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9
26 de octubre de 2021
26 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Céline Sciamma directora francesa con una emergente y prometedora carrera hace en “Retrato de una mujer en llamas” su más ambiciosa película hasta el momento, en la que vuelve a poner sobre la mesa la inquietud por la identidad sexual, en ella nos transporta a esa época en la Francia del siglo XVIII en donde las relaciones matrimoniales se forjaban a cambio y como parte de un juego de poder, de títulos nobiliarios y de poder económico.
La película nos cuenta la historia de Marianne una pintora la cual es encargada de hacer un retrato de Hėloïse, una chica aristócrata puesta en compromiso con un noble de Milan. Como requisito adicional el retrato se debe pintar de forma clandestina ya que Hėloïse no permitirá que la retraten. Entre gélidas caminatas a la playa, charlas literarias alrededor del mito de Orfeo y trazos de pintura secretos un pasional y prohibido romance nace entre las dos mujeres.
Una obra poetica cuanto menos, Claire Mathon su directora de fotografía aprovecha que la pintura es uno de los temas principales y realiza obras preciosas en cada fotograma como si de pinturas clásicas se tratara, su color, su composición y sobre todo la simbología detrás de cada elemento que se ve en pantalla hacen que la obra sea un espectáculo visual. La cámara se vuelve testigo de una constante evolución emocional y narrativa, la imagen trasciende y se termina apoyando a la perfección de elementos como el sonido y la música que a pesar de su constante ausencia cuando tienen que presentarse marcan picos emocionales inmensos.
Noémie Merlant y Adèle Haenel quienes interpretan a Marianne y Hėloïse constantemente transpiran tensión sexual y pasión. La química que hay entre las dos y la magistral actuación que entregan hace creíble y conmovedora esa relación que construyen pincelada a pincelada, absorben todo que pasa en pantalla incluidas las subtramas y personajes secundarios.
Me resulto magistral, poderosa, pertinente y más que recomendable.
Más reseñas en instagram: @fotogramajulius
La película nos cuenta la historia de Marianne una pintora la cual es encargada de hacer un retrato de Hėloïse, una chica aristócrata puesta en compromiso con un noble de Milan. Como requisito adicional el retrato se debe pintar de forma clandestina ya que Hėloïse no permitirá que la retraten. Entre gélidas caminatas a la playa, charlas literarias alrededor del mito de Orfeo y trazos de pintura secretos un pasional y prohibido romance nace entre las dos mujeres.
Una obra poetica cuanto menos, Claire Mathon su directora de fotografía aprovecha que la pintura es uno de los temas principales y realiza obras preciosas en cada fotograma como si de pinturas clásicas se tratara, su color, su composición y sobre todo la simbología detrás de cada elemento que se ve en pantalla hacen que la obra sea un espectáculo visual. La cámara se vuelve testigo de una constante evolución emocional y narrativa, la imagen trasciende y se termina apoyando a la perfección de elementos como el sonido y la música que a pesar de su constante ausencia cuando tienen que presentarse marcan picos emocionales inmensos.
Noémie Merlant y Adèle Haenel quienes interpretan a Marianne y Hėloïse constantemente transpiran tensión sexual y pasión. La química que hay entre las dos y la magistral actuación que entregan hace creíble y conmovedora esa relación que construyen pincelada a pincelada, absorben todo que pasa en pantalla incluidas las subtramas y personajes secundarios.
Me resulto magistral, poderosa, pertinente y más que recomendable.
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26 de octubre de 2021
26 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Rosa Blanca fue un grupo de resistencia no violento estudiantil al régimen nazi. Con acciones culturales pretendían generar conciencia ideológica en las masas sobre el deterioro humano, moral, económico y social al que el gobierno Nazi estaba llevando al país. Sophie Scholl era una de las activistas más importantes en esta organización a pesar de su juventud, había pasado por movimientos de juventudes hitlerianas incluso llegando a liderar algunos, conocía el régimen desde adentro y sabía sus falencias, la película nos lleva a vivir y ser testigos de sus últimos días luego de ser capturada junto a su hermano y acusada de alta traición, lo cual desencadena en su ejecución.
A primer vistazo parece una película sencilla, pero en el fondo hay toda una batalla ideológica que escena a escena se vuelve más intensa, las diferentes secuencias de interrogación al personaje de Sophie cargan con poderosos diálogos que a pesar de tener como contexto una situación política totalmente solucionada hace poco menos de 80 años, están tan bien escritos que con un algo de malicia fácilmente pueden ser adaptados a situaciones políticas actuales en donde el populismo y alabanza a líderes políticos a ciegas se ha vuelto protagonista hoy día.
