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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5,200
Críticas ordenadas por utilidad
10
4 de agosto de 2014
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
84/07(13/14) Una de las Más Grandes Odas al antibelicismo que se hayan hecho nunca, más de 80 años de su realización que no le han hecho mella, su frescura y mordacidad la han atomizado, siendo de gran influencia para posteriores grandes cineastas. Lewis Milestone realiza una de los más conmovedores alegatos contra una de las mayores lacras que el ser humano ha creado, la Guerra y todas sus nefastas consecuencias. Su profundo mensaje Humanista era tan pernicioso para el poder de Maestro de Marionetas de los gobiernos que estos temieron que su pacifista contexto podría influir en la gente, los gobernantes no quieren que sus ciudadanos vean la realidad de las contiendas bélicas, pretenden pintárselas de idealistas y glamurosas. La Academia de Cine la premió con el Óscar a la mejor película y a la mejor dirección. Sinopsis omitida por falta de espacio.

La cinta arranca con un mensaje sobreimpresionado que da idea que estamos ante algo de calado emocional: <Esta historia no es una acusación ni una confesión, y aún menos una aventura, pues la muerte no es una aventura para aquellos que se enfrentan de pie a ella. Trata simplemente de una generación de hombres que, aunque escaparan de las bombas, quedaron destrozados por la guerra.>

Se basa en la novela homónima del germano Erich Maria Remarque, veterano de la Gran Guerra plasma en el libro sus experiencias en el conflicto, siendo el primer gran film del cine sonoro. Lo guionizan George Abbott, Maxwell Anderson (“Cayo Largo”), Del Andrews, y el no acreditado director, con una composición de momentos únicos, de los que manan estremecedores sentimientos, con descripción de personajes con los empatizas y con los que sufrirás. Discurre en tono pesimista, realista recreación del tránsito del artificioso idealismo de de formar jóvenes Patriotas que luchen abnegadamente por una causa, aunque esta causa les sea ajena, pasando gradualmente de la ilusión, al desencanto, la decepción, la frustración, la desesperación, habla de la sinrazón, de la inutilidad, de la futilidad de las Guerras, nos cuenta que la victoria es permanecer vivo, que el inicial idealismo deriva en que únicamente luchas por el compañero. Fastuoso reflejo de la dura vida en las trincheras, no escatiman autenticidad, exponiendo la crudeza, mostrándolas embarradas, mugrientas, con ratas entre los soldados, pasando hambre, con el constante sonido de fondo de las bombas enemigas cayendo, conviviendo con la muerte, impresionantes batallas, magníficamente rodadas, se muestran los horrores de estas con imágenes imperecederas como las manos amputadas que quedan colgando en una alambrada, Sublime. La cinta pone el acento en desmitificar la guerra, en despojarle de cualquier glamur, aquí no hay héroes solo supervivientes.

La guerra la vemos desde el punto de vista de los soldados rasos de infantería, peones movidos por caprichosas manos, nunca sabremos donde están o cual es la estrategia de combate, no se nos explica porque guerrean, pero se nos enseña la manipulación a la que chicos volubles son sometidos con argumentaciones pomposas, hinchadas de nacionalismo que no es más que el McGuffin para azuzar a las masas, jóvenes que sueñan con ser héroes. Se nos relata con esmero todo el trayecto desde el adoctrinamiento en la escuela, el adiestramiento, la llegada a las inhóspitas trincheras, la relación con los veteranos, las primeras misiones, el hambre, las batallas, los deprimentes hospitales con sus fallecimientos, amputaciones y traumas de guerra o los permisos de vuelta a casa donde ya se encuentran fuera de lugar.

