Desde hace algunos años, el boom de los vampiros y hombres lobo no deja de crecer e inundar las salas de cine, y ahora al parecer también, las salas de teatro y la pantalla de TV. Los ingleses además, han añadido un nuevo elemento en el coctail, y han decidido añadir una fantasma al dueto chupasangre-lobuno, que al parecer está dando frutos.

Estos 3 personajes compartiendo piso dan mucho de si. En la versión británica, el hombre lobo, George, es extraentrañable, un chico tímido y bonachón que va evolucionando a buen ritmo a lo largo de la historia. Hace una excelente interpretación en las escenas de transformación cuando hay luna llena, pues se retuerce como un loco y chilla como un cerdo, perdón, como un lobo, dándole mucha personalidad y autenticidad a su personaje. Annie, la fantasma, es más o menos constante a medida que pasan los capítulos, y su gracia reside en su sonrisa y en su simpatía que le dan carisma a la serie. A Mitchell, aunque es el guaperas de el grupo, le falta chispa y un poco de fuerza, para ser el vampiro y lo temible que se supone que es, no da nada de miedo, aunque tenga la excusa de que se ha propuesto ser un vampiro “bueno”.

La serie es entretenida, les cojes cariño a los personajes e incluso a la novia de George, Nina, que se vuelve indispensable en este mix sobrenatural. Eso sí, si buscamos coherencia, esta no es la serie. El guión padece de mil agujeros nada creíbles, situaciones resueltas con calzador y con chapuzas, y con cambios de personalidad bruscos. Personajes que pasan de ser amigos a enemigos como si de bipolares se tratase, del palo: “Ayer eras mi peor enemigo, hoy estamos chupando sangre juntos”.

Personajes secundarios algunas veces mal escogidos, y ritmos desiguales que te conducen a lo largo de la historia. Aún así, y partiendo de la premisa de que este trío es de por si absurdo, si te gusta la serie y te engancha lo sobrenatural, perdonarás estos fallos sólo por verles vivir sus aventuras por las calles inglesas cada semana.

Una serie que va ya por la quinta temporada y que lo primero que se me viene a la mente cuando pienso en ella es: evolución. Un protagonista impecable, un actor impecable para un asesino impecable como es su personaje. Una historia dinámica, un guión bien preparado, un poco de sangre y he ahí los ingredientes de este boom televisivo que no es otro que Dexter.

La primera temporada nos dejó con la boca abierta a muchos de los espectadores de esta serie, más que nada por la brutalidad y la originalidad con que seguimos la vida de un asesino en serie como el good guy, y por lo sorprendente de el inicio de la historia, nudo y desenlace en toda la temporada. Parecía que sólo veías la serie por Michael C. Hall que desde el principio caló su personaje con absoluta precisión, y que aunque lo demás no se sostuviera sin él, solo seguirías la serie por no perderte esta genialidad de trabajo.

Sin embargo, a medida que transcurrían las temporadas, los demás personajes fueron ganando terreno, los demás actores fueron haciéndose a sus papeles poco a poco y ahora la serie como equipo de elenco ha ganado más fuerza a medida que transcurren los capítulos.

Eso sí, por otro lado baja la emoción de la primera temporada porque las cosas ya no sorprenden tanto como al principio. No porque la serie haya perdido calidad, el guión o sus actores, si no porque han acostumbrado a los seguidores a ese nivel de sorpresas en la trama y porque a medida que pasa el tiempo la historia va cambiando haciéndonos sufrir algunas veces más que otras.

A simple vista, esta película puede parecer una comedia tonta típica americana que acaba bien y punto, está Jack Black —que nos tiene acostumbrados al mismo tipo de humor una y otra vez— y unos niños muy entrañables y estereotipados, bien escogidos para la finalidad de la película. Pero si ves esta película con ganas de pasar un buen rato y con ganas de dejarte transportar al mundo del rock, puedes descubrir que la película tal cuál es, es perfecta para el objetivo con el que fue realizada y que te puede hacer disfrutar como un niño con las peripecias de los personajes y como un adulto con la mítica banda sonora de la que está dotada.

Esta comedia sin pretensiones resulta efectiva, ¿Porqué? Pues porque curiosamente el personaje estándar de Jack Black queda ni que pintado para esta historia; el profesor “S” no hubiera quedado ni la mitad de atrevido sino fuera por él. Tirar del carro con un montón de niños de instituto necesita carisma, necesita energía y necesita desparpajo, cosas que el actor utiliza para hacerse con la complicidad de los niños y que los niños a su vez aprovechan como un trampolín para aportar a la película su propio encanto.

