Después de haber escuchado las magníficas interpretaciones de Concha Piquer y Paquita Rico de la copla homónima a esta película, he de decir que esperaba otro argumento. Sin embargo, no voy a decir que la película me haya defraudado, ni mucho menos. Es una de esas películas de la posguerra a medio camino entre lo prohibido y la moral establecida. Lo cual, la hace muy interesante.
La historia es un drama en torno a una mujer con un gran personalidad. Todo ello envuelto del arte y la belleza de Andalucía.
En cuanto al reparto, lleno de los grandes actores de la época, que tanto han aportado a la historia del cine español. Por encima de todos, destaco a Manuel Luna, que siempre me ha encantado.

La película tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera, tirando a aburrida, hace que pienses en dejar de verla. Y de hecho, lo hubiera hecho, de no ser porque me habían recomendado la película, diciendo que la primera parte no valía la pena, pero que la segunda era tremenda.

Ya adentrados en la segunda parte, que es lo que importa, la película tiene una buena trama, unos giros de guión muy interesantes y mantiene la tensión.

Una bonita y divertida película con Fernando Fernán Gómez haciendo gala de su talento natural para la comedia. Y más concretamente un tipo de comedia que refleja una realidad, a veces, incómoda. En plena Guerra Fría y era atómica, resulta una película con un mensaje que oscila entre la resignación y el positivismo.

El mensaje: "bueno los humanos estamos condenados a pelear entre nosotros. Pero oye, habrá que disfrutar de la vida igualmente...". Me parece un mensaje bonito y necesario. Es mejor asumir la realidad e intentar ser feliz en ella, que no deprimirse. Y esa es la visión de la película.

Aunque no solo el mensaje. También es gracioso el argumento y las interpretaciones están muy bien. Naturalmente, cuenta con algunos de esos actores secundarios tan recurrentes en aquella época y que tanto han aportado al cine español, como Pepe Isbert o Antonio Riquelme, entre otros.

Antes de nada, debo decir que la vi en clase porque nos habían mandado el libro de lectura obligatoria. Y claro, por muy tostón que sea, siempre es mejor aguantar la película que el libro. O por lo menos, malgastas menos tiempo.

La película en sí, pues bueno, una de tantas que hay sobre la posguerra, de las que ganan premios y no interesan al público. Basta con decir que recaudó el 63% de lo que costó. Y es natural, la película se mueve entre la depresión y el aburrimiento y de ahí no sale.

Un melodrama musical magnífico. Dentro del género del cine folclórico, este es un ejemplo del cambio de rumbo que da el género en los 60, con películas contemporáneas, muchas veces abandonando Andalucía como ubicación predilecta, que incluyen números musicales.

Me parece original el juicio y el crimen como marco de la historia. Que no suele ser la temática más habitual en este tipo de cine.

Rocío, por su parte, nos brinda su enorme talento no solo para la canción, sino también para la interpretación. Por lo que, aunque es evidentemente una película para su lucimiento como tonadillera, resultaría muy interesante verla aún sin los magníficos números musicales.