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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
31 de julio de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el endurecimiento de la Guerra Fría, el cine se va a convertir en un arma de propaganda en ambos bandos con la intención de cerrar filas entre la población civil. Conocida es la historia de la caza de brujas y de los intentos por abortar el cine reivindicativo que en un sector de Hollywood afloró en los años treinta y cuarenta. También son recordados ejemplos de defensa voluntaria del sistema como Elia Kazan, pero se suele mencionar menos la existencia de un cine abiertamente propagandista al que pertenece Home Town Story.

Dicho esto, hay que recordar que no estamos ante "La ley del silencio", sino ante un producto de escasa calidad que no llega a ser ideológico, ni tan siquiera doctrinario, ya que no supera la fase de simplemente panfletario. El guión de esta breve historia defiende de modo simplista el beneficio que para una sociedad suponen los a su vez beneficios de los empresarios, motores del bien estar. El problema no es la tendencia política, que hoy pueden compartir muchos y detestar otros tantos. El error estriba en el modo infantil y carente de talento de defender unos presupuestos capitalistas. La propaganda tan subrayante no suele ser efectiva, como muestra la amnesia que ha provocado en la historia del cine este y otros títulos similares.

Como anecdota y recurso para justificar la visión, la presencia en unos pocos planos de una primeriza Marilyn Monroe explotando evidentes virtudes, no exactamente interpretativas en esta época.
3 de abril de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada por Terence Young en el mejor momento de su carrera, siendo su último trabajo interesante. Contó para ella con dinero francés del mismo modo que ya había antes dirigido con financiación inglesa, americana, italiana, iraní y hasta de las Naciones Unidas, suficiente para dotar a la producción de fastuosos decorados, mejores exteriores e increibles y cotizados actores. Cuenta el trágico amor del heredero al imperio austrohungaro, el archiduque Rodolfo (Omar Sharif), con su amante Maria Vetsera (Catherine Deneuve), que en su día fue el romance más comentado y criticado de Europa en la penúltima década del siglo XIX.

No cabe duda que el argumento da pie al amor cortesano, a los valses vieneses y a la apertura de los mismos, a los cuchicheos y miradas en el palco de la ópera, a galanterías, a educados mayordomos de los de antes, a paseos en berlina y a caballo, a cambios de guardia y revista de tropas, etc... Todo ello hace presagiar un Sissi al uso o un donde vas Alfonso XII, aunque es bastante más que eso. La película pelea contra la ñoñería, a la que no siempre vence, y escapa de la visión edulcorada de la aristocracia, sin dejar de presentarla como escaparate de sociedad. Es bastante más fiel al desarrollo histórico de los acontecimientos de lo que nos tienen acostumbrados estos productos y junto a las lámparas de araña y los vestidos de princesitas aparecen las revueltas nacionalistas de Hungría, el inefable talante absolutista del emperador Francisco José I (James Mason), las algaradas estudiantiles y liberales de la Viena de entonces y la desestructuración familiar de los últimos Habsburgos.

A destacar el papel de Ava Gardner como una Sissi emperatriz mucho más cercana a la realidad histórica, aún sin mostrar el grado de neurosis con la que contaba la famosa princesa. Por lo demás se hace larga y aunque no empalaga, si empacha. Es el resultado de alargar más de dos horas una historia sin poseer la elegancia y el análisis de clase de Visconti. Digna no obstante.
8 de junio de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante título que describe los sucesos de las Fosas Ardeatinas a finales de la II Guerra Mundial, traumáticos para la conciencia italiana como se deja ver en la solemnidad que desprende el film.

El resultado viene a ser una mezcla de "Escarlata y Negro" y "Katyn", ambas obras posteriores. No alcanza la frescura y la soltura en el guión de la primera de ellas. Tampoco Burton, perdido para el cine en los setenta, dibuja tan correctamente al coronel Kapplan de las SS como el trazo que dejará Plummer del personaje. Ni siquiera Mastronianni se acerca al cura vaticano que interpretará Gregory Peck, sobre todo por las pocas posibilidades que le dejará un guión donde no interfiere, ni tan sólo con su acción final. Tampoco interfiere mucho la música de Morricone en esta película, presente también en "Escarlata y Negro" de un modo más brillante. En cuanto a Katyn, es coincidente a la hora de diseccionar al detalle los procedimientos del exterminio, pero el título polaco resulta más veraz y objetivo, con lo difícil que resulta serlo tratando temas de esta índole.

