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Críticas de Dabi
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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
6
23 de septiembre de 2022
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon es un director versátil y fiable. Lo mismo te hace un musical, que un thriller, que un drama, que una comedia, y todas te las hace bien, lo cual tiene bastante mérito teniendo en cuenta que no se está quieto y hace casi una película por año. Peter von Kant, su nuevo largometraje, no es su primer remake, habiendo versionado recientemente a Lubitsch en la resultona, aunque inferior a la original, Frantz. En Peter von Kant, reinterpreta ni más ni menos que a Fassbinder. Palabras mayores. Y como sucedió con Frantz, aquí Ozon vuelve a salir bien parado, aunque con ciertas reservas.

Lo mejor que se puede decir de Peter von Kant es que, a pesar de que el argumento y los diálogos son prácticamente los mismos, consigue diferenciarse de Las amargas lágrimas de Petra von Kant y encontrar su propia voz, y lo consigue a través de recursos que son ya recurrentes en el cine de Ozon: si Fassbinder recurría a la tragedia y forzaba a sus actores a posar ante la cámara hasta parecer modelos de un taller de escultura, Ozon utiliza el humor y la espontaneidad, tanto en ritmo como en dirección de actores. Si Fassbinder es teatral, Ozon es ligero y sensual. Su versión es más cómica, más digerible. Comprime la acción y le quita media hora al metraje. Todo esto la hace de más fácil acceso, pero también le resta peso y crea ciertas disonancias tonales cuando le toca trabajar las ineludibles escenas dramáticas.

A nivel visual, Ozon salva la papeleta. Enfrentarte a las imágenes de Fassbinder es una putada, y si pones una película al lado de otra, queda bastante claro quién es el maestro. Aun así, el trabajo de Ozon es meritorio, estiloso, sobre todo al principio. En el tercer acto parece que se olvida un pelín de cuidar la imagen, pero siguen satisfaciéndome su empleo del color y la precisión del montaje. La melancólica y sugerente banda sonora acompaña bien a las imágenes.

En cuanto a las interpretaciones, aquí creo que el remake sí está, como mínimo, a la altura de la original, si no por encima. Denis Ménochet se come la pantalla y consigue captar todos los matices de su personaje. Llorón, enrabietado, dependiente, egocéntrico, sensible, inteligente. Me parece un gran trabajo por su parte. Khalil Gharbia tiene menos recursos interpretativos, pero por suerte cuenta con la presencia necesaria para sacar adelante al personaje de Amir, y a Isabelle Adjani siempre se agradece tenerla en la plantilla.

En resumen, Peter von Kant es otro solvente trabajo de François Ozon, que se ve con agrado y deja cierto poso y que consigue hacer lo que para mí es más importante en un remake: aportar algo nuevo. No es el mejor trabajo de su director, pero tampoco es de los peores, y creo que quien no haya visto la original de Fassbinder y no lo tenga como referente tal vez la disfrute incluso más de lo que la he disfrutado yo, que no ha sido poco.

Calificación: Recomendable
Dabi
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4
24 de abril de 2020
33 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tyler Rake, la nueva propuesta cinematográfica de Netflix, es el debut como director de Sam Hargrave, quien lleva años trabajando como doble de riesgo y como coordinador de escenas de acción. Podemos destacar su labor en películas como Capitán América: Civil war y Avengers: Endgame, ambas dirigidas por los hermanos Russo, que en el caso que nos ocupa ejercen de productores y guionistas. Es decir, que si hablamos de cine de acción, Hargrave está lejos de ser un novato. La verdad es que me llamaba la atención el proyecto, pero no puedo decir que me haya gustado demasiado.

Los problemas de la película son varios, en mi opinión, y están casi todos en el guion de Joe Russo. Tyler Rake me hace pensar en John Wick, en Jungla de cristal, en The raid. Coge a su protagonista, lo atormenta, lo aísla (aunque en este caso en un espacio abierto) y lo rodea de decenas de enemigos con la inteligencia artificial de un shooter regulero. El ritmo es acertado, más o menos. La cosa es que hasta para una premisa tan básica y tan directa es necesario cumplir unos mínimos a nivel narrativo, mínimos que Tyler Rake no cumple. No hay nada de personalidad en la historia ni en el universo que se construye a su alrededor. No hay carisma. No hay absolutamente ningún esfuerzo puesto en desarrollar a los personajes. Insertar el mismo flashback tres o cuatro veces no equivale a caracterización. El protagonista es plano y no se ajusta a las virtudes actorales de Chris Hemsworth, quien necesita de un personaje más cómico para brillar a nivel interpretativo. Y en una película como esta, necesitas a un protagonista magnético, de lo contrario todo se viene abajo. La pareja niño-asesino la hemos visto mil veces, y en este caso no se hace nada interesante con ella, por no decir que Rudhraksh Jaiswal es el chaval más insípido del mundo. Perdemos diez minutos con un cameo de David Harbour que no lleva a ninguna parte y no aporta nada a la narrativa. La escena final, con un montaje barato en el que el guionista intenta recortar los flecos que han quedado sueltos en el guion, es tan tosca que roza lo lamentable.

