He visto con deleite casi del tirón las 4 temporadas de esta serie, que combina casos policiales antiguos, investigación de pruebas forenses, trabajo policial gris y el viejo instinto detectivesco, todo aderezado con la dosis justa de la vida personal de los detectives protagonistas. Me parece un ejemplo de respeto por el espectador, pues hay un esfuerzo por que todo encaje, sin efectismo y sin recurrir a elementos surgidos de la nada, de los que a menudo solucionan las tramas en productos menos currados. Me han encantado los diálogos tan comedidos, pero tan reveladores. En fin, a ver qué veo ahora, que el listón está muy alto...

La mayoría de nosotros que decide ver esta peli lleva ya una buena mochila de ciencia ficción y disfruta de intentar interpretar los misterios que se nos plantean. Si te absorbieron Solaris, Alien o Perdidos, te sumergirás en esta aventura y disfrutarás de las incertidumbres con el plus, a mi juicio, de magníficos efectos visuales que es una lástima no ver en pantalla de cine.

Salpicada de las crudezas de la guerra, la historia nos lleva por un territorio irreal de amor hasta las últimas consecuencias. El ameno guión alterna momentos poéticos y chispazos de humor. La música aporta nostalgia por una dicha al parecer inalcanzable. Me ha encantado.

La belleza de las imágenes edulcora la cruda naturaleza de sendas tragedias personales de los protagonistas, poque la vida es así, terrible, pero bella. Los contrastes entre ambos hacen la historia jugosa, por inverosímil que parezca que semejantes personajes tengan aún algo que ofrecerse.

Contar ese primer dardo que nos traspasa y nos despierta a las pasiones es muy difícil sin narrador omnisciente que interprete los gestos. Se necesita una sucesión de acciones que cada espectador reciba según su configuración emocional. El panorama humano tan improbablemente tolerante que rodea a los protagonistas se parece a nuestro interior, donde sentimos sin condicionantes.
Pues bien Elio, ya está puesto el listón, a ver qué pasa de ahora en adelante...