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7.1
824
8
9 de diciembre de 2010
9 de diciembre de 2010
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película de Francesco Rosi (nacido en 1922) se inicia en Italia el género conocido como cine político, que alcanzará su máximo desarrollo en los 70, con autores, además del propio Rosi, como Elio Petri o Damiano Damiani. Pero no se queda ahí el alcance de esta película, ya que puede afirmarse que ha tenido una gran influencia en el cine de tema político a nivel mundial: de "Z" (1969) de Costa-Gavras a "JFK" (1991) de Oliver Stone, por poner solo dos ejemplos destacados, tienen una fuerte deuda en lo formal con este filme.
El tema es la historia del bandido siciliano Salvatore Giuliano: sus conexiones políticas y las circunstancias que condujeron a su muerte en 1950. Lejos de procurar un acercamiento romántico a la figura del buen ladrón que roba a los ricos para dar a los pobres (como sí se encuentra, en cambio, en la novela que Mario Puzo escribió sobre el personaje, llevada luego al cine por Michael Cimino), la película se presenta como una investigación, a medio camino entre la ficción y el documental. El director procura conseguir la mayor objetividad posible, por lo cual se limita a presentar hechos, dejando que sea el espectador el que saque sus conclusiones. La objetividad se refuerza evitando mostrar al protagonista, a quien solo se le ve la cara en fotografías y después de su muerte; también por medio de los frecuentes planos picados (entre ellos, el inicial del descubrimiento del cadáver de Giuliano); y mediante la voz en off, utilizada de forma muy similar a como años atrás la empleó Visconti en “La terra trema” (una película en la que Rosi trabajó como ayudante de dirección).
El centro de interés de la película no es la personalidad de Giuliano, sino la forma en que fue manipulado para servir a intereses políticos: el ataque de Rosi, en concreto, va dirigido contra los democristianos, que gobernaban Italia en la época de Giuliano y continuaban en el poder cuando se estrenó la película. Es también una reflexión sobre los problemas crónicos de Sicilia (el subdesarrollo, el bandolerismo, la corrupción política y la implantación de la Mafia) y, por extensión, de todo el sur de Italia.
El tema es la historia del bandido siciliano Salvatore Giuliano: sus conexiones políticas y las circunstancias que condujeron a su muerte en 1950. Lejos de procurar un acercamiento romántico a la figura del buen ladrón que roba a los ricos para dar a los pobres (como sí se encuentra, en cambio, en la novela que Mario Puzo escribió sobre el personaje, llevada luego al cine por Michael Cimino), la película se presenta como una investigación, a medio camino entre la ficción y el documental. El director procura conseguir la mayor objetividad posible, por lo cual se limita a presentar hechos, dejando que sea el espectador el que saque sus conclusiones. La objetividad se refuerza evitando mostrar al protagonista, a quien solo se le ve la cara en fotografías y después de su muerte; también por medio de los frecuentes planos picados (entre ellos, el inicial del descubrimiento del cadáver de Giuliano); y mediante la voz en off, utilizada de forma muy similar a como años atrás la empleó Visconti en “La terra trema” (una película en la que Rosi trabajó como ayudante de dirección).
El centro de interés de la película no es la personalidad de Giuliano, sino la forma en que fue manipulado para servir a intereses políticos: el ataque de Rosi, en concreto, va dirigido contra los democristianos, que gobernaban Italia en la época de Giuliano y continuaban en el poder cuando se estrenó la película. Es también una reflexión sobre los problemas crónicos de Sicilia (el subdesarrollo, el bandolerismo, la corrupción política y la implantación de la Mafia) y, por extensión, de todo el sur de Italia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La narración no es lineal: se alternan escenas que relatan la carrera de Giuliano hasta su muerte con otras que detallan lo ocurrido después de su fallecimiento, con especial interés en el juicio desarrollado en Viterbo por la masacre de Porta della Ginestra, el principal crimen político llevado a cabo por Giuliano y sus hombres. Esto puede hacer que resulte algo difícil de seguir, aunque no cabe duda que esta estructura discontinua responde a una necesidad de la historia y no es un mero capricho del director.
