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Críticas de Rick el acomodador
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Críticas 189
Críticas ordenadas por utilidad
7
6 de septiembre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The Wrestler” es la historia de un luchador profesional enfermo y desubicado que confiesa en su último diálogo con la mujer con la que querría compartir el resto de sus días:”A mí sólo me hacen daño ahí fuera…”, refiriéndose a fuera del cuadrilátero.

Ya está. La película es el desarrollo de esta idea. Ya la hemos visto doce veces. Y alguna de ellas, mejor contada, francamente.

En “The Wrestler”, Darren Aronofsky lo explica todo con un afán didáctico sorprendente. Nada es sutil o sugerido. Todo es patente y explícito. El médico habla claro enseguida, los compañeros del ring son todos majísimos, el niño con el que juega a la play station le dice que el juego es viejo, su hija lo odia y echa en falta en proporciones similares, y la compañera de su hija vela por ella. Todo es tópico y típico. Reacciones lineales y previsibles. Nada nuevo. Todo está apuntado previamente y subrayado al terminar.

¿Faltaba metraje Darren? No creo que dirijas la película al público infantil… ¿o es eso? Ganchos suficientes tiene, claro.

¿Qué necesidad había de ese flash back tan raro en la pelea de la grapadora, la escalera y los alambres de espino? ¿Qué supiéramos antes que seguían siendo amigos?

Mickey Rourke esta muy bien. Contenido y sereno. El papel adolece de más trayectoria que la obvia de principio del film. ¿La madre de su hija? ¿Su repentina preocupación por la soledad? ¿la ausencia de enemigos ni rivales en lo personal? ¿De dónde sale su juicio autocrítico de golpe? ¿Por qué enfatizar la sordera de alguien que hace tanto caso a todo el mundo? ¿A quién no escucha “The Ram”?

Marisa Tomei, sobresaliente, como casi siempre desde que compartiera serie televisiva con la pareja de Rourke en “El Corazón del Ángel”, Lisa Bonet.

Nada es tampoco original ni sugerido en su papel de bailarina-stripper entrada en años. En la primera escena ya le están diciendo unos niñatos que tiene la edad de sus madres.

Lo que hace de esta una buena película es la química que destilan ambas interpretaciones cuando se entremezclan en diálogos creíbles y situaciones de una emotividad muy contenida.

El plano final es original, Darren. Eso no te lo quita nadie. Y lo que tardan a salir las letras, también.
Rick el acomodador
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8
26 de agosto de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza silente y magnética, pero acaba histriónica, patética, grotesca, casi ridícula.

Notable ejercicio provocador de las emociones humanas menos amables. La película rebosa odio y rabia. Derrocha ambición y egocentrismo. Despotismo y violencia. Y lo hace sin un mero rasgo de sentido del humor. Sin un solo brochazo de relajamiento, de sosiego, de calma. Todo el metraje es en tensión. En la cara del oscarizado Daniel y en el pulso de la historia que nos adapta Paul. Sin concesiones. La amistad no existe, por eso no hay que buscarla. Asume el amor mal entendido como parte de las posesiones a defender. Sin una pincelada de erotismo. No hay emociones positivas. No hay una sonrisa ni una lágrima.

Es larga. Pesada y larga como una vida tan triste y sacrificada como la que narra. Sacrificada por un "sin norte", pero sacrificada al fin, por un objetivo que se alcanza y que castiga al que lo alcanzó sin saber que con él se equivocaba. No hay redención. No hay más que objetivos que se alcanzan y desaparecen. Sin perdón ni penitencia. Embarrado en el empecinamiento de la tozudez por la fuerza. De la ambición de poderlo todo para acabar comiendo en el suelo, solo, con sangre de odio entre los dedos.

Impresiona. Se revuelve en tu interior. Desagrada. Interesa.

Espero que Daniel y Paul den el ejercicio por concluido. De hecho les pongo un 8, para que no intenten mejorar esto. Conseguido. Lo próximo bien dististo ¿vale?
Rick el acomodador
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Misión mortal
Documental
Reino Unido2018
7.2
63
9
26 de enero de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marie Colvin fue una de las periodistas más reconocidas de su generación por lectores y compañeros de profesión. Famosa mundialmente por su trabajo en distintos conflictos bélicos: Timor Oriental, Sri Lanka, Irak, Libia, Siria… fue la primera reportera de occidente en ir a la Guerra de los tamiles en Sri Lanka cuando la guerra llevaba ya más de seis años. Allí, tras recibir el impacto de una granada, perdió su ojo izquierdo y adquirió esa seña de identidad que la hizo famosa en muchos sentidos, aunque sus grandes logros aún estaban por llegar.