Gran parte del éxito del film es su extraordinario elenco actoral, con el acierto de no poner a estrellas para no desviar la atención a lo superfluo, con unos intérpretes que transpiran veracidad, humanidad, y de lo más complicado, contención, pues los actores provienen todavía del cine mudo donde el histrionismo era la forma de emitir emociones, aquí transmiten naturalidad. El amo y señor de la función es Louis Wolheim como el veterano Kat, Colosal, ayudado por un físico tallado a machetazos emite un portentoso carisma, dota a su rol de un patinado paternal conmovedor, su lenguaje gestual apabulla, lamentablemente murió de cáncer un año después del estreno de la cinta con 51 años. Lewis Ayres es el protagonista resulta entrañable en su papel, emite toda la gama de matices que requiere, con momentos apasionantes, con discursos arrolladores de poderío como el que da a los alumnos en un permiso, alertándoles de lo perniciosos de la guerra mientras estos le abuchean por considerarlo antipatriota, tan marcado quedó por su rol que durante la WWII se hizo objetor de conciencia, sirviendo durante la contienda en el Cuerpo Médico en el Pacífico Sur. Slim Sommerville como Tjaden realiza una fenomenal labor como alivio cómico, y derrochando ternura.

Puesta en escena espléndida, brillante dirección artística de William R. Schmidt y Charles D. Hall (“El Doctor Frankenstein”), con estupendo pueblo teutón, tremendas trincheras, aterrador campo de batalla, fruto de 20 hectáreas de un rancho californiano, con miles de extras en una pavorosa coreografía de la muerte, más de 2000 excombatientes alemanes residentes en Los Ángeles sirvieron de extras militares, algunos incluso hicieron de asesores técnicos, con lúgubres hospitales, o el excelente vestuario, esto maximizado por el grandioso trabajo de cámara de Kar Freund (“Metrópolis”) y Arthur Edeson (“Casablanca”), con espectaculares travellings en las trincheras, con prodigiosas tomas en las batallas, con secuencia subjetiva estupenda cuando vemos a Paul asistir a un caótico enfrentamiento entre tropas con él situado en un cráter de una bomba, genial o cuando la cámara actúa de ametralladora, a esto se añade no poner música porque se confía tanto en el relato que la música puede resultar maniquea y sensiblera. (continua en spoiler por falta de espacio))
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TOM REGAN
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5
10 de septiembre de 2014
38 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
125/17(30/08/14) Interesante pero fallida cinta israelí que tiene su mayor aval en que el carismático realizador Quentin Tarantino la señalado como el mejor film de 2013. Que le enamore a Tarantino no tienen que ser sinónimo de calidad, y mucho menos de excelencia, aunque entiendo que lleva muchas señas propias del director de “Pulp Fiction”, mucha verborrea ordinaria, humor sombrío, momentos impactantes de violencia, sangre explosiva, re3cordando bastante la idea central de esta con el interrogatorio en “Reservoir Dogs” que acaba con una oreja cortada. Tambioén recuerda mucho a la reciente “Prisioneros” de Dennis Villeneuve, aunque más una versión bizarra bastardeada, lo que allí era profundidad y calado dramático reflexivo aquí es humor incómodo y hondura liviana. Esta es una obra irregular a la hora de equilibrar la mezcla de géneros entre el thriller de terror con la comedia negra, se le va los realizadores en varias ocasiones la mano, así como la construcción personajes se antoja superficial e incoherente.

Un sospechoso por pedófilo y asesino, Dror (buen Rotem Keinan), un profesor de escuela, es torturado por unos polis comandados por Micki (correcto Lior Ashkenazi) para que confiese donde esta una niña, son grabados por un chico con su teléfono y lo cuelga en youtube, ante la publicidad Micky es despedido. La chica aparece muerta y violada, pero sin la cabeza, y según la ley judía el cuerpo ha de ser enterrado completo. Micky planea volver a secuestrar a Dror para sonsacarle la verdad, al intentarlo él y Dror son raptados por el padre de la chica muerta, Gidi ( Tzahi Grad ), un exmilitar, los lleva a una casa aislada, los mete en el sótano, Gidi convence a Micki para entre los 2 torturar a Dror (está amarrado a un sillón) y sacarle la información, en medio de la vorágine aparece el padre de Gidi (Doval'e Glickman), que se une a la fiesta sangrienta.