Pocos personajes tienen un verdadero relieve dramático, a excepción de Gaspare Pisciotta, el lugarteniente de Giuliano, que interpreta Frank Wolff. Son muy destacables las escenas de masas, como por ejemplo la de la masacre de Portella della Ginestra. Hay una clara voluntad de estilo que choca un poco con la voluntad de ser objetivo a ultranza del autor. Muchos de los planos tienen una calidad casi pictórica: como, por ejemplo, el mencionado por Quatermain80: el escorzo del cadáver que recuerda al “Cristo muerto” de Andrea Mantegna.
La denuncia política que hace el autor en esta película puede resultar casi ingenua en estos tiempos (aunque lo relacionado con Giuliano sigue siendo un misterio sin resolver de la historia de Italia), pero la película mantiene su fuerza, a pesar de los años transcurridos. Eso sí: el afán de objetividad del director hace que el filme marque siempre las distancias con el espectador, que no encuentra asideros para implicarse emocionalmente con lo narrado.
En resumen, una película sumamente interesante, aunque su estilo narrativo y la austeridad de su puesta en escena exigen un esfuerzo extra por parte del espectador. Un esfuerzo que, indudablemente, vale la pena hacer.
Pocos personajes tienen un verdadero relieve dramático, a excepción de Gaspare Pisciotta, el lugarteniente de Giuliano, que interpreta Frank Wolff. Son muy destacables las escenas de masas, como por ejemplo la de la masacre de Portella della Ginestra. Hay una clara voluntad de estilo que choca un poco con la voluntad de ser objetivo a ultranza del autor. Muchos de los planos tienen una calidad casi pictórica: como, por ejemplo, el mencionado por Quatermain80: el escorzo del cadáver que recuerda al “Cristo muerto” de Andrea Mantegna.
La denuncia política que hace el autor en esta película puede resultar casi ingenua en estos tiempos (aunque lo relacionado con Giuliano sigue siendo un misterio sin resolver de la historia de Italia), pero la película mantiene su fuerza, a pesar de los años transcurridos. Eso sí: el afán de objetividad del director hace que el filme marque siempre las distancias con el espectador, que no encuentra asideros para implicarse emocionalmente con lo narrado.
En resumen, una película sumamente interesante, aunque su estilo narrativo y la austeridad de su puesta en escena exigen un esfuerzo extra por parte del espectador. Un esfuerzo que, indudablemente, vale la pena hacer.
Serie

6.8
745
9
22 de agosto de 2017
22 de agosto de 2017
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este thriller argentino para la HBO no tiene nada que envidiar a las producciones estadounidenses de la misma marca. El guion, basado en la novela homónima de Gustavo Malajovich (coguionista también de la serie), no solo contiene giros argumentales inesperados que deleitan al espectador, sino que -más importante- está meticulosamente construido para conseguir que todo encaje a la perfección. Un trabajo minucioso de orfebre. La trama tiene elementos -los más- de cine negro urbano, aunque no faltan también los toques de thriller fantástico. Aunque se abordan temas sociales (por ejemplo, la corrupción policial y política), es siempre de forma lateral, ya que la pretensión principal es evidentemente construir un sólido producto de género que enganche al espectador. Y este objetivo se logra con holgura. Quizá hay algún momento, hacia la mitad de la serie, en que se produce un cierto estancamiento, pero luego la historia remonta el vuelo con facilidad.
La ambientación es también de sobresaliente, y convierte a la ciudad de Buenos Aires en protagonista principal, desde la cúpula del palacio Barolo (magníficamente fotografiado) hasta los túneles más ocultos del subte. La serie está llena de referencias a Baires, que sin duda captará mucho mejor el público argentino, pero que son suficientes para dar a la historia un cierto halo de misterio, muy en la línea de otras producciones HBO, como, por ejemplo «True Detective». Y la parte de la trama que se aparta de la capital y se acerca a la Argentina interior está también excelentemente ambientada y fotografiada.
Tanto los intérpretes principales como los secundarios hacen un trabajo excelente, construyendo unos personajes suficientemente creíbles para dar verosimilitud a la trama. Sin duda entre los personajes más interesantes se encuentra el inefable detective César Doberti, interpretado por Luis Luque. Por supuesto no puede tampoco dejar de mencionarse a la gran dama del cine argentino, Norma Aleandro, en un papel menos secundario de lo que en un principio pueda parecer. Pero en general todos los intérpretes rayan a buena altura.