Julia Jentsch interpreta a Sophie Scholl de manera magistral, es tan segura de su personaje que es imposible no creer que vive cada uno de sus discursos, que siente sus diálogos con el corazón, pero también hace muy bien eso de mostrar que en el fondo sigue siendo una mujer en la primera ola de su vida, cuya corta edad la cubre con miedos e inseguridades, ya que se enfrenta a un demonio que la supera a sí misma, ayudada por la impecable dirección de Marc Rothemund que no se despega de ella en ningún momento y la convierte más que en una mártir en una heroína.
Una película de la segunda guerra mundial hecha por alemanes, sin mostrar batallas, explosiones ni disparos, ya que aquí las armas son las ideas, más que recomendable para todo apasionado del género, de la historia o del cine como tal.
Más reseñas en instagram: @fotogramajulius
A primer vistazo parece una película sencilla, pero en el fondo hay toda una batalla ideológica que escena a escena se vuelve más intensa, las diferentes secuencias de interrogación al personaje de Sophie cargan con poderosos diálogos que a pesar de tener como contexto una situación política totalmente solucionada hace poco menos de 80 años, están tan bien escritos que con un algo de malicia fácilmente pueden ser adaptados a situaciones políticas actuales en donde el populismo y alabanza a líderes políticos a ciegas se ha vuelto protagonista hoy día.
Julia Jentsch interpreta a Sophie Scholl de manera magistral, es tan segura de su personaje que es imposible no creer que vive cada uno de sus discursos, que siente sus diálogos con el corazón, pero también hace muy bien eso de mostrar que en el fondo sigue siendo una mujer en la primera ola de su vida, cuya corta edad la cubre con miedos e inseguridades, ya que se enfrenta a un demonio que la supera a sí misma, ayudada por la impecable dirección de Marc Rothemund que no se despega de ella en ningún momento y la convierte más que en una mártir en una heroína.
Una película de la segunda guerra mundial hecha por alemanes, sin mostrar batallas, explosiones ni disparos, ya que aquí las armas son las ideas, más que recomendable para todo apasionado del género, de la historia o del cine como tal.
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6.6
2,911
7
26 de octubre de 2021
26 de octubre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lin-Manuel Miranda es probablemente el más grande genio de Broadway de esta generación, su camino para llegar al sentarse en el olimpo de Broadway con figuras como Andrew Lloyd Weber empezó cuando a finales de los 90s escribió un musical que esperaba llevar a Broadway, un musical en donde pondría todo el sabor y calor latino que se mueve por sus venas porque ante todo Lin-Manuel es un latino, uno de esos que creció en aquellos barrios latinos en EEUU en donde encontró la inspiración para su ópera prima "In the Heights".
Esta adaptación fílmica del musical va sobre la comunidad latina del mítico vecindario Jackson Heights, sobre sus luchas y sueños, pero también sobre su música que termina siendo el alma de la película, una que respira sabor y calor latino por todos sus poros, que convierte lo que podría ser una historia sencilla, predecible y que seguramente se ha contado varias veces en un musical extraordinario.
La dirección de Jhon M. Chu director poco sonado que ha tenido picos altos como "Crazy Rich Asians" y picos bajos como "G.I. Joe Retaliation" le da una belleza y espectacularidad perfecta para la historia, al final un musical se debe ver majestuoso y este lo hace, reta a que su audiencia sienta ganas de pararse a bailar y a aplaudir como si estuviera en el mismo Broadway y si algo de sabor latino corre por las venas de esa audiencia lo consigue, porque ritmos latinos como la salsa están presentes en casi todos los momentos y para nuestra fortuna cuenta con un reparto bastante apropiado para darle vida a esa música, del que destaco al protagonista Anthony Ramos con un flow tremendo, Leslie Grace y Melissa Barrera, hermosas e imponentes en todo momento, a el mismo Lin-Manuel Miranda y su “Piragua” y Olga Merediz que nos pide con su canto “Paciencia y Fe”.
Una película sobre los sueños que se encuentran en los detalles cotidianos endulzada con mucha pasión y que en mí opinión está bastante apropiada para alegrar el espíritu.
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Esta adaptación fílmica del musical va sobre la comunidad latina del mítico vecindario Jackson Heights, sobre sus luchas y sueños, pero también sobre su música que termina siendo el alma de la película, una que respira sabor y calor latino por todos sus poros, que convierte lo que podría ser una historia sencilla, predecible y que seguramente se ha contado varias veces en un musical extraordinario.
