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España España · Madrid
Críticas de Marius
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
7
27 de abril de 2009
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leí en un dominical algo así como que la película era un biopic "sobre una estrella del rock que cumplió a rajatabla el tópico de vivir deprisa y morir joven etc, etc". Craso error, empezando por el hecho de que Ian Curtis nunca fue una estrella y siguiendo por la circunstancia de que su muerte no es la clásica de un rockero pasado de vueltas y de vicios.

A fin de cuentas esta película habla en términos universales. Emociona porque la desazón y la desgracia que acompañan a Ian son cosas que pueden suceder a cualquier hijo de vecino. EL talento es personal, individual e intransferible, pero no estamos ante una exaltación de las virtudes un músico sino ante el sufrimiento del ser humano que, una fuera del escenario, es incapaz de conducir su vida a buen término.

EL estilo de Corbijn ya lo habíamos visto antes en sus vídeos. Fotografía en blanco y negro, sobria, elegante, sombría. Es un estilo más comedido que el de otros directores de vídeos musicales que saltaron al cine (Gondry por ejemplo), aunque este comedimiento está a menudo impregnado por una emotividad latente que acaba alcanzando un punto verdaderamente álgido.

Efectivamente, ayudar a degustar la película el conocer a Joy Division y su música, pero no es ni mucho menos imprescindible. Basta con tener sensibilidad ante lo triste y lo real.
Marius
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10
1 de enero de 2009
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Será por consonancia con los tiempos actuales, pero lo primero que me se viene a la cabeza al hablar de esta película es la época es que transcurre la historia: La Gran Depresión. No sé si en aquella época estaba muy en boga la palabra crisis pero en esas andaban (para colmo la peli data de 1973, época más bien tirando a mala). Tiempos duros donde la gente la gente tenía que aunar recursos e ingenio para sobrevivir, entre ellos Newman y Redford. Si ponemos la película en este contexto quizá incluso resulte más interesante.

No se trata de hace una defensa del latrocinio (todo lo contrario) pero, hombre, la verdad es que el modus operandi de este par de embaucadores tiene su encanto. Ahí, está el gran triunfo de EL Golpe: en el encanto. Supongo que es el algo tan innato, que ni se aprende... lo tienes o no lo tienes y el dúo protagonista lo tiene a raudales. Incluso no solamente el dúo protagonista, el personaje de Robert Shaw el uno de los mejores malos que nos ha regalado el cine.

Por supuesto también tenemos otros ingrediente, siendo el principal de ellos un guión milimétrico, preciso y matemático... y sin embargo de de frescura y naturalidad que asusta.

En fin, eran otros tiempos (justo lo que debieron pensar muchos espectadores en 1973 al ver la película)
Marius
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9
18 de diciembre de 2008
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todas las buenas fábulas esta película parte de elementos aparentemente insignificantes. El protagonista no es otro que un sencillo trabajador, apenas un pequeño punto dentro de una gigantesca marea de personas que salen adormilados de sus casas por las mañanas y regresan de nuevo al acabar su jornada... si pueden.

También es destacable como a lo largo de todo el metraje la película nos va evocando nuestras pequeñas esencias, tan sencillas como importantes: el impresentable (o no) de tu jefe, tu pareja, las duras jornadas laborables... No solamente es una película que satisfaga artísticamente, sino que desprende una sensación de humanidad tan natural algunas veces, como inusitadas otras.

Una gran parte del mérito por supuesto es de los actores. Jack Lemmon esta perfecto como ese especie de héroe de la clase trabajadora en busca tanto del amor como de la dignidad (dos de los leitmotiv de la película). Es imposible no sentir empatía con su personaje. Ahí esta el mérito de Lemmon. Representa siempre o bien lo que somos o bien lo que nos gustaría ser. Shirley MacLaine y su personaje son parecidos en cierto modo a Jack Lemmon, al menos en su ingenuidad y en su intento de huída de la soledad. Lo cierto es que ambos, sobre todo Shirley, también confunden los medios para lograrlo.