Es cierto que hay algún episodio y personaje accesorio que no aporta nada a la historia y se hubiera podido suprimir, pero esto no obstaculiza el fluir de la acción ni impide en absoluto disfrutar de la serie.
Un thriller de calidad, que no decepciona. Muy recomendado.
La ambientación es también de sobresaliente, y convierte a la ciudad de Buenos Aires en protagonista principal, desde la cúpula del palacio Barolo (magníficamente fotografiado) hasta los túneles más ocultos del subte. La serie está llena de referencias a Baires, que sin duda captará mucho mejor el público argentino, pero que son suficientes para dar a la historia un cierto halo de misterio, muy en la línea de otras producciones HBO, como, por ejemplo «True Detective». Y la parte de la trama que se aparta de la capital y se acerca a la Argentina interior está también excelentemente ambientada y fotografiada.
Tanto los intérpretes principales como los secundarios hacen un trabajo excelente, construyendo unos personajes suficientemente creíbles para dar verosimilitud a la trama. Sin duda entre los personajes más interesantes se encuentra el inefable detective César Doberti, interpretado por Luis Luque. Por supuesto no puede tampoco dejar de mencionarse a la gran dama del cine argentino, Norma Aleandro, en un papel menos secundario de lo que en un principio pueda parecer. Pero en general todos los intérpretes rayan a buena altura.
Es cierto que hay algún episodio y personaje accesorio que no aporta nada a la historia y se hubiera podido suprimir, pero esto no obstaculiza el fluir de la acción ni impide en absoluto disfrutar de la serie.
Un thriller de calidad, que no decepciona. Muy recomendado.
19 de diciembre de 2010
19 de diciembre de 2010
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El pájaro de las plumas de cristal" es el primer largometraje del controvertido director italiano Dario Argento (nacido en 1940). Junto con las dos siguientes películas que rodó, "El gato de las nueve colas" (1971) y "Cuatro moscas sobre terciopelo gris" (1972), conforma la conocida como "Trilogía de los animales": todas ellas son películas pertenecientes al género denominado "giallo", una variante del thriller característicamente italiana que tuvo su iniciador en Mario Bava, y su momento de esplendor en la primera mitad de los 70 (aunque hasta hoy día siguen produciéndose películas de este género en Italia, y aun en España: véase la reciente "Los ojos de Julia"). El "giallo" se caracteriza por ciertos rasgos temáticos: contenido sexual, con especial énfasis en perversiones sexuales de diversos tipos; guiones -no demasiado sólidos, generalmente- cuyo eje es la identificación de un asesino en serie, siempre a cargo de uno o varios detectives aficionados, no de la policía; y crímenes mostrados muy gráficamente. Incluye, además, elementos estilísticos recurrentes, como la cámara subjetiva, desde el punto de vista del asesino, el empleo frecuente del zoom y efectos visuales y sonoros encaminados a añadir dramatismo a la película y a impresionar (y a veces también a embaucar) al espectador.
"El pájaro de las plumas de cristal" participa de todas las características expuestas. Su protagonista, Sam Dalmas (Tony Musante) es un escritor estadounidense instalado provisionalmente en Roma que está a punto de regresar a su país cuando se convierte en testigo de una misteriosa agresión. A partir de ahí se van encadenando los acontecimientos, en una trama sugestiva aunque poco verosímil, que se sigue con agrado si no se es demasiado exigente.
La puesta en escena es muy cuidada. El color es un importante elemento narrativo (por ejemplo, en la escena del encuentro de puligistas retirados), y hay además una iconografía siniestra, con objetos que llaman poderosamente la atención, como esa especie de garra de ave prehistórica que se ve en la galería de arte. La arquitectura tiene una gran importancia: es muy destacable el partido que se saca a las escaleras en dos escenas de la película, plasmando un espacio laberíntico que contribuye a acentuar la sensación de angustia de las víctimas. La fotografía corre a cargo del gran Vittorio Storaro, antes de sus notables trabajos para Bertolucci y Ford Coppola, y la banda sonora nada menos que de Ennio Morricone. El punto débil del filme es, como ocurre en todas las películas del género, el guión. Para disfrutar de la película, es preferible no hacerse demasiadas preguntas, ya que tal vez no se podrá encontrar para ellas respuestas satisfactorias, y recrearse en su belleza visual.
