Voy a aprovechar esta crítica para romper una lanza a favor de ese producto eternamente ninguneado en el menú del Burguer King y que es la Crispy Chicken. La Crispy Chicken es, al igual que "Lobezno", una comida de modestas pretensiones, pero sorprendentemente sabrosa cuando se la combina con las correspondientes patatas fritas (torso de Hugh Jackman, morbo de Liev Schreiber) y bebidas efervescentes (los cameos y apariciones de míticos X-Men como Gámbito o un jovencito Cíclope). Es cierto que en sí misma es un manjar poco imaginativo, es decir un cacho de pollo (bodrio) recubierto, eso sí, de una dorada y crujiente capa de sustancia indeterminada pero deliciosa. Pero a "Lobezno" y a la Crispy Chicken se le hinca el diente sin demasiadas ganas y acaba sorprendiendo ligeramente por la inesperada textura de rebozado.

El rebozado no es suficiente para dejar de considerar a "Lobezno" como el pollo que es, pero ayuda a pasar el trago.

Quienes engañados por tan sugerente título se acerquen a este filme esperando encontrarse con algo más que los típicos dibujos japoneses de batallas robóticas y postapocalípticas, que se vayan olvidando, porque esto más de lo mismo.

Ni siquiera a nivel artístico impresiona, salvo quizás el primer combate que libra Alita, todo lo alejado de un ángel que pueda concebirse. La verdad pensaba que sería algo distinto. Pero bueno, para sacar alguna utilidad del visionado, me gustaría solicitar a cualquiera que leyese esto que si conoce una buena película de animación japonesa que trate sobre verdaderos combates angélicos, en un estilo clásico y sin toda esa aburrida parafernalia pseudofuturista, por favor que se ponga en contacto conmigo porque llevo largo tiempo buscando. Gracias.

Bestial. No me reía tanto desde "Manos, the hands of fate". Una peli de serie Z, articulada en un tono histéricamente serio para tratar un tema que en manos de cualquiera con un mínimo de competencia hubiera sido de lo más dramático. Pero no. "Yoyas" es un festival de risas. De principio a fin. Escenas y detalles brutalísimos para apreciar con un grupo de amigos en sesión triple con "Planet 9 from outer space" y "Bloodrayne". Y aún hay gente que cree que la escena del velatorio de "The host" es humor coreano.

Momentos insuperables:

- Los postizos peludos de los etarras.
- Cuando el etarra velludo abraza por detrás a Ana Torrent con el sano objetivo de hacer sexo y ella le hostia, metáfora perfecta de los rituales de apareamiento en el País Vasco.
- El retozo en la campiña con el caballo blanco en cámara lenta, preparen el hipotálamo señores que aquí verá su integridad seriamente amenazada. Es un echar a reír y no parar.
- Escenas de momentos typical basque: los aizkolaris, un par de aurreskus, cantos en euskara, pelota vasca, que quede claro que esto va de vascos y no de malayos.
- El boss con txapela del principio que adoctrina a Yoyas.
- La conversación sobre si vuelvo al país vasco me van a arrechuchar los etarras y de repente cambio de tema y se pone a hablar sobre si son mejores los txopitos fritos o a la plantxa (o algo así).
- La eslovaca de "Compañeros" haciendo de vasca.
- Yoyas en la cama conversando con Ernesto Alterio, conversacion de la que es imposible acordarse ya que estás todo el rato mirando a ver si se le despega al tío la barba postiza.
- La escena hiperfalsa e hipertrillada de la pija llamando asesina a la Yoyas según regresa a Euskoland, oye Yoyes que a mis yayos les diste yoyas.
- ¿He dicho la barba postiza de Ernesto Alterio?

Multitudes de momentos deleitosos que no puede dejar pasar ningún devoto de lo bizarro: eso simpatizantes de la causa independentista mejor abstenerse, probablemente (y sin intención) no hay ninguna película que deje más en ridículo todo el movimiento. Jodo con Yoyes, menudas yoyas.

Desde que "South Park" (y antes que ella, la prehistoria de todo esto, que son "The Simpsons") llegó a nuestras vidas, parece ser que se ha puesto de moda la animación para adultos basada en la zafiedad, la incorrección política llevada al extremo, la escatología, los chistes sexuales y los tirones de orejas indiscriminados a todo tipo de famoseo. Para bien o para mal, la moda ha sido adoptada por un importante sector de público joven que se debe creer de lo más rebelde por ver dibujos guarretes.

"La casa de los dibujos" lidera en cuanto a nivel de repugnancia esta tendencia, sin aportar, en cambio, nada de inteligencia, ironía, finura o capacidad de dar en el blanco. Lleva las premisas de series como "Padre de familia" a extremos tan demenciales que llega un punto en el que tal catálogo de gilipolleces y bestialidades totalmente gratuitas y al servicio de la más pura nada no escandaliza, ni transgrede, ni asusta siquiera, sólo provoca una sensación continua de asco y aburrimiento. Por tanto, poco puedo recomendarla, a menos que sea a aquellos a quienes "Padre de familia" se les ha quedado sosa, porque si quieren caña de la cañera (sin más), aquí hay para todos.

Esta serie viene a tener un estilo a lo “Ranma” pero quitándole casi toda la gracia y haciéndola mucho más guarra (habrá quien diga que la gracia es, precisamente ésa). Es un manga con denominación de origen, es decir, que tú dices que es manga con toda tu buena voluntad y viene un iluminado que dice que no, que eso es shojo, o chowmein o shogun o como quiera que se llame la cosa, pero a tí te da un poco lo mismo, porque el caso es que unos dibujos cuyos mayor hito es ver masturbarse a un hamster no son lo que yo suelo considerar el ideal del entretenimiento televisivo.
El recital de cochinerías, aberraciones sexuales, maltratos hamsteriles y situaciones tan absurdas que para entenderlas hay que ir puesta de crack hasta las cejas, tiene, para mayor deleite del espectador, una pobreza en el trazo que a su lado los dibujos del anuncio de Red Bull parecen hechos por Rembrandt. Y como remate final, decir que ni siquiera es demasiado entretenida, aunque le puse dos estrellas porque los capítulos son cortos.

Sólo recomendada para aquellos a los que todavía les entre la risa floja cuando oyen la palabra “coño”.