El guión de los propios realizadores Aharon Keshales y Navot Papushado, se mueve difusamente entre el thriller, el terror, el suspense y la comedia gamberra, tocando temas como la venganza, la pedofilia, el poder de la duda, la obsesión enfermiza, la tortura, la amoralidad, el poder de las redes sociales por internet o la psicopatía, pues bien todo esto se aborda con muchos altibajos, se desarrolla a trompicones, con unos personajes mal delineados, no entiendes su comportamiento, con dosis de humor negro que te dejan inquieto. Se inicia con una gran potencia sensorial, vemos una secuencia con reminiscencias a fábula de terror, un juego de niños en slow y con música cuasi-mágica acaba con una niña desaparecida, a continuación asistimos a la tortura de un sospechoso, rápidamente nos han involucrado y enganchado, sabiendo inocularnos la duda durante todo el metraje. La cinta juega con el espectador al no mostrarle por que la policía tiene tan claro que el sospechoso es el culpable, esto por mucho que pretenda ser bueno para sembrar la duda, lo que hace es lastrar la historia, se podría haber sido ambiguo enseñando indicios, pero optan por la salida facilona, nada. Los giros del relato se antojan artificiosos, los personajes exhiben una tremenda amoralidad, sin sentimientos de culpa. El análisis de que el hombre es un lobo para el hombre resulta plúmbeo, la exploración sobre la deshumanización y salvajismo atávico en situaciones extremas de los humanos me es superficial y de poca altura al mezclarlo sin mucho sentido con toques de humor irritante. La historia lleva un buen ritmo y gana enteros en su increscendo hasta que aparece el padre vengador, entonces la historia roza el absurdo, con momentos chirriantes, lo que debía ser su punto álgido se convierte en un peso muerto, pues el humor que expone el “Padre Coraje” resulta contraproducente y anula cualquier sentimiento de hondura dramática, si en algún momento en el sótano hace aparición el calado sensible y de reflexión moral-ético queda expulsado por elementos de humor caótico, confunden el humor mordaz con salidas de pata de banco miserables, se banaliza la tortura de modo nauseabundo. El “padre Coraje” debería transmitir ira, dolor, acongojamiento, pero lo que emite es que es un psicópata (una especie de Tony Soprano) que parece importarle nada que su hija hace poco ha sido violada y decapitada, haciendo chistes casposos cada 2 por 3, un despropósito de personaje, un amoral plano, que saca uñas, martillea manos, retuerce dedos con la misma ordinariez que hace tartas, y con la aparición del “Abuelo Coraje” el absurdo se multiplica, un tipo al que han asesinado a su nieta y se comporta como un bufón carnicero. Además de estancarse la acción en el sótano, las situaciones no fluyen, se hacen reiterativas, para desembocar en un final precipitado y simplista por lo previsible.

La puesta en escena resulta muy grata con un meritorio trabajo de cámara, jugando los contraluces, las sombras, el slow para trasladarnos desasosiego y zozobra, a esto se le añade una música cuasi-etérea que acuna la cinta en un halo de cuento de hadas, con incluso un tema del maestro Ennio Morricone.

Al final nos queda un relato que entretiene sin más, su calado reflexivo es nulo por su torpeza en un humor a destiempo, pasado de rosca. Fuerza y honor!!!

P.D. Que pinta el jinete árabe en la historia?
TOM REGAN
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5
9 de septiembre de 2016
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
159/17(28/07/16) Serie bluff sobrevalorada del canal Netflix, o los que la han alabado supongo lo habrán sido imbuidos por la nostalgia ochentera que despiertan los primeros capítulos, pero este cruce de ciencia ficción, fantasía, drama juvenil y misterio se queda muy lejos de lo mejor de estos años, un producto creado por los hermanos Matt y Ross Duffer (“Wayward Pines”) se pasa de listo a lo largo de sus ocho entregas, pues el “homenaje” a los films de esta época está bien como guiños, como percha a que asirse, pero los hermanos confunden tributo con copia barata, esta mezcla descarada entre “ET” y “Poltergesit”, las dos del 82, sin alma, sin frescura, con olor a rancio, conforme avanzan episodios se vuelve más enmohecido. Su arranque resulta sugerente, abre subtramas despiertan interés, presenta personajes con potencial, pero a medida que pasa el metraje y capítulos te das cuenta es una serie vacía de contenido, con personajes planos, cuando no irritantes, con buenos buenísimos clichés, y malos villanísimos plúmbeos, con actuaciones que en algunos casos rozan lo chirriante, con un desarrollo de subtramas atropellado, con agujeros más grandes que los del Titanic, y con todo lo peor es que se toma demasiado en serio, le falta humor para reírse de sí misma, esto hubiera sido desengrasante, pero, prefieren ir por el lado serio que no hace más que desvirtuar más aún el resultado final, ah, y está su chusco final propio de un descarte de serie Z.