"El pájaro de las plumas de cristal" participa de todas las características expuestas. Su protagonista, Sam Dalmas (Tony Musante) es un escritor estadounidense instalado provisionalmente en Roma que está a punto de regresar a su país cuando se convierte en testigo de una misteriosa agresión. A partir de ahí se van encadenando los acontecimientos, en una trama sugestiva aunque poco verosímil, que se sigue con agrado si no se es demasiado exigente.
La puesta en escena es muy cuidada. El color es un importante elemento narrativo (por ejemplo, en la escena del encuentro de puligistas retirados), y hay además una iconografía siniestra, con objetos que llaman poderosamente la atención, como esa especie de garra de ave prehistórica que se ve en la galería de arte. La arquitectura tiene una gran importancia: es muy destacable el partido que se saca a las escaleras en dos escenas de la película, plasmando un espacio laberíntico que contribuye a acentuar la sensación de angustia de las víctimas. La fotografía corre a cargo del gran Vittorio Storaro, antes de sus notables trabajos para Bertolucci y Ford Coppola, y la banda sonora nada menos que de Ennio Morricone. El punto débil del filme es, como ocurre en todas las películas del género, el guión. Para disfrutar de la película, es preferible no hacerse demasiadas preguntas, ya que tal vez no se podrá encontrar para ellas respuestas satisfactorias, y recrearse en su belleza visual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Durante todo el filme, Dalmas se interroga sobre lo que ha visto, esforzándose por recordar algún detalle que permita facilitar la captura del enigmático "serial killer", en una serie de breves flashbacks en que volvemos a ver una y otra vez, en cada ocasión con mayor detalle, la agresión inicial (aunque el director se guarda mucho de no mostrarnos el elemento en el que reside la clave del enigma hasta el final de la película). Pero no es la única pista: a lo largo del filme, se encuentran otros datos que es necesario descifrar, como las grabaciones con la voz del asesino, que pueden aportar información importante, o un perturbador cuadro naïf que muestra el asesinato de una mujer.
El uso de la cámara subjetiva es brillante: véase por ejemplo la escena en que se muestra la caída de un personaje al vacío con este recurso, como si fuese el espectador el que estuviese cayendo.
Algo muy característico también del "giallo": el giro final de la trama, con la solución inesperada que el director se saca de la manga, o poco menos: el descubrimiento final del asesino. En esta película, la solución final es muy parecida a la que Mario Bava presentaba en "La chica que sabía demasiado", gereralmente considerado el primer "giallo" de la historia. Y aquí entra, un poco traído por los pelos, el tema de la locura, de la enfermedad mental, un recurso para cerrar las tramas de los thrillers sobreexplotado en los años 60 y 70, seguramente por influjo de "Psicosis", de Alfred Hitchcock. Aquí, como en otros "gialli", resulta desde luego un recurso forzado.
Una curiosidad: el pájaro que da nombre a la película, que supuestamente habita al sur del Cáucaso, y del que solamente se encuentra un ejemplar en Italia, es una invención. No existe el "Hornitus nevalis": el ave que aparece en el filme es una grulla.
El uso de la cámara subjetiva es brillante: véase por ejemplo la escena en que se muestra la caída de un personaje al vacío con este recurso, como si fuese el espectador el que estuviese cayendo.
Algo muy característico también del "giallo": el giro final de la trama, con la solución inesperada que el director se saca de la manga, o poco menos: el descubrimiento final del asesino. En esta película, la solución final es muy parecida a la que Mario Bava presentaba en "La chica que sabía demasiado", gereralmente considerado el primer "giallo" de la historia. Y aquí entra, un poco traído por los pelos, el tema de la locura, de la enfermedad mental, un recurso para cerrar las tramas de los thrillers sobreexplotado en los años 60 y 70, seguramente por influjo de "Psicosis", de Alfred Hitchcock. Aquí, como en otros "gialli", resulta desde luego un recurso forzado.
Una curiosidad: el pájaro que da nombre a la película, que supuestamente habita al sur del Cáucaso, y del que solamente se encuentra un ejemplar en Italia, es una invención. No existe el "Hornitus nevalis": el ave que aparece en el filme es una grulla.