Junto al fotógrafo Paul Conroy, formó un tandem centrado en contar las guerras a través de las historias de los que más las sufren, mujeres y niños, dejando para otros los detalles técnicos sobre los calibres de los proyectiles o la motorización de los carros de combate.

Cubrieron la “primavera árabe” sin descanso, todo el conflicto libio, y Siria se les vino encina… literalmente. Juntos viajaron a la ciudad de Homs, donde todo parecía haberse encallado en el barrio de Baba Amr. Allí obtuvieron la revelación de la verdad que sintieron que debían contar al mundo entero, el llamado “sótano de las viudas”. Y allí acabaron pagando con sus propias vidas el coste de la verdad en una guerra. Y no todo había acabado. Para los supervivientes, gravemente heridos, aún quedaba salir de allí.

El relato es apasionante y preciso como una guía de viajes al horror, y el testimonio de Conroy sobre su compañera resulta tan comprometido y sincero como las crónicas de Colvin, que en paz descanse.

Bendito parche en el ojo, ese que le hacía querer ver más y mejor para contárselo al mundo, siendo testigo en directo, y dando su testimonio y su vida, por la vida de los que más sufrían.

Gracias Colvin.
Gracias Conroy.
Gracias a tantos otros…
Gracias Martin, como líder de todo el equipo que ha hecho posible esta otra crónica de la verdad.
Rick el acomodador
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6
23 de diciembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue el primer papel co-protagonista del carismático, por aquel entonces, Mark Harmon, interpretando al personaje de Dwayne "Thib" Thibideaux; y se comió, literalmente, a su compañero John Bennett Perry (un ex-modelo que lo mejor que hizo después fue ser padre - en la vida real - de Matthew Perry, archiconocido tras co-protagonizar la serie “Friends”).

La serie abordaba las misiones del “240-Robert”, una unidad especializada de la Policía de Los Ángeles, dotada de un vehículo 4x4 y un helicóptero que pilotaba Morgan Wainwright, interpretada por una estupenda Joanna Cassidy, justo antes de dejarnos a todos embobados con su papel en Blade Runner.

La serie fue rodada en escenarios naturales de la localidad de Sycamore Cove en Ventura County (California); y la mayoría de sus episodios se centraban en rescates, búsquedas, y rastreos por tierra, mar y aire.

Los actores Mark Harmon y Joanna Cassidy - alma indiscutible de la serie, con gran complicidad mutua y una cierta tensión sexual no resuelta -, abandonaron el proyecto tras la primera temporada. Se contrató entonces a Stephen W. Burns y Pamela Hensley para sustituirlos, pero de la segunda temporada tan solo se rodaron tres episodios y luego fue cancelada debido a los malos resultados de audiencia.
Rick el acomodador
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6
9 de noviembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cortometraje al ritmo de la música de Georges Delerue, y muy vinculado a la vida personal de Agnés Varda. “Solía ir mucho a la calle Mouffetard porque conocía gente allí y parecía casi una calle de la edad media. Había un mercado. A mí siempre me han gustado los mercados, pero sobre todo había muchos indigentes. Gente que vivía en la calle. Muchos lisiados de la guerra y borrachos en los cafés.”

Ella estaba embarazada y le sobrevino un “miedo básico y ancestral”, relata. Su vientre hinchado y la secuencia en la que el verdulero abre de un tajo la enorme calabaza para vaciarla de las pepitas y dejarla hueca a ojos de la gente, es digna del maestro Buñuel.

“Me invadía una contradicción fundamental que es que cuando estás llena de esperanza piensas que vas a dar una vida a un niño que va a nacer, que a lo mejor va a ser feliz… Pero yo veía a una población muy pero que muy desgraciada… Me inspiraba eso. Toda esa gente habían sido recién nacidos… Cuando habían sido niños, incluso habiendo sido no deseados, siendo muy pequeños, se ocuparon de ellos, los mimaron, les acariciaron la tripita…”

Las imágenes, aún en su cercanía y cotidianidad, o precisamente por ello, son devastadoras, y de un hiperrealismo sobrecogedor. Es la mirada de Varda. Su siempre valiente y genuino punto de vista.
Rick el acomodador
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