Luego de saber que puede trepar paredes, dar enormes saltos y segregar telarañas por las manos, Peter Parker decide diseñarse un traje para presentarse a un torneo de lucha, armado de lápices y plumones, Peter dibuja y pinta el personaje concebido por Steve Ditko para las historias del legendario escritor Stan Lee. Pero habiendo vislumbrado tan precisamente su atuendo se presenta a la pelea con uno casero. Después de que muere un ser querido, Peter decide tomarse el ser superhéroe en serio, y aparece con el traje que todos conocemos y él imaginó.

El atuendo del Duende Verde ostenta una máscara con un rictus de carcajada congelada, lo que es un absurdo si se cuenta detrás con el rostro naturalmente anguloso hasta lo expresionista de Willian Dafoe, sus ojos saltones como en Speed 2 eran los de un villano de cómic en busca de esta película: retocar digitalmente o maquillar esa cara hubiera estado perfectamente justificado por el hecho de que su personaje ha bebido una sustancia química y ha sido introducido en una máquina que ha cambiado su metabolismo, y es lo único que cabe pedir, sobretodo al haber descartado un mejor diseño anterior del Duende.

Importa más que ha reaparecido la particular sensibilidad visual del San Raimi de sus películas de los 80s y la primera mitad de los 90s, que se cuentan entre lo más parecido a historietas que se ha hecho en cine, hasta en ese momento.

Hay una virtud en la trama clarísima del film: el surgimiento paralelo de Spider-Man y el Duende Verde, siguiendo el camino del esquema de vidas paralelas héroe-villano, cruzándose en el camino de una historia de amor enmarcada en Queens, a partir de donde Peter, y su idolatrada Mary Jane, hacen sus incursiones en el mercado laboral de Manhattan una vez egresados del colegio.

Los contrastes atraviesan la película -el nerd frente a los abusivos de la clase, el modesto frente a su adinerado mejor amigo, etc.- y Tobey Maguire sabe humanizarlos, solo faltaba un traje de Duende Verde que esté a la par, gesticulando a través de su monstruosidad física, su deformación moral, para que sea la perfecta adaptación de historieta a cine que estaba a punto de ser.

Un paso adelante, mejora a la primera en casi todos los sentidos, por tener más medios y el director al mostrar más dinamismo en súperproducciones, aunque la historia sigue siendo tan buena como la primera, no innova demaciado porque la trama sigue centrándose más en Logan continuando su historia y sigue dejando un poco de lado a los demás.

Si bien pule la mayoría de sus defectos anteriores siguen los otros mismos defectos de la anterior como algunos personajes secundarios que siguen algo desperdiciados.

En fin, esta secuela es una mejora, desarrolla más su universo de lo que se insinuaba y dejaba ver a medias en la primera parte, las escenas de acción son más emocionantes, siendo más épica y entretenida que su antecesora.

El Laberinto del Fauno plantea una idea interesante: contextualizar un cuento de hadas en España de 1944, con los regazos de las guerrillas republicanas azuzando a una guarnición militar en la época de Franco.

Contiene algunas situaciones un poco previsibles debido a lo esquemático de algunos personajes, ese esquematismo hace tambalear un poco a un producto que sobrepasa al cuento de hadas. De otro lado, han echado mano a una partitura musical que subraya las situaciones de drama, fantasía o misterio cuando las imágenes hablan por sí solas de ello.

Del Toro posee sobradas capacidades cinematográficas, lo demuestra cuando Ofelia le narra un cuento a su hermano aún no nacido; el espacio, el tiempo y el lugar de la narración cinematográfica son permutados con una elasticidad envidiable para crear una atmósfera acorde con lo sobrenatural.

No es que sea irregular pero el casi excesivo interés por lo visual ha ido un poco en detrimento del bello trasfondo de la historia, así el film es una construcción en donde los arquitectos han preferido embellecer lo más superficial de la edificación, el diseño de producción y los efectos, antes que apuntalar las estructuras base, algunos de los personajes no muy bien perfilados casi malogran la historia.

Igual que en sus incursiones de Del Toro en Hollywood han estado marcadas por un sello personal que lo hicieron un cineasta de interés.

Estar en el lugar equivocado en el momento equivocado es como se resume la trama de heroísmo del policía Jhon McClane, donde se tiene que enfrentarse a ladrones y mercenarios a punta, de no solo de armas, sino de habilidad y divertidas frases pero también tiene un lado sensible, muestra mucha preocupación, miedo, etc, un film donde nos trajo un nuevo tipo de héroe de acción en ese momento, y un clásico del cine de acción.

Dotado de un estilo personal tan peculiar y definido como está realizado, Shane Black enmarca un film de superhéroes a su característico estilo de autor, el resultado es un título con personalidad propia, originalidad y fuerte contenido de autor y sátira. Tiene una trama donde se centra más en lo intimo y personal que en la pirotecnia de las anteriores entregas, aunque no será para todos los gustos por las mismas razones.

De todos modos tiene buenos momentos memorables y es una buena despedida del personaje en solitario que la hace la mejor de la trilogía.