7
7 de mayo de 2010
7 de mayo de 2010
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece ser que en Italia, en el año 58 o por ahí, se promulgó una ley que obligó a cerrar todos los burdeles. La película nos cuenta la peripecia de cuatro prostitutas que, forzadas a dejar el prostíbulo que hasta entonces había sido su hogar, intentan montar un negocio propio. El tono de la película es tragicómico, pero con bastante más de tragedia que de comedia; su propósito, denunciar la situación de estas mujeres que eran (que son) tratadas como poco menos que ganado, como dice en algún momento del filme Adua, la protagonista interpretada por Simone Signoret.
Las cuatro actrices que hacen los papeles protagonistas están magníficas, empezando por Signoret, a la que según creo se dobló al italiano, y que deja en la memoria del espectador su papel de mujer zarandeada por la vida, y continuando con la deliciosamente femenina pero un tanto espasmódica Sandra Milo. Anda por ahí también Mastroianni, en el papel, pequeño pero resultón, de vivalavirgen mujeriego y ventajista, que por supuesto borda.
Destaca la honestidad, exenta casi por completo de falsos sentimentalismos, con que es tratado un tema tan espinoso como el de la prostitución, sin olvidarse de denunciar la hipocresía de la clase política. No es una película tan simplona y sentimentaloide como Las noches de Cabiria de Fellini, por ejemplo, aunque no alcance tampoco la hondura y el lirismo de Mamma Roma de Pasolini. Es más bien una película de tesis, con un buen guión y unas buenas interpretaciones, que, a la vez que resulta entretenida, mueve a la reflexión. Vale la pena verla.
Las cuatro actrices que hacen los papeles protagonistas están magníficas, empezando por Signoret, a la que según creo se dobló al italiano, y que deja en la memoria del espectador su papel de mujer zarandeada por la vida, y continuando con la deliciosamente femenina pero un tanto espasmódica Sandra Milo. Anda por ahí también Mastroianni, en el papel, pequeño pero resultón, de vivalavirgen mujeriego y ventajista, que por supuesto borda.
Destaca la honestidad, exenta casi por completo de falsos sentimentalismos, con que es tratado un tema tan espinoso como el de la prostitución, sin olvidarse de denunciar la hipocresía de la clase política. No es una película tan simplona y sentimentaloide como Las noches de Cabiria de Fellini, por ejemplo, aunque no alcance tampoco la hondura y el lirismo de Mamma Roma de Pasolini. Es más bien una película de tesis, con un buen guión y unas buenas interpretaciones, que, a la vez que resulta entretenida, mueve a la reflexión. Vale la pena verla.

6.9
739
8
14 de diciembre de 2010
14 de diciembre de 2010
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica comedia de Pietro Germi, uno de los grandes de la edad de oro del cine italiano. Sátira cruel y amarga de la hipocresía de estas sociedades provincianas en las que todos se conocen y todos dedican gran parte de su tiempo a joder a los demás.
Antes de "Señoras y señores", el genovés Germi había dirigido su gran éxito, "Divorcio a la italiana" (1964) y la también ambientada en Sicilia "Seducida y abandonada" (1964). En esta ocasión, deja el atrasado Sur de Italia para hacer del rico e industrioso Norte, en pleno "boom" económico de los años 60, el blanco de su sátira.
Crónica de la vida provinciana, que recuerda en algunos aspectos a "Los inútiles" de Fellini, la película se rodó en el Véneto, en la ciudad de Treviso, localidad natal del principal guionista del filme, Luciano Vincenzoni, quien se inspiró, se dice, en hechos ocurridos realmente en la ciudad (de hecho, el retrato que la película hace de la sociedad trevisana no gustó nada a los paisanos de Vincenzoni, quien recibió múltiples amenazas). La célebre pareja de guionistas formada por Age y Scarpelli, artífices de numerosos éxitos de la "commedia all' italiana", participaron también en la confección del guión. El reparto no cuenta con grandes estrellas, lo que no impidió que el filme fuese un gran éxito de taquilla.
El centro de la sátira de Germi es un grupo de amigos burgueses (un médico, un farmacéutico, el propietario de una zapatería y el contable en un banco propiedad de la Iglesia católica, entre otros), y sus respectivas esposas. La película narra tres historias sobre estos personajes, centradas fundamentalmente en el conflicto entre la realidad y la apariencia social, la hipocresía que es el centro de las vidas de estas supuestamente respetables parejas burguesas. La prensa, la policía y el clero no salen tampoco nada bien parados en esta radiografía de la vida de provincias.