La dirección de Jhon M. Chu director poco sonado que ha tenido picos altos como "Crazy Rich Asians" y picos bajos como "G.I. Joe Retaliation" le da una belleza y espectacularidad perfecta para la historia, al final un musical se debe ver majestuoso y este lo hace, reta a que su audiencia sienta ganas de pararse a bailar y a aplaudir como si estuviera en el mismo Broadway y si algo de sabor latino corre por las venas de esa audiencia lo consigue, porque ritmos latinos como la salsa están presentes en casi todos los momentos y para nuestra fortuna cuenta con un reparto bastante apropiado para darle vida a esa música, del que destaco al protagonista Anthony Ramos con un flow tremendo, Leslie Grace y Melissa Barrera, hermosas e imponentes en todo momento, a el mismo Lin-Manuel Miranda y su “Piragua” y Olga Merediz que nos pide con su canto “Paciencia y Fe”.
Una película sobre los sueños que se encuentran en los detalles cotidianos endulzada con mucha pasión y que en mí opinión está bastante apropiada para alegrar el espíritu.
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6.2
18,894
6
26 de octubre de 2021
26 de octubre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos 30 años los videojuegos buscaban anclarse como una nueva forma de diversión y establecerse en las costumbres populares, luchando con varios estigmas sociales que los satanizaban o rebajaban. Hoy día el panorama ha cambiado bastante, los videojuegos son el medio de entretenimiento con mejores cifras incluso por encima del cine y son primordiales en la cultura pop, no es raro que películas de alto presupuesto como "Free Guy" traten sobre ellos.
Dirigida por Shawn Levy y protagonizada por Ryan Reynolds es una historia sobre un NPC (no playable carácter) de un videojuego que al enamorarse de una jugadora real, empieza a descubrir que hay un mundo inmenso más allá de su repetitiva vida y cuya existencia es parte de una farsa, algo así como si Lego Movie, Truman Show y Fortnite hubieran tenido un hijo.
Es difícil no encontrarla divertida, Reynolds es un gran comediante, las constantes situaciones alrededor suy son hilarantes, Jodie Comer su co-protagonista no desentona y pone frente a cada escena con mucha personalidad, las escasas referencias a los videojuegos están bien integradas, pero como si se hubiera hecho hace 30 años cae en exagerados estereotipos del universo “videojueguíl”, se siente que acusa el mundillo de seguir siendo un asunto de frikis subnormales, la historia pierde grandes cantidades de tiempo tratando de crear narrativas entre personajes que no se molesta en desarrollar (con todo y romance sacado de la manga) y en su lugar abandona el interés por mostrar más de ese universo digital poco explorado y presentar mejor el mundo gamer.
Yo me considero amante de los videojuegos, varias horas de mi vida están dedicadas a ellos y me cuesta sentir identificación a pesar de ser un homenaje a eso, no es una película que entienda a que público está dirigida y en su afán de divertir a todos crea una parodia de un universo que no se parece a lo muestra la cinta. Es entretenida y divertida eso es innegable pero no puedo dejar de verla como una burla a lo que intenta homenajear.
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Dirigida por Shawn Levy y protagonizada por Ryan Reynolds es una historia sobre un NPC (no playable carácter) de un videojuego que al enamorarse de una jugadora real, empieza a descubrir que hay un mundo inmenso más allá de su repetitiva vida y cuya existencia es parte de una farsa, algo así como si Lego Movie, Truman Show y Fortnite hubieran tenido un hijo.
Es difícil no encontrarla divertida, Reynolds es un gran comediante, las constantes situaciones alrededor suy son hilarantes, Jodie Comer su co-protagonista no desentona y pone frente a cada escena con mucha personalidad, las escasas referencias a los videojuegos están bien integradas, pero como si se hubiera hecho hace 30 años cae en exagerados estereotipos del universo “videojueguíl”, se siente que acusa el mundillo de seguir siendo un asunto de frikis subnormales, la historia pierde grandes cantidades de tiempo tratando de crear narrativas entre personajes que no se molesta en desarrollar (con todo y romance sacado de la manga) y en su lugar abandona el interés por mostrar más de ese universo digital poco explorado y presentar mejor el mundo gamer.