El 6 de noviembre de 1983 en la ciudad de Hawkins (Indiana), Will (Noah Schnapp), chico de 12 años de edad, una noche mientras iba a su casa desaparece misteriosamente. Su madre, Joyce Byers (Wynona Ryder), lo buscará desesperadamente con la ayuda del jefe de policía Jim Hopper (Mike Harbour). Los niños amigos de Will, Mike (Finn Wolfhard), Dustin (Gaten Matarazzo), y Lucas (Caleb McLaughlin) realizarán su propia investigación ayudados por una enigmática chica, Eleven (Millie Bobby Brown). Ello mientras una oscura organización gubernamental comandada por el siniestro el Dr. Martin Brenner (Matthew Modine) parece tener algo que ver. También tendrá importancia en la historia el hermano mayor de Will, Jonathan (Charlie Heaton), un asocial adolescente aficionado a la fotografía, Nancy (Natalia Dyer), hermana de Dustin, Steve Harrington (Joe Keery), arrogante novio de Nancy, y Barb (Shannon Purser), amiga de esta última.

Hay una corriente cinéfila pone en valor la década de los 80, prueba son: Attack the Block (Joe Cornish, 2011), Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), Super 8 (JJ Abrams, 2011), The Guest (Adam Wingard, 2014) o It Follows (David Robert Mitchell, 2014), Turbo Kid (Anouk Whissell, François Simard y Yoann-Karl Whissell, 2015), o el genial corto Kung Fury (David Sandberg, 2015); Cuando en es probablemente la peor de la historia del cine, grandes males se engendraron en estos años, proliferó una ola de productos meramente mercantilistas, films de acción, violencia individualista rayando en lo justiciero (Stallone, Scwarzi, Chuck Norris,...), otro subgénero de thrillers eróticos (“Nueve semanas y media”, “Instinto básico”,...), y los que plagian en esta serie, la vertiente teenager (quinceañeros), los que se suponían llenaban las salas de cine, donde primaban las historias de amiguetes o bien de niños (“ET”, “Cuenta conmigo”, “Los Gremlins”...), de adolescentes marca John Hugues o el juvenil-terror (“Pesadilla en Elm St.”, “Viernes 13”, “Carrie” ...), o la mezcla de ambos (“Los Goonies”, “Poltergeist”...), donde lo que sobresalía era la superficialidad a favor del divertimento escapista sin capacidad de trascendencia. Y de todas estas cintas tiene un poco y de más esta serie como del cine de John Carpenter, en lo del terror y la música tecno, las historias de terror de Stephen King, hay de la saga “Alien”, todo malmetido en una coctelera pariendo un guión que se lía más y más sin saber hacia dónde se dirige. Adornado con personajes estereotipados: El grupo de niños amiguetes, con el listillo, el étnico (el negro), el que hace reír (solía ser el gordito, aquí lo han cambiado por uno que cecea), siempre con sus bicis, con radiotransmisores; La chica guapita que está con el “Rey” del instituto, que suele ser un berzotas arrogante; El inadaptado social; Una organización gubernamental que es el malo de la función; Ello en un entorno de casitas de madera rodeados de bosques misteriosos; Fiestas juveniles; Picores sexuales de la adolescencia; Todo tan previsible como el día y la noche.

