Hace ya un par de semanas que tuve los huevos de enfrentarme a este subproducto incalificable, del que todo lo que pueda decir es poco. Hasta ahora no he sido capaz de escribir ni el más leve de los comentarios, ya que la cosa en cuestión me ha dejado en un estado de 'stand by' que ni siquiera yo, que la vi precisamente para constatar lo que temía, había podido pensar.

Lo peor no es que sea propaganda barata ni que quiera inculcar unas ideas abominables a las niñas (putas) de hoy en día, lo peor es el modo en el que se cuenta. Ya sabemos que vamos a ver a cuatro retrasadas mentales que matarían por un puto vestido, pero lo que no sabemos es que:

-El instituto está organizado de manera inflexible en 48 grupos distintos. Hay (literal de la película) "punkies, empollones, cachitas, discofashions o frikis". Pero... hay incluso CHICOS DISFRAZADOS DE DINOSAURIO. Y salen con máscaras bailando. Ver para creer.
-Por supuesto, las cuatro amigas dan perfiles completamente distintos: la deportista, la animadora, la cantante y la empollona. Esta última protagoniza uno de los momentos más risibles de la película cuando, en plena clase, hace un experimento del que salen fuegos artificiales de color. Todos se levantan a bailar durante tres minutos y el espectador no puede siquiera hacerse una mínima idea de lo que está viendo.
-A partir del minuto 60, el que tenga los cojones de aguantar hasta el final solamente va a ver bailecitos interminables y demás. Se acabaron los momentos épicos.

Eso sí, no os podéis imaginar las risas que me eché durante la primera hora. Os la recomiendo si queréis pasar un buen rato y después caer en la más profunda de las depresiones o si, simplemente, deseáis rajar a gusto. Desde luego, si fuese una parodia tendría un valor incalculable.

Estamos ante uno de esos casos en los que una película va mucho más allá de su estricto valor cinematográfico para trascender todas sus limitaciones. A pesar de necesitar quizá un mayor empaque argumental, los escasos defectos de "Alta fidelidad" son completamente perdonables.

Y es que tenemos a unos Cusack y Black (dos de mis actores favoritos cuando les da por hacer trabajos de entidad) magistrales, una banda sonora antológica, un guión con unos diálogos de traca y una visión espléndida de las relaciones sentimentales. Una de las pocas comedias recientes hechas en estado de absoluta gracia, está entre mis 10 películas de culto sin duda.


"¿Quiere un disco de Stevie Wonder para su hija? ¿Es que su hija está en coma?"

Brutal.

Genial serie a la que entregué mi alma desde los 9 hasta los 11 años, más o menos. El protagonista, Ash Ketchum de Pueblo Paleta, me caía gordo por ir de sobrado mientras en el videojuego yo había conseguido diez veces más bichos que él y no me hacían ninguna serie. Su amigo Brock ligaba menos que Kiarostami en el Fabrik, y luego estaba Misty que era una especie de calientapollas alrededor de la cual giraban infinidad de extrañas leyendas: desde que era una actriz porno frustrada hasta que mantenía en secreto una apasionada relación con Jessie del Team Rocket, una incapaz banda terrorista cuyos miembros (su obsesión por Pikachu rayaba el fetichismo) merecerían con creces una carroza en la fiesta del Orgullo Gay gracias a su trasnochado estilismo y al buen partido que le sacaban a su mascota Meowth (bien dicho).

En lo que a los Pokémon se refiere, siempre hubo un hueco especial en mi corazón para Magikarp: ese meningítico pez que, cual defensa del Alcoyano, siempre daba la cara en los combates a pesar de poder solamente salpicar (algo que ni tan siquiera restaba vida al otro Pokémon). Lo que probablemente no sabrían sus rivales es que evolucionaba a un dragón gigante que las metía como panes, por lo que entrenarle siempre venía bien: a partir de aquí no caben Pikachus ni Dittos, la furia de lo que un día fue un inofensivo pez delante de cuya cara se descojonaba hasta Snorlax está desatada, y no hay quien le pare.


Por tanto, Magikarp gana.

Chico rebelde conoce chica tímida y tradicional, el destino les sacudirá y chico rebelde acabará siendo chico serio y formal gracias a haber conocido a chica tímida y tradicional.


Seguid intentándolo.

Existen cosas que van más allá de su puro valor objetivo. Películas que te hacen rememorar tu infancia, momentos pasados que ya no van a volver pero que siempre conviene tener presentes.

Además del virtuosismo técnico de la propuesta de Zemeckis, esta desprende magia por los cuatro costados: la llegada del tren, la media hora final... son momentos inolvidables que constituyen la que probablemente sea la mejor película inspirada en estas fiestas de lo que llevamos de década.

Y vale que "Polar Express" quizá no sea una película de 8, pero todos hemos querido realizar un viaje así en algún momento de nuestra vida (en mi caso no demasiado lejano), y esta película es lo más parecido a soñar despierto una noche de Navidad hace unos años que jamás he visto. Puede gustar más o menos, pero no se puede negar que cumple a rajatabla su propósito.