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Críticas ordenadas por utilidad
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6
15 de noviembre de 2008
15 de noviembre de 2008
24 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quiero empezar por lo que a mi me ha parecido mejor de la peícula, sobre todo la cota de intensidad (emocional e intelectual) a la que la película se eleva, ya desde los primeros diálogos, a partir de los cuales no hay tregua ya para el espectador, que asiste aturdido a esta enloquecida noche aciaga, y de la que no baja hasta que se hace de día, volviendo todo a la calma. Las pullas que se lanzan, sus bromas, los abrazos que Elizabeth Taylor implora y no recibe, los arrebatos de ira de un Richard Burton frío, cínico, amargo y frustrado, maravilloso en esta película, y en fin las continuas situciones límite, que parecen sin retorno, pero que vuelven, y que se suceden sin apenas momentos de respiro (como el del columpio, en el que Richard Burton parece abatdo y en el que parece poderse cimentar al menos un afecto sin brechas entre los dos hombres de la película).
La esperanza de vida de ella, la falta de carácter de él para afrontar la vida, las mentiras y los silencios que se crean, necesarios para mantener los vinculos, todas las vísceras malolientes de cualquier relación puestas sobre la mesa, como 40 años después hará (en mi opinión con mucha mayor maestría) en Closer.
Lo que no me ha gustado de la película es que a mi en ningún momento me resulta verosímil. El espectáculo empieza y uno no se cree nada. Aunque Nichols pretenda darle el tratamiento de un matrimonio medio americano no puedo creer en un matrimonio que oscile así entre la complicidad y el terror. Nadie puede creer que unos invitados acepten y asistan a los "juegos" de Burton con su eposa y con ellos, tan sañudos, tan gratuitamente, que ninguno de los cuatro se deje maltratar de esa manera. Puede ser que no haya sido capaz de ver a estos dos matrimonios americanos como vi a los cuatro personajes de Closer, como estereotipos. La película no se decide, me parece, entre si la actitud de los personajes es propa de un circo o es más bien la cruda y nocturna realidad de un matrimonio frustrado de mediana edad, enfrentado a las bisoñas pretensiones de un matrimonio joven, uno y otro puestos delante del espejo del tiempo, de lo que fueron a lo que serán, y al revés. Hay un abismo en la película entre el esperpento y una razón dicursva que hace que los personajes se expliquen, el mismo que existe entre ficción y realidad dentro del matrimonio, y creo que la película naufraga un poco en este abismo que separa un formato del otro, no quedándose en ninguno. Termina, apagan la luz cansados, y podría haber sido todo un mal sueño de una mala noche de septiembre, pero no, porque algo así ocurre mensualmente, porque continuamente se echan en cara llevar años los dos en ese mismo juego... la historia del matrimonio joven no me parece mucho más verosímil.
Closer es poco recomendable para parejas o matrimonios jóvenes. Esta sospecho que sería letal para parejas de casados (¿sin hijos?) de mediana edad, demasiado agria.
La esperanza de vida de ella, la falta de carácter de él para afrontar la vida, las mentiras y los silencios que se crean, necesarios para mantener los vinculos, todas las vísceras malolientes de cualquier relación puestas sobre la mesa, como 40 años después hará (en mi opinión con mucha mayor maestría) en Closer.
Lo que no me ha gustado de la película es que a mi en ningún momento me resulta verosímil. El espectáculo empieza y uno no se cree nada. Aunque Nichols pretenda darle el tratamiento de un matrimonio medio americano no puedo creer en un matrimonio que oscile así entre la complicidad y el terror. Nadie puede creer que unos invitados acepten y asistan a los "juegos" de Burton con su eposa y con ellos, tan sañudos, tan gratuitamente, que ninguno de los cuatro se deje maltratar de esa manera. Puede ser que no haya sido capaz de ver a estos dos matrimonios americanos como vi a los cuatro personajes de Closer, como estereotipos. La película no se decide, me parece, entre si la actitud de los personajes es propa de un circo o es más bien la cruda y nocturna realidad de un matrimonio frustrado de mediana edad, enfrentado a las bisoñas pretensiones de un matrimonio joven, uno y otro puestos delante del espejo del tiempo, de lo que fueron a lo que serán, y al revés. Hay un abismo en la película entre el esperpento y una razón dicursva que hace que los personajes se expliquen, el mismo que existe entre ficción y realidad dentro del matrimonio, y creo que la película naufraga un poco en este abismo que separa un formato del otro, no quedándose en ninguno. Termina, apagan la luz cansados, y podría haber sido todo un mal sueño de una mala noche de septiembre, pero no, porque algo así ocurre mensualmente, porque continuamente se echan en cara llevar años los dos en ese mismo juego... la historia del matrimonio joven no me parece mucho más verosímil.
