orwelliana al comunismo de Estado. Actualmente, finalizada la Guerra Fría y proclamado el triunfo de capitalismo, el film de Gil Kenan adopta un sentido alegórico distinto pero igualmente simbólico: el de retrato algo suavizado de las tiranías teocráticas que se sostienen sobre el yugo de la ignorancia y el fanatismo (¿Iran, quizás?).
Otros son los aspectos que, de forma menos subrayada, salen a relucir en esta aventura adolescente con tintes de ficción postapocalíptica. La malversación municipal, el obligado y necesario relevo generacional y los efectos negativos de la hiperespecialización son algunos de ellos. Pero el que sobresale por encima de todos es el evidente significado que adopta la tan anhelada luz, la luz del conocimiento y la inquietud cultural, la que nos hace más libres frente a las tinieblas de los dictados caciquiles.
El crítico Javier Ocaña hace referencia al indisimulado toque “dickensiano” (de Charles Dickens, obviamente) que desprende el film. A esta referencia yo añadiría también un toque “dicksiano” (de Philip K. Dick), sumaría la influencia de las cintas setenteras de ciencia ficción de temática postapocalíptica (La fuga de Logan, Cuando el destino nos alance, Mad Max, El planeta de los simios), y lo aderezaría todo con gotas del fantasioso universo que Neil Gaiman plasma en algunos de sus relatos.
La voluntad de la película en ofrecer una lectura interlineada es elogiosa, pero el tono, infantil en exceso, y sus excesivas licencias argumentales (muchos puntos de giro son totalmente gratuitos y algunas lagunas del guión injustificables) impiden que el mensaje nos cale. Por otro lado la lograda estética, basada en una labor de iluminación notable y en el cutre maquinismo de su escenografía, se ve contrarrestada por un plantel poco apropiado (un Tim Robbins desaprovechado, un siempre hierático Bill Murray, inadecuado para su rol de antagonista, y un personaje infantil llamado Poppy totalmente prescindible). Resumiendo, City of Ember es de esas películas que no llegan a satisfacer plenamente en ningún momento, de esas que dan una de cal y una de arena, o mejor dicho, 1 paso adelante y dos atrás.
Otros son los aspectos que, de forma menos subrayada, salen a relucir en esta aventura adolescente con tintes de ficción postapocalíptica. La malversación municipal, el obligado y necesario relevo generacional y los efectos negativos de la hiperespecialización son algunos de ellos. Pero el que sobresale por encima de todos es el evidente significado que adopta la tan anhelada luz, la luz del conocimiento y la inquietud cultural, la que nos hace más libres frente a las tinieblas de los dictados caciquiles.
El crítico Javier Ocaña hace referencia al indisimulado toque “dickensiano” (de Charles Dickens, obviamente) que desprende el film. A esta referencia yo añadiría también un toque “dicksiano” (de Philip K. Dick), sumaría la influencia de las cintas setenteras de ciencia ficción de temática postapocalíptica (La fuga de Logan, Cuando el destino nos alance, Mad Max, El planeta de los simios), y lo aderezaría todo con gotas del fantasioso universo que Neil Gaiman plasma en algunos de sus relatos.
La voluntad de la película en ofrecer una lectura interlineada es elogiosa, pero el tono, infantil en exceso, y sus excesivas licencias argumentales (muchos puntos de giro son totalmente gratuitos y algunas lagunas del guión injustificables) impiden que el mensaje nos cale. Por otro lado la lograda estética, basada en una labor de iluminación notable y en el cutre maquinismo de su escenografía, se ve contrarrestada por un plantel poco apropiado (un Tim Robbins desaprovechado, un siempre hierático Bill Murray, inadecuado para su rol de antagonista, y un personaje infantil llamado Poppy totalmente prescindible). Resumiendo, City of Ember es de esas películas que no llegan a satisfacer plenamente en ningún momento, de esas que dan una de cal y una de arena, o mejor dicho, 1 paso adelante y dos atrás.

6.0
2,265
6
28 de mayo de 2010
28 de mayo de 2010
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tragedia contemporánea cuya narrativa nos es planteada a modo de historias entrecruzadas. El sueco Lukas Moodysson aborda la globalización y sus penurias (inmigración, explotación, desigual reparto de la riqueza) a través de las historias que les acontecen a tres personajes íntimamente interconectados: un creativo de videojuegos que viaja a Tailandia para firmar un importante contrato, una niñera filipina que emigra a NY para poder brindar a sus hijos un futuro mejor, y una doctora residente en el Soho que es incapaz de conciliar su trabajo con su vida familiar.
Apreciable por su planteamiento crítico y por los valores humanitarios que transmite, Mamut se sostiene gracias a las sobrias interpretaciones de todo su reparto. Su alcance no va mucho más allá: el hecho de que, 3 años atrás, González Iñarritu y Guillermo Arriaga trataran en Babel la misma temática de un modo idéntico (pero con resultados mucho más satisfactorios), pesa muchísimo sobre la nueva película de Moodysson, a la vez que manifiesta su carencia absoluta de originalidad.
Apreciable por su planteamiento crítico y por los valores humanitarios que transmite, Mamut se sostiene gracias a las sobrias interpretaciones de todo su reparto. Su alcance no va mucho más allá: el hecho de que, 3 años atrás, González Iñarritu y Guillermo Arriaga trataran en Babel la misma temática de un modo idéntico (pero con resultados mucho más satisfactorios), pesa muchísimo sobre la nueva película de Moodysson, a la vez que manifiesta su carencia absoluta de originalidad.
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