¿Qué decir del viejo Wilder? Todo un clásico con su ambigüedad entre la comedia y el trasfondo serio, y con su capacidad para mezclar la sonrisa o incluso la carcajada con la mueca de desagrado. Son muy interesantes los tipos así, y no es que abunde precisamente ese don. Nuestro Belanga también lo tiene, por ejemplo. Cuestión de genio. Y esta película es la obra de un genio.
Marius
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8
15 de noviembre de 2009
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es un caso perfecto de un tipo de película muy concreto, que no es ni más ni menos que el de la película que necesita casi desesperadamente de la complicidad (como si fuera un criminal, supongo que eso normal cuando hay tramas policiales de por medio) del espectador para desarrollar todo su potencial. El pacto de complicidad reside en la evasión.
Quien se engaña es porque quiere y quien busque una película con mensaje, conciencia social etc. etc. podrá disfruta de lindo, y de forma justificada, con otras películas del mismo director: Doce Hombres sin Piedad, Serpico, Network...

No, aquí se trata de una evasión químicamente pura. Comienza en Turquía, y se desarrolla en medio de un atasco ferroviario de nieve en Yugoeslavia (evasión en las localizaciones, al menos para un madrileñito como yo), se sitúa en el tren lujoso y señorial por antonomasia, se desencadena una trama policiaca con doce potenciales culpables y para postre tenemos a unos de los repartos más estelares que podrían darse en aquella década. Comprendo a las personas a las que este cóctel les pueda producir indigestión, pero comprendo mucho mejor a las personas que se dejan seducir por él.

Entendámonos, el entretenimiento esta infravalorado porque a cualquier cosa se le llama entretenimiento. 2012 (p,ej) me parece un coñazo de dimensiones épicas, pero siempre queda el recurso del latiguillo a modo de disculpas de "bueno, es para entretener". No señor, es algo mucho más complejo que eso. Entretener no es ofender a la inteligencia des espectador. El guión de esta película es excesivo y abracadabrante, pero no es tonto. Característica común a muchos filmes de trama policial y parodiada, por cierto, con tronchantes resultados en "Un Cadáver a los Postres" años más tarde.

EL reparto, es cierto, no hace nada del otro jueves pero es por las características de la narración. Es un reparto coral sin mucho lugar para el lucimiento individual... otra cualidad de la película. El total cuenta más que la suma de las individualidades.

Tampoco creo que el final, una vez visto, impida que se disfruten siguientes visionados y en resumidas cuentas esta es la peli que me apetece ver repanchingado en el sofá cuando llego tronchado de trabajar. Y además el Pepito Grillo cinéfilo, y un poco plasta, que suele acompañarme no protesta para nada. Siempre he creído que el cine de Arte y Ensayo es más propicio para los fines de semana.
Marius
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8
9 de noviembre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo bueno de la comedia es que es como un mecano. Partiendo de elementos sencillos podemos combinarlos hasta conseguir un resultado complejo, pero no por ello engorroso o confuso. Las ideas más brillantes o la filosofía más cotidiana (o no tanto) al alcance de todos.

Para muestra tenemos el botón que nos ocupa. Dos arquetipos de personas diametralmente opuestas condenadas a convivir y a una mutua comprensión... a veces imposible. Incluso el desaliñado y, sobre el papel, más independiente Walter Matthau necesita (mal que le pese) un vínculo personal mas allá de las timbas de póker o de los ligues ocasionales. Se trata de la búsqueda de la compañía como medio de arrinconar a los acontecimientos tristes de nuestra vida, que tarde o temprano acaban llegando. O nos comprendemos y nos apoyamos en alguien en esos momentos o lo llevamos claro. Por supuesto ello no es tarea fácil, y hay veces en que la compresión salta por los aires dejando tras de sí un cabreo monumental...pero hemos de intentarlo.

Retomando la idea de mi primer párrafo, les consolará saber que la película es bastante menos farragosa que mi explicación del segundo. Los gags son un auténtico caramelo para los amantes de la comedia clásica, aúnan exquisitez y mala baba magistralmente. Los actores son una baza ganadora, no solamente representan al americano medio como se suele decir, representan a la gente de a pie de una forma casi universal. La sencillez vuelve a ser genialidad.

En definitiva: un muestrario de las relaciones humanas. Necesidad, soledad, compresión, apoyo y como no, conflictos. Estamos avocados a ello. ¿Saldremos bien parados?

P.D: para acabar una pregunta ¿Vd. quién sería, Lemmon o Matthau? Yo me identifico más con el personaje de Walter Matthau. Qué le vamos a hacer...
Marius
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