Y sí, sé que es una película de acción y para muchos todo esto será poner pegas innecesarias, pero para mí no lo es. Llega un punto en el que desconecto, básicamente porque me importa una mierda lo que pasa en la pantalla. ¿Las escenas de acción molan? A ver, sí, molan, son violentas y están bien rodadas, y el trabajo físico de Hemsworth es notable, pero tampoco nos flipemos. No tienen el estilo de John Wick, ni el nervio visceral de The raid. Reconozco que ese plano secuencia de más de un cuarto de hora es realmente impresionante, un despliegue de virtuosismo y de coordinación que merece todos los elogios posibles. Toda esa secuencia es estupenda. Pero la película dura casi dos horas. Si lo único que puedo rescatar son quince minutos, pues qué queréis que os diga. Y esto no significa que sea un trabajo impecable a nivel visual. La sobredosis de colores cálidos, por poner un ejemplo, es bastante cargante.

En fin, que a mí Tyler Rake no me ha gustado. Qué puedo decir. No creo que sea una película terrible, porque no negaré que es habilidosa en su puesta en escena, pero no me dice nada. Es "entretenida", supongo. Si te apetece ver disparos y solo buscas no pensar demasiado durante un par de horas, pues échale un vistazo. Tal vez la disfrutes más que yo.

Puntuación: 4,7
Dabi
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2
25 de noviembre de 2014
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a ser breve; No entiendo qué se fumó el director de esta película. No entiendo la extraña e incómoda mezcla de géneros. Lo que es un drama de adolescentes queriendo la fama se convierte al minuto siguiente en una comedia surrealista del rollo de Scrubs pero sin gracia, que no empasta nada bien con el resto de la cinta y a mí por lo menos me da mucha vergüenza ajena, cada vez que Mira Sorvino aparecía con el puto aura de madre ideal me daban ganas de romper la pantalla. Luego volvemos al drama adolescente, esta vez de padrastros abusivos, luego pasamos a un thriller mal construido, luego metemos otra escena de humor, un poquito de romance adolescente, volvemos al thriller y así todo el rato, sin ninguna fluidez ni naturalidad. Es un guion desbocadísimo, completamente desenfocado y deshilvanado. La banda sonora está igualmente fuera de lugar, el montaje es terriblemente cutre, los efectitos de pantalla partida de Windows Movie Maker dan pena y las cámaras con Parkinson me ponen muy nervioso.

Eso sí, la película está muy bien actuada. Muy, muy bien actuada, especialmente por Abigail Breslin, que inexplicablemente se marca un papelón, a pesar de que su personaje podría estar mucho mejor escrito. Por otra parte, ver a una actriz con su talento metida aquí es muy deprimente, así que no se si habría preferido a Hilary Duff de protagonista, ya para redondear. Georgie Henley y Mira Sorvino también lo hacen bastante bien. Las interpretaciones, por lo tanto, aumentan considerablemente la puntuación de Perfect sisters, pero hay guiones que ni el mejor elenco del mundo podría salvar. Este es uno de ellos.

Puntuación: 3,2

P.D.: Vaya puta mierda de portada.
Dabi
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7
12 de enero de 2021
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fragmentos de una mujer es la octava película del director húngaro Kornél Mundruczó. Kornél Mundruczó lleva ya dos décadas haciendo cine y ha recibido unos cuantos premios a lo largo de su carrera, sobre todo en festivales europeos, pero yo, tengo que reconocer, nunca había visto una película suya. Fragmentos de una mujer ha sido mi introducción al universo de este cineasta, y tengo que decir que, sin ser un trabajo redondo, he salido bastante satisfecho con el resultado.

Mucho se ha hablado (y se seguirá hablando, estoy seguro) de que todas las virtudes de Fragmentos de una mujer están en la primera media hora y de que el resto del metraje no está a la altura. Estoy de acuerdo, en parte. Es cierto que el principio es lo mejor de la película. Pero no porque el resto no tenga virtudes, sino porque el principio es tan jodidamente bueno que eclipsa todo lo demás. No es la primera película a la que le pasa esto. Mucha gente dice lo mismo de Salvar al soldado Ryan o de Up (sí, puede que ambas superiores a la que nos ocupa, pero el caso es comparable), lo cual me parece bastante injusto. Es convertir la excelencia, por transitoria, casi en un defecto.

