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Críticas ordenadas por utilidad
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7.8
18,698
1
4 de abril de 2022
4 de abril de 2022
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La imbecilidad demacrada, fruto de una nula concepción de los medios expresivos propios del arte que se pretende realizar, se erige como dogma (nunca mejor dicho) incólume -al menos en apariencia para todos estos snobs- al que parece -y aparece- una nueva pleitesía incustionable.
Malos tiempos, infinitos nuevos mitos.
Vinterberg cierra su gran pelotazo: chapuza extensa incapaz de trascender mínimamente a nivel estético y poético el vídeo casero. Degeneración fílmica al servicio de unas cuantas revelaciones propias de un telefilme chusco de sobremesa. Un capítulo de LQSA concentra mayor genialidad que esta recoplicación de imbecilidades, reflejo de un clima y una naturaleza cultural hedionda y chabacana. Dinamarca -epicentro de esta farsa fílmica autocancelada en un alarde de verborrea adolescente- tenía que enarbolar este "nuevo cine", "heteorodoxo" y "subversivo" a fin de legitimarse como nueva nación mimada de la posmodernidad: para ello, se precisaba aniquilar cualquier forma de arquitectura cinematográfica en beneficio del mero registro tecnológico errático y esquizofrénico, justificado ad hoc por un discurso, diegético o externo, que no correspondía con ninguna formalización mínimamente consistente; ergo la metafísica del discurso (en tanto la posmodernidad reduce la complejidad de las esencias conceptualizadas poéticamente al enarbolamiento meramente sofístico, allende cualquier consistencia material compleja que pueda devolver en tanto espejo la verdad o falsedad misma de lo implicado) totalizaba y eclipsaba cualquier producto, siempre orientado y promocionado por la nefasta hegemonía cultural, generando nuevos falsos ídolos puramente superestructurales -no alcanzando alguna dimensión más compleja, sino recluyéndose en el aspecto meramente egomaníaco de su carácter netamente publicitario-.
Relativismo absoluto -valga el oxímoron- y dogma "subversivo" -valga lo ridículo del contenido puramente superestructural de la propuesta del movimiento del Dogma 95, acaso endeble para alguien con un mínimo de criterio crítico- como camelo justificador y encubridor de la descomposición misma, espejo metonímico de la descomposición antropológica hodierna.
Basura fílmica revestida de arte, video casero cutre sin más pretensión que la de desvelarnos la egomanía inutilidad artística del director como de la conveniencia ideológica ligada indisolublemente a la publicación de este engendro.
1 (por el hecho de ser-filme, en tanto ente).
Malos tiempos, infinitos nuevos mitos.
Vinterberg cierra su gran pelotazo: chapuza extensa incapaz de trascender mínimamente a nivel estético y poético el vídeo casero. Degeneración fílmica al servicio de unas cuantas revelaciones propias de un telefilme chusco de sobremesa. Un capítulo de LQSA concentra mayor genialidad que esta recoplicación de imbecilidades, reflejo de un clima y una naturaleza cultural hedionda y chabacana. Dinamarca -epicentro de esta farsa fílmica autocancelada en un alarde de verborrea adolescente- tenía que enarbolar este "nuevo cine", "heteorodoxo" y "subversivo" a fin de legitimarse como nueva nación mimada de la posmodernidad: para ello, se precisaba aniquilar cualquier forma de arquitectura cinematográfica en beneficio del mero registro tecnológico errático y esquizofrénico, justificado ad hoc por un discurso, diegético o externo, que no correspondía con ninguna formalización mínimamente consistente; ergo la metafísica del discurso (en tanto la posmodernidad reduce la complejidad de las esencias conceptualizadas poéticamente al enarbolamiento meramente sofístico, allende cualquier consistencia material compleja que pueda devolver en tanto espejo la verdad o falsedad misma de lo implicado) totalizaba y eclipsaba cualquier producto, siempre orientado y promocionado por la nefasta hegemonía cultural, generando nuevos falsos ídolos puramente superestructurales -no alcanzando alguna dimensión más compleja, sino recluyéndose en el aspecto meramente egomaníaco de su carácter netamente publicitario-.
Relativismo absoluto -valga el oxímoron- y dogma "subversivo" -valga lo ridículo del contenido puramente superestructural de la propuesta del movimiento del Dogma 95, acaso endeble para alguien con un mínimo de criterio crítico- como camelo justificador y encubridor de la descomposición misma, espejo metonímico de la descomposición antropológica hodierna.
