Dreyer usa el mito del vampiro para hacer un dibujo social que habla de un tema recurrente en su obra: el pecado. Hace un enfoque muy particular del tema con una fuerte carga religiosa; no le interesa causar miedo por que sí, parece querer mostrar la senda oscura y advertir de sus peligros. Todo esto narrado con la sobriedad y la entereza que lo caracteriza. Bellos planos, casi cincelados, en una película que resulta extrañamente moderna para la época.

La película se asemeja más aun experimento fílmico que a otra cosa. Queda muy clara su marcada vocación literaria, y que esta no ha sido llevada con acierto a la pantalla. Se advierte la mano de Borges (en mi modesta opinión el mejor escritor de todos los tiempos) detrás de algunos de los elementos de la cinta: el recurrente tema del valor, tan reiterado por él en sus obras, la camaradería, el secreto... Me atreveré a afirmar que el guión excedía las dotes de un director que se quedó corto y no supo imprimir el pulso necesario a una narración que adolece de alma, y confunde (en los momento que debiera mostrarse clara) más allá de la trama. Los silencios, bien articulados, hubieran añadido más que restar a unas interpretaciones planas, a excepción de algún elemento.

Con humor fino y de buen gusto, exento de palabras soeces, socarronería y ordinariez, se hacen películas como esta. De ritmo vivo y brillante, guión lúcido y personajes inspirados, Descalzos por el parque es una hermosa pieza sutilmente orquestada, ágilmente filmada y bellamente fotografiada. Cierto que resulta increíble desde su planteamiento; cierto que suena demasiado pueril y correcta según la escena, pero también es cierto que todo eso se conjura para dar forma a un entretenimiento brillante e inteligente cuando la corrección y la candidez se quedan a un lado.

Locura ochentera, estroboscópica y absurda basada en una premisa infumable. De ritmo torpe y desastrado, interpretaciones amateur y banda sonora repetitiva y molesta (extremadamente molesta), Liquid sky oscila entre el video clip demodé y la cinta de arte y ensayo de segunda. Una panda de estudiantes gamberros y hasta las cejas de alucinógenos no la habrían hecho peor. No consigo encontrar nada digno de ser salvado de la hoguera en esta broma lisérgica. Tras verla tengo la sensación de haber perdido dos horas de mi vida y un 5% de audición.

Asylum no es una buena película, pero tampoco es mala. Se encuentra en un extraño equilibrio que parece poder romperse en cualquier momento. Mientras la veía pasaba del agrado al disgusto con excesiva rapidez, lo que denota cierta irregularidad en su planteamiento. Las cuatro historias (o cinco si contamos la que hace de hilo conductor) que la componen poseen elementos interesantes e incluso novedosos, pero también otros que rozan lo ridículo y que la lastran irremediablemente: falla cuando se empeña en sorprender con rarezas y extravagancias que la tornan artificiosa e incoherente. El plano técnico es el que mejor parado sale, pues logra una ambientación nada desdeñable, heredera directa de aquellos viejos clásicos de la Hammer.