Me impactó como la película es capaz de llevar al espectador a través de diferentes sentimientos, de una manera muy gradual. Al terminar la película el sabor de boca que queda es metálico y áspero. Si te gustan las películas duras, crudas y "reales como la vida misma" entonces no debes dudar en disfrutar de esta joya.

A destacar lo intrincado de los personajes. Las personalidades se describen a partir de pinceladas y detalles que encajan como en un puzzle. Hay personajes que, como si aplicasen al pie de la letra los preceptos de "El Arte de la Guerra" de Sun Tzu, son capaces de sacar el máximo partido de las debilidades de sus adversarios.

La película gira en torno al mundo radiofónico norteamericano de principios de los 40, describiéndolo con nostalgia a través de la particular visión de una familia bien avenida. Pero en conjunto, la película se compone de sketch bastante livianos capaces de provocar una mueca pero no una carcajada. Sorprendentemente Allen no es capaz de sacar aquí toda la magia de su chistera. No consigue comprometernos con sus personajes ni zambullirnos en alguna escena disparatada digna de recordar.

En muchas escenas de la película se refleja el gran horror de la guerra creando un ambiente muy logrado. Los efectos de sonido son estremecedores. Para disfrutala en toda su plenitud es imprescindible tener un buen equipo o, como en mi caso, ser un afortunado y disfrutarla sentado en la butaca del cine.

Asfixia, opresión, exasperación, y vómito. Antes de consumir este esperpento consulte a su médico o farmacéutico. La película es un viaje, un viaje a la mente de un matemático con una capacidad creadora brillante. El clima de la película no es recomendable si quieres disfrutarla junto a un ser querido, más bien se puede disfrutar de ella en la más absoluta intimidad y oscuridad.