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8
26 de junio de 2023
26 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo esta película con perspectiva a día de hoy (50 años después de su estreno, pero tan solo 4 años después de su redescubrimiento en la Filmoteca de Cataluña, tras su censura y casi completa desaparición), a pesar de constituir igualmente a su manera una especie de obra-isla, se le pueden encontrar parentescos y paralelismos varios.
En cuanto a su manera de concebir el cine, como un ente popular y colectivo, alternativa al cine narrativo más clásico, le encuentro no pocas similitudes con lo que perseguía por aquel entonces el coetáneo Grupo Dziga Vertov. A pesar de no compartir con este el posicionamiento militante del mismo, nos encontramos igualmente ante una película eminentemente política, que reflexiona sobre la propia naturaleza del cine, sobre qué mostrar y cómo mostrarlo, y sobre el papel que este debería jugar en un Estado del Tercer Mundo en pleno proceso de descolonización.
En cualquier caso, a nivel conceptual, es obvio que lo más inmediato que se viene a la cabeza es Abbas Kiarostami. Pero lo curioso no es solo que, en cierto modo, preconfigure obras como «Close-Up», sino que incluso preconfigura a las primeras películas del iraní, siendo a mi juicio mucho más interesante y audaz que «Fellow Citizen», «First Graders» o «Homework».
Aquí desde el principio se plantea el juego en términos mucho más abstractos, estableciendo como premisa que no existe premisa alguna, que nos encontramos tan solo ante "meaningless events" enmarcados dentro de un ejercicio que, aunque interesante, no deja de ser sino una aproximación relativamente plana al cinéma verité.
Me parece que es precisamente a partir de cuando la película renuncia a su forma inicial cuando, paradójicamente, adquiere forma de manera definitiva. Se pasa de lleno a lo que hasta ese momento estaba presente tan solo subtextualmente: la difuminación de la fina frontera entre la realidad y la ficción, al concentrarse en la disección de un evento ya no tan meaningless, muy probablemente ficcionado, pero que se nos presenta como producto del azar, integrado orgánicamente dentro de la estética docudramática del resto.
Probablemente lo más coherente de la película sea que, a pesar de apostar en su último tercio por esa "disección" del evento en cuestión, abandonando aparentemente esa concepción del cine como sucesión de meaningless events, finaliza, tras las respuestas y reacciones del último entrevistado... con la sensación de que lo mostrado en el último tercio es tan -o más- meaningless que lo anterior.
En cuanto a su manera de concebir el cine, como un ente popular y colectivo, alternativa al cine narrativo más clásico, le encuentro no pocas similitudes con lo que perseguía por aquel entonces el coetáneo Grupo Dziga Vertov. A pesar de no compartir con este el posicionamiento militante del mismo, nos encontramos igualmente ante una película eminentemente política, que reflexiona sobre la propia naturaleza del cine, sobre qué mostrar y cómo mostrarlo, y sobre el papel que este debería jugar en un Estado del Tercer Mundo en pleno proceso de descolonización.
En cualquier caso, a nivel conceptual, es obvio que lo más inmediato que se viene a la cabeza es Abbas Kiarostami. Pero lo curioso no es solo que, en cierto modo, preconfigure obras como «Close-Up», sino que incluso preconfigura a las primeras películas del iraní, siendo a mi juicio mucho más interesante y audaz que «Fellow Citizen», «First Graders» o «Homework».
Aquí desde el principio se plantea el juego en términos mucho más abstractos, estableciendo como premisa que no existe premisa alguna, que nos encontramos tan solo ante "meaningless events" enmarcados dentro de un ejercicio que, aunque interesante, no deja de ser sino una aproximación relativamente plana al cinéma verité.
Me parece que es precisamente a partir de cuando la película renuncia a su forma inicial cuando, paradójicamente, adquiere forma de manera definitiva. Se pasa de lleno a lo que hasta ese momento estaba presente tan solo subtextualmente: la difuminación de la fina frontera entre la realidad y la ficción, al concentrarse en la disección de un evento ya no tan meaningless, muy probablemente ficcionado, pero que se nos presenta como producto del azar, integrado orgánicamente dentro de la estética docudramática del resto.
