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Críticas de Sandro Fiorito
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Críticas 372
Críticas ordenadas por utilidad
9
1 de marzo de 2010
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es una de esas pequeñas joyas que con el tiempo se van olvidando y merecen ser rescatadas del baúl de las cintas más injustamente tratadas. Hay quien tiene la desfachatez de tacharla de 'sobrevalorada' cuando desde sus escenas, claramente humildes, se refleja la intención de hacer una buena película con un gran mensaje, que no pretende arrasar en ninguno de los festivales de premios más importantes, en los que claramente fracasó, pero que desde luego triunfa en la lógica y los corazones de los que comprendemos y sentimos lo que desde su expresión fílmica se transmite.

Gérard Jugnot hace una interpretación de Oscar en esta grandísima película que con lírismo lleva al espectador una historia con un mensaje claro: los métodos drásticos y autoritarios no siempre son eficaces y desde luego, los que se aplicaban en la ficticia escuela de esta película, eran un completo fracaso. Llega un pobre hombre como vigilante de los desventurados chavales, que vagan tristes por la escuela sin oficio ni beneficio, trasteando y maleducándose por las ansias de libertad que les produce precisamente la privación de la misma, y se hace con el control de todos ellos desde los compases que él mismo crea gracias a sus conocimientos al haber sido profesor de música. No sólo dirige el coro que consigue crear, si no que los lleva a todos a su redil y comprueba, ante la rabia del que se sabe inútil, que es el director, cómo a los niños les brillan los ojos, les cambia la vida y comienzan a dejar de lado todos los vicios adquiridos por culpa del sistema "acción-reacción".

El conjunto de la película es agradable y de gran belleza, y su música una delicia para los oídos.
Sandro Fiorito
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6
28 de diciembre de 2009
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran pecado del cine español de los últimos tiempos es el de intentar ofrecernos un contenido que pretende ser bohemio pero que a veces acaba siendo incomprensiblemente estúpido, en el que cualquier extravagancia que se le ocurra a su director puede ser una realidad. Eso no siempre ocurre en esta película, pero de seguro encontraremos algunas virutas de esta epidemia.

Barcelona, un mapa. Un mapa estrafalario de Ventura Pons, que muestra a su manera, la soledad de unos personajes que viven, algunos, situaciones generalmente impensables en una sociedad normal pero que a muy pequeña escala pueden existir. Un mapa de diálogos, algunos muy interesantes y reflexivos, otros más absurdos, parciales y suprimibles.

Con una infumable primera aparición de una forzada Rosa María Sardà en una escena en la que José María Pou saca las castañas del fuego gracias a la inmensidad de su calidad como actor, esta película con aspecto y música de teleserie comienza sus 90 minutos repasando las funestas vidas de una serie de peculiares personajes que compartiendo todos el patrón de la soledad, representan cada uno un caso distinto: un antaño y ahora jubilado portero del Gran Teatro del Liceo al que siempre le gustó travestirse, su mujer, a la que conoció en el mismo, un joven vigilante de seguridad con sentimientos frustrados, una inmigrante embarazada, un cirujano homosexual, una profesora de francés...

(Continua en Spoiler SIN revelar detalles de la trama, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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7
30 de enero de 2012
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Steven Spielberg sigue siendo alguien que sabe estrujar corazones y arrancar sonrisas. Al menos esa es la fórmula que aquí emplea, mezclando los aspectos más dramáticos con algunas simpáticas escenas que consiguen hacer más cercanos a los personajes que navegan entre las aguas de este guión. Llena de virtudes, secuencias poderosas y cargada de una fuerte emotividad que puede hacer presencia entre nuestros sentimientos, arrastra también a lo largo de toda la duración de la cinta un gran inconveniente: su falta de ritmo. La densidad que maneja el desarrollo del film es un obstáculo que impide que lo dramático se convierta en desgarrador y que durante algunos pasajes, el tedio llame a las puertas de nuestra boca para provocar algún bostezo. Aún con lo citado, ‘War Horse‘ es una película muy bien hecha, de muy interesante argumento, buenas interpretaciones y apetitosa digestión.

El objetivo del realizador resulta evidente, siendo fiel a su estilo e intentando acceder a nosotros por ese atajo que lleva directo a nuestras emociones. Qué mejor forma de hacerlo que con una película en la que uno de los animales más bellos y nobles de toda la evolución es homenajeado para mostrarnos todo lo que ha sufrido por nuestra desagradecida especie. Hablamos sin duda del caballo, ese fascinante animal del que -además de en otros innumerables conflictos y tareas- se contaban sus muertes en millares durante la Primera Guerra Mundial. El argumento de esta cinta nos sitúa ante Albert Narracott (Irvine), un joven granjero entregado en cuerpo y alma a sus padres, y cuya fascinación por los caballos le lleva a desear uno propio. El día en el que su humilde progenitor aparece frente al hogar, casi por error, con un bellísimo ejemplar, Narracott lo recibe con entusiasmo y se dedica plenamente a criarlo, lo que da lugar al nacimiento de una tierna amistad entre el animal y su apasionado dueño.

