Fotografía y ambientación dignas de la realeza.
Estética de diamante, telar de seda, hilera dorada.
Una mirada al aposento donde los ojos crecen como flores.

Sin duda la película de año. La mejor del cine latinoamericano, y una de las mejores del cine. Fotografía detalladamente única e inusual, y sin embago, de las más bellas jamás vistas. Actores de primera, de toda la vida, del cine en su escencia. Un argumento que toca a todos, argumento del pueblo, argumento de un país que cautiva a todo el mundo.
El final, uno de los mejores jamás filmados.
J.J. Campanella se descubre, en esta película, como un director imprescindible en la historia del cine.

El cine tiene cortinas de oro, plata, ópalo, seda. Pero su gran y único escenario está reservado para M.Kobayashi.

¿Qué concepto, qué otra definición de cine podríamos dar sino: Masaki Kobayashi?

O luego, así como existe la palabra y concepto "cine", así deberían existir otras, autónomas, con igual o mayor valor: "Masaki Kobayashi".

El maestro merece su propio culto y tradición. ¡En este film lo demuestra!

Un film inteligente, de notable factura intelectual. Sin embargo carece de buena fotografía y banda sonora; incluso los actores se muestran opacos. Nolan nos trabaja a la mente, sin embargo olvida que el perfecto film debe llegar directo al corazón.

Icono y arquetipo ideal del cine hollywodense. Inolvidable por todos los ángulos que se la mire. Otra vez C. Eastwood, otra vez el maestro, otra vez la obra de arte, otra vez directo a la eternidad.
El guión, de los mejores hechos en el cine. Los actores perfectos. Todo nos lleva hacia una luz que podemos confundir con la presencia de una nueva, y sempiterna, religión cinematográfica.