Closer es poco recomendable para parejas o matrimonios jóvenes. Esta sospecho que sería letal para parejas de casados (¿sin hijos?) de mediana edad, demasiado agria.

7.7
9,685
9
10 de abril de 2009
10 de abril de 2009
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevo casi dos años desde que empecé a ver el cine de Bergman, en realidad desde que he empezado a ver a muchos de los llamados clásicos.
Toda explicación acerca del guión, del juego narrativo empleado, creo que es incapaz de llegar de un modo verdadero al fondo de la película. Es ocioso explicar que se trata de tres hermanas, que una se está muriendo, etc... En realidad no concibo que pueda convencerse a nadie de la altura y la intensidad del cine de Bergman a través de una suntuosa o erudita argumentación.
A fin de cuentas puede o no gustar este cine íntimo y doloroso. Respeto y entiendo a todos aquéllos que la tachan de lenta, de aburrida.
Dentro del rojo que tapiza la película, de los complicados vestidos, de la mansión y en general de toda la sofisticación con que rodeamos nuestra vida late la soledad más profunda, el dolor, la angustia y el miedo. Un vacío enorme que nos negamos a admitir. El matrimonio, la religión, incluso la compañía y el calor del prójimo no son sino ilusiones necesarias para levantarnos por la mañana, tirar p'alante.
Toda explicación acerca del guión, del juego narrativo empleado, creo que es incapaz de llegar de un modo verdadero al fondo de la película. Es ocioso explicar que se trata de tres hermanas, que una se está muriendo, etc... En realidad no concibo que pueda convencerse a nadie de la altura y la intensidad del cine de Bergman a través de una suntuosa o erudita argumentación.
A fin de cuentas puede o no gustar este cine íntimo y doloroso. Respeto y entiendo a todos aquéllos que la tachan de lenta, de aburrida.
Dentro del rojo que tapiza la película, de los complicados vestidos, de la mansión y en general de toda la sofisticación con que rodeamos nuestra vida late la soledad más profunda, el dolor, la angustia y el miedo. Un vacío enorme que nos negamos a admitir. El matrimonio, la religión, incluso la compañía y el calor del prójimo no son sino ilusiones necesarias para levantarnos por la mañana, tirar p'alante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película empieza con esos siempre incómodos tic tac de los relojes. A continuación la hermana moribunda despierta horrorizada, íntima. Sale de la cama y siente el frío (la existencia) pero escribe en el diario que sus hermanas se relevan a la cabecera de su cama. Falso, aunque necesario.
En realidad ninguna es culpable. Nadie puede hacer nada por ayudarla. Ninguna salvo la criada (un ser casi sobrenatural) puede socorrerla. Ninguna salvo la criada, en cuyos ojos se advierte ya la huella de la muerte, puede ni siquiera ver lo esencial que allí ocurre (esa agonía intolerable). Pueden vestirse después de negro, llamar al cura, organizar el entierro y demás formalismos, pero son incapaces de enfrentarse al verdadero espectáculo de la muerte, a la apoteosis de un más allá del cual huyen con horror.
Pocas películas más incómodas, más descarnadas, menos recomendables y más sublimes que esta.
En realidad ninguna es culpable. Nadie puede hacer nada por ayudarla. Ninguna salvo la criada (un ser casi sobrenatural) puede socorrerla. Ninguna salvo la criada, en cuyos ojos se advierte ya la huella de la muerte, puede ni siquiera ver lo esencial que allí ocurre (esa agonía intolerable). Pueden vestirse después de negro, llamar al cura, organizar el entierro y demás formalismos, pero son incapaces de enfrentarse al verdadero espectáculo de la muerte, a la apoteosis de un más allá del cual huyen con horror.