Una película extraordinaria, a pesar de lo odiosos que se le hacen a uno los personajes. Vale la pena verla.
Antes de "Señoras y señores", el genovés Germi había dirigido su gran éxito, "Divorcio a la italiana" (1964) y la también ambientada en Sicilia "Seducida y abandonada" (1964). En esta ocasión, deja el atrasado Sur de Italia para hacer del rico e industrioso Norte, en pleno "boom" económico de los años 60, el blanco de su sátira.
Crónica de la vida provinciana, que recuerda en algunos aspectos a "Los inútiles" de Fellini, la película se rodó en el Véneto, en la ciudad de Treviso, localidad natal del principal guionista del filme, Luciano Vincenzoni, quien se inspiró, se dice, en hechos ocurridos realmente en la ciudad (de hecho, el retrato que la película hace de la sociedad trevisana no gustó nada a los paisanos de Vincenzoni, quien recibió múltiples amenazas). La célebre pareja de guionistas formada por Age y Scarpelli, artífices de numerosos éxitos de la "commedia all' italiana", participaron también en la confección del guión. El reparto no cuenta con grandes estrellas, lo que no impidió que el filme fuese un gran éxito de taquilla.
El centro de la sátira de Germi es un grupo de amigos burgueses (un médico, un farmacéutico, el propietario de una zapatería y el contable en un banco propiedad de la Iglesia católica, entre otros), y sus respectivas esposas. La película narra tres historias sobre estos personajes, centradas fundamentalmente en el conflicto entre la realidad y la apariencia social, la hipocresía que es el centro de las vidas de estas supuestamente respetables parejas burguesas. La prensa, la policía y el clero no salen tampoco nada bien parados en esta radiografía de la vida de provincias.
Una película extraordinaria, a pesar de lo odiosos que se le hacen a uno los personajes. Vale la pena verla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todas las maldades de la burguesía provinciana están presentes en la película: las infidelidades conyugales, las cartas anónimas, las bromas pesadas, a veces terriblemente crueles, de los supuestos amigos. Solo cuentan las apariencias: un marido puede aguantar ser un cornudo siempre y cuando el hecho permanezca en secreto; una esposa puede soportar las infidelidades de su marido, pero no que estas sean conocidas por los demás.
La más interesante de las tres historias de la película es sin duda, la segunda, la que narra el intento del contable Osvaldo Bisigato de liberarse de su insoportable esposa y empezar una nueva vida con su amada Milena. Bisigato y Milena son, aunque ridículos y abocados al fracaso, los únicos personajes positivos del filme. Hay cierta ternura en el modo en que Germi narra el rejuvenecimiento repentino del enamorado Bisigato, que se cambia el look y se compra un descapotable, sin darse cuenta de la que se le viene encima. Todas las fuerzas vivas de la ciudad conspiran para hacer imposible la felicidad de los enamorados; se les hubiera tolerado una relación clandestina, pero de ningún modo pueden aceptar la provocación que supone que proclamen su amor a los cuatro vientos (como en la escena en que pasean orgullosos del brazo por en medio de la plaza, ante la estupefacción del resto de los personajes). Los vanos esfuerzos del contable Bisigato por romper con una vida que detesta recuerdan un poco a los de Sam Lowry en "Brazil", de Terry Gilliam.
La más interesante de las tres historias de la película es sin duda, la segunda, la que narra el intento del contable Osvaldo Bisigato de liberarse de su insoportable esposa y empezar una nueva vida con su amada Milena. Bisigato y Milena son, aunque ridículos y abocados al fracaso, los únicos personajes positivos del filme. Hay cierta ternura en el modo en que Germi narra el rejuvenecimiento repentino del enamorado Bisigato, que se cambia el look y se compra un descapotable, sin darse cuenta de la que se le viene encima. Todas las fuerzas vivas de la ciudad conspiran para hacer imposible la felicidad de los enamorados; se les hubiera tolerado una relación clandestina, pero de ningún modo pueden aceptar la provocación que supone que proclamen su amor a los cuatro vientos (como en la escena en que pasean orgullosos del brazo por en medio de la plaza, ante la estupefacción del resto de los personajes). Los vanos esfuerzos del contable Bisigato por romper con una vida que detesta recuerdan un poco a los de Sam Lowry en "Brazil", de Terry Gilliam.
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