Porque sí, la primera media hora de Fragmentos de una mujer es excelente, un plano secuencia prácticamente impecable. Construye la tensión y la angustia con una precisión asfixiante. La cámara se mantiene pegada a los personajes y te obliga a respirar con ellos, incomodando en su enfermizo y morboso voyeurismo, y el resultado no podría ser mejor. Cuando llega el fundido a negro y aparece el título de la película, suspiro. La hora y media que viene después tal vez no sea excelente, pero sigue habiendo, pienso yo, bastante que apreciar en su desarrollo.

Intentando hablar de Fragmentos de una mujer sin hacer spoilers (aunque ya te los hacen todos en la sinopsis, pero bueno), diré que es una película triste y amarga, la crónica desconectada de los restos de un naufragio. Los personajes deambulan completamente perdidos, se autodestruyen y destruyen a los que les rodean. Personajes, dicho sea de paso, profundamente imperfectos y muy fáciles de juzgar desde la distancia que nos ofrece la pantalla, pero eso es lo que, al menos para mí, los hace humanos e interesantes. El proceso de curación es arduo y desagradable, y sobre todo, solitario. Su ritmo es lento y puede que a mucha gente se le atragante, pero a mí me gusta que lo sea. En cuanto a la cámara, sigue haciendo, durante todo el trayecto, un trabajo estupendo a la hora de situar al espectador en una posición incomodísima, navegando los escenarios y haciéndome sentir casi un intruso que, a escondidas, escucha conversaciones demasiado privadas. El tono intimista se mantiene durante buena parte del metraje. Es en la última media hora, en mi opinión, cuando el rumbo se va un poco a la mierda. Aparecen recursos narrativos algo blandos y resoluciones decepcionantemente simples. La última escena sobra por completo. No dice nada. Tampoco me termina de convencer el uso de su banda sonora. Son partituras bonitas, pero se emplean de forma demasiado intrusiva, obstaculizando el desarrollo de algunas escenas.

En cuanto a los actores, qué decir. Es una de las películas mejor interpretadas del año. Vanessa Kirby carga con el peso de su personaje con admirable dignidad. En medio de la tragedia, nunca se pasa de rosca, siempre se mantiene aposentada en la realidad. Shia LaBeouf está casi a la misma altura. Este tipo de personajes, bruscos, agresivos, de frustración y rabia contenida, se le dan de putísima madre, lo demostró el año pasado en Honey boy y lo vuelve a demostrar aquí. Y qué decir de Ellen Burstyn. La verdad es que me cuesta un poco creérmela como madre de Vanessa Kirby porque se llevan casi sesenta años, pero a esta mujer se lo perdono todo. Aunque tenga pocas escenas, está inmensa en todas ellas. Qué grandísima actriz.

En resumen, creo que Fragmentos de una mujer es una película más que sólida. Tiene profundidad temática, es visualmente notable y está interpretada de manera extraordinaria. Cierto es que comete errores, que a veces se le va la mano con la música, que las cuestiones que plantea son más interesantes que la forma que tiene de resolverlas y que la recurrente metáfora de las manzanas no acaba de tener el impacto deseado. Pero qué puedo decir. A pesar de eso, a mí sus virtudes me pesan más que sus imperfecciones. Por mi parte, es una recomendación.

Puntuación: 7,6
Dabi
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6
10 de octubre de 2020
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a ver. Antes de hablar de la peli, necesito desahogarme un momentito. Yo ya leí sobre The forty-year-old version (el título original de la película) allá por enero, cuando 2020 aún parecía un año normal. Fue entonces cuando se proyectó en el festival de Sundance y obtuvo excelentes críticas. Me la apunté y tal, sin tener ni idea ni de su argumento ni de nada. Y ahí quedó. Me olvidé de ella. Avancemos unos cuantos meses y nos plantamos en el 9 de octubre, cuando, mirando los estrenos de Netflix, me la encuentro. Y no la reconozco, entre otras cosas por el título lamentable que le han puesto en España: Rapera a los 40. Como soy así de masoquista, me la puse esperándome lo puto peor. En serio, RAPERA A LOS 40. Me cago en mi vida. Como si fuera la nueva comedia mala de Melissa McCarthy. El traductor que se ha sacado este título del ojete se merece una pena de cárcel, como poco. En fin, si no lo decía, reventaba. Y ahora, vamos con la crítica.