Pocas películas más incómodas, más descarnadas, menos recomendables y más sublimes que esta.

7.2
2,153
6
17 de abril de 2009
17 de abril de 2009
18 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo a mis almas gemelas he acabado por ver esta película, que me ha dejado la verdad más bien bastante indiferente.
Puede ser que no sienta empatía hacia los traumas psicológicos que no he sufrido. Aunque fuera capaz de entender el dolor, el sufrimiento, el vacío, etcétera, de quien ha perdido a su familia en un accidente de avión o en un campo de concentración nazi me siento incapaz de compartirlo, de vivirlo con él. En general me cuesta ponerme en la piel de estos antihéroes trastornados.
Rod Steiger, que en mi opinión, aunque sobreactuado en muchas escenas, está por lo general contenido, sublime a ratos, a mi en ningún momento me transmite viendo la película el dolor de quien ha perdido a toda su familia en un campo de concentración. No lo siento. Sí siento sobre todo en la primera parte de la película el frío por la existencia de un Rod Steiger que desde su jaulón de la casa de empeños se enfrenta a los demás como si de un duelo se tratara, a partir de un concepto crematístico de la existencia (esto es: "lo único que vale es el dinero, los demás son basura, y lo que logres quitarles a ellos será tuyo"). Es sabido que un concepto así de la vida no puede hacer feliz a nadie, y el espectador compadece de este modo a un pobre prestamista que parapetado en los presupuestos de una lógica y un cálculo constantes se niega a sentir nada para no tener que volver a afrontar el sufrimiento que acarrea un cara a cara con la existencia. Más o menos prototipo del burgués moderno, hombre-máquina, eminentemente lógico e intrascendente, incapaz de albergar sentimientos fuertes hacia nada.
Pero en mi opinión la película se atolondra bastante cuando Lumet pretende "explicar" al personaje, también cuando pretende indagar las complejidades del temperamento judío, de los conflicto sociales (aunque no lo tengo muy claro creo que sigue el argumento del "buen salvaje", de que el hombre prístino es un ser feliz e inocente por naturaleza pero que, en contacto con los demás, con el interés, con la muchedumbre, con la ciudad y en general la política, se corrompe y cae en desgracia), de la moral, incluso quiere estudiar el papel del pecado y la penitencia en este valle de lágrimas.
Puede ser que no sienta empatía hacia los traumas psicológicos que no he sufrido. Aunque fuera capaz de entender el dolor, el sufrimiento, el vacío, etcétera, de quien ha perdido a su familia en un accidente de avión o en un campo de concentración nazi me siento incapaz de compartirlo, de vivirlo con él. En general me cuesta ponerme en la piel de estos antihéroes trastornados.
Rod Steiger, que en mi opinión, aunque sobreactuado en muchas escenas, está por lo general contenido, sublime a ratos, a mi en ningún momento me transmite viendo la película el dolor de quien ha perdido a toda su familia en un campo de concentración. No lo siento. Sí siento sobre todo en la primera parte de la película el frío por la existencia de un Rod Steiger que desde su jaulón de la casa de empeños se enfrenta a los demás como si de un duelo se tratara, a partir de un concepto crematístico de la existencia (esto es: "lo único que vale es el dinero, los demás son basura, y lo que logres quitarles a ellos será tuyo"). Es sabido que un concepto así de la vida no puede hacer feliz a nadie, y el espectador compadece de este modo a un pobre prestamista que parapetado en los presupuestos de una lógica y un cálculo constantes se niega a sentir nada para no tener que volver a afrontar el sufrimiento que acarrea un cara a cara con la existencia. Más o menos prototipo del burgués moderno, hombre-máquina, eminentemente lógico e intrascendente, incapaz de albergar sentimientos fuertes hacia nada.
