¿Sabía usted que el realismo mágico es colombiano (profundamente colombiano, no sólo en sus orígenes, sino en su esencia)?. Pues bien, si no lo sabía, es bueno que lo sepa al ver esta película, y si ya lo sabía (espero que sea así, porque es algo bien básico), recuérdelo antes de sentarse a ver “La estrategia del caracol”.

“La estrategia del caracol” me parece más un cuento que una película, de hecho me sorprendió mucho cuando investigaba (posterior a haberla visto) que esta no fuese una adaptación de un cuento, sino un guión original. Es una película más bien escrita en lenguaje literario que en lenguaje cinematográfico. Se encuentra llena de lírica, metáforas, hipérboles, etc, todo tipo de figuras literarias. Además está llena de personajes teatrales (con muchos códigos del teatro). “La estrategia del caracol” no es una gran producción cinematográficamente hablando; su ritmo, su forma de relatar, etc, tienen carencias, sin duda, pero es una obra del arte llevada a la pantalla. Definitivamente se escapa de los cánones clásicos del cine para ser más bien un cuento de realismo mágico filmado.

Los vecinos de una zona pobre de Bogotá luchan para evitar el derribo de la casa donde viven. En realidad más que perder la casa, la lucha de este grupo es por no perder su dignidad. Ese es el juego central de la película, mostrar desde diversos personajes (muy diversos) desde donde estos sujetos van construyendo su dignidad, la que está siendo continuamente agredida por un sistema voraz. El director a través de esta lucha va haciendo un cine de denuncia; retratando una sociedad injusta, y la interacción de ricos y pobres con “el sistema social”, el cual se encuentra altamente estratificado (el acceso a la justicia, tomando esta como ejemplo, es muy distintos para un rico que para un pobre, para un abogado top que para un abogado “piñufla”, etc).

El cine de denuncia de Sergio Cabrera en “La estrategia del caracol” se hace a partir de una comedia. Lleno de personajes surrealistas –más bien realista mágicos-, dignos del teatro o bien de un cuento de Garcia Marquez: un viejo anarquista español combatiendo junto (por la misma causa) a unas viejas devotas muy religiosas, un cura, un transformista y un abogado - que cree en la ley y busca como utilizar la ley para aletargar la ley- Un tramado especial, constituye un rico mosaico de personajes de diferentes clases sociales, ideologías e ideas políticas.

Todo lleno de situaciones bizarras, van tejiendo un entramado muy poético; una comunidad que se junta por su causa, causa que mutua, en un comienzo puede ser la conservación de sus viviendas, para luego ser la conservación de su dignidad.

Al final se trata de una película optimista, que muestra con un profundo sentido del humor la pobreza del tercer mundo. No es mi película favorita, pero la recomiendo para todo aquel que quiere reflexionar o bien reírse con un humor no tan básico.

Martin Scorsese para mí es un director irregular: películas extraordinarias (varias) y películas muy mediocres (unas cuantas). Sé que suena osado, cuestionar así a una eminencia. Es cierto, osado y políticamente incorrecto. No hablo de irregularidad en su producción (en eso es muy regular, siempre bueno, sus películas gozan de una ambientación, tomas, sonido, fotografía, etc envidiable, en forma sostenida), sino de irregularidad es su calidad fílmica como un todo. Tiene películas extraordinarias (Taxi Driver, Toro Salvaje, Casino, etc) y otras muy mediocres (El lobo de Wall Street o El Aviador). Suele pasar que Robert De Niro era sinónimo de calidad.

“Silencio” es una película extraña dentro de estas categorías, extraña porque es extraordinaria-rara. Extraordinaria por su montaje, su fotografía, la ambientación, etc, todas esas cosas que nos suele entregar Scorsese. Extraordinaria por la temática, por la forma de abordarla, por la honestidad en abordarla, por las dudas que se plantean, es una película para pensar, pero no sólo para pensar, para disfrutar, para entretenerse, una historia que te agarra y te emociona. Una película extraordinaria. Una película mediocre, si mediocre porque las actuaciones de Andrew Garfield y Liam Neeson dejan demasiado que desear, no lograr la altura que el filme requería, no son tan creíbles en el contexto, simplemente o dan el ancho. Para una película de este tipo, donde la credibilidad del personaje es fundamental para la credibilidad del film, este es un error garrafal. Las actuaciones de los orientales son extraordinarias, pero las actuaciones centrales de los occidentales no san el ancho.

La película podemos separarla en dos: la primera parte cuando los sacerdotes - Rodrigues y Garupe- se esconden y van descubriendo la fé cristiana en Japón en estas pequeñas aldeas. La segunda parte es cuando Rodrigues es atrapado y el filme se centra en los cuestionamientos internos de este. La primera parte es fantástica –extraordinaria- una filmación alucinante para una historia muy bien lograda. La segunda parte es mediocre, si bien la historia es buena, al centrarse en la intimidad del dúo Andrew Garfield y Liam Neeson, esta pierde fuerza, porque al volverse el foco los dos personajes, el hecho que las actuaciones y los diálogos no estén bien logrados, hace que se pierda considerablemente la intensidad de la película.

Durante las casi tres horas, la película en que se desarrolla un intenso debate histórico –occidente y oriente, forastero y autóctono, choques culturales, etc- y un interesante –pero no tan profundo- debate teológico y filosófico. Este último pudiese haber sido mucho mejor con actores centrales que logren mejores personajes, quizás con diálogos más ricos en la segunda parte de la película.

