Adaptación de la novela homónima de Guy de Maupassant, narra el ascenso de Georges Duroy (Robert Pattinson) en la alta socidad de París haciendo uso de su físico y su encanto para seducir a tres aristócratas interpretadas por Uma Thurman, Chirstina Ricci y Kristin Scott Thomas.

La película tiene una muy buena ambientación, con un gran trabajo de vestuario. Otro tema es el guión, que avanza a trompicones con una estructura torpe que no engancha en ningún momento. Las tres actrices se muestran solventes, como siempre, sin embargo Pattinson no se quita el sambenito de pálido vampiro y aparece más hiératico y soso que nunca. No convence como en su papel de seductor y da la sensación de ser poco hombre para estas tres imponentes mujeres.

Una película que produce indiferencia y en algunos momentos aburrimiento, lo último que un film sobre intrigas políticas e intrigas de cama debería producir.

Alacrán enamorado es la segunda película que dirige Santiago Zannou tras ganar el Goya a Mejor dirección novel por El truco del manco. Al igual que en aquella, el director (nacido en España pero con ascendencia africana) utiliza todas las claves del cine social para contar su nueva historia: la de un neonazi que encuentra en el boxeo la manera de expulsar toda su rabia y acaba enamorado de una joven negra.

La historia del protagonista se presenta de forma demasiado previsible, siguiendo todos los pasos de una historia de superación personal (además a través del boxeo, algo muy cinematográfico). Y lo que podría ser más interesante del personaje, el conflicto que le supone empezar a sentir algo distinto al odio por una persona de color, está tratado de una manera insustancial. Destaca la buena realización de la película que capta perfectamente el ambiente "de barrio" en el que se desarrolla, así como el trabajo de Carlos Bardem, que además de ser autor del libro en el que se basa la película interpreta al carismático entrenador del protagonista, un ex boxeador similar al Clint Eastwood de Million Dollar Baby que merecía más tiempo en pantalla.

La suicida propuesta que hace David Trueba en esta película es, a priori, interesante. Encerrar a dos personajes de edades, aspiraciones (o falta de ellas) y modos de ver la vida, la historia y el periodismo distintos en un cuarto de baño, completamente desnudos. El periodista consagrado y la estudiante de Periodismo que protagonizan esta historia comparten sueños e ideas sin ningún tipo de máscara. O esa era la intención en un principio.

Dejando de lado la poca creíble sucesión de actos que lleva a los personajes a esta situación, lo que debería ser una conversación en la que se enfrentan las visiones de dos generaciones distintas se convierte en una especie de "master class sobre la vida" que el pretencioso personaje de Sacristán suelta ante una Valverde que se limita a escuchar con interés y en silencio las enseñanzas del maestro. Plano y poco desarrollado es el personaje de Valverde. Únicamente en un momento de la película se rebela, muestra que ella también tiene algo que decir desacreditando la visión de "yo ya lo he vivido todo" de su compañero y es este uno de los mejores momentos de la película. Tanto José Sacristán como María Valverde son grandes actores y hacen lo que pueden con personajes y situaciones ridículas en muchos casos. Del film quedan buenos momentos (la "rebelión" del personaje de Valverde, esa película narrada ante un marco vacio) que se pierden entre una verborrea pretenciosa que en ocasiones llega a rozar lo cursi. Trueba (también periodista y escritor) se empeña en poner en la boca de ese cínico periodista sus manidas teorías sobre todo y sobre nada.

A pesar de todo merece la pena un visionado, aunque sea sólo por su arriesgada propuesta y por algunas frases inspiradas.