Pero en mi opinión la película se atolondra bastante cuando Lumet pretende "explicar" al personaje, también cuando pretende indagar las complejidades del temperamento judío, de los conflicto sociales (aunque no lo tengo muy claro creo que sigue el argumento del "buen salvaje", de que el hombre prístino es un ser feliz e inocente por naturaleza pero que, en contacto con los demás, con el interés, con la muchedumbre, con la ciudad y en general la política, se corrompe y cae en desgracia), de la moral, incluso quiere estudiar el papel del pecado y la penitencia en este valle de lágrimas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Es posible por ejemplo que la redención final que "parece" sobrevenir al judío Sol Nazerman esté simbolizada en que se estigmatice la mano con el pincho de los recibos taladrándosela? ¿Quiere simbolizar esto un paso del personaje de su judaísmo declarado a una nueva visión evangélica de la existencia? Y si es así, ¿por qué?
¿Cómo es que de repente tras tantos horrores rememorados (flashbacks) el recuerdo de su mujer prostituyéndose lo devuelva a una cierta "moral" que vuelve a sumirlo en sufrimientos? Esa escena con el proxeneta negro en la que el judío se viene abajo cuando cae en la cuenta acerca de de dónde procede su dinero me parece lamentable y hasta ridícula.
¿Quién en su sano juicio puede creer que una mujer pueda ser amante de un hombre como Nazerman, y que para colmo otra aspire redimirlo (o redimirse) invitándole a un almuerzo en el parque?
¿Y el hispano que siente tanta admiración hacia su maestro? De pronto quiere robarle y al rato muere por él, dedicándole sus últimas palabras.
En medio de sus mundos horribles, duros y egoístas, Lumet introduce siempre a modo de muestra la antítesis, o sea, el santurrón (en esta película es la mujer solidaria). Igual que como ha dicho una de mis almas gemelas (Miquel) a propósito de la viva música de jazz que suena, quiere utilizar este estilo contrapuntístico para crear cierta tensión en la trama que se contraponga al temperamento soso y monocorde de Rod Steiger. Lo que pasa es que (y esto me vale tanto para la música como para las contrapuestas personalidades) donde Miquel disfruta esa tensión creada yo siento más bien una total incoherencia, un efectismo que hace que la película me tire para atrás.
No puede decirse que la película, aun siendo pretenciosa, sea mala. Admito que en general no me dicen mucho las películas de perturbados mentales. Pero Lumet quiere decir demasiado y como siempre sucede en estos casos termina no diciendo nada. Por lo menos a mi. El cine de Lumet en general me dice poco, me parece demasiado melodramático y forzado, como un sermón. Flota algo descaradamente teatral que sí funciona en su puesta en escena, pero que hace imposibles sus diálogos. Los personajes son de cartón piedra y cuando intenta darles desarrollo, coherencia o vida, fracasa.
En fin que releyendo me doy cuenta de que he puesto a parir una película que, aunque me haya decepcionado bastante, no me ha parecido tan mala.
¿Cómo es que de repente tras tantos horrores rememorados (flashbacks) el recuerdo de su mujer prostituyéndose lo devuelva a una cierta "moral" que vuelve a sumirlo en sufrimientos? Esa escena con el proxeneta negro en la que el judío se viene abajo cuando cae en la cuenta acerca de de dónde procede su dinero me parece lamentable y hasta ridícula.
¿Quién en su sano juicio puede creer que una mujer pueda ser amante de un hombre como Nazerman, y que para colmo otra aspire redimirlo (o redimirse) invitándole a un almuerzo en el parque?
¿Y el hispano que siente tanta admiración hacia su maestro? De pronto quiere robarle y al rato muere por él, dedicándole sus últimas palabras.
En medio de sus mundos horribles, duros y egoístas, Lumet introduce siempre a modo de muestra la antítesis, o sea, el santurrón (en esta película es la mujer solidaria). Igual que como ha dicho una de mis almas gemelas (Miquel) a propósito de la viva música de jazz que suena, quiere utilizar este estilo contrapuntístico para crear cierta tensión en la trama que se contraponga al temperamento soso y monocorde de Rod Steiger. Lo que pasa es que (y esto me vale tanto para la música como para las contrapuestas personalidades) donde Miquel disfruta esa tensión creada yo siento más bien una total incoherencia, un efectismo que hace que la película me tire para atrás.
