Interesante experimento documental realizado con un nivel de detallismo y de conocimiento histórico impresionante, lo cual ayuda a prestarle mucha verosimilitud al juego de "Qué hubiera pasado si...". En este caso, se parte de la falsa base de una hipotética victoria del bando confederado en la Guerra Civil y sus consecuencias directas sobre el devenir futuro de la historia, tanto europea como americana. La profusión de documentación, detalles como los de los anuncios publicitarios de tintes marcadamente racistas y sobre todo, la habilidad de Willmott para hacerlo creíble sólo queda empañada por lo manipulador de su fondo, el mensaje subyacente y la sensación de que la cosa daba para mucho menos (un vídeo de Youtube, por ejemplo).

Nuuestra amada Coppolina debe ser una aburrida de ni te espero, porque todas sus películas van más o menos sobre eso: el aburrimiento. Esta peli suya está muy bien porque te cuenta la Revolución Francesa desde una perspectiva nueva: en realidad, el pueblo francés no estaba oprimido sino aburrido y qué mejor remedio para el hastío vital de la humana existencia que un buen derramamiento de sangre azul, divertido a la par que económico. El hatajo de reales gorrones, que se tiran todo el día dedicados a toda clase de (in) actividades improductivas (pese a lo cual se aburren como ostras también) serán pasados a guillotina -adivinamos- sin la menor lástima ni empatía de parte del espectador. O por lo menos de mi parte, que después de dormitar con "Las vírgenes suicidas" y "Lost in translation" he vuelto a caer en las redes rosa chicle con brillantitos de la inefable Coppolina, perpetradora de pasteles/postales cada vez menos interesantes y más...aburridos.

Si queremos acción para el 31 de octubre, no olvidemos las condiciones básicas con las cuales podremos establecer contacto con el anfitrión de la velada, el mismísimo Señor de las Tinieblas. Llewellyn Moxey se las sabe muy bien y con este catálogo de conjuros nos da más de una pista sobre cómo preparar un adecuado aquelarre en la noche más mortuoria del año.

- Toneladas de niebla.
- Víspera de Candlemass.
- Christopher Lee.
- Quema de brujas.
- Sótanos misteriosos.
- Un cura fresco.
- Cruces.
- Grimorios.
- Sacrificios.
- Amuletos.
- Telarañas espesas como sudarios.
- Inquietantes forasteros.
- Nueva Inglaterra.

¡Abracadabra! Y la hora trece da lugar a un mediocre comienzo, un buen desarrollo y un fulgurante final merecedor de todos los honores luciferinos. Ideal para acompañar una buena queimada.

Película muy bonita y muy recomendable que, sin grandes alardes técnicos, nos habla de los inevitables cambios que el tiempo y la modernización conllevan, de las relaciones entre padres e hijos, de la amistad, de las antiguas y las nuevas tradiciones y de la nostalgia por aquello que nunca podrá volver a ser.

Con un estilo narrativo llano, rebosante de humanidad y verismo, Zhan Yang rinde homenaje a un mundo que lentamente está desapareciendo, en este caso encarnado en una vieja casa de baños china a punto de ser derruida para dar paso a la renovación urbanística. Al contrario que en otras películas del estilo, se evita con elegancia la caída en la sensiblería fácil, gracias a una mezcla irresistible de comicidad y dramatismo. Los personajes son adorables, los diálogos, encantadores y la riqueza expositiva evita que la trama se desenvuelva en un sentido unilateral, realizando un estudio nada pretencioso de un conjunto de seres en el ocaso de lo que ellos conciben como existencia.

Recomendada, no sólo por ser una buena película, sino también por constituirse como un buen bálsamo para el espíritu en horas bajas.

Esta revisión de Blancanieves trata de ser un oscuro cuento para adultos que rentabiliza al máximo la crueldad de la historia de los Grimm, dándole casi todo el protagonismo a la malvada madrastra (Sigourney Weaver). Por desgracia, se adivinan hechuras de telefilme de lo más lamentables, una fotografía mediocre -algo casi imperdonable en una película como esta- una Blancanieves casi inexistente y un guión que se queda muy por debajo de la idea original. Lo que hubiera resultado de caer en manos más capaces, nunca lo sabremos.*