Hay ciertos errores con el maquillaje. Los actores no envejecen nada o se ven muy viejos cuando se supone son adolescentes. Este es el problema más grande, porque del resto es una película muy bien contada. Plagada de temas clichés, sobre todo en el mundo gay, pero novedosa en su elaboración en el sentido en el que el director huye de elegir soluciones fáciles y propone otras que, sin ser melodramáticas, pueden resultar aún más conmovedoras para el espectador ya un poco agotado de los dramas lagrimosos. La historia es sincera y atrevida, tan próxima a la vida real, con los momentos bajos y altos del amor que a pesar de todo no deja de ser verdadero, y que se aleja tanto de aquel amor idílico y fantasioso que nos ha instaurado el mal cine. De inicio a fin, éste film habla del amor de forma muy profunda y de la soledad. Hay partes no tan buenas, algunas malas,- quizá la mayor parte del inicio-, pero hay ciertas escenas y dirección de cámaras memorables.

Algo que me gusta de ésta película es su magistral tratamiento y cohesión. Sabes que estás frente a un film cuidadosamente tejido con manos tiernas.

Es conmovedora sin caer en sentimentalismos o momentos planos. Luce como un proyecto bastante difícil, en la medida en que, pareciera que una escena mal llevada o una actuación incorrecta podrían alterar la estética de la misma y hacer que ésta se desmigaje en mil pedazos; cosa que lamentablemente sucede demasiado a menudo con las historias románticas que estamos acostumbrados a ver: ésas que caen en el error de "enamorarse de sí mismas" y restarle ésa verosimilitud que suele caracterizar a las relaciones amorosas en la vida real. ¡Es por eso que muchos somos alérgicos a las películas románticas! ¡Cómo no! Y es que en mi caso, a pesar de rechazarme tajantemente a ver films de amor, confieso que siempre estoy a la espera de las buenas películas que puedan enmarcar correctamente un sentimiento tan maltratado en el cine- y en casi todos los artes- como lo es éste.

Si algo tiene ésta película, es que está genialmente construida a partir de la realidad: la realidad con sus momentos silenciosos, engañosamente vacíos, las miradas intercambiadas que aparentemente no dicen nada, las relaciones intrafamiliares con sus complejidades y el hastío de su cotidianidad. El tratamiento de las escenas es maravilloso. La película tan sólo tiene un pequeño puñado de diálogos, pero así mismo podría llenarse un libro de 700 páginas para escribir todo lo que no-está-dicho. Sin embargo, no cae en aquel vicio de muchos directores, que, en intentos de alcanzar una profundidad, se encargan de crear escenas silenciosas y con un falso aire distante, a la espera de que éso transmita algo y sume profundidad. Lo cierto es que, en éste film, la naturaleza y los humanos respiran las misma estética, nunca son un relleno, y puedes ver, por ejemplo, momentos llenos de vaginas de animales, sangre, muchos anos de variadas especies, partos, muerte... Todo lo aparentemente grotesco narrado desde unos ojos que por momentos rozan en la ternura.

Me gusta considerar que ésta película no es cine -gay, (pienso que con una romance heterosexual o lésbico habría sido igual de buena) sino que la veo simplemente como cine, en la anchura de su palabra, las buenas proyecciones que lamentablemente cada vez hacen más falta, y que están llenas de lenguaje literario.

Tierra de Dios merece más reconocimiento del que ha tenido, definitivamente.

Peliculón. 2 horas de film (120 minutos) que pasan como agua. Ágil, con gracia, madura y profunda. Es increíble cómo una película narrada en un tono satírico y con constantes momentos metaficcionales y desencantados, pueda aún ser tan verosímil y conmovedora. La respiración estética de la película es evidente desde los primeros minutos, con una visión humana tan cruel, cruda, sin corazón. Todo el elenco es maravilloso.

Lastimosamente la película desaprovecha las libertades que puede ofrecer un film independiente, por lo que se vuelve muy plana y con un final que no es malo pero que no define el personaje. Incluso podría ser un poco aleccionadora, porque el chico hace cosas narradas desde un ojo misericordioso y no se ofrece un final que cierre la visión del autor. Hay muchas películas que tienen como tema principal los que utiliza ésta, y no por tratar temáticas crudas son aburridas, y sobre todo, no por tener un tono "lento y calmado" son planas.

Rescato de ésta película la intención estética de la cámara. Es creíble. Se agradece aquella naturalidad que logra un efecto de cercanía al evidenciarse que no todo está tan libreteado (aunque así lo sea). Las escenas sexuales en el mar nocturno son realmente buenas y el efecto de orfandad y desolación que trasmiten es sin duda un logro. Se puede sentir el efecto deprimente de las noches y la oscuridad total, el sentir del frío, la suavidad de las sábanas en las que el chico se arropa, el aburrimiento de las mañanas, el miedo y el hastío que influyen en las personalidades, incluso un hastío y una "spleen" que no se disipa aún con la música de moda y con las luces fluorescentes y de neón que llenan las discotecas y que explotan en el cielo. Un mundo desencantado que no brilla con nada, ni con ningún artificio, porque es un mundo íntimamente roto consigo mismo que todavía no ha llenado sus vacíos. La propuesta respecto a los fuegos artificiales es muy pertinente y real.

Da la impresión de que un poco más de tiempo habría madurado más éste film y volverlo realmente bueno.

Roma es una película de contemplación. Una trama que se gesta tranquilamente sin apuros y sin aburrir al espectador, porque así sucede con la vida: con situaciones que crecen poco a poco y que sólo causan ansiedad y expectativas a quienes están dentro de ellas, aún cuando el asunto exteriormente parezca no ser llamativo o contenga los "eventos extraordinarios" que se supone debe tener una gran historia de cine. Esta lentitud y simpleza en la forma no impide que el film caiga en la contemplación vacía, pues cada escena a pesar de su deliciosa naturalidad parece pensada y reflexionada, pensada en el sentido de si era significativa a pesar de su simplicidad, no como sucede en el frecuente cine regionalista que se enfoca en elementos "llamativos" pero sin fondo o demasiado desgastados ya que caricaturizan la pobreza, los acentos, al hombre latinoamericano... O que sólo se ponen ahí a la espera de que el espectador les de un significado trascendente que realmente no tienen. Por eso no me aguanto los análisis excesivos que ya andan por ahí, ¡hasta teorizando el porqué de los aviones y el excremento del perro! Pues son eso, ¡aviones y caca!

El personaje de "Cleo" (Yalitza Aparicio) es monumental. Necesario, sutil, bien construido y entrañable. No te creerías que en la vida es actriz de cine y docente.

Desde la primera parte con aquellas baldosas sin color la película empieza a hacernos preguntas y aquellas preguntas continúan incluso hasta el final del film. Alabo de esta dirección la capacidad para crear metonimias y hablar de situaciones humanas con escenas muy sutiles de breves segundos. Y no sólo esto, sino la personalidad de Cuarón, con su modo noble de ver al ser humano, dándonos una valiosa propuesta casi a bofetadas cuando nos creíamos los sabios al esperar personajes estereotipados o como nosotros los hubiéramos creado.

Al ver esta película siento que el cine está de vuelta. Que aún más ahora las pantallas se llenan de actores no tan "agraciados" y con tramas más pequeñas (y no por eso inútiles) que tocan cada vez más la vida y nos deslumbran por su belleza. Es una película dolorosa en su forma pero llena de felicidad y fé en su contenido por su propuesta de la personalidad humana.