Al final, merece la pena para acercarse a hechos históricos fundamentales en la conciencia europea y, de paso, visitar el cine italiano de los setenta que ya empezaba a ser impreciso. Cosmatos no es un mal realizador, marca bien el ritmo narrativo y lo sabe plasmar en imágenes, pero su cine no deja de ser un camino hacia ninguna parte en la historia de la filmografía azzurra. No por ello es menos digno de merecer un paseo.
7 de enero de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es verdad que Frank Capra no ha sido nunca santo de la devoción de los críticos de la progresía europea. Se le ha considerado un defensor de las mentiras del Sueño Americano. Pero la realidad es que tras su mensaje cargado de esperanza, buen espíritu navideño y solidaridad cristiana, se esconde una visión acida y crítica sobre la sociedad americana de entonces y de la de siempre. Es cuando esa mirada se hace presente, y en esta película apenas parpadea, cuando nos encontramos con un discurso duro y contundente dirigido contra los jerarcas del capitalismo, contra el cuarto poder de la prensa o contra el impulso corruptor del dinero. No es de extrañar que la caza de brujas buscase al inicio de la Guerra Fría minimizar este tipo de películas intentando filtrar su mensaje revolucionario. En Juan Nadie aún se pueden escuchar discursos radicales que llaman a la destrucción de las barreras, “de todas las vallas”, por parte del pueblo, de todos los Juan Nadie del mundo. Se podrán poner todos los peros a la pureza del discurso, pero es que Capra no es Eisenstein, ni queremos que lo sea.

Y más allá del discurso volvemos a encontrar la firma de un genio. Gran dirección de actores, con unos magistrales Stanwyck y Cooper, éste en uno de sus mejores papeles, timorato y decidido a la vez, risueño y taciturno al mismo tiempo, y unos efectivos y bien perfilados secundarios. La evolución y transformación de todos ellos conforme se suceden los acontecimientos, siendo la fuerza del corazón motor de dichos cambios. Una puesta en escena precisa dando lugar tanto a lo principal de lo contado como a los pequeños detalles, la narrativa ágil y con sentido del ritmo logrando perfectamente los momentos de clímax sin resultar nunca forzados ni extenuar al espectador. Presencia constante del sentido cómico para flexibilizar el drama y endulzar el amor. ¿Y la tragedia? Bueno, esto es Hoolywood ¿o no?
7 de julio de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que David Lean no es Vittorio de Sica o Rosellini ni el Londres de entreguerras que retrata la película es el industrial Milán o la paupérrima Roma, pero es común a todas las filmografías de los años cuarenta representar la vida con como mínimo cercanía. Eso no quiere decir que para dibujar una postal verídica haya que bajar la cámara a ras de suelo de la calle. En el caso de David Lean más bien sobrevuela Londres para quedarse bien guarnecida en la casa de una luchadora familia inglesa de clase media. Y se podrán poner todos los peros a este realismo teatral, pero efectos parecidos los encontramos en por ejemplo "Los mejores años de nuestra vida" de Wyler por los mismos años, otro film que elude el escapismo.

Y con ese marco, lo que vemos dentro del cuadro se apodera poco a poco de nosotros llegándonos a emocionar. Las relaciones paternofiliales, las diferentes posturas ante la vida de las diversas generaciones representadas, las costumbres y hábitos de cualquier familia inglesa del momento, el devenir político de Inglaterra, con la aparición del comunismo, las huelgas, el fascismo, la política de no confrontación... siempre eso sí sin caer en el estudio sociológico o en la épica histórica ya que lo que a Lean le interesa son los seres humanos y las relaciones entre ellos.

Si a este último punto colabora con éxito el genial texto de, una vez más, su maestro Coward, el principal sostén serán los actores. Una magnífica Celia Johnson que respira vida en cada milímetro de su rostro, un sereno y efectivo Robert Newton y unos secundarios que superan el estereotipo aunque partan de él.

Al final, la película es mucho más que el Cuentame inglés de los años cuarenta, es toda una reivindicación de talento y un buen cimiento para lo que más tarde dará de sí el cine de Lean.
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