Son dos lecturas en el tiempo que le obtuve, la inicial y la que me deja a las horas después. La primera es la virtud de Charlotte Wells para contar las vacaciones de un hombre común con su hija y la revisión de las mismas en un video casero. Con ciertos detalles se hace notar el estado emocional del padre y lo que hace para mostrar la mejor actitud con su hija. Relación que no se antoja duradera. La segunda es que se trata de uno de las mejores películas acerca de la depresión y relación de padres e hijos. Mucho tiene que ver la gran química de sus dos protagonistas. Joya.

Después de "Inception" y "The Dark Knight Rises" el mundo esperaba la nueva entrega de Christopher Nolan. Surgió la pregunta: ¿Es la gloriosa continuación de una singular carrera? Pues depende de lo que busquen. Si buscan acción espacial con el ritmo trepidante que Nolan mostró con el superhéroe la respuesta es no. Si buscan una fábula profétca de ciencia ficción la respuesta es si.

Partiendo de la idea de que la tierra ahora se vuelva contra la humanidad, el filme de Nolan se persive denso y depresivo (la fotografía del "Dust Bowl" es excelente), y la presentación del padre que deja a sus hijos para embarcarse en la misión salvadora así lo confirma. Después viene el segundo acto con las peripecias de la tripulación para mantener la idea del plan vivo (la secuencia del Planeta Agua es brillante).

Jugando con el tiempo y las dimensiones, Nolan nos presenta básicamente lo que Cooper (Matthew McConaughey) tuvo que hacer para reunirse con su hija y de paso tratar de ayudar a la humanidad. Apoyado con un guión muy ingenioso, un reparto de primer nivel y la música de Zimmer.

Al final queda preguntar ¿Es profética?. Quizá, pero al igual que Nolan, tengo esperanza.

Sólo hasta que termina el apabullante plano final de la cinta es cuando se puede empieza a digerir este viaje multétnico que ha logrado Iñárritu y se le pueden dar múltiples razonamientos. Actuaciones (Brad Pitt sufre tanto como el padre marroquí), fotografía, música y edición trabajan al servicio de esta cinta ensamble que seguramente terminará siendo objeto de culto. Las nominaciones al Oscar le quedaron cortas.

Muy bien Iñárritu, lo hiciste otra vez

Pocas obras describen un circulo perfecto. Pueden empezar y concluir con platicas banales sobre anécdotas ciertas o no y continuar con la persecución de un joven desequilibrado. En un inicio puede parecer incoherente, pero tras su ejecución y desarrollo, el final que es aparentemente el mismo adquiere una carga y dimensión emotiva que raya en la perfección.

La premisa de adolescentes problemáticos ha sido abordada varias veces. Lo que aporta aquí el director Destin Cretton es retratar, sin alegorías graficas o pretenciosas, las tribulaciones no solo de dichos muchachos sino de los que intentan ayudarlos. Grace (Brie Larson) se encuentra tan vulnerable y confundida como el adolescente afroamericano o la niña darkie. La propia experiencia del director como cuidador de jóvenes ayuda a que la película se sienta vívida, creíble y sobre todo honesta.

Mucho tiene que ver el esplendido trabajo de Brie Larson en el rol titular, exhibiendo una madurez inusitada teniendo en cuenta que tenia 23 años al realizar el papel, mostrando ese gesto adusto, tan criticado en estos tiempos y al mismo tempo mostrando una gama de emociones propias de una mujer en conflicto. El joven reparto coral es esplendido y mantiene la misma línea.

Al final no se proponen soluciones, los heridas y tribulaciones quizá no sanarán, incluso se endulzarán (como queda implícito genialmente en la anécdota de Mason). Por eso el poder y emotividad en la ultima secuencia. Hay que remarle pues no será fácil. Obra excepcional.

La novela homónima de Xavier Velasco empezó a levantar comentarios después de ganar el Premio Alfaguara en 2003 y por críticas loables de boca a boca. Después de tener la oportunidad de leerla poco antes del anuncio de su adaptación en serie se esperaba la frescura y desenfreno que se palpa en las paginas. Sea por que se sitúan en décadas distintas, por la tibia recreación literaria o algunos errores en el casting el resultado es explosivo, pero desarticulado y carente de sentido.

La óptica de los años noventa aplicada dos décadas después exigía una adaptación mas concienzuda, por lo que algunas situaciones, en plena era de las redes sociales, resultan absurdas. Por otra parte, el descaro y la acidez de Violeta hubieran funcionado en otra interprete con cara (y cuerpo) deslumbrante. Mas creíble resulta el trabajo de Adrián Ladrón, como el adolorido Pig y Andrés Almeida, como el asqueroso (con todo y sus sonidos guturales) Nefástofeles.

Si no se tiene conocimiento del libro puede resultar entretenida.