The forty-year-old version (es que me niego a llamarla Rapera a los 40) es el debut cinematográfico de Radha Blank, actriz, guionista y dramaturga estadounidense, una película marcadamente autobiográfica y de corte independiente que nos cuenta la historia de una mujer afroamericana que, tras perder a su madre y ver cómo su carrera literaria se ha estancado, decide probar suerte como rapera. Y sí, esta premisa suena bastante regulera. Por eso, estoy seguro de que mucha gente leerá la sinopsis y el título de mierda que le han puesto en España y pasará de verla, asumiendo, como es normal, que es una película horrorosa. Y es una lástima porque, a pesar de sus errores, a mí por lo menos me ha parecido un producto muy interesante. De hecho, de los mejores en lo que llevamos de año, aunque esto tampoco sea decir demasiado.

Para empezar, TFYOV es mucho menos cómica de lo que su premisa te puede hacer creer. Es cierto que hay momentos de humor (que por lo general, dicho sea de paso, suelen ser bastante efectivos) pero el núcleo de la película es muy dramático. Radha se siente perdidísima. La carga temática de la historia es apabullante. Desmitifica la vida de la artista y enfoca las tensiones raciales abordando cuestiones como la representación de la cultura y la perpetuación de ciertos estereotipos, siendo muchos de sus dardos bastante reveladores, especialmente a la hora de exponer cómo cierto sector de la población blanca consume el arte negro. El asunto de la gentrificación no es su tesis principal, pero también aparece, aunque sea de pasada. En definitiva, el tratamiento del racismo en el guion de Blank no se basa en el axioma de "los blancos odian a los negros", que ya se ha trillado hasta la saciedad. Una vez superado eso, toca ver qué queda. Y lo que quedan son prejuicios maquillados, la sensación de falso progresismo. Povery porn, como dice la protagonista en una de sus canciones. Porque sí, hay mucha música en TFYOV, y no hace falta oírla rapear durante más de cinco segundos para saber que Radha Blank sabe lo que está haciendo.

Las letras de las canciones de Radha son un punto importante, y evidencian aún más que esto de comedia tiene más bien poco. Blank quiere decirnos algo, y aprovecha el marco artístico del hip hop para hacerlo. El conjunto es tan denso que ni los subtítulos en castellano de Netflix le hacen justicia. Se dejan cosas. Es lo que tiene la poesía, que es intraducible. Casi todas las intervenciones son destacables, y hay versos que son directamente brillantes. Que alguien me enmarque la batalla a cuatro en el Bronx, por favor, que me la quiero colgar en la pared.

Pero la mayor baza de TFYOV es, en mi opinión, su elenco, que destila una energía bestial. Radha Blank, como protagonista que es, se lleva la palma con una interpretación de notable alto, pero los secundarios de los que se rodea están igualmente fantásticos. También ayuda que los personajes estén todos (bueno, casi todos, ahora vamos a ello) estupendamente retratados, haciendo que el conjunto sea fresco y muy veraz. Mención especial para los alumnos, que me han dado la vida.

A pesar de todas estas virtudes, no estamos ante una película perfecta, ni mucho menos. Es una lástima que un guion que rebosa tanta autenticidad acabe refugiándose en más ocasiones de las que debería en clichés narrativos que le juegan a la contra, sobre todo a la hora de resolver sus arcos argumentales. Los escasos personajes blancos son tan solo símbolos, vehículos necesarios para trasmitir ciertas ideas (como sucede, vaya por Dios, en la obra de teatro de Radha). No están desarrollados, lo cual es claramente una intención artística, pero sigue sin parecerme acertada. La subtrama de la alumna problemática, por poner un ejemplo de tópico rancio, es tan perezosa que no parece escrita por la misma guionista. Aún peor, el clímax del tercer acto en el teatro es tan exageradamente peliculero y tan poco consistente con el tono de todo lo que ha venido antes que roza lo vergonzoso, y esto es algo bastante grave. Por suerte, los últimos dos minutos suavizan la cagada y hacen que el resultado sea satisfactorio, pero aun así creo que le quita bastante fuerza al conjunto. Su apartado técnico, a caballo entre el documental y el mumblecore más barato, es solvente, pero en ningún momento impresiona.

En resumen, diré que TFYOV merece bastante la pena si estás interesado en un testimonio drámatico muy intimista, a ratos cómico pero nunca ligero, y de fuerte componente racial. Si los discursos sociales no son lo tuyo, tal vez esta no sea tu película. Y si no te mola el rap, igual ciertos tramos se te atragantan. A mí, que lo llevo escuchando desde los quince años, que me gusta el cine con trasfondo temático y que siempre me resulta interesante oír lo que tienen que decir voces como la de Radha Blank, me parece que tiene un buen puñado de virtudes que pesan más que sus obvias imperfecciones. Por mi parte, es una recomendación.

Puntuación: 6,6
Dabi
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