Como punto de partida está bien el homenaje a la década de los 80, excelente intro con la música tecno de Michael Stein y Kyle Dixon (miembros de la banda Survive), que de vez en cuando nos suelten pellizcos como los carteles que vemos de films como Tiburón , The Evil Dead , o La cosa, pero luego debe aportar algo de originalidad y frescura, y aquí la serie desbarra, puede y es que si rascamos un poco nos encontramos con que los Duffer son los creadores de otra serie con similares características, te atrapa en los misterios de sus primeros capítulos y a mitad de capítulos la “caga” a base de bien, pues esta en cierto sentido es parecida, esto acentuado por que la dirigen ellos junto a un director del montón, Shawn Levy director de comedias olvidables, como “Noche en el museo” o “Recién casados”. Todo huele cuando se hace una copia, de una copia, de una copia, a que todo es algo bastardeado, los aires spielbergeanos son apuntados pero bombardeados por unos personajes que van de lo jartible a lo insoportable. Cuando a los pocos episodios se agota la melancolía ochentera debería empezar a discurrir una historia, y entonces se emponzoña en un pastiche viscoso, como no hay protagonistas con los que se cree conexión termina por darme igual lo que les pase, su combinación de misterio, terror y suspense fantástico se antoja cansino, sin capacidad alguna de sorprender y sí de cabrear por sus muchas incoherencias narrativas, me extiendo un poco más en spoiler...
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TOM REGAN
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8
4 de marzo de 2011
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
58/01(01/03/11) Valiente y muy buen drama galo que rememora el vergonzoso colaboracionismo francés durante la ocupación nazi del país, que tuvo su punto álgido el 16 de julio de 1942 con La Redada, la despiadada detención por parte de la policía francesa de casi 13000 judíos por requerimiento germano para ser enviados a la mayor fábrica de muerte que la más podrida mente haya engendrado, Auschwitz, de forma infausta fueron más papistas que el papa pues los teutones ‘solo’ querían adultos y las autoridades también detuvieron a menores de 12 años, mandaron unos 6000 al Campo de Drancy al Norte de París y el resto, unos 7000 fueron recluidos en el funesto Velódromo de Invierno en la capital, allí tuvieron que subsistir 5 días en condiciones infrahumanas, sin comida y sin apenas agua, un centenar de personas se suicidaron, para después ser enviadas en vagones de ganado, que eran trenes de la muerte. Es un film necesario, una autocrítica obligatoria para denunciar a la Gran Vergüenza que fue el Régimen colaboracionista de Vichy, comandada por el pusilánime Mariscal Pétain, pero es que además es una excelente radiografía coral delo sucedido, es un mosaico en el que se entrecruzan todos los participantes en estos trágicos hechos, los judíos, las autoridades francesas obedeciendo dirigidas por Pétain, vemos a Hitler en su refugio alpino de Baviera comenta los pormenores de los arrestos y también resalta que no todos los galos fueron malos, hubo muchos que los ayudaron a escapar y los alojaron en sus casas, unos 12000.
Continua en spoiler sin spoilers.
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TOM REGAN
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6
12 de enero de 2018
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
300/20(28/12/17) Interesante puesta de largo de esta antología de episodios en los que adaptan en su primera temporada diez relatos cortos del escritor de culto especializado en la ciencia ficción de Chicago Philip Kindreck Dick del que se han llevado a la gran pantalla relatos como “Blade Runner”, “Desafío Total” o “Minority Report”, donde sobre todo sus historias estaban enmarcadas en mundos distópicos oscuramente futuristas, micro-universos paranoicos. The Hood Maker es la primera entrega de esta serie de 10 partes y está escrita libremente por Matthew Graham (“Life on Mars” o “Doctor Who”), se basa en una historia corta de Philip K. Dick, publicada original en 1955 en la revista Imagination, en donde Dick la escribió como una crítica al macartismo, cuando la lealtad y la traición eran asuntos de estado. Dirigida por Julian Jarrold (“Regreso a Brideshead”o “The Crown”). Producidos por Ronald D. Moore (especialista en series como “Carnivale” u “Outlander”), para la cadena británica Channel Four, en lo que viene a ser el sustituto de la emigrada (a Netflix) “Black Mirror”. Este episodio tiene puntos en común con “Minority Report”, con “Blade Runner” (el interrogatorio es emulo de los de Deckard a los sospechosos de replicantes)cruzado con los “X-Men”, y sazonado por la orwelliana “1984”, donde se tocan temas como el derecho a la privacidad, el derecho a la libertad de pensamiento, el derecho al libre albedrio, sobre la paranoia máxima de que alguien pudiera penetrar en nuestra mente y saber lo que pensamos, sobre los prejuicios sociales, sobre el amor, la traición, la integridad personal, todo esto es tratado de forma desigual, en sucesión de esbozos de ideas por exprimir que apenas se rascan. Destaca la ambientación decadente retro-futurista, con filtros de color ocre, donde lluvia es constante (influencia de “Seven”?), y la solidez interpretativa de la co-protagonista Holliday Grainger en una labor sugestiva.