No puede decirse que la película, aun siendo pretenciosa, sea mala. Admito que en general no me dicen mucho las películas de perturbados mentales. Pero Lumet quiere decir demasiado y como siempre sucede en estos casos termina no diciendo nada. Por lo menos a mi. El cine de Lumet en general me dice poco, me parece demasiado melodramático y forzado, como un sermón. Flota algo descaradamente teatral que sí funciona en su puesta en escena, pero que hace imposibles sus diálogos. Los personajes son de cartón piedra y cuando intenta darles desarrollo, coherencia o vida, fracasa.
En fin que releyendo me doy cuenta de que he puesto a parir una película que, aunque me haya decepcionado bastante, no me ha parecido tan mala.
9
4 de julio de 2020
4 de julio de 2020
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película de Scorsese. Notables interpretaciones. Notable ambientación, puesta en escena, dirección. Trata el típico asunto del amor imposible por los convencionalismos sociales. Trata de cómo nacemos literalmente atrapados en una sociedad de cuyos códigos difícilmente podemos escapar. Trata en concreto de la estructura de la sociedad heteropatriarcal, cuya fina tela de araña es tejida con sutiles y femeninas artes precisamente para proteger a las mujeres de los caprichos masculinos. Trata, en definitiva, del molde con que la civilización, la vida bien, nos troquela, sosteniéndonos en un sofisticado presente lleno de fruslerías que no solo nos hacen la vida más fácil sino que nos definen, diciéndonos quienes somos a través de símbolos comunes, siendo reconocibles a costa eso sí de tener que cumplir con las reglas del grupo. Hay muchos primeros planos de los objetos que definen a las personas, mucho más que sus pensamientos o sus sentimientos, que están todos amoldados a lo políticamente correcto de la época. He leído mucho aquí sobre la rigidez moral de la alta sociedad del s.XIX, pero que no se engañe nadie no. La sociedad reflejada aquí confía tanto en la conveniencia de sus códigos como nosotros en los nuestros. Somos todos, siempre, figurantes, somos siempre una imprimación sobre el fondo en el que nacemos. Y no hay escapatoria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Winona Rider no creo que sea una manipuladora camuflada de cordero, como he leído por aquí. Creo que juega con honradez el juego para el que ella ha sido educada. No hay hipocresía. No hay mala conciencia en ella. Solo la más pura inocencia de quien hace lo que tiene que hacer. Incluso Daniel Day-Lewis, que es más inteligente y tiene mayores inquietudes, al principio de la película se siente cómodo en su papel de prometido. Está haciendo lo que debe. Aparece Michelle Pfeiffer, que viene de otra sociedad, que no termina de encajar en esta, y que se permite gastar bromas sobre las costumbres que encuentra en Nueva York, sobre lo aburrido de tal noble, sobre lo absurdo de algún convencionalismo, es extranjera. El encanto, el aire fresco, la gracia y la exótica belleza de esta perspectiva exterior seducen a Daniel Day-Lewis. Finalmente no se atreverá a dejar el suelo firme que siempre ha conocido, pero ya ha quedado incapacitado para volver a la naturalidad del personaje tal como es al inicio. No volverá a la edad de la inocencia porque ya no podrá nunca volver a jugar el juego desde dentro.
Señores, la sociedad precisa de esta hipocresía para funcionar, adora los bordaditos, bibelots, vajillas y conversaciones enlatadas, los iphones y los lemas comunes son necesarios para la formación y sostén de una sociedad. La hipocresía tiene un valor positivo visto desde dentro, porque una sociedad no puede sobrevivir sin convenciones necesariamente artificiales, y solo nos parece corruptora y limitante de la libertad individual (negativa) cuando juzgamos sus códigos desde el exterior.
La imposibilidad del amor entre los protagonistas, la voz en off, el desarrollo completo, lento, del arco narrativo que les lleva a conocerse, irse enamorando, resistirse, volver, demorándose en elipsis y en momentos clave de su relación siempre insatisfecha, en los que ambos quedan paralizados de impotencia ante la incapacidad de decidir, y llevado finalmente hasta un salto de 25 años (y es que, qué rápido pasa la vida una vez nos resignamos, señores) da a la película un ritmo quizá de novela decimonónica que no agrade a todo el mundo. A pesar de todo cinematográficamente funciona la narración, la dirección, la fotografía y el montaje.