Basura fílmica revestida de arte, video casero cutre sin más pretensión que la de desvelarnos la egomanía inutilidad artística del director como de la conveniencia ideológica ligada indisolublemente a la publicación de este engendro.
1 (por el hecho de ser-filme, en tanto ente).

7.4
46,314
2
4 de abril de 2022
4 de abril de 2022
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gilipollez noventera de estilo y forma New Age concebida para satisfascer las pretensiones lúdico libidinales explotadas tras la caída del Telón de Acero. Gilipollez pseudotrascendental enfrascada en un farragoso dilema dialógico sin solución de continuidad en razón de su oquedad infumable.
Tontería resultante de las solciademocracias ("democracia" como lugar común o cliché, dada su falsa conciencia totalmente acrítica) posmodernas que tenemos que aguantar. Ideología light de fácil absorción por la clientela acrítica con el fin de persisitir en su falsa conciencia negadora de las veraderas estructuras que componen la realidad realmente existente.
Filme chapucero poéticamente cuasi nulo, cuya estética kitsch responde al intento ideológico justificador de la pseudo-filosofía mainstream realmente existente.
Dos posmodernos noventeros charlando de banalidades que oscilan entre los lugares comunes y la retórica farragosa.
Ni el paisaje, ni el ambiente, ni la urbanística ni la arquitectónica, ni la Historia ni la historia, ni la Filosofía ni la Poética tienen cabida en este bodrio noventero, monopolizado por un exceso de diálogo -encima pueril y chabacano incapaz de superar a los propios personajes, a su propia idiosincrasia- y por la ausencia de complejidad arquitectónica profunda.
Linklater, otro sofista más -con perdón de los ora maestros ora charlatanes de la Antigua Grecia- nos invade con sus cutres pretensiones propias de un pijo noventero -que pretende en su bohemia vida redimirse antropológicamente- y opuestamente halladas a las pretensiones de un maestro culto y mesurado, incapaz, entre otras cuestiones, de aguantar esa infumable estética artificial.
Chapuza de la que hay que huir o dar cuentas de su toxicidad espiritual y material.
2 o 1.
Tontería resultante de las solciademocracias ("democracia" como lugar común o cliché, dada su falsa conciencia totalmente acrítica) posmodernas que tenemos que aguantar. Ideología light de fácil absorción por la clientela acrítica con el fin de persisitir en su falsa conciencia negadora de las veraderas estructuras que componen la realidad realmente existente.
Filme chapucero poéticamente cuasi nulo, cuya estética kitsch responde al intento ideológico justificador de la pseudo-filosofía mainstream realmente existente.
Dos posmodernos noventeros charlando de banalidades que oscilan entre los lugares comunes y la retórica farragosa.
Ni el paisaje, ni el ambiente, ni la urbanística ni la arquitectónica, ni la Historia ni la historia, ni la Filosofía ni la Poética tienen cabida en este bodrio noventero, monopolizado por un exceso de diálogo -encima pueril y chabacano incapaz de superar a los propios personajes, a su propia idiosincrasia- y por la ausencia de complejidad arquitectónica profunda.
Linklater, otro sofista más -con perdón de los ora maestros ora charlatanes de la Antigua Grecia- nos invade con sus cutres pretensiones propias de un pijo noventero -que pretende en su bohemia vida redimirse antropológicamente- y opuestamente halladas a las pretensiones de un maestro culto y mesurado, incapaz, entre otras cuestiones, de aguantar esa infumable estética artificial.
Chapuza de la que hay que huir o dar cuentas de su toxicidad espiritual y material.
2 o 1.

7.1
78,286
1
4 de abril de 2022
4 de abril de 2022
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Todo sobre mi madre' reune los peores ardides cinematográficos en su intención de sublimar el espiritualismo posmoderno como teleología última del voluntarismo delirante concebido por el "género humano".
Pseudomelodrama sumergido en las tinieblas más cutres y chabacanas de la posmodernidad. Cutrez estética imperdonable y poética ausente al servicio de la ideología turbocapitalista hodierna.
Espectador culto sumegido en una risa cínica al advertir tal despliegue de galimatías posmodernos forzados hasta el extremo.
Su valoración por crítica "especializada" (en ser sofistas a sueldo, nada más, puesto que el análisis del arte, en tanto trascendental no permite o posibilita una especialización concreta, a diferencia de los ámbitos científico-técnicos, de los cuales las mal llamas Ciencias Sociales también quedan excluidas) y por gran parte del públiuco acrítico sólo (con tilde por mucho que los indoctos se empeñen en quitarla) responde a una sociedad degenerada hasta las heces, una sociedad que legitima como tragedia universal las paranoias metafísicas cutres de aquellos que imaginan el ser y que pretenden que con su metamorfosis de apariencias fenotípicas a lo sumo sus dilemas se conviertan en algo real.
