Impresionante superproducción. Una propuesta llena de emoción y visualmente sobresaliente respaldada por un colorido y una plasticidad virtuosa. 160 minutos para dejarse llevar por puro entretenimiento en clave de Ciencia-Ficción que ocultan un discurso poco original y una historia explotada muchas veces: la colonización de un planeta con fines comerciales y la utilización de la violencia y el belicismo ante la resistencia. Los buenos, los malos y una historia de amor entre opuestos con reminiscencias ecologistas. El Gran Espectáculo ha llegado de nuevo al cine con la “motion-capture” como en su día lo hizo el technicolor o el 3D en la década de los 50 por evolución tecnológica y para competir con el nuevo formato de la época: la televisión. Será ésta la alternativa, en nuestros días, a los nuevos formatos audiovisuales y a la piratería?

Adaptación al cine del best-seller sueco Millenium I con dos protagonistas decadentes y contrapuestos pero obligados a entenderse: por un lado un periodista perseguido y querellado por un grupo industrial que pretende acabar con su carrera y reputación y por otro lado una mujer siniestra, perturbadora, incontrolable y socialmente inadaptada que aporta alguna que otra escena de extrema violencia sexual. Ambos estereotipos son necesarios para desarrollar la investigación sobre la desaparición, hace 40 años, de la sobrina de un acaudalado empresario sueco. Este inquietante thriller, absorbente, oscuro, y entretenido, a pesar de sus casi 150 minutos de duración, nos recuerda cualquier serie televisiva americana de crímenes desentrañados con pericia pero con “ritmo europeo”. Se hace bastante evidente que continuará la saga.

Almodóvar, con su mirada única, crea un complicado engranaje en torno a seis personajes bajo su axioma preferido: amor y deseo, dominados por la fatalidad, la tragedia y la esperanza final. Un historia de “amour fou” con tintes autobiográficos que homenajea a su propio cine y que mezcla diversos géneros cinematográficos con guiños a sus directores preferidos con una encomiable factura técnica y estética. Una narración hecha a tres bandas cuyo peso dramático recae en un protagonista masculino y que transcurre en dos épocas: 1994 y 2008. El excesivo celo por el folletín, el esfuerzo por el detalle, su pasión y la exigencia al espectador no adepto, tal vez repercuta en su éxito pero consolidará a su autor como gran fabulador.

En la estela de “Los 400 golpes” (1959, François Truffaut) este drama familiar nos introduce en la perspectiva de un niño que sufre por la familia rota y por la duda de no estar seguro de querer a sus padres y que encuentra refugio en un hogar ajeno pero modélico. El paso forzoso y prematuro hacia la madurez cuando se rompe la imagen ejemplar de los progenitores. “Líbero” consolida el resurgimiento del cine italiano en los últimos años en el que el director, Kim Rossi Stuart, ya ha participado como actor en películas tan estimables y recomendables como “Las llaves de casa” (2004, Gianni Amielo) o “Romanzo Criminale” (2005, Michele Placido)

Interesante retrato de unos ancianos padres que viendo llegar el final, hacen un último intento de acercamiento a sus egoístas hijos. Lo efímero, que es la vida, se ve representado en la flor del cerezo. Remodelada y acertada versión de “Cuentos de Tokio” (Yasujiro Ozu, 1953) en la que se muestra la falta de sentimientos hacia los demás en nuestro fugaz viaje por la existencia y el daño irreparable cuando llega la muerte sin despedida. Con una primera parte tediosa y triste, ausente de música, que enfrenta el silencio de la naturaleza y el bullicio de la ciudad, progresa, en la parte final, hacia la ternura y la sensibilidad en el entorno idílico del Fujiyama en Japón. Tal vez no sea una película amena pero encierra una hermosa crónica existencial.