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España España · Madrid
Críticas de Moody
Críticas 783
Críticas ordenadas por utilidad
6
25 de agosto de 2012
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nicolas Cage es un actor desigual aunque tremendamente rentable en lo que a recaudación se refiere, que básicamente tiene un par de registros bien definidos y diferenciados. En "El pacto" regresa al género en el que parece sentirse más a gusto. Tal y como se le vio en "Asesinato en 8mm", vuelve a meterse en lo bajos fondos para destapar una red influyente e ilegal. Es en estos casos en los que Cage está como pez en el agua mientras corre y huye, poniendo cara de sentirse perseguido pero de lograr zafarse siempre en el último momento.

Mientras borda (y se nota) estos papeles, de vez en cuando se le ocurre implicarse en papeles mucho más empalagosos, y aunque no vamos a recordar los múltiples ejemplos, todos sabemos que estos papeles no son para él porque no tiene esa profundidad de registros como para transmitirnos diferentes emociones. Cada uno a lo suyo.

Por lo demás, "El pacto" tiene una premisa inquietante que se va desarrollando fundamentalmente como al guionista le da la gana. El espectador debe practicar un ejercicio de fe para creer que algunos de los momentos estrella están más que inventados y que tienen poco o ningún sentido. Así la idea con la que había iniciado se convierte en un baturrillo de personajes y situaciones que resulta a la vez atractivo y desconcertante. Sin embargo la película te mantiene en vilo y no deja que te duermas, por lo que consigue su objetivo.

A pesar de contar con muchas caras conocidas, Cage se lleva casi toda la atención porque es un producto fabricado para él, y por eso su esfuerzo es aceptable y meritorio. Lo malo vendrá cuando vuelva a interpretar otro tipo de personaje, momento en el que veremos sus carencias, pero esa será otra historia...
Moody
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4
20 de abril de 2013
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal y como parece, "La hija de mi mejor amigo" tenía dos claros camino de desarrollo:

Desarrollo 1: Podría haberse decantado por la comedia pura y dura, con enredos, malentendidos, dobles sentidos y huidas solo para que los protagonistas hubiesen disimulado su relación hasta lo indecible. Esta opción habría sido muy aprovechable por el reparto que tiene, con actores experimentados en el género como el propio Laurie, Keener o Platt, en un entorno controlado como es el barrio en el que viven.

Desarrollo 2: El otro camino posible podría haber sido optar por un drama, explotando pensamientos oscuros de un cincuentón al borde del divorcio y las tentaciones que le produce la jóven hija de sus vecinos (y a la postre mejores amigos) tan interesada en el tema como él. Las decisiones toma la pareja hubieran planteado algún dilema moral y esas cosas.

Una vez vista la película, el guión se decanta en parte por la primera opción, pero olvidándose de la comedia(!!). Tan inexplicable decisión lleva a Farino a destapar el pastel demasiado pronto, de manera torpe y sin trascendencia, y a partir de aquí, un cuerpo absolutamente largo y aburrido en el que los protagonistas no aciertan a definir nada, y los secundarios ni critican, ni apoyan, y sólo miran hacia otro lado. Una (mal llamada) comedia romántica tan blanca e inofensiva que ni siquiera regala una simple escena de cama.

Con un final en el mismo tono que el resto, en el que la coherencia se impone a la incorrección política deseable, la película no le saca partido a un reparto experto y televisivo en muchos casos que tienen tirón, pero que apenas lo demuestran.
Moody
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4
1 de agosto de 2011
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Continúa Statham con su serie de películas tituladas con una sola palabra, y cuyos títulos son tan escuetos como los guiones en los que están basados. Podríamos apostar al número de palabras que tienen los libretos y seguramente acertaríamos por lo bajo.

En ésta, el protagonista se cambia de bando para encarnar a un agente de la ley que sigue la pista de un asesino en serie de compañeros de trabajo. La premisa es tan simple y sencilla que es difícil entender cómo Lester se complica tanto la vida: se investiga al sospechoso, se le deja ir, luego vuelven a por él pero ya no está...

Tremendamente mal desarrollada e innecesariamente violenta, las escenas truculentas son mayoría en un guión que no tiene otra salida que la sangre y los golpes gratuitos, señal del agotamiento de neuronas de los artífices del invento.