Yo me considero amante de los videojuegos, varias horas de mi vida están dedicadas a ellos y me cuesta sentir identificación a pesar de ser un homenaje a eso, no es una película que entienda a que público está dirigida y en su afán de divertir a todos crea una parodia de un universo que no se parece a lo muestra la cinta. Es entretenida y divertida eso es innegable pero no puedo dejar de verla como una burla a lo que intenta homenajear.
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Documental

7.0
206
8
21 de noviembre de 2016
21 de noviembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Puede uno tener 80 años y con salud. Puede uno decir: ¡Viva la juventud!"
Antes de ver Jericó creí que iba a ver una historia más sobre un pueblo colombiano, uno más de esos trabajos documentales que pretende enseñarnos a los citadinos como se vive en un determinado pueblo, como la gente pasa su día a día a pesar de que todo es muy diferente a como se hace en los lugares pésimamente llamadas "civilizados". Sin embargo, Jericó no tiene ni pretende mostrar nada de eso, el pueblo del que toma nombre la película es un pueblo hermoso que nos sirve como excusa para encontrarnos con lo que interesa en la película: mujeres guerreras, hermosas y colombianas.
Jericó nos lleva a conocer la vida de un pequeño grupo de mujeres que habitan este pueblo, mujeres bañadas por alegrías, tristezas, pensamientos, historias y experiencias. Mujeres que poco a poco irán desnudando su alma y nos abrirán la puerta de su casa para que podamos escuchar sus vivencias, sus secretos, sus dolores, mujeres que no llevaran a sentir su autenticidad, a reír y llorar con ellas, conocer sus historias de amor y desamor, conocer la alegría por los sueños y metas realizadas y la tristeza porque la vejez nunca llega sola y a veces se lleva algunos partes de nuestra vida y nuestro corazón durante el recorrido. Pero que al final de todo nos recordarán que es la fuerza de las mujeres colombianas la que nunca se debe olvidar y mucho menos desconocer.
Catalina Mesa no solo se encarga de crear escenarios tan intimistas y sinceros con las señoras que protagonizan la película hasta el punto de provocar en la audiencia ganas de tomar un "tinto" con ellas mientras se escuchan más y más historias de las miles que deben tener. Sino que también adorna todo esto con una fotografía que raya en lo hermoso y perfecto, nos muestra un Jericó bañado con todo tipo de colores, objetos, paisajes, sonidos y canciones que hacen que cada fragmento de la película sea una pequeña obra de arte.
Una bella película, un homenaje a nuestras mujeres colombianas y más que una radiografía a un pueblo es una radiografía al corazón de ellas.
Antes de ver Jericó creí que iba a ver una historia más sobre un pueblo colombiano, uno más de esos trabajos documentales que pretende enseñarnos a los citadinos como se vive en un determinado pueblo, como la gente pasa su día a día a pesar de que todo es muy diferente a como se hace en los lugares pésimamente llamadas "civilizados". Sin embargo, Jericó no tiene ni pretende mostrar nada de eso, el pueblo del que toma nombre la película es un pueblo hermoso que nos sirve como excusa para encontrarnos con lo que interesa en la película: mujeres guerreras, hermosas y colombianas.
Jericó nos lleva a conocer la vida de un pequeño grupo de mujeres que habitan este pueblo, mujeres bañadas por alegrías, tristezas, pensamientos, historias y experiencias. Mujeres que poco a poco irán desnudando su alma y nos abrirán la puerta de su casa para que podamos escuchar sus vivencias, sus secretos, sus dolores, mujeres que no llevaran a sentir su autenticidad, a reír y llorar con ellas, conocer sus historias de amor y desamor, conocer la alegría por los sueños y metas realizadas y la tristeza porque la vejez nunca llega sola y a veces se lleva algunos partes de nuestra vida y nuestro corazón durante el recorrido. Pero que al final de todo nos recordarán que es la fuerza de las mujeres colombianas la que nunca se debe olvidar y mucho menos desconocer.
Catalina Mesa no solo se encarga de crear escenarios tan intimistas y sinceros con las señoras que protagonizan la película hasta el punto de provocar en la audiencia ganas de tomar un "tinto" con ellas mientras se escuchan más y más historias de las miles que deben tener. Sino que también adorna todo esto con una fotografía que raya en lo hermoso y perfecto, nos muestra un Jericó bañado con todo tipo de colores, objetos, paisajes, sonidos y canciones que hacen que cada fragmento de la película sea una pequeña obra de arte.
Una bella película, un homenaje a nuestras mujeres colombianas y más que una radiografía a un pueblo es una radiografía al corazón de ellas.
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