Filme que constituye,en todas sus escalas, puramente apariencia -como Eduardo Manos tijeras- y que, en su sainete de galimatías, pretende resurgir de su hedionda concepción.
Bodrio o El Bodrio por antonomasia, grabada por un fantoche de primer nivel, sofista sin cuestión alguna, llamado Almodóvar, erigido como figura intelectual del turbocapitalismo totalitario en su forma de socialdemocracia mongólica. Cineasta nauseabundo al servicio de las variaciones ideológicas que le dicta finis operis el mainstream de cada momento.
1. (puesto que 0 no se puede poner ya que constituye un filme, una entidad fílmica, por tanto ser fílmico, aun institucionalmente)
Véase la magnífica crítica que hay en: https://www.youtube.com/watch?v=MW5dnlcQ5Nw
Pseudomelodrama sumergido en las tinieblas más cutres y chabacanas de la posmodernidad. Cutrez estética imperdonable y poética ausente al servicio de la ideología turbocapitalista hodierna.
Espectador culto sumegido en una risa cínica al advertir tal despliegue de galimatías posmodernos forzados hasta el extremo.
Su valoración por crítica "especializada" (en ser sofistas a sueldo, nada más, puesto que el análisis del arte, en tanto trascendental no permite o posibilita una especialización concreta, a diferencia de los ámbitos científico-técnicos, de los cuales las mal llamas Ciencias Sociales también quedan excluidas) y por gran parte del públiuco acrítico sólo (con tilde por mucho que los indoctos se empeñen en quitarla) responde a una sociedad degenerada hasta las heces, una sociedad que legitima como tragedia universal las paranoias metafísicas cutres de aquellos que imaginan el ser y que pretenden que con su metamorfosis de apariencias fenotípicas a lo sumo sus dilemas se conviertan en algo real.
Filme que constituye,en todas sus escalas, puramente apariencia -como Eduardo Manos tijeras- y que, en su sainete de galimatías, pretende resurgir de su hedionda concepción.
Bodrio o El Bodrio por antonomasia, grabada por un fantoche de primer nivel, sofista sin cuestión alguna, llamado Almodóvar, erigido como figura intelectual del turbocapitalismo totalitario en su forma de socialdemocracia mongólica. Cineasta nauseabundo al servicio de las variaciones ideológicas que le dicta finis operis el mainstream de cada momento.
1. (puesto que 0 no se puede poner ya que constituye un filme, una entidad fílmica, por tanto ser fílmico, aun institucionalmente)
Véase la magnífica crítica que hay en: https://www.youtube.com/watch?v=MW5dnlcQ5Nw

6.7
21,391
1
6 de marzo de 2025
6 de marzo de 2025
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basura, bazofia de la peor calaña.
Estruendosa, monocorde, reiterativa, banal, lacayuna en su idolatría bantú yanki protestante esgrimida por una boomer negligente y degenerada. Payasada forzada y horrenda, incapaz de componer, salvo los primeros compases, algo mínimamente sutil y elocuente. Sucesión bastarda de fenómenos degradados. Apología del vulgo favelizado, del mundo chabacano, incapaz para comprender que tal resultancia asquerosa, tomada como liberación, supone la fase última de la dialéctica entre acción-reacción-solución, deviniendo en un auténtico zoológico de pseudoanimales lúdico libidinales bárbaros.
El mundo como favela multicultural gigante a golpe de la porquería del heavy metal y demás morralla depravada.
Bazofia espectacular degenerada y artificial, pastiche burro muy típico de los años 90, sentando el suelo de lo que vendrá luego.
El ruido es la razón de ser de esta película. Ruido y más ruido, como materia propia de la degeneración de un mundo incapaz de pensar con algo de hondura. La película es la apología misma del ruido ad infinitum y su sublimación en el clímax.
Porquería impresentable, nula filosóficamente, estéticamente horrenda, poéticamente nula, espiritualmente dañina y envilecedora. Y, para colmo, amanerada y ridícula en su pretendido romanticismo.
Un bastardo ente propio de artífices y épocas bastardas.
Un 1.