El resultado es una de las mejores películas de este género.
Señores, la sociedad precisa de esta hipocresía para funcionar, adora los bordaditos, bibelots, vajillas y conversaciones enlatadas, los iphones y los lemas comunes son necesarios para la formación y sostén de una sociedad. La hipocresía tiene un valor positivo visto desde dentro, porque una sociedad no puede sobrevivir sin convenciones necesariamente artificiales, y solo nos parece corruptora y limitante de la libertad individual (negativa) cuando juzgamos sus códigos desde el exterior.
La imposibilidad del amor entre los protagonistas, la voz en off, el desarrollo completo, lento, del arco narrativo que les lleva a conocerse, irse enamorando, resistirse, volver, demorándose en elipsis y en momentos clave de su relación siempre insatisfecha, en los que ambos quedan paralizados de impotencia ante la incapacidad de decidir, y llevado finalmente hasta un salto de 25 años (y es que, qué rápido pasa la vida una vez nos resignamos, señores) da a la película un ritmo quizá de novela decimonónica que no agrade a todo el mundo. A pesar de todo cinematográficamente funciona la narración, la dirección, la fotografía y el montaje.
El resultado es una de las mejores películas de este género.
Serie

5.8
2,385
3
14 de agosto de 2024
14 de agosto de 2024
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me he animado a valorar la serie y hacer una breve crítica después de escasos 10 minutos.
Lo que me atrevo a decir por lo tanto apenas puede decirse que pueda ser un spoiler. La Roma imperial es un lugar pútrido y corrupto, sangriento y atroz. Se degüellan por un quítame allá esas pajas, el ciudadano romano medio es un pillo gilipollas, el viejo Vespasiano tiene que tratar con unas élites claramente degeneradas y en fin, que es un verdadero asco de sitio.
En las fronteras del imperio (en las limes, si me permiten la pedantería), en cambio, vive un pueblo de negritos que es todo color y alegría. Esta armonía es rota por la rapiña imperialista de Roma. Las dos negritas, miserables pero contentas están en su cocina tercermundista felicísimas ellas, hablando de sus cosas como si fueran dos adolescentes de la costa Este norteamericana cuando llega un gladiador romano borracho que intenta violarlas, todo ebriedad y violencia él, y a una se la lleva prisionera la legión, que entra en la casa unos segundos después.
Esto en apenas diez minutos.
Qué feliz el ser humano antes de la llegada de la civilización, qué buen rollito el de los pueblos antes de la llegada del imperio.
Por si este tonto mensaje pro-indigentista no fuera bastante el guión es malo, la ambientación desastrosa, el CGI canta demasiado.
Lo que me atrevo a decir por lo tanto apenas puede decirse que pueda ser un spoiler. La Roma imperial es un lugar pútrido y corrupto, sangriento y atroz. Se degüellan por un quítame allá esas pajas, el ciudadano romano medio es un pillo gilipollas, el viejo Vespasiano tiene que tratar con unas élites claramente degeneradas y en fin, que es un verdadero asco de sitio.
En las fronteras del imperio (en las limes, si me permiten la pedantería), en cambio, vive un pueblo de negritos que es todo color y alegría. Esta armonía es rota por la rapiña imperialista de Roma. Las dos negritas, miserables pero contentas están en su cocina tercermundista felicísimas ellas, hablando de sus cosas como si fueran dos adolescentes de la costa Este norteamericana cuando llega un gladiador romano borracho que intenta violarlas, todo ebriedad y violencia él, y a una se la lleva prisionera la legión, que entra en la casa unos segundos después.
Esto en apenas diez minutos.
Qué feliz el ser humano antes de la llegada de la civilización, qué buen rollito el de los pueblos antes de la llegada del imperio.
Por si este tonto mensaje pro-indigentista no fuera bastante el guión es malo, la ambientación desastrosa, el CGI canta demasiado.
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