El dolor y sufrimiento de todos los caballos no sólo se refleja en la película sino que atraviesa la pantalla para instalarse en nuestras almas, pudiendo contemplar desde una perspectiva casi insólita la admirable pasta de la que están hechos estos impresionantes seres. Está el momento antes de entrar al cine, en el que eres consciente de la importancia y aura especial de estos animales; y está el momento en el que terminas de ver la película y terminas enamorándote de ellos. Una de las grandes virtudes del film es también su capacidad para saber montar todas las historias paralelas de las que está compuesto: aunque el cartel principal de la película sólo muestre a uno de los protagonistas la cinta está plagada de personajes e historias perfectamente ejecutadas, y su importancia está muy bien equilibrada respecto al resto de papeles. Si bien se echan de menos frases para la posteridad o momentos de mayor calado, todos los personajes de “Caballo de batalla“ resultan trascendentes.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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8
11 de junio de 2011
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se abre una ventana y encuentro un mundo de silencios y contemplación. Un lugar de bellas imágenes en el que con apenas abrir la boca, se habla mucho, consiguiendo transmitir de esta forma todo un abanico de mensajes y experiencias de una forma directa, pues “El olor de la papaya verde” no afirma, no sentencia, sino que señala directamente con el dedo al sentido de algo, sin necesidad de explicaciones. Famoso es el dicho zen de que “quien habla no sabe, quien sabe no habla”. Y el director Tr&#7847;n Anh Hùng (“Cyclo“, 1995) sabe. Sabe de sentimientos, de humildad, de valorar que lo más pequeño es lo más preciado, que una sonrisa es un tesoro y que una lágrima es la más triste -pero también la más auténtica- expresión humana. Ofrece desde un reducido espacio todo un amor por la naturaleza, por el mundo y por todo aquello que no necesitamos buscar puesto que ya está aquí, lleno de valor y belleza, esperando a recibir nuestra atención.

Así, el realizador vietnamita dibuja diferentes contrastes entre los personajes de la cinta para que podamos asistir a un recital visual de las emociones vividas desde el corazón de una aparentemente acomodada familia, pues pese a disfrutar de varias sirvientas y un buen hogar, subsisten gracias a las pequeñas ventas que pueden realizar en un puesto del mercado. A esa casa llega como sirvienta Mui (Lu Man San), una joven de diez años dispuesta a atender sin ninguna fisura las necesidades de sus nuevos “dueños”. Aprende a cocinar, limpia la casa y recibe las amables órdenes de su nueva “propietaria”, que muchos años atrás perdió a su hija, que hoy, de seguir viva, tendría la misma edad que Mui. El argumento de la cinta no sigue una línea concreta -excepto la del paso de los años en Mui, de la que vemos la transición directa de su infancia a la edad adulta-, simplemente muestra las entrañas de un hogar vietnamita durante los años anteriores a la famosa guerra que se inició en aquel país, enseñándonos pequeños detalles y situaciones que van desde los hechos más preciosos, enternecedores y románticos, a los más dramáticos y nostálgicos. Desde la afligida personalidad del cabeza de familia, a la detestable actitud de uno de los pequeños y traviesos hijos del matrimonio “amo” de la casa, pasando por la espontánea fascinación de Mui con cualquier elemento natural (una hoja, un grillo…), o incluso con uno de los amigos de la familia. “El olor de la papaya verde” es más un producto de sensaciones e imágenes que una película de extensos y memorables diálogos, haciendo de su auto-limitación en este sentido, un arte logrado con muchísima maestría.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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9
30 de diciembre de 2009
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conmovedor drama de Vittorio de Sica (Umberto D., Ladrón de bicicletas) en el que dos jóvenes tienen como sueño el poder comprarse un caballo. Por ello, reunirán el dinero necesario para conseguirlo, aunque su inocente plan no salga del todo bien, pues a pesar de lograr cumplir su meta, son internados en una prisión de menores acusados de complicidad en un caso de estafa.

El gran interés de esta película radica dentro del correccional al que son enviados y desde el que nos presentarán de una forma realista y sobrecogedora, los valores de la amistad, entre otras máximas que pasean ante el dramático hecho de ver como una familia prácticamente destrozada antes del desgraciado suceso del ingreso a prisión de uno de los chicos, aumenta progresivamente su sufrimiento y por ende, su deterioro.

Lo liviano de algunas de sus escenas lo compensó su director con creces en su siguiente cinta, Ladrón de bicicletas, capaz de llegar a los corazones más impenetrables. Además hay que tener en cuenta no sólo su año de producción o los pocos recursos con los que se contó para la elaboración de la película, si no que asimismo éste fue el tercer film del mítico realizador italiano.

Una gran forma de demostrar que se puede sorprender “solamente” con una gran historia bañada en realismo, sin la excesiva necesidad actual de algunas producciones que sólo tienen como tirón sus costosos efectos especiales y maquillaje, rodeados de toda la parafernalia del marketing. Eran otros tiempos. Tiempos inmortales para la retina.
Sandro Fiorito
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