La historia es sencilla, evolutiva y predecible, pero atrapa y emociona al espectador. Eso si, lo ideal es verla en versión original, puesto que el doblaje en castellano deja mucho que desear.

La música es toda una sorpresa, la selección de grupos y de canciones es todo un acierto, vale la pena ver la película, además, para empaparse un poco de como estas bandas legendarias —The Who, Led Zeppelin, AC/DC, The Doors, The Ramones, Deep Purple, Metallica, entre otros— sirven de inspiración para crear nueva música y de como la película se convierte en todo un tributo al rock.

Y aquí tenemos una entrega más de la rivalidad entre yerno y suegro, eternos clichés a los que Hollywood parece pretender sacarle hasta el último céntimo. Reparto con grandes nombres que acaban haciendo lo mismo que actores nada conocidos. Gags aburridos, cero originalidad y tremenda superficialidad, en fin… muchos personajes y una hora y media más de el mismo cuento.

“Los padres de ella”, “Los padres de él” y “Ahora los padres son ellos”, preparémonos púes para que cuando los niños actores de esta última película crezcan un poco, nos saquen otra entrega que se podría títular por ejemplo: “Ahora los suegros son ellos” y Ben Stiller ya no tendría que conquistar a su suegro De Niro, si no que sería Ben Stiller a quién los novios de sus hijos tendrían que conquistar, y seguiríamos así con sus hijos y con sus nietos, etc. El caso es hacer más secuelas de lo mismo.

De tan grandes nombres en el reparto, los más divertidos en esta película son Dustin Hoffman y Barbra Streisand, que curiosamente son los personajes que menos salen en toda la película. Ben Stiller y Owen Wilson ya nos tienen acostumbrados a su binomio y Jessica Alba está aquí para poner la parte sexy de la película. Por lo demás, tópicos a punta pala y totalmente respirable la previsibilidad in the air.

Este nuevo estreno y remake del más famoso cuento de todos los tiempos está recibiendo muchas criticas negativas, pero no se están valorando las cosas buenas y originales de las que dispone y que se deberían tener en cuenta. Es cierto que la película cojea en muchos aspectos, pero si no buscamos una película para la gala de los Oscars o que sea una de las perlas que pase a la historia, si no que lo buscamos es pasar un rato divertido, es cuestión de poner en una balanza sus fortalezas y debilidades y decidir si se está dispuesto a darle una oportunidad o no.

Catherine Hardwicke dirigió Crepúsculo y eso se nota en esta nueva cinta, puesto que utiliza aquel mismo ambiente oscuro y gótico de la primera, y por algunos momentos el lobo —que aquí es un licántropo— nos recuerda a aquellos hombres lobo de la saga Crepuscular; estás son algunas de las razones porque ha sido criticada, aunque no tiene porqué ser algo precisamente negativo. Estábamos acostumbrados a el cuento de Caperucita más multicolor e inocente, pero esta nueva versión siniestra da un nuevo punto de vista y nos saca de las típicas fabulas de antaño para acercarnos más a las tendencias actuales en que —por ejemplo— los hombres lobo están tan de moda, además de que la Caperucita protagonista se centra más en una adolescente que en una niña, y no encontramos una moraleja en este cuento, haciéndonos replantear la historia de forma totalmente nueva, cosa positiva entre tanta repetidera de lo repetido.

La ambientación medieval es preciosa, el pueblo, la herrería, la iglesia, los bosques, los vestidos… Aunque es verdad que no todo se basa en una buena ambientación, fotografía o vestuario, pero… si todo entra por los ojos: este punto en concreto está muy bien conseguido para ello.

Ahora pasemos a los puntos menos positivos: la mayoría de las interpretaciones son mediocres, no te crees que la pareja protagonista esté realmente enamorada, no te crees a la abuela de Caperucita —y eso sin ser el lobo haciéndose pasar por ella, sino la abuela en sí—, no te crees a la madre de Caperucita ni al padre; el único con energía y con vigor es Gary Oldman, que por si solo no consigue que las interpretaciones de la película sean rescatables. El ritmo de la historia es aquel típico de las películas comerciales que están hechas para llamar a las multitudes al cine, pero que se queda en una película de aquellas que la gente prefiere esperar a que la pasen por televisión y así poder verla desde casa.

Es una película que no es tan mala como muchas otras, ni tan buena tampoco, pero que para pasar un rato entretenido es apta y que sin pretensiones consigue dar un espectáculo visual interesante y una vuelta a la historia de Caperucita que nadie se esperaba.