Estruendosa, monocorde, reiterativa, banal, lacayuna en su idolatría bantú yanki protestante esgrimida por una boomer negligente y degenerada. Payasada forzada y horrenda, incapaz de componer, salvo los primeros compases, algo mínimamente sutil y elocuente. Sucesión bastarda de fenómenos degradados. Apología del vulgo favelizado, del mundo chabacano, incapaz para comprender que tal resultancia asquerosa, tomada como liberación, supone la fase última de la dialéctica entre acción-reacción-solución, deviniendo en un auténtico zoológico de pseudoanimales lúdico libidinales bárbaros.
El mundo como favela multicultural gigante a golpe de la porquería del heavy metal y demás morralla depravada.
Bazofia espectacular degenerada y artificial, pastiche burro muy típico de los años 90, sentando el suelo de lo que vendrá luego.
El ruido es la razón de ser de esta película. Ruido y más ruido, como materia propia de la degeneración de un mundo incapaz de pensar con algo de hondura. La película es la apología misma del ruido ad infinitum y su sublimación en el clímax.
Porquería impresentable, nula filosóficamente, estéticamente horrenda, poéticamente nula, espiritualmente dañina y envilecedora. Y, para colmo, amanerada y ridícula en su pretendido romanticismo.
Un bastardo ente propio de artífices y épocas bastardas.
Un 1.
2
6 de marzo de 2025
6 de marzo de 2025
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Relamida estéticamente, falsamente culta, amanerada, pretenciosa, banal, pueril, zafia, malamente manierista, ridículamente afectada, filosóficamente nula, románticamente New Age, dramáticamente irrisoria...
Podemos seguir hallando epítetos contra esta infamia puramente posmoderna del vacuo intelectualismo hodierno y patrio...
Medem hace el ridículo más estrepitoso. Y la valoración y fama de este bodrio responde a la descomposición misma de nuestra sociedad actual.
Elevar esta chapuza posmoderna reiterativa, monocorde, pretenciosa y pretendidamente profunda a categoría de maestría correspondería a igualar (en isovalencia) El amante de Lady Chatterley (1928) de Lawrence a Cincuenta sombras de Grey de James, o a igualar la monumental, polifónica y radical El último tango en París (1972) de Bertolucci a La vida de Adéle de Kechiche.
Banalidad extensa, extensísima con lirismo propio de un adolescente onanista boomer-X-noventero; incapaz para distinguir la sutileza con la impostura afectada, la profundidad con la retórica relamida, la elocuencia con la logorrea reiterativa, el dramatismo con la pataleta llorona, la metáfora con la zafiedad asociativa, la concreción con la explicitud habida en el subrayado más ridículo, el efecto profundo y eficaz con el efectismo.
No existe unidad ni conjunto en la obra, tan solo sucesión afectada de secuencias ridículas y pretenciosas, compuestas del peor modo posible. No hay sutileza ni en las escalas ni en su concreción; ni en los silencios ni en el diálogo. Para colmo, las chapuzas extradiegéticas hacen el resto (musiquita-voz en off se llevan la Palma de Oro en marketing).
Una nulidad bastarda de película.
El 7,4 debería ser un 2,4.
Mala o muy mala.
Podemos seguir hallando epítetos contra esta infamia puramente posmoderna del vacuo intelectualismo hodierno y patrio...
Medem hace el ridículo más estrepitoso. Y la valoración y fama de este bodrio responde a la descomposición misma de nuestra sociedad actual.
Elevar esta chapuza posmoderna reiterativa, monocorde, pretenciosa y pretendidamente profunda a categoría de maestría correspondería a igualar (en isovalencia) El amante de Lady Chatterley (1928) de Lawrence a Cincuenta sombras de Grey de James, o a igualar la monumental, polifónica y radical El último tango en París (1972) de Bertolucci a La vida de Adéle de Kechiche.
Banalidad extensa, extensísima con lirismo propio de un adolescente onanista boomer-X-noventero; incapaz para distinguir la sutileza con la impostura afectada, la profundidad con la retórica relamida, la elocuencia con la logorrea reiterativa, el dramatismo con la pataleta llorona, la metáfora con la zafiedad asociativa, la concreción con la explicitud habida en el subrayado más ridículo, el efecto profundo y eficaz con el efectismo.
No existe unidad ni conjunto en la obra, tan solo sucesión afectada de secuencias ridículas y pretenciosas, compuestas del peor modo posible. No hay sutileza ni en las escalas ni en su concreción; ni en los silencios ni en el diálogo. Para colmo, las chapuzas extradiegéticas hacen el resto (musiquita-voz en off se llevan la Palma de Oro en marketing).
Una nulidad bastarda de película.
El 7,4 debería ser un 2,4.
Mala o muy mala.
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