La Unión Libre, un régimen represivo, usa personas con poderes telepáticos llamados "Teeps", físicamente caracterizados por una cicatriz en el rostro, para erradicar y eliminar a sus oponentes políticos. La historia se cuenta a través de los ojos de Honor (Holliday Grainger), un telépata forzada a trabajar con el agente Ross (Richard Madden), ambos forman una estrecha relación a pesar de sus diferencias. Su misión será descubrir quien está fabricando unas capuchas que impiden que los tepes penetren en las mentes ajenas.

El episodio tiene una enorme agilidad en el ritmo, ya desde el principio va al grano, sumiéndonos en una manifestación en un entorno mugriento donde los policías antidisturbios contemplan pacientes, y entre ellos una misteriosa mujer con una cicatriz roja en el rostro que va desgranando lo que tienen en mente los reclamantes, y de pronto aparece uno con una capucha y la telépata entra en shock, iniciándose una persecución contra el manifestante, sabiendo colocarnos en pocos minutos en el centro de la historia; Tras esto se produce un interrogatorio de la teep, Honor, a un sospechoso en el que sentimos la acción cual experiencia cercana a la violación cuando ella penetra en el cerebro del tipo.

Se nos muestra en varias pinceladas el submundo en el que viven estos mutantes cicatrizados, cual maldición-bendición tienen un Don, y estese nos muestra en su crudeza, de cómo se puede pervertir algo en beneficio de nuestras bajezas humanas, como en el caso de utilizarlo para la prostitución. Un Don que es filtrado también como una maldición, algo muy de Philip K. Dick, pues el hecho de poder leer mentes convierte sus cabezas en caóticos recipientes imanes de todos los pensamientos de los que pasan por su lado, e incluso cuando un teep tiene pesadilla, todos los teep la comparten, con lo que sus cerebros son un constante y eterno volcán en erupción continua, este dolor muy bien escenificado por omisión en la escena en que Honor se pone la capucha, y se produce el silencio absoluto, su calma, la paz interior.

Taras: El relato resulta harto confuso, incoherente en su desarrollo, y es que nunca queda claro que es lo que quieren los manifestantes, si un fin espurio, como una Revolución contra el poder, o únicamente acabar con los teeps, esto es una nebulosa mal explicada; Resulta una historia que suelta reflexiones-preguntas, pero estas se diluyen en una ambigüedad retorcida, pues en su desarrollo no se sabe si invadir nuestra libertad de pensamiento está justificado o no, se queda en tierra de nadie, no hay valentía; No se sabe si las capuchas son un progreso bueno o algo malo, esto acentuado por el hecho de que todos pensamos que Honor, tras ponerse la capucha y hallar la paz, puede querer estar a favor de este artilugio, pero en su final todo queda huérfano de sentido. Y es que parece que estos mutantes creen más es una maldición que un Don su telepatía, pero en su conclusión no es complejidad lo que ofrecen, dan desconcierto; Además el rush conclusivo (spoiler) se presenta falto de garra, y su pretendido giro sorpresivo no llega a pellizco de ursulina, te deja con una mueca de “pues vale”, pero habrá algo más”, y no lo hay.

Lapueswta ewn escena dentro de su frugalidad de notarse rodada en interiores, gracias al buen quehacer en el diseño de producción Lisa Hall (“This is England ‘86”), impregnando los lares de decadencia feista, destaca el inquietante diseño de las capuchas, en su sencillez reside su fuerza, como estar a las puertas del apocalipsis, esto realzado por la buena cinematografía de Felix Wiedemann (“Una cita en el parque”), bañando en tonos verdosos los fotogramas, con profusión de luces de neón. Como estimulante la edición de Adam Bosman (“Ripper St.”) con las escenas en que Honor “entra” en las mentes ajenas, radiante de punción.
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TOM REGAN
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