Probablemente lo más coherente de la película sea que, a pesar de apostar en su último tercio por esa "disección" del evento en cuestión, abandonando aparentemente esa concepción del cine como sucesión de meaningless events, finaliza, tras las respuestas y reacciones del último entrevistado... con la sensación de que lo mostrado en el último tercio es tan -o más- meaningless que lo anterior.
2 de abril de 2023
2 de abril de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablamente la película que mejor sintetiza el cine de Jim Jarmusch.
Un cine de personajes solitarios, perdidos, que comienzan el film deambulando sin rumbo y lo terminan deambulando sin rumbo, aunque para ello hayan debido recorrer un tortuoso camino entre medias, sin seguir rumbo alguno tampoco. Todo ello aderezado con un extraño y, a su modo, entrañable sentido de la camaradería, que me hace sentir uno más de este pequeño grupo de good eggs. Como si cuando todos separasen su camino no solo se estuviesen despidiendo entre sí, sino también de mí, listos todos para continuar deambulando sin rumbo.
Un cine de personajes solitarios, perdidos, que comienzan el film deambulando sin rumbo y lo terminan deambulando sin rumbo, aunque para ello hayan debido recorrer un tortuoso camino entre medias, sin seguir rumbo alguno tampoco. Todo ello aderezado con un extraño y, a su modo, entrañable sentido de la camaradería, que me hace sentir uno más de este pequeño grupo de good eggs. Como si cuando todos separasen su camino no solo se estuviesen despidiendo entre sí, sino también de mí, listos todos para continuar deambulando sin rumbo.

7.4
43,423
3
7 de abril de 2025
7 de abril de 2025
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imagino que algo así puede resultar estimulante cuando llevas 4 películas a tus espaldas y la provocación, la transgresión y el shock en sí mismos se consideran una virtud que puede ofrecer el gran cine.
A estas alturas ya, esta cosa no es para mí más que una auténtica mamarrachada. Hace tiempo que tengo claro cuáles son las cuestiones que más me interesan del medio, y prácticamente ninguna de ellas la encuentro en este ejercicio de sadismo y crueldad sin fin, en el que la tan cacareada “sequedad de la violencia” no esconde otra cosa que un artefacto medido milimétricamente, absolutamente carente de vida, en el que la postura condescendiente del director para con el espectador y los personajes, a los que trata como conejillos de indias, domina plano por plano toda la narración.
Lo extremadamente molesta que me resulta toda esa aura de “tesis definitiva sobre la violencia” encuentra su máxima expresión en el jueguecito metanarrativo que se trae con la ruptura de la cuarta pared, exponiendo un discurso con la misma profundidad que un charco de fango, que parece apuntar la idea de que es la complicidad morbosa del espectador la que ejerce como motor de la película, como si en algún momento el espectador dialogase con la misma.
Aquí no hay diálogo alguno. No puede existir diálogo cuando tanto espectador como personajes son tratados como simples títeres dominados por los designios e imposiciones de un tío que, de forma manifiesta, no está haciendo otra cosa que saciar su fantasía onanista bajo la coartada intelectual de plantearla en forma de *tesis*
Ridícula, abyecta y deleznable.
A estas alturas ya, esta cosa no es para mí más que una auténtica mamarrachada. Hace tiempo que tengo claro cuáles son las cuestiones que más me interesan del medio, y prácticamente ninguna de ellas la encuentro en este ejercicio de sadismo y crueldad sin fin, en el que la tan cacareada “sequedad de la violencia” no esconde otra cosa que un artefacto medido milimétricamente, absolutamente carente de vida, en el que la postura condescendiente del director para con el espectador y los personajes, a los que trata como conejillos de indias, domina plano por plano toda la narración.
Lo extremadamente molesta que me resulta toda esa aura de “tesis definitiva sobre la violencia” encuentra su máxima expresión en el jueguecito metanarrativo que se trae con la ruptura de la cuarta pared, exponiendo un discurso con la misma profundidad que un charco de fango, que parece apuntar la idea de que es la complicidad morbosa del espectador la que ejerce como motor de la película, como si en algún momento el espectador dialogase con la misma.
Aquí no hay diálogo alguno. No puede existir diálogo cuando tanto espectador como personajes son tratados como simples títeres dominados por los designios e imposiciones de un tío que, de forma manifiesta, no está haciendo otra cosa que saciar su fantasía onanista bajo la coartada intelectual de plantearla en forma de *tesis*
Ridícula, abyecta y deleznable.
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