Ninguno de los personajes está desarrollado y no hay nada que encaje mínimamente con el resto del conjunto. Ni siquiera la historia de la chica policía o del compañero gay logran rellenar los huecos que deja la historia principal.

Finalmente las cosas para estos agentes solo tienen un modo de solucionarse, lástima que no sea marcharse a los diez minutos y pedir disculpas.
Moody
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6
10 de octubre de 2011
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que visto con algo de perspectiva resulta difícil saber a quién le importa menos la situación que se ha creado, si al protagonista o a su entorno. La melancolía que inunda la pantalla desde sus escenas iniciales es tratada con total normalidad, como se la infección de la desgana ya no tuviera cura.

Esa melancolía está realmente escenificada por Highmore. En su mirada, en su vestimenta, en su peinado. Él es la melancolía en persona, y deambula por la ciudad, por el instituto como alma en pena. Solamente un punto de inflexión puede sacarle de la depresión en la que anda sumido.

Y este punto de inflexión se convierte en nexo entre los protagonistas, tan necesitados de ser salvados como de ser queridos. Son cabos sueltos en busca de una identidad perdida que expresan sus sentimientos a través de los silencios, las miradas, la complicidad. Ambos actores están realmente bien, y no será complicado verles en productos de calidad en el futuro. Su sincronización es perfecta y no necesitan decir mucho para expresarlo todo.

Realmente la historia no tiene demasiados recovecos, con un guión simple y personajes (sobre todo los secundarios) no excesivamente trabajados y pulidos. Echamos en falta tambíen una banda sonora más potente, con canciones que guiasen al espectador por el camino de las emociones que quiere transmitir.

Producto inteligente que juega con las pausas y que hay que leer entre líneas para sacarle su jugo. Sin duda algo diferente para poder destacar en la jungla que constituyen las películas teenagers que dejan mucho para la vista y poco para la imaginación.
Moody
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7
19 de marzo de 2018
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía Garland un reto importante por delante con este proyecto. Después de su sugerente e interesante primera película como fue “Ex-Machina”, el director necesitaba una película con la que consolidarse como uno de los realizadores a tener en cuenta. Por cómo ha ido todo, parece que lo ha conseguido, pero necesitará aún más tiempo para entrar en las grandes ligas.

Y es que llegar al nivel que tienen los actuales Nolan o Villeneuve no es nada sencillo, solo por poner un par de ejemplos. Su visión sobre el proyecto parte de una interesante idea inicial que se va diluyendo según avanza su desarrollo. Tener un buen punto de partida no es suficiente si es resto del guion se pierde en ideas complejas difíciles de explicar sobre el papel. “Aniquilación” tiene ese comienzo misterioso, aséptico y confuso que atrapa sin esfuerzo, pero poco a poco la acción, contenida siempre, se pliega ante su sesudo fondo, ese que debe hacer pensar y reflexionar al espectador.

En este sentido la película no es pionera, y de hecho ni siquiera es la mejor. Películas como “Interstellar” o la excelente “La llegada” ya proponían profundas reflexiones sin olvidar toda la necesaria acción que debe tener una buena película de ciencia-ficción. Incluso “Gravity”, mucho más comercial y sin tanto contenido, poseía una lectura metafísica. “Aniquilación” no pretende reinventar el género ni sentar cátedra, pero su pretendidamente original versión de su idea no termina de convencer.

Hay bastantes puntos en los que la fe ciega del público sobre su desarrollo se hace indispensable, pero seguramente no se trate de agujeros en el guion sino de la necesidad del libreto para buscar un sentido más allá de lo que es puramente obvio. Poco importa que las heroínas se protejan poco al adentrase en la zona o que nunca renuncien a llegar lejos a pesar de los peligros. Portman consigue lo que no hace ninguna otra: capta las motivaciones de su personaje y mantiene su discurso hasta el final. Para el resto de personajes protagonistas, no conocemos su inicio y sus diálogos son flojos, elementos esenciales para que tengan peso real en la trama.

Probablemente “Aniquilación” tiene la fuerza necesaria para crear el debate, para proponer la situación límite en la relación hombre-naturaleza y en cómo se hace necesario un cambio, propuestas profundas ante las que Garland presenta una película de cuidada estética e hipnótico ritmo, pero a la que le falta un poco de profundidad y una buena dosis de sentimiento y alma.
Moody
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