A mi modesto parecer, la película francesa más hermosa de la historia y una de las historias de amor más intensas llevadas a la pantalla. Filmada en Vichy, sorprende que la producción gozara de los medios técnicos, vestuario, extras y presupuesto en una Francia ocupada por los alemanes. El filme está dividido en dos actos (dos películas diferentes de hora y media cada una). El primero llamado «La plaza de los ladrones», el segundo «El hombre de blanco», pero me deja la impresión de que al menos en guión (notable Jacques Prévert) debe haber un tercer acto que podría unir a los amantes imposibles (a lo que la película llegaría a cuatro horas y media). Aunque dicen que se ahn extraviado diez o veinte minutos de película por lo que se puede suponer que tuviera otro desenlace, aunque valga reconocer que el que tiene encaja a la perfección. La puesta en escena es tan mágica, que hace de Arletty (Garance), una actriz no muy agraciada, se le vea más bella de lo que es, fruto del deseo de diferentes hombres a los que ella misma se entrega ya sea por necesidad o por paliar su soledad, pero nadie la desprecia por eso, más bien la aman. Barrault (Baptiste), gracias a la ternura de su mímica, logra cautivar el corazón de ella, pero cuando se desnuda para ser suya, él huye temeroso y pierde la oportunidad de amar a la mujer que amará por toda la vida, incluso estando casado y con hijo. Esa oportunidad única y trunca marcará la infelicidad de ambos por siempre... aunque queda abierta la posiblidad de un encuentro en la pensión en la que alguna vez vivieron. Las Escenas: la de Pierre Brasseur revelándose del final de la obra e improvisando otro final a su manera. La del mimo Barrault caminando sin caminar mientras el escenario se mueve. La del hijo de Baptiste, irrumpiendo en el palco de Arletty y pidiéndole que no destruya su familia pero reconociendo que es una mujer muy bonita.

Hay papeles que marcan de por vida, Hulce será por siempre Amadeus y Abraham será Salieri o más aún, la mejor representación de la Envidia llevada a la pantalla grande. La acción comienza en un asilo de lunáticos. Allí pasa sus últimos días, consumido en el olvido, el conde Salieri, un compositor que se creía un iluminado hasta la llegada de Mozart a la corte de los Habsburgo quien con la genialidad hace que el arte del otro sea retrógrado e insignificante. “Por qué, Dios, eliges a un ser vulgar y despreciable y no a mí”, abjura el conde, sintiendo la burla del Creador hacia su persona y le invade la obsesión de destruirle. Para contar la historia, El checo Forman eligió su Praga natal para mostrar la grandiosidad de la Viena del siglo XVIII. De los ocho oscares que recolectó, vale destacar el de Sonido, pues la música no sólo es enlace sino protagonista fundamental. Escenas Notables: a) El dolor plasmado en el rostro de Salieri al leer las partituras que Constanza, la esposa de Amadeus, ha llevado para que los ayude y la música “más prodigiosa que se ha compuesto jamás” retumba en su cabeza. b) La agonía de Mozart en una cama, agotando las fuerzas en la composición de su réquiem. c) El momento en que Salieri se declara enemigo de Cristo y hecha a la hoguera un crucifijo. La frase: El desfile final de Salieri en una silla de ruedas delante de varios orates y como sumo pontífice les dice: “Hombres mediocres del mundo, yo os bendigo”.

El solo hecho de traer al año 2005 un Escarabajo modelo 1963 me parecía una aventura muy arriesgada, pero hay que reconocer que el carisma de Herbie hace que salga bien parado en esta nueva aventura. Gracias Disney por rescatar una de sus series de filmes más entrañables (la piconería de Matt Dillon da hincapié a la inevitable secuela) y gracias por darnos a conocer a Lindsay Lohan porque la chica es un amor.

El género de Terror es otro de los que lelga desgastado al siglo XXI. A mi parecer las últimas realmente interesantes han sido orientales (japonesas, coreanas, hongkonesas). A pesar que la han vapuleado bastante, Rinne es un filme que se deja ver y su ritmo narrativo no decae en ningún instante. La trama gira sobre la criptomnesia que es tener recuerdos encriptados de vidas pasadas y que de repente afloran, en este caso para reconstruir un crimen acontecido 35 años atrás en un hotel, para lo cual, cada víctima se encarga de buscar a su propia reencarnación. Si bien los sustos no son del otro mundo (nada que nos haga saltar de los asientos), no puede negarse que la película guarda mucha similitud con The Shining de Kubrick-King (Jack Torrance revive una masacre acontecida en 1921 en un hotel invernal) y la muñequita de marras hace muchos guiños a Chucky. El logro pirncipal de la historia es no saber hasta el final quien se reencarnó en quien. Pocos espectadores deben haber adivinado quien era Nagisa en realidad.

Julius Popper fue un aventurero aunque no gustaba que lo calificasen como tal. Nacido en Rumania, vagó por medio mundo hasta anclar en la Argentina con la peregrina idea de que en su extremo meridional había oro en abundancia. Fabricante de una máquina para deslavar la tierra en busca de preciosos metales, convence a una caterva de inmigrantes europeos para fundar El Páramo donde acuña sus propias monedas de oro de uno y cinco gramos y estampillas de diez centavos (hoy joyas de la filatelia y la numimástica). Murió a los 36 años tras realizar una feroz matanza contra los indios onas. El personaje en sí, bien merecía una película y Littin quiso cerrar el siglo XX retratando su epopeya. Lamentablemente Javier Perugorría está lejos de plasmar esa locura apasionante que podía transmitir Kinski en Lope de Aguirre o Fitzcarraldo. Es más, fuera de Fresa y chocolate, en otras películas el cubano ha demostrado que su registro actoral es limitado y le resta fuerza al filme. Lo mejor es la fotografía que transmite la desolación y la bravura de la Patagonia y también la presencia de Tamara Vargas, aunque improbable princesa ona opaca a la revejida Ornella Muti.