¿Vale la pena? Sin duda, véala. Un momento interesante para reflexionar, un montaje extraordinario.

Como buena parte del cine chileno post dictadura, una película intrascendente, irrelevante, mal actuada, malos diálogos, personajes planos, sin gracia, sin emociones, etc. Después de ver una y otra vez lo mismo, uno llega a cuestionarse ¿Cuál es el fin de hacer estás películas (hablo por muchas películas chilenas –como el 95%- de los últimos 25 años)? ¿Qué buscan? ¿Qué quieren mostrar?

Está es de esas películas de historias encadenadas tan malas, que logra que ni una de las historias sea interesante. Ni una de las sub historias logra involucrar al espectador, ni un personaje este bien logrado, todos los diálogos y personalidades de los personajes no tienen nada en que escarbar –son completamente planos-. ¿Las actuaciones? Para el olvido. Todos los personajes están de paso, esperando el olvido (¿Creen que alguno de esos bodrios será memorable?).

Reitero mi inquietud ¿Qué quieren mostrar? ¿Qué puede motivar al director para filmar esto? ¿Qué puede motivar al estado para financiar este bodrio cultural?

¿Les interesará demostrar que somos un país “progre”, saliendo de una larga etapa de represión sexual? Bueno, ¿qué mejor que hacerlo mostrando desnudos de María José Prieto y Viviana Rodríguez para los hombres y de Cristián Campos y Benjamín Vicuña para las mujeres? ¿Qué mejor que mostrando a Sigrid Alegria en una escena lésbica? ¿En verdad para eso es necesario filmar una película? Mejor hagan un programa de televisión y los hacen bailar a todos desnudos. Demasiado básico, demasiado para ser el eje de la película.

La película rememora a situaciones y conceptos de las películas españolas de después de la dictadura. El argumento –irrelevante por cierto- y el estilo –de un nivel pésimo por cierto- de la película me daba la sensación de ya haberlo visto muchas veces. Obviamente el mundo “progre” se encontrará “saltando en una pata” porque “rompe tabus”….. ¡que básico!

“Mujeres infieles” resulta un filme de un nivel penoso, una más para la larga lista del cine chileno post dictadura, que no suele destacar por su calidad precisamente.

La película no es fome, tiene un tono telenovelesco que resulta livianito y fácil de seguir, comedia urbana de situación livianita (eso no aburre). Claro, no aburre, pero tampoco emociona, tampoco interpela, tampoco engancha, tampoco importa, tampoco aporta, tampoco nada, es completamente irrelevante. ¿Tiene valor cinematográfico? Ni uno. Para estos bodrios mejor filmar un episodio de tv, no vale la pena gastar en una producción cinematográfica.

Dentro de todas las desprolijidades, se metían personajes sin importar si venían al cuento o no. Había moralina moderna barata: "el sexo no es malo" y "no pasa nada por masturbarse": patética. . La película puede entretener, de una forma intrascendente –demasiado intrascendente diría yo-, ¿el problema? Entretiene muy muy poco.

No gaste su tiempo

Sin duda como todo thriller de intriga (de mediana calidad), es una película entretenida que consigue mantener involucrado e interesado al espectador, pero de ahí a algo memorable, simplemente años luz. ¿Desilusionante? La verdad no, no me esperaba mucho más tampoco.

La película es demasiado simple, su argumento es simple y sus personajes son simples, incluso podríamos catalogarlos como personajes planos. Amanda Peet, aparte de su hermosura no aporta mucho, y quizás no por responsabilidad de ella, simplemente porque uno no termina de entender la necesidad de su papel (completamente demás).

El problema principal de la película no es que sea lenta, fome o poco creíble, sino que carece de estilo.

Ángel Negro fue muy famosa en Chile cuando se estrenó esta película porque era muy raro que en el país se hiciera una película del género: terror. En un mercado saturado de comedias, cine político y películas sobre la marginalidad (podríamos hablar de que esas 3 temáticas se toman el 95% de las producciones chilenas de los últimos 30 años), una película de terror llamo la atención. Pero Ángel Negro no fue mucho más que eso, algo llamativo, pero no duro mucho el fenómeno, dado que la película en si tiene pocas cosas que ofrecer.

Si bien era original la temática para el país, la película era muy poco original en su guión, el que parece un calco de ciento de películas norte americanas del género. El desarrollo se vuelve predecible al poco rato, y si bien la película no es fome, no hay mucha incertidumbre en juego, simplemente carece de sorpresas.

Si en originalidad no destaca, en desarrollo de los personajes tampoco lo hace: el planteamiento psicológico de los personajes es nulo, son personajes planos, sin personalidad, monótonos y un poco monosílabos (diálogos muy precarios). Tampoco ayuda la actuación de los actores (salvo Andrea Freund que es por lejos la más rescatable). Las escenas de terror no asustan y no hay mayores sorpresas.

¿Qué destaco?
La fotografía, al parecer el bajo presupuesto le jugo a favor en este aspecto, la película parece oscura por la poca nitidez de las imágenes.
La música, si bien no la encuentro adecuada para una película de terror, y más bien parece hecha para alguna thriller psicológico que para una película de terror, pero es interesante.

En muchos aspectos parece una película de aficionados más que una película profesional.